Bat Bomb, fotografía de Tim Flach |
Por desgracia tenemos que hacer aclaraciones frecuentes sobre nuestra adscripción a la Antrozoología Artística como área de estudio (lo explicamos aquí, y anteriormente aquí). Y es que aunque es el término que consideramos más adecuado para definir nuestro campo, lo cierto es que los grupos y movimientos que han adoptado tal definición suelen restringirlo a la observación de la relación de los humanos con los animales domésticos y particularmente con las mascotas, por lo que el tipo de material gráfico e iconográfico que reclama su atención se inscribe normalmente en la denuncia del maltrato o desconsideración de los derechos animales, cuando no en una supuestamente amable y simpática (antropocéntrica) caracterización de los animales en actitudes llamativamente humanizadas.
La red está llena de chistes visuales y memes destinados a arrancar una sonrisa cómpice de quien comparte esta visión sesgada de los "animalitos", lo cual , en sí, es objeto de observación por nuestra parte, pero no porque nos atraigan este tipo de lecturas iconográficas del mundo animal, por más que sí reclame nuestra atención que tales interacciones se sigan dando.
Desconsiderar las atribuciones propias de cada especie y observar sólo ciertos aspectos herederos de una tradición cultural plagada de narrativas y mitos distorsionantes, tendentes al tópico cuando no a la confusión deliberada o irreflexiva es un hecho a estudiar y evidenciar, pero no a perpetuar. Al contrario, nos gustaría contribuir a que el público rechazase este tipo de interpretaciones como algo gracioso, humorístico o amable, y en todo caso lo adscribiese a la crítica mordaz e hiriente. No nos oponemos a su existencia, pero sí a su aceptación como algo genuinamente simpático.
Aunque la violencia y la guerra competitiva entre especies o entre clanes e individuos de una misma especie no es algo ajeno al mundo animal no humano, la verdad es que la guerra como empresa premeditada, como negocio o como industria es algo que nos pertenece, nos guste o no, a los humanos, e incluso podríamos considerarlo como uno de nuestros rasgos distintivos.
Se trata de una amarga sublimación de las pautas de conducta derivadas por la pugna territorial y la defensa y conquista de los recursos alimenticios y reproductivos que se han perpetuado, seleccionado y acentuado generación tras generación.
Proyectar nuestros propios logros y nuestros propios vicios iconográficamente a través de la imagen de otras especies animales se basa en lo chocante, en la evidencia de nuestra visión sesgada, y, por lo tanto, no hace sino confirmar nuestro mutuo y tácito acuerdo en que los violentos, los belicistas, somos nosotros.
Lo que también es cierto es que tanto los grupos humanos en desventaja como los grupos de especies animales ajenas a la nuestra son víctimas frecuentes de los daños colaterales de nuestros conflictos bélicos, y en ocasiones lo han sido hasta el punto de participar involuntaria e instrumentalmente en ellos, formando parte de los recursos armamentísticos que han decantado la victoria de uno a otro bando.
El caballo ha sido la especie animal más decisiva en la transformación de los ejércitos a lo largo de la historia y su presencia ha transformado el devenir dicha historia, pero no han sido los únicos.
Desde los elefantes como transporte e intimidatorio ariete, pasando por las palomas mensajeras, los perros con diversas funciones de rastreo, guardia y ataque, hasta los microorganismos de ataques bacteriológicos, ha habido infinidad de especies animales protagonistas de estrategias bélicas.
Y, como es lógico suponer, lo han sido de manera estrictamente instrumental, a modo de soldados prescindibles, o convertidos en objetos, en soportes de instrumentos armamentísticos de gran potencia y efectividad que los convertía en suicidas involuntarios por una causa supuestamente mayor.
Los animales como transporte de instrumental o los animales como vehículo bélico fundamentado en su masa y en su fuerza constituyen un hecho bien conocido.
Otros usos tangencialmente relacionados, como los animales usados en medicina de campaña (larvas para eliminar la podredumbre de la gangrena, sanguijuelas para practicar sangrías) o como avanzadilla (pájaros para detectar presencia de gases tóxicos, ganado para pisar terreno minado) o como recurso alimenticio de las tropas, tampoco son ignorados, aunque a menudo no son lo suficientemente contabilizados como factor decisivo en el éxito o fracaso de las campañas.
Sin embargo existen casos más llamativos e insólitos que reclaman la atención del público sin que la empatía sea precisamente el principal motivo de dicha atención, sino la conjunción llamativa de elementos simbólicos forzosamente asociados.
La asociación entre armamento y animales suele esconder un trasfondo oscuro en el que el animal es víctima a la vez que agresor, al ser utilizado como mero material ofensivo en el que su vida también está en juego y cuenta bien poco a no ser que suponga un bien escaso.
Opera Bat, foto de Tim Flach |
Volviendo al empleo de animales en la guerra, su carga simbólica hoy en día los convierte en antecedentes del armamento moderno, de la superioridad económica y logística decisiva en el reparto de poder.
Recordemos el pretexto de las inexistentes armas de destrucción masiva para justificar el ataque de la alianza occidental a Irak y pensemos en el éxito de la saga literaria y su adaptación a la televisión de Juego de Tronos, basada, al fin y al cabo, en hacerse con el poder en virtud de la posesión de dragones, o lo que es lo mismo, unas fuerzas aéreas.
Si la saga de George R. R. Martin es deudora de la saga de los anillos de J.R.R. Tolkien, también recordamos el impacto visual de la recreación de los olifantes en pantalla como un remedo sobredimensionado de elefantes prehistóricos semejantes a dinoterios o a trilophodones. Estas grandes bestias simbolizan el terror producido por los grandes vehículos de la primera guerra mundial con los que Alemania intimidó a soldados ingleses como el propio Tolkien, y de hecho el director Peter Jackson, coescribe con Fran Walsh y Philippa Boyens una reinterpretación de la escena imaginada por Tolkien que en un momento dado homenajea una secuencia de El Imperio Contraataca, de George Lucas y Lawrence Kasdan, en que los gigantescos cuadrúpedos son vehículos mecánicos de apariencia zoomórfica, pero, a la postre, versiones futuristas de los temibles carros blindados que Tolkien combatió en la gran guerra.
