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martes, 10 de diciembre de 2019

Vender la piel del lobo antes de haberlo cazado y vender la piel del zorro una vez domesticado. Aspectos físicos visibles en la domesticación. Genética, evolución e involución, o la malinterpretación del atavismo.

Lee Cross


Pasamos de los dinosaurios a otra cosa, pero la verdad es que, como es habitual en nuestras costumbres, no sin enlazar temáticamente una entrada con la siguiente. ¿Y cómo podemos relacionar los dinosaurios mecánicos de Messmore y Damon con las mascotas domésticas alternativas? Bien, no hay nada que el lenguaje no pueda superar o alcanzar, y de algo nos ha de servir nuestra proverbial verborrea:

Contextualizábamos la información sobre las exposiciones temáticas con dinosaurios animáticos y animatrónicos con su interacción con la iconografía dinosauriana tanto científica como popular. Asociábamos todo ello con la evolución de dicha iconografía en consonancia con la evolución en los conocimientos en paleontología evolutiva. La evolución es la clave, y para que la teoría de la evolución basada en la selección natural funcione, es imprescindible entender el papel de los genes y de los estudios de genética en todas las cuestiones que atañen a la comprensión sobre la configuración física de los animales como adaptación a sus respectivos biotopos y ecosistemas, a sus técnicas de caza y supervivencia. Sin embargo, la distinción entre unos animales y otros, las diferencias físicas que los distinguen específicamente entre ellos invitan a la clasificación, y ésta se sirve de la compartimentación coleccionista, el acopio sistemático de holotipos.

Cuando este tipo de sistemática se deja llevar por la fantasía iconográfica nos encontramos ante fenómenos culturales contemporáneos como la creación de colecciones de nuevos bestiarios de la posmodernidad, como las sagas de Pokémon, Digimon, Invizimals, etc., que atienden a un interés económico, comercial, pero que sin duda se alimenta del apetito coleccionista volcado en diferenciar los atributos de las criaturas ordenados según semejanzas.

La selección artificial de razas de especies domésticas, tanto para su aprovechamiento alimenticio o textil como para la compañía, la caza y la defensa, ha provocado que a lo largo y ancho del mundo ocupado por las tribus humanas floreciesen nuevas criaturas vinculadas a la existencia humana con nuevas características físicas adaptadas a dicha convivencia.

Équidos y bóvidos más fuertes y voluminosos para trabajos de carga y tiro, óvidos más lanudos, cánidos más adaptados a terrenos específicos de caza, a presas específicas, seleccionados por su mejor olfato, por su mayor resistencia, por su mayor fiereza o al contrario por su mayor docilidad.
Todo ello nos ha empujado a ver en la crianza selectiva una forma de selección evolutiva acelerada hacia delante, un salto evolutivo que se ahorraba peldaños intermedios, y lo cierto es que nos tendríamos que cuestionar si los mecanismos de la genética suponen siempre innovación, novedad y no retroceso o vuelta a opciones descartadas en el pasado. Al fin y al cabo, lo que suele ocurrir en la crianza selectiva, en la producción de especies domésticas o, dicho de otra manera, en la domesticación genuina de especies (mediante crianza y reproducción selectiva) es que el número de individuos participantes o seleccionados en el proceso es limitado y con cierta cercanía genética que facilita la la reaparición de los rasgos o fenotipos buscados en dicha selección. La endogamia suele darse, en circunsatncias naturales, por la escasez de ejemplares o por su escasa reproducción con ejemplares de zonas geográfica y genéticamente más alejadas. En estos casos es frecuente la aparición de atavismos, de rasgos físicos o genéticos que dejaron de prosperar por motivos ambientales en el pasado y que han quedado descartados en forma de genes recesivos que, no obstante, podrían reaparecer esporádicamente en el futuro, sobre todo cuando el acervo genético participante en el proceso reproductivo es muy limitado, cercano o endogámico. Si las circunstancias ambientales propician la reproducción de dichos rasgos y no suponen un inconveniente sino una ventaja para la supervivencia, entonces dichos tavismos volverán a constituir rasgos que entrarían en la normalidad o, mejor dicho, en la configuración física oportuna para ese momento y lugar concreto de desarrollo biológico de la especie.

El perro es el ejemplo clásico de animal doméstico, cuyo aspecto físico ha cambiado drásticamente en mútiples razas que asemejan no pertenecer a la misma especie de canis lupus. A menudo, unos rasgos físicos concretos eran seleccionados para optimizar el uso de los animales en ciertas actividades cinegéticas o sencillamente para adaptarse a diversas peculiaridades del clima o del terreno, pero también las que iban vinculadas al comportamiento, al carácter o al gusto estético, influido a su vez por percibir dichas ventajas adaptativas o por sugerir subliminalmente una mayor empatía o simpatía, como por ejemplo adquiriendo ciertos rasgos neoténicos. Los rasgos físicos llamativos, coloridos, simbólicos o enternecedores, han tenido un camino más fácil en su selección, y de hecho han sido objeto de estudio al observar cómo se podían presentar en otras especies animales carentes de una domesticación selectiva sistemática como la del lobo hasta convertirse en una diversidad de razas caninas.


Por ello resulta tan significativo el estudio realizado al respecto de la crianza selectiva de zorros a cargo de Dmitry Belyaev, un ejemplo clásico y popularmente aceptado que supuestamente demuestra que se pueden obtener equivalentes a los perros a partir de zorros, y no lobos, en pocas generaciones.

Pero, como hemos observado según el artículo original de Jason Bittel en la versión digital del Washington Post, dicho punto de vista es cuestionable, dado que en su día se tergiversó de algún modo el alcance de dicho estudio sin reconocer, por ejemplo, la presencia de atavismos físicos presentes en los zorros escogidos, provenientes de granjas con fines peleteros, y por tanto asociados a ciertos síndromes endogámicos poco tenidos en cuenta en el estudio original.

No es nuestro objetivo dilucidar una cuestión biogenética que no es de nuestra competencia, pero sí que nos interesan los aspectos visuales e iconográficos de los resultados de estas crianzas selectivas de nuevas "especies" domésticas, su percepción cultural a través de la imagen y su dimensión antrozoológica audiovisual.

Comenzamos esta entrada con un título que juega con las palabras de un viejo dicho que originalmente se refiere a la piel del oso, indudablemente más poderoso, esquivo y difícil de cazar que el lobo, aunque el sentido de la frase siga siendo el mismo: No debemos anticiparnos a los acontecimientos y hacer afirmaciones antes de su constatación empírica.

El lobo, competidor ancestral del hombre, e incluso su potencial depredador, es también su primer cómplice animal emblemático, pues, al fin y al cabo, es el perro, su fiel compañero, y estéticamente posee rasgos físicos ambivalentes, que inspiran temor y simpatía a partes iguales.

El lobo es un cánido como lo es el zorro, pero el zorro no ha sido (salvo las excepciones comentadas hoy aquí) objeto de cría selectiva. Sin embargo, cualquier cánido despierta en nosotros una especie de cercanía, de comprensión de sus motivaciones, de su comportamiento, y un cierto aprecio estético por sus cualidades físicas.

 El zorro ha sido apreciado por su piel, y ha sido vilipendiado por su astucia individualista y depredadora, que ha sabido aprovecharse del saqueo de nuestros animales domésticos, pero, una vez que fue objeto de cría selectiva para la explotación industrial de la peletería, dio muestras de aparición de rasgos físicos que recordaban a lo ocurrido con los experimentados en los perros descendientes de lobos y, por ello, se llegó a hablar de la obtención de "perros" de origen zorruno.

En este punto, un perro pasa a ser una categorización de animal de uso doméstico, y no exclusivamente un animal descendiente de una especie concreta como el lobo. Pero lo más importante es que la selección genética implica la reaparición de antiguos rasgos genéticos que habían sido descartados por la selección natural en el pasado, y, por tanto, de alguna manera podrían evocar la reaparición de un momento mítico de la historia natural en que los animales convivían pacíficamente en un jardín del Edén, en un paraíso terrenal, en el que las demás criaturas no constituían peligro sino goce estético de riqueza y biodiversidad.

Esta fantasía evocadora se manifiesta en múltiples formas a través del arte y de la recreación visual de animales llamativos por sus rasgos hermosos, amables o sorprendentes. La estilización visual de especies animales conocidas en otras fantásticas suele arrastrar la presencia de rasgos considerados hermosos o apreciables por múltiples motivos en especies tradicionalmente admiradas o consideradas hermosas y los mamíferos de denso y suave pelaje siguen ocupando un lugar destacado entre todas ellas.

 El mundo de la juguetería y el peluche lo confirman, pero los personajes zoomorfos de los cuentos ilustrados, los cómics y los dibujos animados han llenado de numerosísimos ejemplos la historia gráfica de todas las culturas.

El zorro, con su larga cola peluda, ha sido muy apreciado iconográficamente por la tradición cultural japonesa, por ejemplo, y su actualización en videojuegos y series de animación como la emblemática Pokémon no hacen sino constatarlo.

