Zoo de Londres
Aquarium de Nueva York
Zoo de Londres
Breve introducción a la historia de los zoológicos.
El primer parque zoológico registrado por la Historia, lo creó alrededor del 1100 a. de J.C. el fundador de la dinastía Chou en China. Los bestiarios de los emperadores romanos dejaban pequeños a los gigantescos zoológicos actuales con sus centenares de leones, tigres y panteras, que alimentaban los espectaculares juegos circenses.
En los aviarios, acuarios y colecciones zoológicas que mantuvieran reyes y príncipes durante la Edad Media tienen su origen los modernos jardines zoológicos.
Uno de los primeros concebidos como instrumento auxiliar para el estudio de la historia natural fue el Jardin des Plantes, establecido en París en 1793. El Regent’s Park, nombre con que se conoce el “zoo” londinense se creó en 1826. El Hagenbeck Tierpak de Stellingen (Alemania) fue el primer parque zoológico moderno que adoptó la modalidad de exhibir animales de distintas especies en un cercado común, al tiempo que e convirtió en un gran centro distribuidor de animales. De hecho, Alemania ha llegado a contar hasta veinte grandes jardines zoológicos, algunos tan famosos como el Tioergarten berlinés.
En Norteamérica, el primero se instaló en Philadelphia en 1874, para dar paso, por citar los más importantes, al National Zoological Park (Washington, P.C. 1889) al New York Zoological Garden del Bronz Park y al de San Luís, ambos fundados en 1913. El Brookfield Zoo de Chicago se inaguró en 1920 y el de SanDiego en 1921.
A lo largo de este siglo se han instalado zoológicos en todo el mundo: Chapultepec ( México), Buenos Aires, concepción, Santiago de Chile, Belén, Viena, Roma, Lisboa, Zurich, Basilea, Amsterdam, Rotterdam, Gizen, Jartum, Pretoria, Johannesburgo, Alipore, Calcuta, Bombay, Karachi, Tokio, Osaka, Shangai, Sidney, Melbourne, Adelaida, PErth, Auckland, Wellington...
En nuestro país destacan los de Madrid y Barcelona, éste famoso gracias al único gorila blanco conocido, pero también hay recintos de no menor importancia en Vigo, Valencia, Fuengirola y otras localidades. Personalmente recuerdo en mi niñez haber visitado el de La Madroa, de Vigo, recién abierto con poco más de unos lobos, algún oso, un zorro y bastantes cabras. Hoy en día su fauna es más extensa y confirma que, de alguna manera, el número de especies acogidas por el zoo de una localidad sirve como medida para determinar la relevancia económica o cultural de dicha localidad, y, al fin y al cabo, uno de los posibles pasos en la carrera política de cualquier miembro del partido que ostenta el poder local, es precisamente la gerencia del zoo, cuya proyección pública determina el estado de salud de las instituciones culturales.
Pero el tema que me ocupa es el de los paisajes artificales construídos para estos recintos. Es cierto que la reconstrucción de paisajes se da en otro tipo de actividades herederas del mundo de los estudios cinematográficos y las ferias de recreo, como Disneylandia y sus derivados, pero en este sentido no existe un interés tan directo con respecto al tema del paisaje artificial, porque responden a orígenes narrativos y lúdicos. Tal vez hablaré de ellos en otra ocasión más oportuna, en el tercer bloque de este escrito, "El animal invisible", en el que me centraré de forma más específica en lo que atañe a la visión del animal y la naturaleza.
Aquarium de Nueva York
Zoo de Londres
Breve introducción a la historia de los zoológicos.
El primer parque zoológico registrado por la Historia, lo creó alrededor del 1100 a. de J.C. el fundador de la dinastía Chou en China. Los bestiarios de los emperadores romanos dejaban pequeños a los gigantescos zoológicos actuales con sus centenares de leones, tigres y panteras, que alimentaban los espectaculares juegos circenses.
En los aviarios, acuarios y colecciones zoológicas que mantuvieran reyes y príncipes durante la Edad Media tienen su origen los modernos jardines zoológicos.
Uno de los primeros concebidos como instrumento auxiliar para el estudio de la historia natural fue el Jardin des Plantes, establecido en París en 1793. El Regent’s Park, nombre con que se conoce el “zoo” londinense se creó en 1826. El Hagenbeck Tierpak de Stellingen (Alemania) fue el primer parque zoológico moderno que adoptó la modalidad de exhibir animales de distintas especies en un cercado común, al tiempo que e convirtió en un gran centro distribuidor de animales. De hecho, Alemania ha llegado a contar hasta veinte grandes jardines zoológicos, algunos tan famosos como el Tioergarten berlinés.
En Norteamérica, el primero se instaló en Philadelphia en 1874, para dar paso, por citar los más importantes, al National Zoological Park (Washington, P.C. 1889) al New York Zoological Garden del Bronz Park y al de San Luís, ambos fundados en 1913. El Brookfield Zoo de Chicago se inaguró en 1920 y el de SanDiego en 1921.
A lo largo de este siglo se han instalado zoológicos en todo el mundo: Chapultepec ( México), Buenos Aires, concepción, Santiago de Chile, Belén, Viena, Roma, Lisboa, Zurich, Basilea, Amsterdam, Rotterdam, Gizen, Jartum, Pretoria, Johannesburgo, Alipore, Calcuta, Bombay, Karachi, Tokio, Osaka, Shangai, Sidney, Melbourne, Adelaida, PErth, Auckland, Wellington...
En nuestro país destacan los de Madrid y Barcelona, éste famoso gracias al único gorila blanco conocido, pero también hay recintos de no menor importancia en Vigo, Valencia, Fuengirola y otras localidades. Personalmente recuerdo en mi niñez haber visitado el de La Madroa, de Vigo, recién abierto con poco más de unos lobos, algún oso, un zorro y bastantes cabras. Hoy en día su fauna es más extensa y confirma que, de alguna manera, el número de especies acogidas por el zoo de una localidad sirve como medida para determinar la relevancia económica o cultural de dicha localidad, y, al fin y al cabo, uno de los posibles pasos en la carrera política de cualquier miembro del partido que ostenta el poder local, es precisamente la gerencia del zoo, cuya proyección pública determina el estado de salud de las instituciones culturales.
Pero el tema que me ocupa es el de los paisajes artificales construídos para estos recintos. Es cierto que la reconstrucción de paisajes se da en otro tipo de actividades herederas del mundo de los estudios cinematográficos y las ferias de recreo, como Disneylandia y sus derivados, pero en este sentido no existe un interés tan directo con respecto al tema del paisaje artificial, porque responden a orígenes narrativos y lúdicos. Tal vez hablaré de ellos en otra ocasión más oportuna, en el tercer bloque de este escrito, "El animal invisible", en el que me centraré de forma más específica en lo que atañe a la visión del animal y la naturaleza.
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