En su día se convirtió en legendario el (presunto) intento de ataque a Roma con elefantes por parte de Aníbal, aunque el uso bélico de los elefantes venía de muy atrás, desde oriente, y más como recurso recurso intimidatorio que estrictamente una anticipación del carro de combate. No suele aclararse ni dilucidarse excesivamente de dónde provenían los elefantes de Aníbal, oriundo de África y por tanto irreflexivamente asociado a su cercanía con estos animales, pero en pocas ocasiones el público se para a pensar que el uso bélico de los elefantes provenía de Asia, donde su domesticación con fines de trabajos agrícolas, de transporte y de construcción se debían a una larga tradición de domadores entregados de por vida a sus elefantes, de una especie más proclive a la domesticación que sus indómitos primos africanos. Por no mencionar, además, que en la India, en Siam o en China, eran utilizados en el contexto de una cultura más arraigada en el respeto y comprensión hacia las peculiaridades y personalidad de los miembros de otras especies zoológicas.
Cerdos incendiarios fueron usados contra intimidantes elefantes de guerra. |
El uso de estos cerdos inflamables se basaba en la orientación de los animales hacia la dirección de donde venían los elefantes armados, y en la presunción de que correrían huyendo del fuego a sus espaldas priorizándolo sobre su temor a los grandes proboscídeos acompañados de una muchedumbre humana en actitud beligerante.
Si desviaban su trayectoria o se daban la vuelta, podían de hecho constituir un problema para sus propias filas.
Así que, sin un entrenamiento previo o un jinete o acompañante humano, cuesta creer que un animal se dirija al lugar estratégicamente adecuado para cumplir como portador del fuego de la destrucción, de una carga explosiva o de cualquier otro elemento agresor, y eso hace que resulte más chocante la historia que hoy queremos traer a colación.
Esta historia entronca, por ejemplo, con el uso de perros antitanque a partir de la implantación de estos ingenios mecánicos en la primera guerra mundial, o con el envío de palomas mensajeras o espías dotadas de cámaras fotográficas en la segunda guerra mundial.
Va más allá de la especialización militar en el cuidado de valiosas mulas de carga para piezas de artillería específicas, de la fabricación de pertrechos militares defensivos específicos para estos animales convertidos en miembros del ejército reconocidos y en ocasiones honrados o condecorados.
Hay una larga pero limitada lista de animales que se han hecho célebres como héroes de guerra al estilo de Rin-Tin-Tin, o que se han hecho un sitio simbólico en la historia y en la iconografía de sus países, como ya hemos dado cuenta al respecto del oso Wojtek en Polonia, por ejemplo.
Sobrepasa también el engañoso y confuso reconocimiento asociado a la lealtad, fidelidad y espíritu de sacrificio de todas estas bestias (aunque se produjese siempre desde la misma hipócrita condescendencia que se otorgaba a la infantería humana), y es que ya hemos mencionado la problemática aceptación de los quirópteros como objeto de empatía y ya no digamos de simpatía. Efectivamente, los murciélagos, asociados a la oscuridad, a la noche, y a la muerte, se asocian a mitos y arquetipos culturales intimidatorios iconográficamente, pero difícilmente sugieren su domesticación y mucho menos su uso como recurso armamentístico, pero lo cierto es que formaron parte de un insólito proyecto llamado Bat-Bomb, que parece sacado de los cómics del hombre murciélago apropiado por Bob Kane a su genuino creador Bill Finger.
Los murciélagos han estado simbólicamente asociados al mal, a lo demoníaco, e incluso han prestado algunos de sus atributos físicos a la iconografía del diablo, pero precisamente tal característica los hace proclives a presentarse como un presagio negativo compartido con ciertas especies de aves de negro plumaje, de "mal agüero".
Que a alguien se le ocurriese usarlos como portadores de bombas incendiarias parece improbable, rebuscado o fantástico, y a la vez sugiere que tal vez no sea descabellado y que al fin y al cabo, tratándose de mamíferos, se antoje más fácil suponerlos más inteligentes o entrenables que un pájaro para cumplir misiones aéreas. Aquí, desde luego, habría que matizar que, como decía el emperador Claudio, no importa la cantidad de inteligencia, sino su calidad, y, en cualquier caso, loros y cuervos demuestran poseer mucha inteligencia de gran calidad, al menos desde la perspectiva comunicativa de un animal humano.
Los murciélagos como portadores de armas ofensivas desde el aire constituyen una idea tal vez poco práctica o de dudosa efectividad, pero lo cierto es que el proyecto se desarrolló y se llevó a cabo en la realidad y, aunque en la actualidad se haya relegado al olvido o a una especie de recuerdo bizarro, la verdad es que en su día caló de algún modo en el imaginario popular.
Esto se produjo especialmente al llevar un nombre compuesto que recordaba a los ingenios usados por Bruce Wayne en los cómics de Batman y en la serie televisiva protagonizada por Adam West, cuyo éxito se debía simultáneamente a su conexión con la imaginación infantil y con un cierto resultado irrisorio en sus efectos visuales que la hacía simultáneamente cómica o risible.
En su adaptación al cine, aunque Batman usaba sus propios Batgadtges, una de las escenas más estúpidamente memorables es aquella en la que el héroe intenta deshacerse de una bomba sin encontrar un lugar oportuno para ello mientras la mecha se consume, llevando el suspense de la situación a la indisimulada comedia, tan atrozmente absurda y chapucera que este momento del film ha generado su propia iconografía. Y ello se ha dado hasta el extremo de homenajearla artísticamente de mil maneras posibles, asociándola incluso con obras célebres de artistas consagrados como Banksy, y mezclándola con el tradicional concepto de Bat-objeto.
La Batbomb simboliza el ingenio armamentístico atroz y simultáneamente ridículo, reduciéndolo al absurdo.
La estética naïf, infantil de muchos de los objetos salidos del imaginario del hombre murciélago flirtea tanto con lo sofisticado y temible, en las versiones más oscuras y serias de la saga, como con lo grotesco, tal y como gustaba Tim Burton pese a justificar la oportunidad de su versión con el reciente éxito de "El Señor de la Noche", la saga pesimista y demoledora de Frank Miller en forma de novela gráfica. Burton es más proclive a abservar la estética oscura pero circense de los cómics de Kane influidos por la galería de bizarros Villanos de Dick Tracy creados por Chester Gould. Y, además, al inaugurar la primera saga cinematográfica seria del personaje años después de la primera adaptación al cine de la grotesca serie televisiva protagonizada por Adam West, tal vez se vio obligado a rendir homenaje simultáneo a los distintos referentes de un público variopinto.