Vulpix
No sólo personajes como Vulpix son una sublimación de la imagen del zorro amable, del perrito de origen zorruno, sino que serían incontables los ejemplos de representaciones gráficas de cánidos peludos que intentan sobrepasar las fronteras de la imagen ideal de la mascota soñada.

De ahí el éxito de ciertas razas de perros que evocan la fisonomía de criaturas ancestrales o que poseen una constitución cuyas proporciones físicas evocan a las de un cachorro o a la de criaturas en permanente estado de neotenia, de juventud o infancia imperecedera y tranquilizadora.

guepardo real
La rareza, la escasez, es llamativa, y si además de la rareza se dan rasgos físicos que consideramos un superestímulo de aquello que apreciamos como hermoso, el resultado es una especie de mito zoológico de la belleza.

Así lo hemos comentado al respecto de la admiración suscitada por ciertas subespecies o variantes genéticas (a menudo a causa de atavismos genéticos debidos a la endogamia territorial) como el guepardo real, el oso de espíritu o puntuales casos de albinismo.

Sin embargo también es cierto que muchos de estos ejemplos son muy poco conocidos, y que pese a su potencial atractivo escópico,  su existencia excepcional es poco conocida por el gran público cuando no ignorada, y esto facilita que puedan ser usados como referente para reinventar nuevas especies de animales fantásticos que no obstante guardan un cierto parecido con criaturas reales y que, a la postre, puedan constiuir la prueba documental de su existencia, o cuando menos de la posibilidad plausible de su existencia, lo cual sin duda reconforta las expectativas de los ávidos consumidores de este tipo de productos.  Las ficciones mejores son aquellas que parecen no serlo, las que basan su verosimilitud en la semejanza con los hechos reales o respaldados por una explicación científica, algo cada vez más presente en los productos de ficción audiovisual contemoráneos, y que constituyen un reflejo del grado de conocimiento general que la población tiene del mundo natural.

El ejemplo de los zorros domesticados que acaban por presentar rasgos físicos diferenciados apunta al hecho de que precisamos de señales o superestímulos que nos atraigan hacia esas criaturas supuestamente benévolas, amables, que nos complementen con su presencia, que nos protejan y nos sirvan, que nos ofrezcan su cariño y su compañía, pero que también resuman todo ello en su propia estampa y, por tanto, constituyan en sí mismas fuentes de disfrute exclusivamente estético.



La trascendencia de los experimentos de Dmitry Belyaev tal vez no sea algo de un dominio público generalizado, pero sí que sirvió de acicate inspirador en su día para artistas de lo antrozoológico, y no es en absoluto casual que algunos de los personajes más célebres de las sagas mencionadas, de la que Pokémon sería la más importante (y cuyas implicaciones ya hemos comentado en un artículo sobre animales y videojuegos) sean zorros estilizados gráficamente.

En cierta manera creemos que hacer un repaso de imágenes extraídas de los archivos de Pokémon ilustra bien lo dicho al respecto de las querencias por los zorros infantilizados o, mejor dicho, neotenizados. Somos conscientes de que ello afectaría prácticamente a cualquier animal, pero el zorro y sus descendientes mitológico-iconográficos japoneses, en forma de espíritus zoológicos de múltiples colas, por ejemplo, ha dado pié a numerosas reinterpretaciones destinadas a ser coleccionables ávidamente como trofeos de una nueva forma de caza sublimada. Tal vez el fenómeno responda, pues, a colmar un deseo atávico de captura y de descubrimiento de novedades y joyas cinegéticas raras.

Es por todo lo expuesto que hoy ofrecemos una selección de imágenes procedentes del universo Pokémon para ser contempladas en el contexto de la polémica desatada por el reciente artículo mencionado al respecto de los estudios y las conclusiones de Belàyev. No sólo queremos mostrar la base teórica y experimental en la que se sustentan los personajes de Pokémon y recordar que de alguna manera ya existían en la realidad, sino que, como las ensoñaciones del universo Pokémon, las supuestamente sorprendentes conclusiones de los experimentos de Belàyev ya estaban claras antes de su celebrada exposición pública.

Y no sólo eso, sino que dicha celebración, dicha entusiasta acogida, apuntaba sencillamente a una predisposición a aceptar dichas conclusiones, porque si profundizamos un poco, la metodología de dichos experimentos era en realidad cuestionable al basarse en el cruce de animales no salvajes en un sentido estricto, ya que se trataba de zorros no domésticos pero sí en cautividad y fruto de una cría endogámica encaminada a seleccionar ejemplares que mostraban ciertas coloraciones o calidades alternativas en el pelaje.

Yendo más allá, cuestionamos incluso la pertinencia del artículo crítico con los trabajos de Belàyev, porque en realidad el científico sólo encontró un atajo oportuno para demostrar que la crianza selectiva de zorros llevaba a la obtención de animales domesticados cercanos al concepto que tenemos de perro.

La única distorsión estaría en el hecho de que habría que hablar de más de diez generaciones para la obtención de dichos resultados, o de que no sólo se seleccionaban los animales de mejor pelaje en peletería, sino también los más dóciles y manejables para dicha industria (algo, por otra parte, que reprobamos y que adquiere ciertos tintes de pesadilla). Al fin y al cabo, lo que se le discute es el discurso argumental subsiguiente a su experimentación, que la domesticación conlleva la aparición de rasgos físicos proclives a agradar a los criadores humanos, cuando en realidad se está tergiversando lo ocurrido, y es que cualquier novedad física, cualquier aspecto insólito o novedoso en la apariencia de estos animales mostrando atavismos provenientes del pasado de la especie, resultaría inevitablemente atractivo y por tanto estéticamente valorable, algo que se podría constatar de la crianza selectiva de muchas otras especies como gallinas, conejos, cabras, ovejas, cobayas, hámsters y tantas otras, cuando nos referimos exclusivamente a animales, porque la lista crecería exponencialmente si añadiésemos especies botánicas.


Lo que nos atañe en el ámbito de este blog es la antrozoología del arte, no la biología o la genética en un sentido estricto, sino su asimilación a través de la cultura y de las imágenes, así como las imágenes y obras de arte subsiguientes a dicha asimilación. Y no se trata sencillamente de contextualizar o matizar el calado intrínseco de la escultura-monumento a Belàyev en la que el fuera de contexto creería ver a un hombre acompañado de perros y no de zorros.

Tampoco se trata de observar el parecido entre estos ejemplares y los zorritos idealizados de los cuentos infantiles o del universo Pokémon, sino de remarcar el carácter de ensoñación domesticadora y coleccionista de dicho universo, y de remarcar también la perversa influencia implícita de dicho universo audiovisual en su público.



Se trata de observar qué aprecia dicho público de los animales salvajes y de los animales de compañía, o qué consecuencias espera o, por el contrario, desconsidera, del hecho de que nuevas especies domésticas comporten para con el entorno biológico y para los ecosistemas cada vez más acorralados por la influencia humana, directa o indirecta.

¿Qué decir, si no de las graves consecuencias de la aparición como especie domesticada del  tanuki, o perro mapache?

Nos parece ilustrativo hacer un primer inciso dedicado al perro mapache como mascota:

El tanuki se parece mucho a un mapache, pero no es un prociónido, sino un cánido ancestral con unos rasgos que lo asemejan a los mapaches u osos lavadores, a consecuencia de lo que los biólogos denominarían una evolución convergente.

perro mapache o tanuki
Su crianza experimental como mascota es similar a la acaecida con los zorros, y ha dado lugar a la comercialización de perros mapaches domesticados como una novedosa oferta en el mercado de mascotas dirigido a un público ávido de criaturas novedosas o diferentes.

Sin embargo, ciertos rasgos provenientes de un agresivo instinto cazador no eliminados por su aparente mansedumbre, convirtieron a los tanukis adquiridos por ciertos propietarios británicos en azote de animales domésticos y ganadería de los terrenos circundantes, lo que apunta a un serio problema ecológico, agropecuario y de convivencia.

Extraemos de el confidencial:

El tanuki es uno de los animales con más historia del planeta. De origen asiático, tiene el honor de ser el perro salvaje más antiguo que se conoce, una especie que también es conocida como 'perro mapache' por su increíble parecido físico con este pequeño mamífero que divide a la sociedad: reconocido omnívoro, en Japón es considerado como amuleto de buena suerte, mientras en Europa es realmente temido por ser considerado una especie invasora.
Se trata de uno de los pocos animales milenarios que podemos encontrar a día de hoy corriendo por los bosques de nuestro planeta. Animal salvaje por naturaleza, la codicia del ser humano le ha llevado a intentar domesticarlo, con los evidentes problemas que conlleva esta situación: y no para las personas, pues es totalmente inofensivo, sino para el resto de fauna e incluso flora autóctona de los lugares a los que va llegando, donde coloniza y los termina extinguiendo.

