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martes, 26 de noviembre de 2019

Prejuicios y espectáculos sobre animales. Los dinosaurios de George H. Messmore y Joseph Damon reivindicados por Charlie Charmer desde Koprolitos.


Nos rendimos hoy a uno de nuestros temas predilectos: la recreación artificial de referentes del mundo natural.

Generalmente estas manifestaciones requieren de la intervención conjunta de artistas y científicos, aunque no siempre es así, y suelen provenir de iniciativas nacidas en el ámbito de los museos de historia natural y la divulgación naturalista, pero debido a su atractivo visual, también son frecuentes en el mundo del espectáculo (sin demérito para la carga espectacular de los dioramas de los museos) y como rentabilización de las instalaciones de parques temáticos y exposiciones itinerantes.

El cine también ha sufragado gran cantidad de recreaciones escultóricas al servicio del stop-motion o en complicidad con la ingeniería de titiriteros avanzados que dieron un sentido a la animatrónica. Grandes artistas del género como Stan Winston han legado equipos artísticos que han aunado creatividad y estudio científico en la producción de volumetrías animadas, recreando tanto especies conocidas y existentes como extintas o fantásticas. Para ello, la coherencia y la verosimilitud siempre ha mantenido un pulso con los conocimientos y las exigencias críticas de un público cada vez más observador gracias, en gran medida, al trabajo de estos artífices de la antrozoología audiovisual y escultórica.

Hoy ya son míticos los nombres de R. Harryhausen, de Rick Baker o del ya mencionado Stan Winston. Son referentes indiscultibles y conocidos por el público más generalista, aunque otros resuenan entre el público más indagador y especializado, y algunos de ellos, como Ron Mueck o Noé Serrano, tienen su sitio también en los circuitos de las galerías de arte.

Hoy comenzamos un repaso a algunos autores dignos de mención, como el caso que nos ocupa, al respecto de George H. Messmore y Joseph Damon, y lo hacemos cómodamente como comentaristas críticos, porque la tarea documental (y de valioso análisis temático) se la debemos, como en otras muchas ocasiones, a una de nuestras páginas web de referencia: Koprolitos. Efectivamente, en este sitio de búsqueda de mierdas fósiles encontramos uno de los mejores ejemplos de análisis antrozoológico audiovisual más semejante al planteamiento de nuestro Animal Invisible. Hace años que reivindicamos los contenidos de Koprolitos, y no es la primera ni la última ocasión en que compartimos (o nos apropiamos de) valiosos contenidos. Muchas de nuestras mejores entradas deben casi todo su mérito a la labor divulgativa de sus redactores habituales, especialmente por parte de Javi Godoy y Charlie Charmer (por no hablar de ciertas selecciones acerca de ilstradores y dibujantes a cargo de Koprófago) probablemente los más volcados en una perspectiva didáctica, historiográfica e iconográfica de las temáticas observadas en este blog, que sería algo así como una versión paleontológica de El Animal Invisible, dado que se especializa en las manifestaciones culturales y audiovisuales acerca de todo tipo de fauna prehistórica y extinta, con predilección por los dinosaurios.

Creo oportuno rememorar lo explicado en otro artículo de nuestro blog también inspirado por contenidos de Koprolitos, y en el que observábamos aspectos básicos a tener en cuenta acerca de la labor de las artes aplicadas en nuestra apreciación científica y cultural de la imagen precisa de los dinosaurios:

Recomiendo los recopilatorios de artículos y referencias dinosaurianas de Charlie Charmer. Su serie de artículos bajo el título "Imaginando dinosaurios" no tiene desperdicio y nos recuerda la labor conjunta de artistas, paleontólogos, biólogos y todo tipo de investigadores científicos y gráficos responsables de la imagen que tenemos de los más celebres animales extintos.  

Ya en nuestros propios escritos preliminares a la existencia de El Animal Invisible como blog de divulgación de Antrozoología Artística, elaborados en un contexto académico serio, por así decirlo, remarcábamos el hecho de que si existe un caso claro en el que la asimilación de la imagen de un animal era vehiculizada por el trabajo de artistas y no por el de zoólogos es el de los dinosaurios y los animales prehistóricos en general. El tráfico de influencias entre todos ellos era muy abundante y acababa por dejar claro porqué los más admirados, los más ilustres y los mejores eran normalmente los más influyentes y, en definitiva, los creadores de la imagen colectiva de especies concretas, como el dibujo de Durero y el consecuente grabado de Gesner lo fueron en su momento de lo que en Europa se asimiló prácticamente como holotipo gráfico del rinoceronte. Eso es lo que nos recuerda Javi Godoy, también desde Koprolitos, con sus deliciosas entradas dedicadas a paleoilustradores ilustres y sus alargadas sombras, (como ya vimos respecto a Charles R. Knight)
 

Posiblemente, el ejemplo más paradigmático de lo que estamos diciendo sea el Iguanodon, cuyas primeras representaciones museísticas en los albores de la paleontología durante la época de la Inglaterra victoriana nada tienen que ver con las actuales. Y, casi con certeza, si tuviésemos que mencionar a un artista gráfico con sólidos conocimientos científicos que revolucionase la ilustración científica de los dinosaurios pasándolos de pesados y torpes animales de sangre fría a estilizados y rápidos animales homeotérmicos, tendríamos que referirnos, como hicimos entonces, a Gregory Scott Paul.