Entre este público estaban los admiradores de los cómics originales, de la serie convertida en simpático y humorístico mito pop de estética desenfadada y estridente, de los admiradores de los cómics más serios y de estética gótica de los años setenta (gracias al talento de Neal Adams, Frank Robbins o Bernie Wrighston) y también de los que valoraron la revisión del personaje, crepuscular, posmoderna, psicoanalítica, tecnocrática y oscurantista de Frank Miller en los años 80. Desde entonces el personaje viste de negro oficialmente y se muestra implacablemente expeditivo y reaccionario, pero incluso ahora, entre los múltiples trucos que guarda en su cinturón, se encuentran las bat bombas.
El merchandising de la industria juguetera se aprovechó en su momento de la confusión de ambas interpretaciones de Bat-bomba, tanto la del proyecto bélico auténtico, como la de los batingenios imaginarios de los tebeos, las teleseries y las películas, con una eterna alusión a las formas reconocibles de las membranosas alas de los murciélagos, de forma genérica y sin preocuparse por discernir especie concreta alguna de quiróptero. La persistencia del concepto de Batbomb como idea peligrosa o inoportuna conectaría por lo tanto, en cierta medida, con la del elefante blanco en la cultura anglosajona, en tanto que posesión ansiada por su escasez y carestía pero de inviable mantenimiento y fruto de ulterior ruina, fuente de problemas, algo de lo que deshacerse. En definitiva, un sinónimo de patata caliente que siempre se ha asociado a los peligros de la tecnología y los avances científicos.
No en vano el premio Nobel queda instaurado por el científico que descubrió y patentó la dinamita, el explosivo moderno por excelencia.
Pese a la poderosa permanencia iconográfica del cartucho cilíndrico de mecha rígida asociado al trinitotolueno, la persistencia histórica de la bomba esférica con una mecha textil impregnada de retardante sigue simbolizando el explosivo desde su uso con pólvora en la antigua China.
Es una persistencia iconográfica similar a la que hace que el visionado 3D esteroscópico se siga asociando a gafas anaglifas filtradas en rojo y azul aunque la tecnología actual se haya decantado por los filtros polarizados.
De todas formas, en algunas imágenes creadas para ilustrar el proyecto Bat Bomb real, vemos a los murciélagos transportar en sus patas los cilindros portadores del material incendiario, como si todos ellos hubiesen sido adiestrados en su transporte y supiesen en qué momento y lugar oportuno soltarlo, lo cual evidentemente no se ajusta a la realidad y ofrece una optimista concepción de la inteligencia y previsión de los animales, que además saldrían idemnes de la misión y preparados para encargarse de la siguiente. La verdad es que los cilindros explosivos estaban atados a los murciélagos, a sabiendas que debido a dicha sobrecarga descenderían hasta descansar al amparo de las edificaciones, donde serían sorprendidos por la deflagración programada que se los llevaría junto con sus objetivos elegidos al azar. Otras recreaciones del hecho también han jugado con la idea del animal sosteniendo la bomba con sus garras inferiores, pero optando por la típica bomba esférica de mecha, algo que gráficamente es más comprensible e identificable por el público en una aliteración de ideas expresadas visualmente, pero que para nada se ajusta con la realidad. En el ejemplo superior, toscamente ejecutado como fotomontaje de photoshop, la especie elegida es un zorro volador, cuyas grandes dimensiones parecen coherentes con la capacidad de carga. No obstante, los elegidos fueron los murciélagos de cola de ratón (Tadarida brasiliensis) que pese a su nombre científico se corresponden a lo que los anglosajones denominan murciélago mexicano de cola suelta o de cola libre (mexican free tailed bat), de menor tamaño, y a los que se ataba la carga explosiva.
La bomba esférica es una convención gráfica heredera de una tradición cultural que el arte pop ha sublimado a través del cine cómico de las películas mudas y de los dibujos animados, y esta persistencia ha provocado su permanencia evidente o subliminal en el diseño de juguetes o de atrezzo audiovisual.
En ralidad, de lo que se trataba era de encerrar murciélagos cargados de explosivos con dispositivos de explosión retardada en una jaula en forma de carcasa de bomba aérea para que sobrevolasen un área que se quería dañar indiscriminadamente.
El ingenio se basaba en que al arrojar muchos ejemplares que seguramente buscarían un lugar donde posarse, a sabiendas de que probablemente buscarían construcciones donde buscar refugio, alguno de ellos provocaría los daños deseados además de su propia muerte, pero, como podréis comprobar más abajo, donde reproducimos la información recabada en la red, la imprevible reacción de los animales y los inciertos resultados del procedimiento, provocaron que se el proyecto se cancelara no si antes haberlo experimentado en alguna ocasión.
No deja de ser curioso, de todas formas, observar que los bat-gadgets asociados a los derechos de autor rentabilizados por los propietarios de los personajes de la serie y del cómic tenían que resaltar gráficamente, con logos registrados, o con ilustraciones registradas, su exclusividad para rentabilizar su mercadeo.
Ello se debe a que, al fin y al cabo, los murciélagos son de todos y no son de nadie, y como criaturas de Dios o de la creación natural provocan que su nombre, su denominación, sea de uso universal y no exclusivo, por lo que la alusión a la batbomb histórica propició la venta de ciertos juguetes de aeromodelismo que aludían al concepto sin adquirir en realidad compromiso comercial alguno con los creadores de la serie o los de los cómics.
Y ni siquiera con el departamento estatal que propició el proyecto original, por supuesto, aunque una cierta nomenclatura técnica, con codificación alfanumérica sugería un guiño a la auténtica industria aeronáutica, deudora, por otra parte, del vuelo de las aves aves y de los mamíferos que nos antecedieron en levantar el vuelo: los quirópteros, es decir, los murciélagos.
Así, si en algunos diseños de este tipo de juguetes y objetos de atrezzo cienmatográfico los equipos artísticos se dejaban llevar la versión más infantil de los tebeos (acorde por otra parte con la enfermiza psique de villanos com Enigma, que emulaban en forma de parodia el armamento del propio Batman), también es cierto que en otras ocasiones se intentaba dignificar su supuesta sofisticación tecnológica, aunque fuese imaginaria, y que ofreciese una imagen convincente de la tecnología más moderna inspirada en la aviación supersónica y en el imaginario de la ciencia-ficción de los viajes espaciales en la tradición de Buck Rogers y Flash Gordon, con formas sinuosas y estilizadas.
Por tanto, no es de extrañar que en múltiples ocasiones nos topemos con ejemplos que aunan ambos conceptos y emulen tanto a la bomba esférica de pólvora de antaño como a las naves voladoras de las ficciones espaciales de los años cincuenta y sesenta.