Fue a comienzos del siglo XVIII cuando el tanuki comenzó a cobrar mucha importancia en Japón, donde pronto pasó a ser considerado como un símbolo de buena fortuna para todas aquellas familias o comercios que contaban con uno. No fue a partir de la década de los años cuarenta del pasado siglo cuando realmente comenzó a popularizarse en el país nipón, una situación que le hizo ir extendiendo los dominios a países como Vietnam, Corea del Sur, China o el este de Siberia.
Por un lado, algunos de estos animales siguieron siendo fieles a su instinto, logrando escaparse más allá de sus fronteras tradicionales; por otro, su codiciada piel pronto le hizo ser un producto interesante para los comerciantes de otros países y centenares de estos animales consiguieron escapar de las garras de sus captores para esconderse en el bosque: de esta manera, el perro mapache fue llegando a países como Rumanía, Francia, Alemania, Dinamarca o Suecia.
Años después, los expertos comenzaron a descubrir que estos animales estaban creando un verdadero problema en sus ecosistemas: son omnívoros, muy resistentes a las temperaturas extremas, muy fuertes, se reproducen rápido y es el único perro que sigue hibernando. Y, por si fuera poco, está considerado como una especie invasora, pues allí donde va es capaz de acabar con buena parte de las especies autóctonas, tanto de fauna como de flora, lo que genera un importante problema.
Ahí es donde, en realidad, se sucede el dilema moral: por un lado, su apariencia inocente le convierte en un animal al que muchas familias quieren tener cerca, pues además es completamente inofensivo; por otro, los expertos avisan de que es un animal que debe vivir en hábitat salvaje y que no debe de ser llevado a otras poblaciones, pues la herida que pueden generar entre la fauna y la flora local puede llegar a ser irreparable, consiguiendo su completa extinción.

Un caso que alerta a Reino Unido

Ahora, el problema ha llegado a Reino Unido. Dos perros mapaches se han escapado de sus jaulas, en un corral de Clarborough (Inglaterra), provocando el pánico entre los habitantes. Los dos animales fueron capaces de hacer un pozo en la tierra para huir del cercado en el que se encontraban, y algunos habitantes de la zona ya han reportado ataques de ambos tanukis a otros animales, como otros perros, vacas e incluso cabras de la zona.
"Salimos corriendo y este animal, que ahora sabemos que es un perro mapache, estaba tratando de atacar a nuestra cabra. Estaba tratando de matarla. Hacía silbidos, gritos y gruñidos, algo que no habíamos visto nunca", afirma Mandy Marsh a 'The Independent'. Las autoridades, que siguen buscando a ambos animales, asegura que son "potencialmente peligrosos" para el resto de animales de la zona, por lo que se antoja fundamental atraparlos lo antes posible.
La Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (RSPCA) recomienda encarecidamente que no se tenga este animal como mascota, por el riesgo que puede suponer para el resto de especies autóctonas. Su apariencia de peluche hace que, en muchas ocasiones, el ser humano contravenga las normas y decida tratar de domesticarlo, sin ser consciente del riesgo al que expone al medio ambiente. En España está prohibido desde 2013.


Tanuki blanco o leucístico
La aparición de ciertos rasgos físicos debido a mutaciones genéticas puntuales, como el leucismo, el melanismo, el albinismo o la coloración mixta o múltiple, se pueden dar excepcionalmente en la naturaleza, a menudo a causa de la escasez de ejemplares que empuja a la reproducción por parte de progenitores emparentados.

La endogamia facilita la aparición de atavismos, de fenotipos propios de genes generalmente recesivos que encuentran su oportunidad de reaparecer, y si dichos fenotipos constituyen manifestaciones de rasgos físicos convenientes u oportunos tal vez vuelvan a reproducirse en la descedencia.

Zorro doméstico
En el caso de los atavismos que sencillamente agradan estéticamente a los criadores humanos, como cualquier pauta cromática insólita o sencillamente considerable como bonita, acabará siendo seleccionada exclusivamente por una cuestión de preferencia estética subjetiva y especista, pero prosperará, y por ello, aunque no es imposible ver ejemplares blancos o leucísticos en la naturaleza,  sí serán más frecuentes entre los ejemplares domesticados si facilitan su adquisición, su compra, por parte del público humano.

Si son solicitados, si tienen mayor demanda comercial, esta circunstancia propiciará la reproducción del gen que conlleva dicha característica física, entre otras cualidades que tal vez queden al margen pero que también se verán favorecidas, y es que un gen suele estar asociado a una característica visible o llamativa, pero suele conllevar más de una no siempre contemplada o tenida en cuenta.

Vemos pues que aunque nos cueste admitirlo, genéticamente un perro sigue siendo un lobo, y que, por tanto, en un sentido estrictamente filogenético, los perros desarrollados por Belàyev son otra cosa, ya que son zorros. O eso, o el significado de la palabra perro cambiaría al no referirse estricta y biológicamente a una especie animal, sino a una clase o tipología de animal desde un punto de vista estrictamente antrozoológico. Al fin y al cabo, si se parecen a perros, se comportan como perros y los percibimos como perros, ¿porqué no denominarlos perros? Esto nos lleva a la cuestión que comentábamos hace unos años acerca de las mascotas alternativas, y en concreto de las hienas criadas como animales de defensa por los llamados hombres-hiena:

El protagonismo de determinadas especies animales como recurso bélico o intimidatorio está presente a lo largo de la historia como defensa de estatus sociales concretos, y su posesión, más allá de dichos fines prácticos, conlleva una ostentación de dicho poder, algo perfectamente constatable en la proliferación de colecciones zoológicas exóticas por parte de las clases pudientes. Esto justifica argumentalmente la posibilidad de que la bestia en cuestión pudiera ser explicada como un ejemplar fugado de una de estas menageries, y resulta llamativo que el autor del artículo resalte la mención de una hiena como criatura fuera de contexto que justificase su carácter monstruoso y desconocido.
Aunque pueda parecer una explicación un tanto bizarra, lo cierto es que la tenencia de fieras exóticas, además de una no infrecuente demostración de poder y vanidad coleccionista, suponé también un indudable recurso intimidatorio, que hoy en día es patente por ejemplo entre los Gadawan Kura, u hombres-hiena en Nigeria y grupos similares en Sudáfrica y otros puntos del continente negro. Lejos de limitarse al uso de razas perrunas agresivas, como pitbulls y similares, estos pandilleros van acompañados de hienas más o menos domesticadas y babuínos, que constituyen especies de un potencial agresivo ciertamente extraordinario.

Lee Cross
El ejemplo de las hienas domesticadas es más oportuno de lo que podría parecer en un principio, porque en contra de lo que mucha gente cree a juzgar por su aspecto, las hienas no son cánidos, como los zorros o los lobos, sino que se incluyen en el suborden de los Feliformia y constituyen la peculiar familia de los Hyenidae. ¿Acabarán apareciendo características físicas peculiares entre estas hienas domesticadas?

Lee Cross
Ahora, volvamos a observar ejemplos de zorros domesticados y fijémonos en su aspecto, en su imagen y sus connotaciones. ¿Acaso no nos recuerdan a las criaturas recreadas en forma de peluche hiperrealista pero enternecedoramente neoténicos de Lee Cross, comentadas en este blog con anterioridad


Las creaciones de Lee Cross buscan la simpatía del comprador, que conecta no sólo con el aparente realismo naturalista de las piezas, sino con una amalgama de experiencias sensoriales relacionadas con el tacto (la suavidad del pelaje, la tierna blandura de sus cuerpos) que implica el contacto físico con los animales. 

zorro doméstico
Los pelajes suaves y cálidos sugieren la posibilidad de compartir calor. Es posible que, más allá de un placer sensorial básico, remitan a una necesidad de abrigo, a un premio oculto en nuestros recuerdos tribales más primitivos, pero lo cierto es que funciona y sigue funcionando, dado que forma parte de todas las sensaciones agradables descritas por cualquier propietario de mascota. El pelaje visualmente frondoso se alía con los recuerdos y las experiencias táctiles para que ciertas imágenes resulten más seductoras que otras. De ahí la preferencia generalizada por los mamíferos con pelo. Pero, incluso en el caso de las preferencias por aves o reptiles, el contacto físico supone la superación de una barrera y establece una tolerancia mutua que es en sí un premio, por lo que vale la pena hacer un pequeño inciso al respecto.


El primer paso para la domesticación, el momento supremo de toma de confianza es el dejarse tocar, el conseguir que el tímido y desconfiado animal se deje tocar (recordemos momentos narrativamente tan significativos com el primer contacto entre Hipo y Desdentao en "Cómo entrenar a tu Dragón"). 

Tocar, establecer contacto físico, es materializar aquello que la vista ofrece sólo como mera expectativa. Hopper, el oceanógrafo de la ficción literaria de Peter Benchley ("Tiburón") no se resiste a tocar los flancos del gran pez cuando está sumergido en la jaula, y Spielberg no puede evitar mostrar ese momento en pantalla en su memorable versión cinematográfica. Hopper siente esa necesidad emocionante de contacto.
Recuerdo, cuando era un crío, la sensación de triunfo tras ser lo suficientemente paciente como para esperar a que un cachorro perdido de gato que se colaba en el jardín se dejase tocar, lo que confirmaba que acabaría por ser adoptado.