Si la película "Dinosaurio", de Disney, estaba protagonizada por Aladar, un ejemplar de iguanodón, está claro que su aspecto físico y su manera de moverse se ajusta a los cánones establecidos por los estudios gráficos de G. S. Paul, pionero en levantar las colas de los dinosaurios del suelo a modo de estabilizador (nunca más como mero apéndice arrastrado absurdamente por el suelo). Tal vez los primeros dinosaurios en movimiento naturalista sean los de "Jurassic Park" de Spielberg, pero tanto su película como la novela original de Crichton deben mucho a los artículos científicos y libros paleontológicos ilustrados por Gregory S. Paul, desmarcándose claramente de la influencia todavía persistente de otros grandes de la ilustración paleozoológica como Z. Burian


Desde las primeras esculturas e ilustraciones representando iguanodones (los primeros dinosaurios descritos por la naciente paleontología británica) hasta las volumetrías promocionales del iguanodón de Disney se ha producido una evolución en la que el trabajo gráfico de G. S. Paul es decisiva. Obsérvese la diferencia entre la especulación de los artistas victorianos, con sus consecuentes y famosas recreaciones escultóricas, y las más recientes reproducciones basadas en los concienzudos estudios anatómicos, mecánicos y motrices de Grgory Scott Paul y sus discípulos. 


Diríase que se trata de animales totalmente distintos, no sólo en su aspecto físico sino en el carácter y comportamiento que éste nos sugiere, lo cual nos recuerda que el grado de distanciamiento o capacidad de empatía y comprensión de otras especies es algo que también ha evolucionado, afectando a su representación gráfica tanto como tendríamos que considerar lo inverso: las representaciones gráficas influyen en las consideraciones que podamos tener de un animal concreto a la vez que indican en gran medida qué grado de conocimiento o comprensión tenemos de los demás miembros de la vida natural.


Recordemos que cuando se especulaba que los dinosaurios serían lentos y pesados, casi incapaces los de mayor tamaño de moverse fuera del agua, estos eran representados junto a ella o sumergidos en ella, y, en cambio ahora, cuando las más recientes teorías apuntan hacia criaturas homeotérmicas, de mayor rapidez de acción, y capacitadas para utilizar sus colas como contrapeso, y no como un apéndice reptante, las ilustraciones de los libros divulgativos sacan a los dinosaurios del agua y los muestran moviéndose por tierra firme. 
Cuando se invoca a un animal, se invoca a sus caracteres físicos, y también a los de comportamiento. El tricerátops, por ejemplo, siempre asociado a una versión antediluviana del rinoceronte, ha sido tradicionalmente dibujado con apariencia pesada. Pero también, como el rinoceronte se ha visto relacionado con la velocidad propia de un ariete capaz de agredir al temible tyranosaurio. Sin embargo, nos han pintado al tricerátops como un obeso y pacífico animal que sólo decargaba su furia en casos extremos, como si la potencia del impacto de su triple cornamenta dependiese sólamente de la inercia de su sobrepeso. La nueva concepción de los dinosaurios, alejada filogenéticamente de los reptiles, cercana a las aves, agilizada por su nueva sangre caliente tenía forzosamente que reflejarse de algún modo en las imágenes de todos sus representantes más populares.
El tricerátops no podía ser menos, como atestigua cierto dibujo de Gregory S. Paul, en el que tres tricerátops, significativamente estilizados, corren hacia nosotros recordándonos un travelling frontal cinematográfico. La sensación de gran angular imprime mayor velocidad a la escena, que muestra oportunamente una vista totalmente frontal del ejemplar que corre a la derecha de la imagen, un medio perfil izquierdo del que ocupa el centro y el flanco izquierdo del tercero, que parece que va a abandonar el margen izquierdo de la ilustración a toda velocidad, sensación acentuada por la polvareda levantada por la estampida (este y otros ejemplos de Gregory S. Paul están reproducidos en las páginas 223, 224, y 230 de Gould, S. J.: "El pulgar del panda"). 








Gregory S. Paul: "Tricerátops"
(reproducido de Gould, S.J.: "El pulgar del panda", p. 223, 224 o 230).