Batbomb, por Jason Lee |
A continuación de la información sobre la Bat Bomb, os ofrecemos un recopilatorio del uso de animales con fines armamentísticos, que amarga cualquier interpretación humorística por estar basada en hechos reales y sólo queremos recordaros que una de las imágenes más asociadas en la búsqueda en la red a Bat Bomb es la fotografía del mismo título (con la que abrimos este texto) del fotógrafo especializado en animales Tim Flach, de quien ofrecimos un artículo en el pasado y de cuya obra ofreceremos una entrada en profundidad próximamente.
Gracias a un enlace facilitado por Paul Keil en Ethnozoology tenemos noticia de la bizarra idea para este ingenio bélico que comentamos a continuación:
Las bombas de murciélago fueron un arma experimental de la
Segunda Guerra Mundial desarrollada por los Estados Unidos. La bomba consistía
en una carcasa en forma de bomba con más de mil compartimentos, cada uno de los
cuales contenía un murciélago de cola libre hibernante mexicano con una pequeña
bomba incendiaria sincronizada. Al caer de un bombardero al amanecer, los
casquillos desplegarían un paracaídas a mitad de vuelo y se abrirían para
liberar a los murciélagos, que luego se dispersarían y se posarían en aleros y
áticos en un radio de 20-40 millas (32-64 km). Los incendiarios, que se
activaban con temporizadores, se encendían más tarde y comenzaban incendios en lugares
inaccesibles en las construcciones de madera y papel de las ciudades japonesas
que eran el objetivo previsto del arma.
Bomba de murciélago: Bat Bomb (Canister.jpg) |
El bote de la bomba de murciélago más tarde solía contener a
los murciélagos en hibernación.
Tipo: Bomba, Lugar de origen: Estados Unidos. Historial de servicio: En servicio/Nunca usado
Guerras: Segunda Guerra Mundial.
Historia de producción:
Diseñador: Louis Fieser. Diseñado en Enero de 1942
Historia de producción:
Diseñador: Louis Fieser. Diseñado en Enero de 1942
Especificaciones: Masa 123 kg (271 lb). Longitud: 123 cm (48 pulgadas)
La bomba de murciélago fue concebida por un cirujano dental
de Irwin, Pennsylvania llamado Lytle S. Adams, un conocido de la Primera
Dama Eleanor Roosevelt. La inspiración para su invención fue un viaje que
realizó al Parque Nacional de las Cavernas de Carlsbad, donde viven muchos
murciélagos. Adams escribió sobre su idea de los murciélagos incendiarios en
una carta a la Casa Blanca en enero de 1942, poco más de un mes después del
ataque a Pearl Harbor, donde fue posteriormente aprobado por el
presidente Roosevelt siguiendo el consejo de Donald Griffin.
Como inciso quiero aclarar que Donald Griffin es el científico que investigó sobre la comunicación entre los murciélagos y que dió a conocer el primer estudio profundo sobre la ecolocalización, granjeándose con ello una nominación al Nobel y un gran prestigio entre el mundo científico que paradójicamente perdió al seguir investigando desde una perspectiva que contemplaba el pensamiento animal como autoconsciente. Sus estudios sobre el pensamiento de los animales son no obstante fascinantes y reveladores y denotan una avanzada concepción que rechaza los prejuicios antropocentristas que impregnan al mundo científico, cosa que hace desde una perspectiva lógica e inteligente, y que rechaza una concepción cartesiana y mecanicista de los animales.
En su carta, Adams declaró que el murciélago era la "forma más baja de vida animal", y que, hasta ahora, "las razones de su creación han permanecido sin explicación". Él propuso que los murciélagos fueron creados " por Dios esperar esta hora para desempeñar su papel en el esquema de la existencia humana libre, y frustrar cualquier intento de aquellos que se atreven a profanar nuestra forma de vida ". De Adams, Roosevelt comentó: "Este hombre no es un excéntrico. Suena como una idea perfectamente descabellada pero vale la pena investigarla ".
Como inciso quiero aclarar que Donald Griffin es el científico que investigó sobre la comunicación entre los murciélagos y que dió a conocer el primer estudio profundo sobre la ecolocalización, granjeándose con ello una nominación al Nobel y un gran prestigio entre el mundo científico que paradójicamente perdió al seguir investigando desde una perspectiva que contemplaba el pensamiento animal como autoconsciente. Sus estudios sobre el pensamiento de los animales son no obstante fascinantes y reveladores y denotan una avanzada concepción que rechaza los prejuicios antropocentristas que impregnan al mundo científico, cosa que hace desde una perspectiva lógica e inteligente, y que rechaza una concepción cartesiana y mecanicista de los animales.
En su carta, Adams declaró que el murciélago era la "forma más baja de vida animal", y que, hasta ahora, "las razones de su creación han permanecido sin explicación". Él propuso que los murciélagos fueron creados " por Dios esperar esta hora para desempeñar su papel en el esquema de la existencia humana libre, y frustrar cualquier intento de aquellos que se atreven a profanar nuestra forma de vida ". De Adams, Roosevelt comentó: "Este hombre no es un excéntrico. Suena como una idea perfectamente descabellada pero vale la pena investigarla ".
Después de la aprobación del gobierno:
Tadarida brasiliensis, murciélago mexicano de cola libre
Después de que Roosevelt dio su aprobación al proyecto, fue
relegado a la autoridad de la Fuerza Aérea del Ejército de los Estados Unidos.
Adams reunió a los trabajadores para el proyecto, incluido el maloguista Jack
von Bloeker, el actor Tim Holt, un ex gángster y un ex gerente de hotel, entre
otros. Von Bloeker y su asistente Jack Couffer, autodenominados "amantes
de los murciélagos", señalaron que no se les ocurrió cuestionar la
"moralidad o las consecuencias ecológicas de sacrificar unos pocos millones
de murciélagos". Durante la duración del proyecto, muchos miembros
se alistaron en la Fuerza Aérea, donde Adams los promovió rápidamente a
suboficiales "en funciones" .
El equipo tuvo que determinar diversas variables para que el
proyecto fuera factible, incluido qué tipo de incendiarios se podrían unir a
los murciélagos, así como las temperaturas a las que almacenarlos y
transportarlos. También tuvieron que decidir qué especie de murciélago usarían
para las bombas. Después de probar varias especies, se seleccionó el murciélago
mexicano de cola libre. Adams tuvo que pedir permiso al Servicio de Parques
Nacionales para cosechar grandes cantidades de murciélagos de cola libre
mexicanos en cuevas en propiedad del gobierno. Mientras que el plan original
era armar a los murciélagos con fósforo blanco, el químico estadounidense Louis
Fieser se unió al equipo y el fósforo blanco fue reemplazado por su invención,
el napalm.