Facilitar la evocación de dicho contacto táctil y visual es la razón de ser de los peculiares muñecos de Lee Cross. Colmar los deseos de compañerismo, defensa y autonomía de cualquier adolescente son los argumentos con los que "Cómo entrenar a tu dragón" atrapa a su público. Desdentao es un amigo, colma las expectativas de una mascota, pero también es un defensor temible, com cualquier gran perro de defensa, y por si fuera poco es un medio de transporte que va más allá de las expectativas generadas por cualquier otra montura equina (podríamos evocar al pony rojo de Steinbeck o a la belleza negra de Anne Sewell, o a Furia, casi una versión americana de las obras de Sewell en la que el caballo ofrece un servicio de rehabilitación social y personal al huérfano Joy, interpretado por  ). 

Desdentao es casi como una moto de regalo para el adolescente Hipo. La lesión que éste provoca accidentalmente en la cola del dragón le impide el control del vuelo. El mecanismo que el chaval incorpora al animal se lo vuelve a permitir, y recuerda mucho al cambio de marchas de pedal de una motocicleta. El animal es cosificado, convertido en una nave de transporte que, más que corre, vuela. Volar es otro deseo colmado por la mascota, pero en este caso ambos se necesitan mutuamente para poder hacerlo. 

La metáfora es oportuna, pero también intenta justificar o suavizar la condición de esclavitud, de domesticación, de Desdentao. Sea como fuere, todo ello se vuelve posible tras establecer un primer vínculo de confianza, y este se resume en el contacto físico, en la sensación táctil tolerada. El tacto supera en esto a la vista. El hecho es recalcado con el cierre de ojos por parte de ambos.

Confiamos en que nuestra disertación sirva de introducción a la traducción al español que ofrecemos del artículo crítico con las conclusiones de Belàyev. Sin duda son muy hermosos los zorros surgidos de dicha crianza selectiva, pero no olvidemos que son producto involuntario y no natural de la crianza selectiva para peletería y posteriormente para su uso como mascotas. Por lo tanto, en ambos casos, son una modificación del orden natural al margen de los designios de éste, a no ser que consideremos que nuestra intervención antropocentrista pueda ser considerada como tal (lo cual no descartamos, tanto si nos gusta como si no).

Los zorros domesticados rusos como mascotas dan pié a hablar de perros surgidos de zorros y no de lobos, lo que plantea un problema de léxico biológico y filogenético, pero que también ilustra claramente el alcance del punto de vista antrozoológico de las cosas, y del poder sugestivo de la imagen para implantar conceptos tan acertados como intrínsecamente erróneos en la mentalidad colectiva.

Como podréis comprobar tras su lectura, según el artículo original de Jason Bittel en la versión digital del Washington Post, lo que se cuestiona desde el mundo científico es la credibilidad de las conclusiones de los estudios de Belàyev respecto a la aparición de rasgos físicos comunes a cualquier tipo de domesticación con cualquier especie, dado que no partió de una población de zorros salvajes, sino de zorros criados en cautiverio que ya habían sido sometidos a cierta crianza selectiva. Y esta crianza selectiva se basada en criterios al servicio de la peletería, pero en cualquier caso esto sería aplicable a lo observado en otras especies domesticadas en las que imperaba la rentabilidad, la comodidad y la mansedumbre como rasgos físicos o de comportamiento ventajosos.

Desde tal perspectiva, las volumetrías de Lee Cross que ya habíamos comentado en el pasado, ilustran claramente, por medio de la estilización basada en superestímulos, los rasgos neoténicos enternecedores que suelen atraer la atención humana hacia ciertas mascotas. No es extraño constatar que muchas de ellas se correspondan no sólo a perros, sino a lobos y otros animales salvajes, entre ellos diversas especies de zorros, que a juzgar por su número, parecen ser de los favoritos de la autora y su público.


Lee Cross
Lee Cross

Lee Cross
Lee Cross


Lee Cross


Además de la traducción del artículo, ofrecemos algunas imágenes más de ejemplares especialmente vistosos por su pelaje o por otras características en sus colas y orejas que los aproximan a la imagen que tenemos de los perros seleccionados a partir de lobos.

Contrastamos dichas imágenes con las esculturas-peluches de Lee Cross, porque creemos que dichas obras ofrecen una clara muestra de la cosificación intrínseca que subyace tras estas mascotas fruto del diseño experimental, dejado en manos del azar genético apenas controlado por presión selectiva artificial. Ah! y, para colmar aún más nuestras expectativas, hemos rescatado de dicho artículo una foto documental de una granja de zorros americana en Rosbank, registrada en 1922. Se trata de una pareja estereoscópica que nos hemos permitido editar en formato anaglifo para que la visualicéis en 3D si disponéis de gafas anaglifas (filtradas en rojo-cyan):




 

 


 artículo original de Jason Bittel en la versión digital del Washington Post:



Joker, a silver fox at Wolf Park in Indiana. A decades-long experiment on taming silver foxes informed a key theory about animal domestication that is now being called into question. (Monty Sloan / Wolf Pack)
Joker, un zorro plateado en Wolf Park en Indiana.

 Un experimento de décadas de domesticación de zorros plateados informó una teoría clave sobre la domesticación de animales que ahora se cuestiona. (Monty Sloan / Wolf Pack)

Los zorros domesticados nos enseñaron sobre la domesticación de animales. Pero, ¿entendimos mal la historia?


Por Jason Bittel
3 de diciembre de 2019 a las 7:57 p.m. GMT 1

En 1959, el zoólogo soviético Dmitry Belyaev comenzó a criar selectivamente zorros plateados. Los menos temerosos de las personas fueron elegidos para reproducirse. Su objetivo era simular el proceso que convirtió a feroces lobos antiguos en los perros que ahora se conocen como nuestros mejores amigos.

El experimento funcionó, muy bien. En 10 generaciones, el linaje de zorros de Belyaev se volvió manso, buscando la atención de la gente y moviendo la cola cuando los científicos se acercaron.

Pero esta no fue la única forma en que los zorros cambiaron. En 1979, Belyaev notó que algunos de los zorros habían comenzado a verse diferentes, desarrollando colas rizadas, manchando sus abrigos y orejas como cachorros. Más tarde, otros científicos comenzaron a notar algunos de estos mismos rasgos en otras especies domesticadas: cerdos y cabras, aves y peces, que parecían apuntar a un camino genético común que los animales toman a medida que cambian de lo salvaje a lo domesticado.

Esta idea tentadora, ahora conocida como síndrome de domesticación, fue presentada por primera vez por Charles Darwin, y se ha convertido en parte integral de nuestra comprensión de cómo funciona la domesticación de animales. Pero en un nuevo artículo, algunos científicos han desafiado su precisión y, en el camino, las creencias comunes sobre lo que significa la domesticación.

Los autores del artículo no dudan de que Belyaev pudo criar zorros domesticados. Pero el experimento ruso no demostró la existencia del síndrome de domesticación, argumentan, porque los primeros zorros de Belyaev estaban lejos de ser salvajes, y no hay pruebas de que ciertas características físicas sean comunes a las especies domesticadas.

"La historia común es que cuando se selecciona la domesticación en una especie animal, todo un conjunto de otros rasgos cambia de manera predecible", dijo  Elinor Karlsson, científica genómica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts y autora principal del estudio. "Y simplemente no pudimos encontrar evidencia convincente de eso".

Un problema importante es que Belyaev comenzó con zorros que no eran salvajes, dijo  Kathryn Lord, bióloga evolutiva de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts y autora principal del artículo, publicada el martes en la revista Trends in Ecology and Evolution. Las pruebas genéticas indicaron que se originaron en el este de Canadá, probablemente en una granja de pieles en la Isla del Príncipe Eduardo, lo que significa que los animales ya estaban en el camino hacia la domesticación.

También hay evidencia de que los granjeros de pieles canadienses buscaban producir colores de piel inusuales, incluso con manchas blancas, que podrían alcanzar precios más altos. Por lo tanto, algunos de los rasgos de Belyaev como evidencia del síndrome de domesticación pueden haber estado presentes en su primer lote de zorros.

Y la tendencia de esos zorros a producir manchas blancas probablemente habría aumentado cuando llegaron a Rusia, porque Belyaev comenzó su experimento con una población bastante pequeña de 130 animales, dijo Karlsson.

"Se pueden obtener cambios muy rápidos en la frecuencia o la prevalencia de un rasgo sin haber hecho mucho trabajo, simplemente haciendo que la población sea realmente muy pequeña", dijo.


Foxes at Rosbank Fur Farms on Prince Edward Island in 1922. The first foxes in a famous Russian experiment came from fur farms and would have been somewhat domesticated, a new paper says. (Keystone-Mast Collection/California Museum of Photography/University of California at Riverside)
Zorros en Rosbank Fur Farms en la Isla del Príncipe Eduardo en 1922. Los primeros zorros en un famoso experimento ruso vinieron de granjas de pieles y habrían sido domesticados de alguna manera, según un nuevo documento. (Colección Keystone-Mast / Museo de Fotografía de California / Universidad de California en Riverside)

La otra irregularidad es que la evidencia del conjunto de rasgos físicos que durante mucho tiempo se dice que son compartidos por perros, cabras, conejos y otras especies domesticadas es escasa, dicen los autores.