Brachiosurus (Gregory S. Paul)
Ilustración extraída de Gould: “El pulgar del panda”, p.224 (ver bibliografía)
Caracteres físicos como indicadores de pautas de comportamiento, ¿cómo si no funciona la paleontología?. La profundidad del conocimiento que tengamos acerca de ambas categorías en animales similares, o en distintas nociones de un mismo animal, nos hará nombrar distinto o bien usar sinónimos confusos.
Adán pone nombres a los animales, los diferencia con mayor o menor exactitud, poniéndose a sí mismo como parámetro, pero las palabras se mueven con mayor rapidez e imprevisibilidad que cualquier animal.
La pantera y el leopardo, siendo el mismo animal, han generado ilustraciones propias, independientes pero intercambiables, de animales gatunos moteados. Los frecuentes casos de melanismo de este animal han originado un mito científico, entendiendo como tal cualquier creencia nacida de una confusa o errónea explicación científica cuya rectificación posterior arrastra vestigios de dicho error, que ya había calado en la aceptación popular. La ciencia también es tradición. El unicornio es un mito espiritual, el rinoceronte su confirmación. La pantera negra es un mito científico (sería más exacto decir pseudocientífico, pero la pseudociencia sigue los pasos de la "auténtica") que ha perdurado con obstinación en el imaginario de la "ciencia para todos públicos".

Comprobamos, pues, hasta qué punto las interacciones entre el arte aplicado a la observación científica y la imitación de sus resultados con fines lúdicos o espectaculares, han ido de la mano especialmente desde finale del siglo XVIII hasta nuestros días.
 
Y ya puestos en materia, será fácil comprender porqué nos parece tan interesante la aportación de artistas y empresarios volcados en hacer realidad las especulaciones imaginativas basadas en información científica acerca de las grandes criaturas extintas. El arte al servicio del espectáculo, del negocio, pero también generador de pensamiento crítico a medida que el público digiere dicha información. Hoy en día, por ejemplo, un reclamo como el de la imagen con la que encabezamos este artículo, aunque llamativo, encontraría escépticas críticas entre el público más resabiado. Ello es debido a que el dinosaurio representado muestra las típicas características de los herbívoros emparentados con los braquiosaurios, y que, por tanto, difícilmente devorarían a nadie, ni siquiera en el remoto caso que rompiesen las barreras de la coherencia cronológica para coincidir en el espacio tiempo con un ser humano. Creo que a estas alturas ni siquiera es necesario comentar gran cosa acerca del hecho de que se busque más dramatismo o atracción atávica en el hecho de que la víctima humana sea mujer, joven y sexualmente atractiva según los tópicos.

Creo que vale la pena prestar atención a la información ofrecida en la entrada original (publicada el lunes, 1 de julio de 2019) de Koprolitos por Charlie Charmer:

Los mundos perdidos de Messmore & Damon

G. H. Messmore
George Harold Messmore comenzó realizando atrezzo para la Ópera Metropolitana de Nueva York, desarrollando gran habilidad para construir muñecos mecánicos. Fundó un taller en 1916 con el modelador Joseph Damon, becado por la Art Students League, que confesaba haber obtenido buena parte de sus conocimientos de anatomía durante su etapa de ayudante de carnicero en Illinois.

Comenzaron creando payasos, papá-noeles y elefantes para atraer clientes a los grandes almacenes, pero la exhibición del Brontosaurus excelsus del Museo Americano de Historia Natural, desenterrado en Wyoming en 1899 y expuesto al público en 1905, les incitó a animarlo, aunque el nombre científico no les pareció suficientemente atractivo y lo rebautizaron “Amphibious Dinosaurus Brontosaurus”.

La construcción del dinosaurio llevó once meses, con un presupuesto de 35.000 dólares que incluía el asesoramiento de científicos del AMNH como Roy Chapman Andrews [1], Walter Granger y Barnum Brown.

El modelo tenía un esqueleto de ratán y bambú, superpuesto con una piel de fieltro sujeta por grandes cremalleras y botones.

La construcción terminada tenía catorce metros de largo, pesaba tres toneladas y media y sus motores permitían veintidós movimientos diferentes: el cuello hacía un barrido, la cola se balanceaba, parpadeaba, ponía los ojos en blanco, abría la boca y sus costados se hinchaban y deshinchaban, dando la sensación de que respiraba. Según la patente de 1933, era dirigido por operadores que manipulaban mecánicamente poleas y palancas desde el interior del cuerpo.

Incluso hacía ruidos.

La boca contenía un amplificador conectado a un registro de fonógrafo oculto, que reproducía un fuerte bramido inspirado en el nombre del animal.