Se usaron pruebas para determinar la cantidad de napalm que
un murciélago individual podía transportar, determinando que un murciélago de
14 g (0.5 oz) podía transportar una carga útil de 15-18 g (0.53-0.63 oz). El
napalm se almacenó en pequeños recipientes de celulosa denominados
"unidades H-2". Después de probar varios métodos de fijación,
decidieron unir la unidad H-2 a los murciélagos con un adhesivo, pegándolos al
frente de los murciélagos.
El portador de la bomba era un tubo de chapa de
aproximadamente 1,5 m (5 pies) de longitud. El interior del tubo estaba
equipado con veintiséis bandejas circulares, cada una de las cuales tenía 76 cm
(30 pulgadas) de diámetro. En total, cada portador de bomba podría contener
1.040 murciélagos. Se planeó que el portaaviones se desplegaría desde un avión,
descendiendo a una altitud de 1.200 m (4.000 pies) antes de desplegar
paracaídas. Los lados del portador de la bomba se caerían, permitiendo que los
murciélagos se dispersasen.
Contratiempos y transferencia a la Marina de los Estados
Unidos
Murciélagos errantes de la bomba experimental de murciélagos
incendiaron la base aérea auxiliar del aeródromo del ejército de Carlsbad en
Nuevo México.
Se realizaron una serie de pruebas para responder varias
preguntas operativas. En un incidente, la base aérea auxiliar del aeródromo del
ejército de Carlsbad (32 ° 15′39 ″
N 104 ° 13′45 ″
O) cerca de Carlsbad, Nuevo México, fue incendiada el 15 de mayo de 1943,
cuando se liberaron accidentalmente murciélagos armados. Los murciélagos se
posaron debajo de un tanque de combustible e incineraron el escenario de prueba.
Después de este revés, el proyecto fue relegado a la Armada
en agosto de 1943, quien lo renombró Proyecto X-Ray, y luego lo pasó al Cuerpo
de Marines en diciembre. El Cuerpo de Marines trasladó operaciones a la
Estación Aérea del Cuerpo de Marines en El Centro, California. Después de
varios experimentos y ajustes operativos, la prueba definitiva se llevó a cabo
en la "Aldea japonesa", una maqueta de una ciudad japonesa construida
por el Servicio de Guerra Química en su sitio de prueba Dugway Proving Grounds
en Utah.
Los observadores en esta prueba produjeron relatos
optimistas. El jefe de pruebas incendiarias en Dugway escribió:
Se puede iniciar un número razonable de incendios
destructivos a pesar del tamaño extremadamente pequeño de las unidades. La
principal ventaja de las unidades parece ser su ubicación dentro de las
estructuras enemigas sin el conocimiento del dueño de la casa o los vigilantes
del fuego, lo que permite que el fuego se establezca antes de ser descubierto.
El observador del Comité de Investigación de Defensa
Nacional (CNDR) declaró: "Se concluyó que los rayos X son un arma
efectiva". El informe del Jefe Químico declaró que, en función del peso,
los rayos X eran más efectivos que las bombas incendiarias estándar en uso en
ese momento: "Expresado de otra manera, las bombas regulares darían
probablemente 167 a 400 incendios por carga de bomba donde X -Ray daría 3.625 a
4.748 incendios ".
Se programaron más pruebas para mediados de 1944, pero el
almirante de la flota Ernest J. King canceló el programa cuando escuchó que
probablemente no estaría listo para el combate hasta mediados de 1945. En ese
momento, se estimó que se habían gastado $ 2 millones (equivalente a $ 18.7
millones hoy) en el proyecto. Se cree que el desarrollo de la bomba de
murciélago se movía demasiado lento y fue superado en la carrera por el rápido
final de la guerra por el proyecto de bomba atómica. Adams sostuvo que las
bombas de murciélago habrían sido efectivas sin los efectos devastadores de la
bomba atómica: "Piense en miles de incendios que estallan simultáneamente
en un círculo de cuarenta millas [64 km] de diámetro por cada bomba lanzada.
Japón podría haber sido devastado , pero con una pequeña pérdida de vidas
".
El infame proyecto "Invasion by Bats" fue
mencionado posteriormente por Stanley P. Lovell, director de investigación y
desarrollo de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), a quien el General
Donovan ordenó revisar la idea, como "Die Fledermaus Farce". Lovell también mencionó que los murciélagos durante las pruebas caían al suelo
como piedras.
Por todo lo expuesto, podeis imaginar hasta qué punto se convierte en una especie de broma el uso armamentístico de animales en conflictos que no les competen, y de los que de un modo u otro siempre van a salir perjudicados.
Lo triste de la cuestión es que la visión humorística, sin duda de interés estrictamente antrozoológico, puede enervar a los extremados antrozoólogos o, mejor dicho, antrozoologistas de posicionamiento animalista, que cultivan su amor y comprensión hacia el mundo animal a través principalmente de una relación afectiva con sus mascotas. Y ésta sin duda distorsiona cualquier posible observación objetiva. Huyen de todo antropocentrismo especista desde su propio antropocentrismo sin reconocer que no pueden eludirlo.