Por ejemplo, se dice comúnmente que los animales domesticados tienen colas más rizadas y más erguidas, la diferencia entre un husky siberiano y un lobo gris. Pero Lord y sus colegas no encontraron evidencia concluyente de que los perros domesticados mantengan sus colas de manera diferente a los lobos, zorros u otros cánidos salvajes. También encontraron poca documentación de estos rasgos para otros animales.

"¡Sé que esto es verdad! ¡Es algo! ”, Dijo Lord, reconociendo que incluso ella encuentra frustrante la falta de datos. "Pero nadie lo ha contado".

Esto es importante, dijo Karlsson, porque si bien el "carro de cola" es más común en zorros menos temerosos, también se ve en algunos de sus primos salvajes. Eso significa las colas adorables, como de perros, que he visto

"Nuestro punto principal no es que el síndrome de domesticación no exista, sino que no creemos que haya suficiente evidencia para estar seguros de que existe", dijo Karlsson en un correo electrónico de seguimiento.

Nada de esto importa mucho a cómo la mayoría de nosotros nos relacionamos con nuestros perros y gatos (o cerdos y cabras). Pero el desafío a la sabiduría común acerca de cómo surgieron esos animales ha causado oleadas en la comunidad de académicos de la domesticación y ha tenido una recepción mixta.

"El experimento del zorro es el más celebrado en estudios de domesticación, sin embargo, los detalles nunca han sido publicados o explicados por completo, y mucho menos evaluados críticamente", dijo Marcelo Sánchez-Villagra, un paleobiólogo de la Universidad de Zurich que estudió el síndrome de domesticación. . "Este documento me muestra que se necesitan experimentos nuevos y mejor diseñados sobre domesticación, de varios tipos de animales, para avanzar en el campo".

Melinda Zeder, científica emérita del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, dijo que el experimento ruso del zorro-granja "realmente ha sido sobrevalorado", ya que muchas representaciones populares hacen que sea más grandioso y más simplificado, que Belyaev y los científicos que tuvieron éxito. Él pretendía que así fuera.

"La precaución que ofrecen aquí es muy útil, como para retroceder y decir que este no es el final", ha manifestado Zeder. Pero agrega que "el caso no es tan convincente como desearía que fuera", en parte porque, dice, pone demasiado peso en la falta de estudios que documenten cada rasgo de síndrome de domesticación en cada animal domesticado.

Belyaev sabía muy bien que había manchas blancas en su población de zorros y nunca afirmó que estuviera relacionado con la mansedumbre, ha dicho Anna Kukekova, genetista de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, que ha estado estudiando estos zorros durante décadas. Belyaev detalló esto claramente en un artículo (paper) que publicó en 1979, comenta.

Kukekova dijo que tenía otros reparos sobre el nuevo documento, aunque está de acuerdo en que no parece haber evidencia de un camino fácil hacia la domesticación.

"Los genes rara vez tienen una sola función", dijo en un correo electrónico.

"Yo diría firmemente que [el experimento ruso del zorro-granja] sigue siendo el estándar de oro", ha dicho Lee Dugatkin, biólogo de la Universidad de Louisville y coautor de un libro sobre el experimento ruso, "Cómo domar a un zorro ( y construir un perro) How to Tame a Fox (and Build a Dog) ".

Dugatkin ha dicho que tenía "grandes dudas" acerca del estudio. Dice que las colas rizadas no aparecieron en los zorros durante nueve a diez generaciones y que los científicos no las seleccionaron una vez que aparecieron. Pero se hicieron más comunes con cada generación de domesticados, comenta. El proyecto, que ahora está dirigido por su coautor, la genetista rusa Lyudmila Trut, ha agregado dos nuevos linajes de zorros, uno seleccionado para la agresión y otro como control, dijo, y no han desarrollado colas y manchas rizadas. .

Pero el hecho de que esos rasgos no aparezcan en otras poblaciones "no prueba que los rasgos estén directamente relacionados con la mansedumbre", dijo Karlsson, "solo que esos rasgos también se dieron en la población seleccionada para la mansedumbre. La explicación más probable es que esto se debe al azar ".

No tiene dudas sobre la importancia del trabajo de Belyaev. "Es un experimento de comportamiento increíble", dijo.

Pero podría ser más trascendente, dijo Karlsson.

"Eso fue lo que nos inspiró a escribir el artículo", dijo. "Porque no hay nada más frustrante que cuando la gente simplemente asume que algo que aún no se ha probado es cierto ".


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zorro albino
Un animal que mataron por ser hermoso y fácil de ver, un zorro rojo albino (no es lo mismo un zorro ártico que siempre en invierno son blancos). Sin embargo había llegado a adulto, lo que da que pensar. Ha sido un blanco, más que fácil, deseado por su excepcionalidad por los cazadores humanos.

Pasemos, pues, a repasar las variantes genéticas que resultan icónicamente llamativas para los criterios humanos de clasificación y categorización zoológica 

Cosas que podemos añadir por nuestra parte al respecto de la apreciación cultural de los animales con mutaciones genéticas excepcionales:


 Melville mitifica el carácter de Moby Dick con un demoníaco (o divino, según se mire) carácter astuto y vengativo al que han recurrido muchos otros monstruos de ficción desde entonces. No obstante, el monstruo que encarna al mal y a la naturaleza vengativa simultáneamente, debe ser reconocible, digno de ser mostrado (significado literal de "monstruo") y como cachalote ha de ser peculiar y diferente, así que, como tantos otros animales que han suscitado interpretaciones místicas, es BLANCO.
Llegados a este punto deberíamos matizar tres aspectos fundamentales de la cuestión:

1-La ballena blanca es peculiar por ser blanca como excepción, tal y como ocurre con todos los animales albinos, es decir, que excepcionalmente nacen sin pigmentación, diferenciándose de los de su propia especie. Es el caso antagónico del melanismo, al que hacíamos referencia al hablar de la iconografía del leopardo.



2-Los animales blancos (no albinos) no excepcionales, poseen igualmente un cierto aura de espiritualidad asociado a la luminosidad de su imagen. El caso intermedio lo constituirían aquellas especies animales que pueden presentar diferentes coloraciones (como el caballo) otorgando un especial aprecio a los ejemplares blancos, pero una beluga es estrictamente una ballena blanca, que fascina por su espiritual blancura (acentuada por ciertos rasgos humanizantes que ya comentaremos) aunque todas las belugas son blancas sin  necesidad de padecer albinismo o falta de pigmentación genética.

3-Los animales armados con dientes, garras o cuernos, potencial y evidentemente agresivos, son admirados con fascinación, y el arma más poderosa es la masa, el tamaño. Un gran animal blanco armado, sea un búfalo, un león, un toro, tiene grandes opciones para adquirir un lugar preferente en la mitología zoológica, pero el medio acuático, origen biológico y simultáneamente espacio vetado a la supervivencia humana, otorga a cualquier gran criatura dentada acuática el título de quintaesencia de la monstruosidad temible. El cachalote blanco, Moby Dick, reúne todos los requisitos...o casi todos. Ya hemos hablado en otras entradas acerca de la problemática icónica que supone la estrechez de la boca del cachalote (son innumerables los ejemplos de ilustraciones en que la ballena adquiere aspecto de cachalote pero con boca ancha y dientes en ambos maxilares) y está claro que la Orca no es llamada ballena asesina porque sí, sino por su capacidad para abarcar un ser humano con su boca dentada, como un gran tiburón. Incluso anuncia su presencia en la superficie del agua con el superestímulo de su gran aleta dorsal de hasta dos metros de la que carecen los cachalotes y otras grandes ballenas.
Los delfines albinos )como algunos casos documentados en la especie mular comentados más abajo) no han de ser confundidos con los delfines blancos del Río de la Plata, túrsidos fluviales semejantes a los rosados del Amazonas o de ciertos ríos de Asia, con el hocico más prominente y aleta dorsal más retrasada y mucho menos prominente. Además, los delfines fluviales, como las belugas, pueden girar el cuello, lo que les otorga una cierta antropomorfia y una expresividad diferente, ya que los percibimos con una cierta capacidad de dirigir la mirada de manera conspicua.

Este canguro no es blanco, sino albino, carente de pigmentación, como delata su morro rosado y el interior de sus orejas. Es llamativo porque los canguros no son blancos y su falta de pigmentación lo convierte en una presencia chocante y poco probable en los parajes tórridos que suelen habitar estos marsupiales, y además nos hace pensar en un gran ratón blanco.
Los animales que acostumbran a mostrar coloraciones variables, entre ellas blanco o negro, son los que, sin crear sorpresa, generan atractivo o rechazo según preferencias subjetivas o culturales.

Los gatos, los perros, los caballos, fauna doméstica, pueden presentar diferentes colores, pero el negro intenso y el blanco extremo los hacen pasar de lo imponente a lo intimidatorio. En cuanto al contexto cultural o social, conocemos aversiones tan tópicas como las que afectan a los gatos negros, pero cabría matizar qué interpretar en diversos contextos por perro blanco, como muy bien especificó de manera fílmica Sam Fuller.