Un empleado de Messmore & Damon declaró en una entrevista de radio:

"Brontosaurus significa lagarto de trueno y decidimos que un ruido atronador sería apropiado para esta bestia. Así que grabamos una tormenta de truenos y la rebobinamos hacia atrás, produciendo el extraño ruido que oirás de este animal" [2].


Agarraba los sombreros y periódicos del público, e incluso fumaba los cigarrillos que introducían en su boca. No era solo un espectáculo, sino una criatura automatizada con la que interactuar.

Amphibious hizo su primera aparición en 1924 en Newark (Nueva Jersey), atrayendo a 400.000 personas a las compras de Navidad, y pronto fue conocido en todo el noreste de Estados Unidos y Canadá [3]. Más tarde se añadió a la exhibición un mamut, versión ampliada de su elefante mecánico vestido con la piel de 350 cabras, y en 1926 un triceratops, desarrollado a partir de su rinoceronte autómata.

El éxito le acabó llevando al teatro en 1931, sin mucho éxito. Aparecía en el acto final de la revista ''Fifty Million Years Ago” en el Roxy Theatre de Nueva York. Unos hechiceros de la Edad de Piedra llevaban a una "víctima propiciatoria" a un altar, donde el dinosaurio la levantaba del escenario para comérsela. Un crítico del New York Evening Post llamó al productor imprudente por la anacronía que suponía situar sobre el mismo escenario un dinosaurio y trogloditas, añadiendo que hasta los niños saben que el brontosaurio no era carnívoro.

La Feria Mundial de Chicago de 1933 pretendía dejar atrás la depresión y mirar hacia un futuro más prometedor.

Messmore y Damon presentaron la exhibición "El mundo hace un millón de años": una cúpula de 30,5 metros de diámetro llena de animales prehistóricos que costó la friolera de 326.000 dólares y compitió con los dinosaurios menos sofisticados de P. G. Alen para el stand al aire libre de la petrolera Sinclair, cuyo logo era un saurópodo. La presentación de la información científica se realizó en las dos guías que acompañaron la exposición: una en blanco y negro de Meta Messmore, y otra en color por Leon Morgan.

El tremendo éxito de la Feria (39 millones de visitantes) llevó a prorrogarla el siguiente año. Messmore & Damon renovaron sus maquetas y cambiaron el nombre de su muestra a "Down The Lost River", pero no lograron el éxito del primer año.

También intentaron establecer “El mundo hace un millón de años” como atracción permanente en el Warner Brothers Theatre en Broadway en 1934, pero tuvo un recorrido muy corto, posiblemente por la puesta en escena: las criaturas estaban colocaron a cierta distancia del público, y no era posible aproximarse ni interactuar con ellas.

Entonces llevaron sus animatrónicos a Pittsburgh, Filadelfia, Dallas, Detroit o Michigan, acompañando la exposición de merchandising (había dos paquetes de muñecos: reptiles y mamíferos) e incluso una sintonía propia.

Muñeco metálico

En verano de 1935 cruzaron el charco y exhibieron su obra en el Luna Park de París, con gran éxito.

En 1936 trataron de introducir sus maquetas en una película que finalmente no se produjo, como tampoco cuajó su nuevo proyecto de exposición para la Feria Mundial de Nueva York de 1939-40 ''The Adventures of Flash Gordon”, basada en el universo creado por Alex Raymond, con dinosaurios venusianos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Messmore, que había comprado a Damon su parte a finales de la década de 1930, vinculó su trabajo al esfuerzo bélico, utilizando sus habilidades para producir paracaidistas ficticios, que se abandonaron durante la invasión de Francia, y en un desfile en Nueva York de 1942 que recaudó dinero para bonos de guerra, el brontosaurus recibió una armadura para convertirse en "El Monstruo de guerra del Eje”, acompañado de extractos de discursos de Adolf Hitler bramados por los altavoces.

Antes de Half past danger o Jurassic Reich fue... "Axis War Monster"

Después de la guerra, “El mundo hace un millón de años” continuó su andadura en USA e incluso llegó a Japón. Pero su éxito fue decayendo paulatinamente y, a finales de los 70, la empresa cerró sus puertas definitivamente.

Artículo de 1947 sobre el "Hombre de los monstruos": "He aquí un genio que construye monstruos prehistóricos que 'viven'"

El estudio de Messmore & Damon

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[1] En 1932 declaró: “El Dr. Granger y yo sentimos que esto tiene grandes posibilidades educativas. Casi hace que los animales fósiles revivan y espero con ansias el momento en que nuestros museos científicos tengan exposiciones de este tipo.”
[2] Manias, C., The Lost Worlds of Messmore & Damon, Endeavour (2016).
[3] Un periódico de Montreal aseveró que el brontosaurio era "científicamente perfecto en todos los sentidos" y "un privilegio educativo que no debe perderse".

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