Ven faltas de respeto en manifestaciones artísticas que sometan a los animales a los designios humanos, pero encuentran simpático humanizar en ocasiones las actitudes y comportamientos de sus mascotas. No dan importancia a los memes humanizantes protagonizados por gatitos u otros animales porque se supone que sólo demuestran una visión de ellos que les otorga personalidad y reconocimiento a su entidad propia, pese a que a todas luces significan en el fondo todo lo contrario. Gustan de ver y divulgar imágenes y filmaciones de animales de distinta especie confraternizando (incluso, o sobre todo si, contra natura) y abogan por un veganismo que criminaliza a los no veganos aunque todos sus razonamientos provengan de cerebros evolutivamente superdesarrollados gracias a la ingesta de carne de sus antepasados. Como decía el propio Donald Griffin, los animales viven sus vidas sin limitarse a ser máquinas que no reflexionan sobre sus decisiones, pero evidentemente priorizan en sus actos sus necesidades básicas de supervivencia, lo que incluye no recurrir a la violencia, dado que raramente es gratuita, a no ser, claro está, que se ejerza con fines predatorios, para lo cual las condiciones físicas del depredador se han evolucionado progresivamente hacia la eficiencia, lo cual no quiere decir que el animal no reflexione sobre la estrategia a seguir en cada ataque y descarte ciertos riesgos, atacando siempre a ejemplares débiles, enfermos, viejos o desprotegidos, lo que influye en la selección natural de los más fuertes entre las filas de la especie de sus presas habituales. No obstante, en todo este proceso no tiene cabida la compasión, y la compasión de los antrozoologistas animalistas se dirige en general tanto hacia los depredadores como hacia las presas, que al fin y al cabo están marcados de forma determinista en sus respectivas condiciones, pero no se agreden ni se inmiscuyen mutuamente de forma gratuita. Los antrozoologistas animalistas suelen pecar de perdonar a los animales no humanos dicho determinismo, pero lo niegan al humano dotado de libre albedrío y que por tanto puede optar voluntariamente por no consumir, matar, maltratar ni explotar a otros animales. Esto implica un conflicto moral que a menudo se traduce en términos religiosos y que asocia el consumo de carne con un sacrificio discutible. Esto relega a los animales a categorías de mayor o menor conciencia de sí mismos y por tanto como más o menos propicios para su explotación o consumo sin que sufran por ello en cuanto que menos conscientes. El veganismo radical no categoriza a los animales en dicho sentido, pero sigue considerando que las plantas no sienten (algo bastante discutible desde un punto de vista estrictamente científico) y por tanto no sufren por ser consumidas como alimento. Sin embargo, cualquier antrozoologista animalista veganista sería incapaz de culpabilizar a un tigre por su condición carnívora, y ha de reconocer que el sacrificio de hervíboros es justo y necesario. El problema de fondo atañe también a la explotación el maltrato o el uso instrumental o bélico de los animales, pero entonces el problema es de categorización psicológica e incluso teológica, lo que nos lleva de nuevo a las enseñanzas sobre la comunicación entre los animales y a su particular mundo sensorial, tal y como planteaba precisamente Griffin, cuyos estudios científicos observaban a los murciélagos, alos que conocía y comprendía, aunque no dudase en recomendar su uso instrumental como armas arrojadizas. Un argumento que los convierte en carne de cañón pese a que en otros contextos Griffin aboga por la autoconsciencia animal. Tal vez se trate, sencillamente, de asumir de qué bando ha de posicionarse cuando no queda más remedio, y, en el fondo, se trata de la misma cuestión que atañe al conflicto del deor que llevamos incorporado en nuestro acervo genético. O mejor aún, como expone el teólogo Andrew Linzey:
El comer. Consumir. Vivir a costa de otro es el problema que se nos plantea en la eucaristía cristiana, en la que la sangre constituye el símbolo de la nueva vida (y el vino simboliza la sangre). El sacrificio de uno para la continuidad de otros. En este sentido la eucaristía constituye una sublimación de la depredación. Sólo desde un punto de vista ético, humanizado, conlleva implícito un cierto sentimiento de culpa.
Como ya comentamos en su día al respecto de la simbología del vampiro, igualmente asociado a la iconografía del murciélago, los conflictos éticos son algo humano y aparentemente elevado, por encima del nivel de pensamiento de las demás especies animales, pero aquí deberíamos hacer un
inciso: Para el teólogo Andrew Linzey, "Interview with the vampire", de
Anne Rice, es "entre otras cosas una narración perturbadora y
teológicamente sensible en torno a los pros y los contras de matar para
vivir" (Linzey, Andrew: "Los animales en la teología", Herder, Barcelona
1996)
"(...) He
llamado a esta situación difícil 'el dilema del vampiro'. Algunos pueden
preguntarse legítimamente si la nueva situación de Louis se debería
calificar en estos términos. Después de todo, un vampiro es un vampiro.
Hacen lo que hacen, independientemente del éxtasis místico, por
necesidad. No hay sangre, no hay vampiro. (...)Y aun así, por alguna
circunstancia fortuita, Louis no es feliz por ser un vampiro (...)La
vida del vampiro, y sobre todo sus muy incrementadas capacidades de
movimiento, percepción y sensibilidad -por no mencionar el vuelo- tiene
ciertos aspectos compensatorios. Sería erróneo, como algunos eruditos
estudiosos de los vampiros han sugerido, suponer que la inmortalidad
bajo estas condiciones tenga que ser necesariamente desagradable. Pero a
pesar de todo, Louis no es feliz (...)".
"(...) Del
mismo modo que Louis se vio conducido a Dios para explicar y entender el
factor 'X' que hace a los vampiros chupadores de sangre, o que hace a
los humanos carnívoros, muchos se han enfrentado con anterioridad a la
cuestión de si matar es o no moral a los ojos de Dios.
Louis no
está de nigún modo solo en la historia del debate moral. Parece que
Platón tuvo la visión de un mundo -casi una edad de oro- en el que todas
las criaturas vivían armoniosamente, y que sólo después de que a los
humanos se les otorgase un poder sobre los animales semejante al de Dios
estas relaciones armoniosas degeneraron en luchas y violencias (ver
"Diálogos").
Génesis 1
describe de forma similar un estado de perfecta armonía sabática con la
creación, en la que los humanos y los animales tenían ambos prescrita
una dieta vegetariana (ver Gén 1, 29). Esta visión fundamental de que la
existencia parasitaria es incompatible con la voluntad original de Dios
tiene que ser entendida si queremos comprender los intentos
subsiguientes del Génesis de limitar y dar cabida al hecho de matar. La
caída y al diluvio son los grandes símbolos de porqué la humanidad no
puede vivir ya en paz, tanto consigo misma como con las otras
criaturas."
"Y aun así,
la idea de que la existencia parasitaria es incompatible con los
designios del creador sigue sin dar solución al problema de cómo los
vampiros o los carnívoros deben vivir en la actualidad. Si Dios puede
tolerar semejante sistema, ¿no debemos en última instancia resignarnos a
él, o debemos abandonar el concepto de un creador santo, amante?"
No cabe duda de que Linzey juega un tanto gratuítamente con la confusión
deliberada entre parasitismo y depredación, aunque esta pueda ser
considerada el parasitismo más radical. No obstante, sus textos
constituyen una excelente forma de acercarse a aspectos culturales
fundamentales para comprender mejor las imbricaciones del tema que nos
ocupa, y es aquello que volcamos en las imágenes de los animales y sus
sucedáneos.
El mito del vampiro nos remite a ua experiencia vital reptiliana,
potencialmente eterna, siempre a la espera paciente de una víctima,
limitando la actividad casi a cero cuando los movimientos no son
necesarios o delatores ante otras especies competidoras.
Linzey cita a Samuel Pudendorf, quien, en 1688, argumentó que "es una
conclusión segura el hecho de que el Creador no estableciese un derecho
común entre el hombre y los animales brutos, que no se injuria a los
brutos si el hombre los hiere, ya que el mismo Dios hizo que este estado
de cosas existiese entre el hombre y los animales brutos".