Este lobo es blanco, dentro de las múltiples posibilidades cromáticas del pelaje de estos animales, pero no padece albinismo, como demuestra la pigmentación oscura de sus párpados y su morro. A los ejemplares blancos, frecuentes en climas fríos por el oportuno mimetismo que el color ofrece en un paisaje nevado, se les otorga culturalmente una cierta espiritualidad asociada a la luz representada por el color blanco, asociado frecuentemente al alma y al espíritu.

Alce albino, del que se dice en algunas fuentes que sólo se conoce un caso por el momento, aunque parece ser que se han registrado avistamientos documentados de otros ejemplares blancos, tanto albinos como leucísticos. A este caso, más conocido, y del que ya hemos hablado con anterioridad, se lo conocía como "El dios del bosque" y era casi sagrado para la mayoría de los indígenas de la zona. Fue abatido por un grupo de cazadores que se hicieron famosos por la muerte del animal, queademás  no corría atemorizado si veía personas ya que desde pequeño todo el mundo le sacaba fotos. Por añadidura fue muerto antes de que el pobre animal perdiera la virginidad, anulando por tanto la posibilidad de que tal vez hubiera tenido descendencia directa o indirecta en la que se repitiese algún ejemplar igualmente blanco.

Los alces no son blancos, aunque esta norma general puede mostrar excepciones como las que mostramos en las fotos que acompañan a este texto, lo cual los convierte en ejemplares dotados con una cualidad excepcional en su especie.
Alce albino
Las culturas indígenas norteamericanas otorgan a estos escasos ejemplares poderes espirituales especiales, pues la blancura, asociada a la luz, al sol y a la nieve, adquiere connotaciones vinculadas a fenómenos naturales imprescindibles para la vida. Esto los convierte en mensajeros de la Naturaleza, entes divinos, espíritus encarnados, propios de religiones animistas.
Alce albino
Bisonte blanco
Evidentemente no sólo los alces han sido objeto de esta espiritualización basada en su blancura genética, sino casi cualquier especie animal, y, muy especialmente, los bisontes. Para enriquecer un poco más este pequeño informe iconográfico de los animales blancos podemos añadir la referencia a "The white buffalo", una película de J. Lee Thomson inspirada en el mítico bisonte blanco.


Lo que nosotros llamamos rebeco o gamuza en Europa, tiene una versión blanca en las montañas rocosas conocida como cabra blanca americana o cabra salvaje de las rocosas, un caso de coloración especializada, y no de albinismo. Es llamativa como especie por su blancura, pero la blancura de sus ejemplares no es, por lo tanto, excepcional.
Los biólogos, genetistas y criadores, no obstante, nos podrían explicar la diferencia selectiva que provoca que una determinada pigmentación desaparezca (como en un lobo blanco, un caballo blanco, un tigre blanco -que conserva sus rayas negras- etc.) o que cualquier posible pigmentación melánica sea inexistente (auténtico albinismo, síndrome genético que desprotege de pigmentación alguna al animal, viéndose su salud afectada por efectos de la radiación solar, por ejemplo -los especialistas dudan que "Copito de nieve", el famoso gorila blanco que habitó el zoo de Barcelona, hubiera sido capaz de sobrevivir en la vida salvaje-).
Así pues, aunque se parezcan en su blancura, un tigre blanco y un tigre albino no son lo mismo. Muchas personas interesadas por la fauna piensan que los tigres blancos son únicamente fruto de la cría selectiva en cautividad y que no pueden prosperar en la vida salvaje, pero lo cierto es que existen poblaciones de tigres blancos en la naturaleza, no albinos, que conservan sus rayas negras pese a no poseer el fondo característicamente anaranjado de su piel.

Tigre albino
La blancura de la piel del tigre es un atavismo, es decir: un gen recesivo que vuelve a manifestarse en poblaciones endogámicas que propician la cosanguineidad (comentamos un hecho similar al referirnos a las poblaciones de zorros criados para peletería que muestran atavismos análogos a los que caracterizan las diferentes razas caninas a partir del lobo ancestral, y también el caso poco conocido y visualmente fascinante del guepardo real (una manifestación atávica de ciertas poblaciones endémicas de guepardos en áreas concretas y aisladas de África central) y este atavismo no es un problema para las poblaciones de tigres de alta montaña donde el paisaje es blanqueado periódicamente por la nieve. Por razones similares, la subespecie de leopardo de las nieves tiene un pelaje denso y gris plateado, casi blanco, que lo diferencia de los leopardos de las junglas asiáticas y afrianas.
Ibis o leopardo de las nieves
Tengamos en cuenta que el tigre siberiano, de denso y largo pelaje, es el ancestro de los tigres que pueblan las cálidas junglas, y a éstos, pese a haberse adaptado a las temperaturas tropicales, no les acaba de gustar el calor y por ello, análogamente al jaguar sudamericano, no es raro que se sumerjan en los ríos y lagunas saltándose el tópico del felino que detesta el agua.
Así pues, un tigre blanco es una posibilidad más en la coloración del tigre, pero su rareza, su excepcionalidad, hace que lo contemplemos con especial preferencia, y a esto habría que añadir que la ausencia de amarillo anaranjado en su piel le hace entrar en una categoría que comentaremos más tarde: los animales en blanco y negro, fascinantes precisamente por ser susceptibles de ser reproducidos fielmente a una sola tinta (sea negro sobre blanco o blanco sobre negro)

Pavo real blanco
El atractivo de los pavos reales blancos (especialmente en el caso de los machos, con sus largas colas desplegables y llamativos colores) reside en que la ausencia de patrones cromáticos lo que lo convierte en una enorme y bella flor blanca, un objeto de atractivo rotundo en contraste con el ramo multicolor a que nos tienen acostumbrados sus parientes pigmentados. El atractivo visual que ejercen sobre las hembras, pese a la ausencia de valores cromáticos, evidentemente no es nulo, puesto que su existencia demuestra que consiguen reproducirse lo suficiente como para que sus "blancos genes" pervivan.

Caimán albino
El caimán o aligátor albino tampoco es infrecuente, y la excepcionalidad se ve reducida por su cría en cautividad de forma selectiva para la industria peletera, que encuentra en una piel blanca no sólo un buen reclamo para un artículo de origen natural con una coloración diferente y escasa, sino que además constituye una base óptima para tintados posteriores.
En la mayoría de los animales, la coloración del iris del ojo es casi inexistente, así que si no se presenta azul, como en la mayor parte de mamíferos, trasluce el torrente sanguíneo del ojo y vemos una pupila llamativamente roja. Tal es el caso de las ratas blancas de laboratorio o el que muestra la cría de erizo de la imagen adjunta, un caso de albinismo evidente precisamente por mostrar este signo.
Erizo albino
La rareza de casos de albinismo entre animales silvestres se debe a que constituye más que una peculiaridad genética un auténtico problema semejante a una enfermedad, ya que se asocia a dolencis dérmicas e hipersensibilidad a la luz, además de frecuentes problemas de visión, razones suficientes, normalmente, para que los albinos no sobrevivan hasta su madurez sexual y su progenie no llegue ni siquiera a producirse. No obstante, la cría en cautividad de ciertas especies comercializadas como mascotas facilita la pervivencia de éste y otros rasgos genéticos que dan un aspecto novedoso o infrecuente a los animales para atraer compradores ávidos de novedades y rarezas. Por ello son frecuentes las pitones albinas o diferentes patrones cromáticos en ardillas, chinchillas, hamsters, conejos y otros animales que son objeto de mercadeo para peletería o como mascotas.

"León blanco" (subespecie sudafricana)
El llamado león blanco es una subespecie presente en ciertas áreas de Sudáfrica que, como ven, no es estrictamente blanco, pero sí conspicuamente más claro que otras razas y subespecies leoninas. Algunos ejemplares especialmente claros han dado pié a cierta fascinación hipnótica por la imagen de estos peculiares animales, cuyas melenas, en el caso de los machos, no se oscurece ni cambia de tonalidad con respecto a su cara, lo que ópticamente es percibido como un rostro más despejado que destaca mucho más, como en un dibujo, la delimitación de los rasgos expresivos (ojos, nariz, boca). La coloración también clara de sus ojos (algo que suele acompañar a los mamíferos de pelaje claro y que se da siempre en animales albinos) hace que el contraste entre iris y pupila se haga más evidente, lo que remarca la viveza y direccionalidad de la mirada. Recordemos lo que comentábamos al respecto de la mirada de la mantis religiosa. Nuestra percepción está predispuesta a reconocer ojos. Dos puntos horizontales sobre un fondo suelen ser bastante para recordárnoslo, pero un sólo par de círculos concéntricos nos hacen ver un ojo único y penetrante. Los ojos claros nos permiten ver con más precisión la direccionalidad de una mirada y por tanto ratifican cuando no vemos círculos excéntricos inscritos en las circunferencias de sus iris que nos miran, que nos devuelven la mirada, para bien o para mal.
León albino
Los leones del Atlas y ciertas variedades desérticas se han hecho famosas por su gran tamaño y sus oscuras melenas, pero todas las posibilidades de coloración de las distintas subespecies y razas de león se parcen a un patrón común y no resultan especialmente llamativas respecto a las demás, a excepción del león blanco sudafricano, por otra parte, y sorprendentemente como en el caso del guepardo real, muy poco conocido. Se trata de un animal imponente y hermoso, dotado de un aspecto chocante para los habituados a ver leones "normales" de las múltiples filmaciones realizadas en Kenia y en parques naturales tan conocidos como el Serengueti o el Ngorongoro. De todas formas, ante la diáfana blancura de un león albino la sorpresa visual es mayor, aunque sus ojos azules y su morro rosado denoten que su salud precisa de cuidados especiales en cautividad y de muy buena fortuna en la vida salvaje.
La vistosidad de la mayoría de las aves, voladoras o no, es normalmente exclusiva de los machos. Las especies de llamativos plumajes a menudo reservan para las hembras una coloración mucho más discreta con fines miméticos (tanto para mamá como para sus pollos e incluso sus huevos), y los faisanes, los pavos reales y los avestruces dan buena cuenta de ello.

