Enlazamos oportunistamente los trabajos de Kathleen Ryan con una instalación de Team Lab que nos recuerda inevitablemente a ciertos trabajos de Makoto Azuma que habíamos vinculado a otras obras artísticas con flores y plantas en una entrada anterior.
La reivindicación del mundo natural a través de las manifestaciones artísticas tiene algo de paradójico, porque cuanto más destruimos el entorno natural y nos alejamos de él, más valor damos a los elementos naturales, convirtiéndolos en joyas de la naturaleza revalorizadas como mercancía de contemplación estética. El arte es una forma de preservación de recuerdos del mundo natural en sus inicios y no ha dejado de seguir practicando este fin en los últimos tiempos. Ofrecer experiencias sensoriales que nos devuelvan al contacto con el mundo natural, pero con un distanciamiento intelectual que a la vez imposibilita dicho contacto de manera genuina.
Añoramos un entorno natural idealizado, benévolo y hermoso, que propicie un estado físico y espiritual pacífico y armónico con nuestra propia condición natural, pero el mero hecho de reflexionar sobre ello nos desvincula de una relación ordinara con la naturaleza, de la que extraemos y destacamos tan sólo aquello que nos beneficia o misteriosamente nos conmueve sensorial y estéticamente. Tal y como se nos informa desde la entrada original de ArtPeople, las intervenciones artísticas de Team Lab a las que hacemos hoy referencia apuntan en esta problemática dirección:
Perdidos en la naturaleza, donde los límites entre el jardín artificial y el bosque no están claros, podemos sentir que existimos en una relación continua y sin fronteras entre la naturaleza y los humanos. Es por esta razón que teamLab decidió crear una exposición en este vasto espacio laberíntico, para que las personas se pierdan y se sumerjan en la exposición y en la naturaleza.
Por todo ello nos ha parecido interesante, oportuno, y coherente con las selecciones habituales de El Animal Invisible, recoger el testimonio de esta instalación y ofreceros el comentario de ArtPeople al respecto:
Las flores parecen florecer y marchitarse en una instalación receptiva
(por teamLab, artpeopleadmin, 14 de septiembre de 2019)
El parque Mifuneyama Rakuen de 500,000 metros cuadrados fue creado en 1845, durante el final del período Edo. En el límite del parque se encuentra el famoso árbol sagrado Okusu de 3.000 años de antigüedad del Santuario Takeo. También en el corazón del jardín hay otro árbol sagrado de 300 años. Conociendo la importancia de esto, nuestros antepasados convirtieron una parte de este bosque en un jardín, utilizando los árboles del bosque natural. El límite entre el jardín y el bosque salvaje es ambiguo, y cuando deambulan por el jardín, antes de darse cuenta, la gente se encontrará entrando en el bosque y los senderos de animales. Engarzada en el bosque está la deidad Inari Daimyojin rodeada por una colección de rocas casi sobrenaturales en su formación. Hace 1.300 años, el famoso sacerdote Gyoki llegó a Mifuneyama y talló 500 Arhats. Dentro de las cuevas del bosque hay figuras de Buda que Gyoki talló directamente en la roca que aún permanece en la actualidad.
El bosque, las rocas y las cuevas de Mifuneyama Rakuen se han formado durante mucho tiempo, y las personas de todas las edades han buscado significado en ellas a lo largo de los milenios. El parque que conocemos hoy se encuentra en la cima de esta historia. Es la relación continua entre la naturaleza y los humanos lo que ha hecho que la frontera entre el bosque y el jardín sea ambigua, manteniendo este patrimonio cultural hermoso y agradable.
Perdidos en la naturaleza, donde los límites entre el jardín artificial y el bosque no están claros, podemos sentir que existimos en una relación continua y sin fronteras entre la naturaleza y los humanos. Es por esta razón que teamLab decidió crear una exposición en este vasto espacio laberíntico, para que las personas se pierdan y se sumerjan en la exposición y en la naturaleza.
Existimos como parte de una continuidad eterna de vida y muerte, un proceso que ha continuado durante un tiempo abrumadoramente largo. Sin embargo, es difícil para nosotros sentir esto en nuestra vida cotidiana, quizás porque los humanos no pueden conceptualizar fácilmente el tiempo por períodos más largos que sus propias vidas. Hay un límite en nuestra comprensión de la continuidad del tiempo.
Al explorar el bosque, las formas de las rocas gigantes, las cuevas y el bosque nos permiten percibir y comprender mejor ese tiempo abrumadoramente largo sobre el que se formó todo. Estas formas pueden trascender los límites de nuestra comprensión de la continuidad del tiempo.
El proyecto de teamLab, Digitized Nature, explora cómo la naturaleza puede convertirse en arte. El concepto del proyecto es que la tecnología digital no material puede convertir la naturaleza en arte sin dañarla.
Estas obras de arte exploran cómo las formas de rocas gigantes, cuevas, bosques o el jardín donde la naturaleza ha existido continuamente en contacto con la vida de las personas, hacen posible crear un lugar donde podamos trascender el límite en nuestra comprensión de la continuidad. de tiempo y sentir la larga, larga continuidad de la vida. Las obras fomentan una vez más la contemplación del significado de "vida continua" que ha existido durante muchos años en Mifuneyama.
Pueden ver más esculturas e instalaciones animadas por computadora en el sitio web de teamLab y Vimeo.
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