Linzey establece un nexo entre el sentimiento de culpa humano, por sus
actos de depredación -temidos para sí mismo por el humano- , y la figura
mítica del vampiro y su evolución en la cultura occidental.
No creo que sea incompatible comprender el mundo alternativo que viven las demás especies animales, y respetarlos, con no dejar de comprender el nuestro propio sin olvidar que somos una especie animal más, con su propia trayectoria evolutiva y con su propias deudas con la historia natural. No obstante, también es cierto que olvidamos peligrosamente el respeto que debemos a las demás especies y al mundo natural en general, y ello no supone sencillamente un problema ético o moral, desde nuestra elevada perspectiva espiritual de especie supuestamente superior o elegida para el dominio, sino por motivos estrictamente prácticos y de supervivencia ecológica, porque está claro que no lo hacemos bien.
Pugnar entre nosotros, competir territorialmente por atesorar recursos materiales y económicos tiene consecuencias desastrosas, pero no dudar en usar a otros animales como meros instrumentos dice mucho de nuestra habitual bajeza moral, y es algo que nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia y una deuda que tenemos contraída con los cómplices que como mucho hemos pretendido ensalzar puntualmente como héroes de guerra condecorados, y no como esclavos, prisioneros o carne de cañón.
Argumentos de este tipo son algo así como una Bat Bomba.
Mafa Alborés.
Os dejamos con una selección de ejemplos ofrecidos en su día por Emma Rodriguez en su blog a modo de recopilación, complementada por otra extraída de bluemind:
Los animales en la Guerra
Utilizar a los animales en las guerras no es cosa nueva, como muchos recordareis los cartagineses ya utilizaron elefantes contra los romanos.
Alejandro Magno los utilizó también para conquistar la India; asimismo fueron utilizados en China, pero hay que reconocer que después de la primera impresión que estos enormes y en algunos casos desconocidos animales causaron, fueron dejados a un lado pues llegaron a ser mas peligrosos para los que los llevaban que para el enemigo.
Los romanos para luchar contra los elefantes, usaron cerdos . Los untaban con brea, aceite o cualquier sustancia inflamable, les prendían fuego y los soltaban contra las líneas enemigas. Al parecer, a los elefantes les horroriza el agudo chillido del cerdo provocando el pánico de los paquidermos y causando estragos entre sus propias líneas.
Los chinos usaron un sistema parecido pero con monos. Los revestían de paja, les untaban de aceite y ardiendo los soltaban en medio de los campamentos enemigos provocando varios incendios y un gran caos.
El primer ministro brahmán Kautilya, del siglo IV, escribe sobre la quema de las defensas en las fortalezas mediante la utilización de monos amaestrados para pasar artefactos incendiarios sobre las fortificaciones.
Los caballos, fueron utilizados durante muchísimos años, como transporte y como fuerza de ataque, quizás se le pueda considerar el mejor y mas valiente “soldado animal” de todos los que participaron en las guerras.
Los perros entrenados para la lucha ya combatieron en tiempos de los romanos y fueron usados también por los españoles en el siglo XV; sirvieron también en muchas otras guerras como exploradores y para detectar municiones en emboscadas en la guerra de Vietnam al igual que lo hicieron en la guerra del Golfo para buscar armas y explosivos.
Los soviéticos crearon perros anti-tanques. A estos animales se les acostumbraba a comer debajo de los tanques y cuando eran llevados al frente, se le ponía una mochila de explosivos sobre su lomo y los lanzaban contra los tanques enemigos. Al meterse debajo de ellos, se accionaba una palanca en la parte superior de la mochila que actuaba de detonador.
A los gatos se les llevaba a las trincheras para que se comieran a los ratones y evitar así enfermedades.
Canarios y ratones eran introducidos en los túneles cavados detrás de las líneas enemigas para detectar gases venenosos.
Las palomas usadas como mensajeras ya en tiempos de los griegos y romanos siguieron haciéndolo mucho después y en la Primera Guerra Mundial equipadas con cámaras quizás fueron los primeros fotógrafos aéreos; en la Segunda Guerra Mundial todavía se usaron como mensajeras cuando no se podía utilizar la radio.
Los nazis, les ataban unas pequeñas cámaras a su cuerpo y mediante ellas obtenían imágenes a lo largo de la Línea Maginot, conjunto de defensas construido por Francia para resistir los posibles ataques alemanes luego de la Primera Guerra Mundial.
El gobierno de Estados Unidos en el año 1941 estableció una subdivisión del cuerpo de comunicaciones llamada Servicio de Palomas del Ejército. Llegaron a emplearse hasta en los submarinos para no revelar su posición; los propios aviones antisubmarinos a veces soltaban palomas que llevaban información para su base.
Los delfines y leones marinos fueron utilizados para localizar minas y para vigilar la aparición de hombres rana.
Hay una historia muy curiosa sobre Voytek, el oso soldado, que participó en la famosa batalla de Monte Cassino en 1944, uno de los últimos bastiones extraterritoriales de los Nazis.La 22ª Compañía de Transporte del ejército polaco, se encontraba en las montañas de Hamadan en Irán, cuando parte de la compañía que se encontraba de patrulla se topara con un un osezno cuya madre había sido abatida por cazadores.
Tras una discusión decidirían llevárselo y convertirlo en la mascota de la compañía. Voytek lo llamarían y sería alimentado con leche servida desde una botella de vodka. Prontamente el oso crecería en tamaño, y su carácter amistoso y servicial lo convertiría en la mayor fuente de moral para la compañía.
Su participación sería bajo el rango de Asistente de artillería, y transportaría varias de las municiones pesadas que caerían sobre la fortaleza principal. Servicios que le valdrían un ascenso de rango y una mención en períodicos de todo el mundo.
Hay otros animales que participaron en las guerras pero quizás su cometido es menos conocido:
Tenemos por ejemplo a las luciérnagas, ¿sabíais que fueron utilizadas por los soldados de la Primera Guerra Mundial para poder ver los mapas en las trincheras y así no ser descubiertos por el enemigo si utilizaban una luz más convencional?
Durante la Segunda Guerra Mundial, el proyecto estadounidense X-Ray propuso la sujeción de cargas minúsculas de napalm a millares de murciélagos para liberarlos sobre Japón. El plan se abandonó después de que los murciélagos escaparan y destruyeran un hangar y el coche de un general en Nuevo México... por lo visto no querían colaborar.
Los ingleses crearon lo que se conoce como “La cruz de la victoria para animales”, la medalla Dickin.