Avestruz blanca
En el caso del avestruz, los poco iniciados en zoología básica tienen dificultades para distinguir un emú de un ñandú, y también pueden confundir a ambas especies con la hembra de avestruz, pero no con el macho, con su llamativo plumaje blanquinegro (que por ser más llamativo resulta más femenino para las bailarinas de la película "Fantasía", de Disney, que, si somos estrictos respecto a sus pautas cromáticas, son machos afeminados para la ocasión). Por el mismo motivo, el zoólogo aficionado, conocedor de este hecho, se encuentra no obstante desconcertado y con dificultades para determinar prontamente el sexo de un avestruz albino, ya que no se evidencia como macho ni como hembra.

Orca albina
Armiño con coloración invernal
Nuestra disertación sobre los animales blancos partió de lo llamativo de su excepcionalidad en ciertas especies, aunque también, como el paisaje nevado, se dan excepcionalidades cromáticas pasajeras o periódicas, como es el pelaje cambiante de ciertas especies, como el armiño, o el búho nival, la perdiz o tantos otros que se vuelven blancos en invierno (el armiño sólo conserva la punta negra de su cola entrando casi en la categoría de animales en blanco y negro a la que nos referiremos más adelante).
Armiño con coloración estival
Los mantos de piel de armiño blanco salpicados de las manchas negras correspondientes a los extremos de sus colas son prácticamente un tópico de la iconografía de reyes, ataviados con coronas o no, pero siempre con sus mantos de armiño sobre los hombros.
Armiño con pelaje estival
La calidad de la piel de ciertos animales ha motivado su captura masiva o su cría para peletería, pero su escasez o la dificultad de su captura o crianza los puede convertir en un producto caro y por tanto exclusivo. Contad las motas negras del manto de un rey y vereis cuántas muertes de armiño ha pagado. Lo curioso del armiño es que su parecido con otros mustélidos como la comadreja, o el hurón, desaparece en invierno, haciendo que hablar de piel de armiño suponga casi exclusivamente hablar de piel blanca, minimizando su sacrificio en primavera o en verano. La selección de coloraciones exclusivas en peletería ha dado pié a la aparición de poblaciones de chinchillas blancas o incluso negras casi inexistentes entre las vizcachas salvajes.
Mapache albino
El mapache (miembro de una subcategoría de los animales blanquinegros que yo llamaría los blanco+negro+negro 50%, o sea blanco-negro-gris) con su característico antifaz negro también resulta llamativo sin pigmentación, pero en cambio parece despertar una cierta animadversión por su parecido con una rata blanca sobredimensionada, aunque ya hemos dicho que la rata blanca abunda sólo en base a su cría selectiva, y es menos detestada que sus miembros grises o pardos porque la rata se asocia a la suciedad, pero el blanco a la limpieza, lo que neutraliza su carga negativa. El mapache (u oso lavador, por cierto) asociado, por sus hábitos y astucia, como el zorro, pero, sobre todo por su antifaz, al pillaje y al latrocinio, pierde sus señas de identidad características en su versión blanca.
"Copito de nieve", gorila de costa albino.
Los años que trabajé como constructor de escenografías en el zoo de Barcelona, "Copito de Nieve" era el reclamo estelar por ser el único ejemplar albino de gorila del que se ha tenido noticia. Puedo afirmar que su carismático carácter se debía a su tratamiento preferente, pero se acentuaba al facilitar la empatía con su expresividad facial en tonos rosados, casi de humano caucásico. La empatía juega un papel primordial en el juego de las preferencias zoológicas desde la perspectiva humana. Está suficientemente pormenorizado en otras entradas de este blog referidas a la iconografía de los simios, pero en el caso particular de "Copito" se da algo peculiar: la conjunción de una inteligencia cercana que permite un alto grado de comunicación, antropomorfia anatómica, y desde el punto de vista caucásico, racista en un sentido desapasionado de la palabra, una similitud con un rostro humano blanco poco frecuente entre monos y simios. Ya hemos puesto en este sentido el ejemplo de los uacarís, los monos dorados del Himalaya o los násicos por poseer superestímulos (caras rosadas o claras, nariz prominente en el caso del násico...) de empatía facial.

Cebra, posiblemente el animal blanquinegro por excelencia.
La cebra nos sirve para hablar de esos animales que resultan un recurso fácil para trabajar con una sola tinta sobre papel blanco, y por esta razón son tan apreciados para pictogramas, logotipos y demás formas de aplicación de las técnicas gráficas industriales (pensemos en el panda de WWF/ADENA, perfecto gráfica y conceptualmente -escaso, antropomorfo, neoténico y blanquinegro-).

De entrada deberíamos decir que un gran número de especies zoológicas no percibe los colores y precisan del reconocimiento de formas y contornos por contraste, así que una pauta en blanco y negro actúa como patrón disruptivo, es decir: resulta muy difícil descubrirlos especialmente entre el follaje o bajo las sombras que este proyecta en el suelo.


Cría de tapir malayo
Tal es el caso de las crías de tapir malayo, que imitan dicho patrón con su pelaje blanco y negro, como salpicaduras de pintura blanca sobre un soporte negro. Cuando el animal es adulto, adopta un nuevo patrón que también rompe su visionado al completo tanto en la espesura como en terreno abierto.

Tapir albino
El tapir sudamericano resulta llamativo por su característica cabeza y su llamativa probóscide, pero la variedad asiática ofrece además esta gran mancha blanca sobre la mitad de su lomo, rectilíneamente delimitada, cortando a trozos su anatomía aparente, recortando su silueta fácilmente reducible a un blocado, un "pluma" de mancha plana. Los animales que repasamos ahora resultan fotogénicos en blanco y negro de alto contraste.
Nutria marina albina

Otros casos llamativos de mutaciones en entorno natural:

Algunos casos de mutaciones provocan imágenes insólitamente alejadas del estándar u holotipo de especies bien conocidas, a menudo afectando a la coloración o a la calidad del pelaje. De ninguna de ellas existe constatación precisa acerca de que la influencia humana o su incidencia en el entorno ambiental hayan sido causantes, lo cual, de alguna manera, nos avisan de que la crianza selectiva no hace sino simular ciertas circunstancias extremas que puedan hacer resurgir genes antuguamente descartados en el pasado o genes recesivos que encuentran una oportunidad debido a la concentración endogámica en un territorio limitado de ejemplares cercanamente emparentados, aunque no se tiene certeza de que esta sea siempre la causa o que dichos cambios sean siempre debidos a atavismos en un sentido estricto, como sería el caso de este alce pinto (manchado), en el que también se aprecia despigmentación ocular, ojos azules, frecuentes en casos de leucismo total. En todo caso no es lo mismo que el albinismo, o falta de pigmentación, detectable por el tono rosado de ojos y hocico.

En ciertos casos, no obstante, el Atavismo es claro y se observan rasgos provinientes de parientes lejanos en el pasado, de ascendientes remotos ya extintos. No es raro que en ocasiones afecte a caballos lo que les provoca tener, además de la pezuña algunos dedos vestigiales. Se decía que Genitor, el caballo de Julio Cesar tenía tres pezuñas o dedos que hoy día sabemos que poseían los caballos prehistoricos, y seguramente se debía a esta peculiaridad genética clasificada como  malformación.
También ha afectado a delfines. El ejemplar de la foto estuvo un tiempo vivo en el museo de la ballena de Taiji (de hecho, se trata de un delfín proveniente de las masacres de delfines en taiji) que muestra un par extra de aletas dorsocaudales que hoy en día no presentan los delfines actuales.
Tampoco son infrecuentes los casos de albinismo en cocodrilos y caimanes, como el ejemplo de la derecha, más frecuentes en cautividad por ser preservados y alimentados sin padecer depredación, además de constituir una característica buscada y seleccionada para facilitar el posterior tintado de la piel cuando son criados para tal fin. Es también frecuente el albinismo en serpientes nacidas en terrarios para su venta como mascotas, y dicha coloración, perfectamente posible en la naturaleza pero con más handicaps obliterativos, se ve favorecida por su selección artificial, especialmente entre las pitones reticuladas (molurus molurus)

Bogavante de dos colores. Parece ser que se trata de un caso extremadamente raro. Resulta especialmente lamativo porque rompe con lo que esperamos en una pauta cromática habitual, aunque la verdad es que desde este blog sospechamos que podría tratarse sencillamente de una cocción parcial del ejemplar mostrado, dado que tratándose de una fotografía no tenemos garantías de que esté vivo.
En su día también se viralizó esta imagen de un Búfalo de cuernos caídos, aunque no hemos encontrado más datos acerca de este ejemplar, que podría ser fruto de hibridación entre un cafre africano y un búfalo da agua asiático. En todo caso, no es algo excesivamente insólito en óvidos, cérvidos y bóvidos presentar alteraciones en la disposición de la cornamenta, y en ocasiones la causa no es genética, sino ambiental o por carencias alimentarias concretas. Desconocemos las causas determinantes en este caso concreto, pero el desoncierto producido por su imagen sí es significativo.

Las cebras leucísticas se han observado en múltiples ocasiones, la mayoría en estado silvestre, pero este color diluye el efecto de rayas que confunde a los depredadores convirtiéndolos en blancos potencialmente fáciles.
El melanismo entre las cebras tampoco es raro, y la hibridación con algunos equinos domésticos como el asno han dado lugar a ejemplares que presentan un aspecto especialmente atávico, guardando gran parecido con especies recientemente extintas y bien documentadas como el Quagga, a lo que ya dedicamos un comentario específico en su día.




Hemos visto en algún sitio web referencias a los llamados Ciervos Vampiros, aunque se especifique que desarrollaron por adaptación estos colmillos para buscar raíces. En cualquier caso, se trata de los machos de ciervos almizcleros, y el motivo de la búsqueda de raíces por encima de su función sexualmente dismórfica es más que dudosa. Sea como sea, el ciervo almizclero es así y no padece mutación alguna, por más sorprendente que resulte para los profanos en zoología asiática. A sabiendas de ello, Pere Formiguera y Joan Fontcuberta no dudaron en incluirlo entre sus criaturas fantásticas (así como al ornitorrinco) limitándose a otorgarle un nombre pseudocientífico inventado para su inventario fotográfico "Fauna Secreta", demostrando que la ignorancia sobre animales raros o peculiares iguala a los seres fantásticos con los reales que de algún modo parecen romper la norma.

Engel es el nombre de este delfín capturado en la masacre de delfines de Taiji, sobrevivió gracias a que es albino lo que denota que la excepcionalidad es apreciada y preservada por su rareza bajo criterios humanos. Lamentablemente, todos, incluyendo a su madre, fueron masacrados y él ahora vive en el Museo de La ballena en un pequeño acuario para exhibirlo.


Los llamados elefantes blancos no son albinos ni totalmente blancos. El albinismo, la falta de pigmentación, da lugar a elefantes rosados, lo que ya hemos aclarado en una entrada específica sobre este tema, Esta falta de pigmentación parcial afecta también a otras especies, como caimanes y cocodrilos, pero no es lo mismo que el albinismo genuino que produce animales completamente blancos.
Chita/guepardo "arena" sin manchas. Otro caso de atavismo presente en pequeñas poblaciones endogámicas y endémicas de ciertas zonas desérticas en las cuales la pérdida de las manchas en el pelaje no parece ser un problema para la ocultación mimética.

Un caso similar al guepardo rey o guepardo real, pero con la aparición fenotípica de un gen diferente. También hemos dado cuenta de ello en otras entradas específicas que podéis ver siguiendo el enlace correspondiente.
Jirafa blanca . Se trata de una dilución, ya que tiene parte de la pigmentación de las manchas,algo que se ha observado en otras especies de pelaje manchado en diversas coloraciones, como por ejemplo en leopardos, cebras y tigres.

Leopardo salvaje con dilución
Los genes que determinan la pigmentación es posible que también estén asociados a otros rasgos fisiológicos sin determinar, pero su ausencia o su inoperatividad no se debe asociar necesariamente a la carencia de pigmentación propia del albinismo, normalmente mucho más problemático para la salud del animal, especialmente en climas cálidos y muy soleados.
 
La blancura, en todo caso, puede hacer que en determinados biotopos el animal tenga ciertas dificultades debido a a problemas de camuflaje obliterativo, o que sencillamente no despierte respuestas adecuadas al apareamiento.

Es algo insuficientemente estudiado, y sn duda interesante, pero lo cierto es que el Koala leucístico de la foto adjunta no parece haber tenido problemas para desarrollarse. Tal vez se deba a haber sido criado en cautividad a juzgar por los elementos artificiales que apreciamos en el fondo de la imagen, y seguramente, lo que llamó la atención para su captura y preservación en cautiverio fue precisamente su insólita coloración. Este tipo de hallazgos pueden llevar a que una crianza selectiva en cautiverio de lugar a la aparición de algún otro ejemplar de semejantes características, pero aún así es raro. Podríamos remitirnos a los infructuosos intentos de obtener descendencia albina del gorila Copito de Nieve en el zoo de Barcelona. Recordemos, también, que el animal fue capturado por su llamativa condición, y que de todas formas existen dudas sobre si habría sobrevivido en su Guinea natal en estado salvaje con semejante carencia de protección ante las inclemencias de la luz tropical. De nuevo la condición de blancura se asocia a una cierta peculiaridad, pero el misticismo espiritual que rodea a los ejemplares albinos de otras especies nos recuerda en el caso del gorila a una antropomorfización basada en un criterio caucásico y racista.

Leones blancos (leucisticos) Según la fuente de donde extraemos la imagen, estos son los primeros leones salvajes blancos que sobreviven y se reproducen en su hábitat, pero tal vez se deba más bien a una confusa interpretación de la documentación correspondiente a la subespecie sudafricana denominada león blanco, que es de una coloración más clara, pero que no se puede considerar estrictamente blanco, ni siquiera leucístico
Leones de Tsavo. Estos ejemplares disecados son los verdaderos leones del caso real que inspiró la película "Los demonios de la noche". Mataron a muchísima gente. Un dato curioso es que eran enormes leones machos adultos, que no poseían melena. Los leones de tsavo son una subespecie que tiene poca melena, pero los de esta foto no tenían en absoluto. En un principio se creía que era un problema relacionado con la testosterona asociada a una mayor agresividad, pero en la actualidad, tras investigaciones, se llegó a la conclusión de que filogenéticamente presentaban mayor número de atavismos y que sanguíneamente estaban más cercanamente emparentados con los primitivos leones de las cavernas que otras subespecies actuales, aunque también es posible que las expectativas proclives a hacer realidad lo más sugerente de cualquier misterio zoológico propiciaran la popularidad de esta versión. No tenemos certeza documental de ello y agradeceremos cualquier aclaración al respecto.

Leopardo rojo (taxidermia) hay varios casos. Ninguno vivo en la actualidad, por lo que se especula que tal vez se deba a procedimientos aplicados durante el proceso de taxidermización para revalorizar la pieza. Sea como fuere, lo triste es que el argumento más convincente de los taxidermistas que venden caras estas raras piezas sobre su aparente inexistencia en el mundo real es que han sido cazados hasta la exterminación precisamente por la revalorización debida a su escasez, y por desgracia resulta perfectamente creíble, porque el comportamiento del caador y del comerciante humanos suele ajustarse perfectamente a dicho patrón, como ya hemos apuntado en relación a dodos, tilacinos y otros animales raros o desaparecidos.

Esta alga se ha vuelto muy popular en Europa y Asia (especialmente en Japón) y las tienen de "mascota". Se llaman Marimo Moss Ball y es un alga que crece de forma esférica. Se le atribuye buena suerte y estados de humor, ya que por alguna razón a veces cambia de lugar, o flota, o queda depositada en el fondo sin una razón aparente. Es de las pocas algas que además impide la vida a otras que no suelen ser queridas en acuarios, por lo que mantiene limpios y trasparentes los vidrios de peceras.

Estas palmeras (Socratea Exorrhiza) literalmente caminan, aunque muy lento. En unos siglos más tendremos al pokemon Exeggutor entre nosotros
Socratea en plena marcha...


Pinguino negro





El xoloitzcuintle es una antigua raza canina que perteneció en su momento a los aztecas. Su falta de pelo se debe a una mutación natural que data de más de 8 mil años de antiguedad. En la actualidad es una de las pocas razas que existen que no fueron creadas por el hombre.



Zifio de blainville, un cetaceo parecido a los delfines pero mucho mas grande y que posee solo dos dientes, extraños y por fuera de la boca. Es una especie de mar abierto rara vez vista con vida.





Estos son los genitales de una hiena HEMBRA. Las hembras paren a sus crías por ese pseudo-pene. Muchas hembras no sobreviven a los partos. 



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