Entre 1943 y 1949 se concedieron 54 medallas Dickin: 32 para palomas, 18 para perros, 3 a caballos y 1 para un gato.
Uno de los perros condecorados se llamaba Rob, que realizó más de veinte saltos en paracaídas realizando misiones secretas tras las líneas enemigas en la Segunda Guerra Mundial.
El único gato condecorado se llamaba Simón, era un gato pequeño, blanco y negro, que viajaba a bordo de la fragata real inglesa Amethyst por el río Yangtze, en China.
El barco fue atacado y parte de la tripulación murió y Simón, con cuatro heridas de metralla, quemaduras y un buen susto, continuó cumpliendo con su deber que era deshacerse de las ratas del barco. Simón que vivió toda su vida en el mar, murió cuatro días antes de recibir su medalla.
Pero este uso de los animales en conflictos bélicos no se limita sólo al pasado:
Hace unos años, por ejemplo, la Universidad de Agricultura de Sokoine, en Tanzania, anunció la puesta en marcha de un proyecto pensado para desactivar las millones de minas antipersonales que se encuentran distribuidas por todos los países del mundo con la ayuda deratas africanas.
En Afganistán llegaron a convertir a un grupo de camellos en kamikazes al enviarlos al frente enemigo cargados de explosivos.
El Pentágono intenta controlar a los tiburones para usarlos en el seguimiento de barcos. Con implantes en la zona encargada de los estímulos olfativos, han logrado que los tiburones se dirijan a donde ellos indiquen, mediante radio control.
misiles guiados por palomas
El empleo de animales en el campo de batalla no era algo nuevo. Los soviéticos, por ejemplo, utilizaban los denominados “perros antitanque” para volar por los aires a los carros blindados alemanes durante la misma guerra. Se ha dicho que en la guerra todo vale, y nadie se iba a detener a pensar... Ver mas
perros antitanques
Los perros fueron usados por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, contra los tanques alemanes. Los perros no eran alimentados durante unos días, y entonces se entrenaban para encontrar comida bajo un tanque. Los perros rápidamente aprendieron que el ser liberados de sus rediles...
¡ANIMALES A LA GUERRA!
Los persas, conociendo el culto que le tenían los egipcios, llevaron gatos y otros animales sagrados a la batalla con ellos. Los soldados egipcios no pudieron atacar de forma cómoda por miedo a herir a algún animal, el imperio persa sacó ventaja de esto, y al final logró anexarse otro territorio más… Y como en esta historia, el hombre ha reclutado toda clase de animales que lo ayuden a combatir sus batallas, de una manera u otra.
A continuación conocerás un poco más del rol que han tenido en los conflictos bélicos, tanto antiguos como modernos.
ELEFANTES DE GUERRA
Formaron parte de varios ejércitos del mundo antiguo, por su presencia intimidante y su fuerza bruta eran formidables en el campo de batalla; podían devastar tropas enemigas enteras, pisoteando, perforando con sus colmillos, hasta lanzando soldados con sus trompas. Comúnmente llevaban armaduras y arqueros que atacaban desde sus lomos. A esto le podemos sumar el terror psicológico que causaban tanto a los soldados como a sus caballos.
CERDOS INCENDIARIOS
Tanto Alejandro como los romanos, usaron esta táctica contra los elefantes de guerraenemigos, incendiando a los cerdos y enviándolos al frente de batalla. Como resultado, los elefantes salieron aterrorizados de los cerdos que chillaban y llameaban, a menudo matando a un gran número de sus propios soldados pisoteándolos hasta la muerte.
MONOS TAMBIÉN…
Los chinos implementaron una maniobra similar, usando monos. Los revestían de paja, les untaban de aceite y ardiendo los soltaban en medio de los campamentos enemigos provocando varios incendios y un gran caos. Más recientemente, el ejército estadounidense buscó la forma de entrenarlos para misiones de infiltración y sabotaje, en un proyecto denominado Paisley Print Task I.
DELFINES NAVALES
Los delfines son criaturas increíblemente inteligentes, rusos y estadounidenses han aprovechado esto para sus operaciones navales; tanto en la ubicación de minas y enemigos –gracias a su habilidad de ecolocalización-, como en recuperación de objetos. Se cree que también son entrenados para misiones de ataques, aunque la Marina de Estados Unidos niega estos rumores.
ABEJAS FURIOSAS
Muchos pueblos antiguos eran conocidos por haber utilizado las abejas como pequeñas armas de guerra. Los atacantes a veces catapultaron colmenas sobre las murallas de las ciudades sitiadas. Un uso más directo de abejas furiosas continuó durante asedios a castillos de la Edad Media, así como durante la Primera Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam, donde fueron una táctica implementada por el Viet Cong.
CABALLOS
Ningún otro animal ha desempeñado un papel tan importante en la historia de la guerra como el caballo desde que fueron domesticados hace aproximadamente 5,000 años. Fueron efectivos cargando en contra de los enemigos, jalando carros de batalla, llevando incluso arqueros montados, y claro, aportando una movilidad mayor a los ejércitos. El uso extensivo de caballos en combate terminó con la llegada de camiones, tanques y ametralladoras.
MURCIÉLAGOS EXPLOSIVOS
Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército estadounidense intentó usar murciélagos como armas. La idea era adosar a cada murciélago un explosivoincendiario. Luego, en estado de letargo, se meterían en contenedores que serían arrojados sobre ciudades japonesas y el explosivo quemaría los materiales de las casas y edificios. El proyecto no dio buenos resultados en las etapas de pruebas por lo que se abandonó.
¿GATOS ESPÍAS?
A parte de la historia antes mencionada, hay otras instancias del uso de gatos en tiempos de guerra. Se tienen registros de un gato que llevaba mensajes entre los soldados soviéticos y otro que entregaba panfletos desmoralizadores a los soldados alemanes, de esta forma realizando acciones de guerra psicológica. Además, la CIA buscó usarlos como espías en plena Guerra Fría, por medio de micrófonos implantados, aunque el proyecto fracasó.
Entradas relacionadas:
Simbolismo animal insólito y complicidad de la fotografía. Razas, guerras y elefantes blancos.
Animalidad humana y depredación narrativa. Max Schreck, la alargada sombra del vampiro.
Antrozoología y arte: La pintura de Jakub Rozalski y la fascinación por el oso Wojtek.
Tim Flach, fotógrafo de retratos animales.
Depredación y teología. Vampiros y eucaristía. Sangre, contagio y transmutación.
Enlaces:https://en.m.wikipedia.org/wiki/Bat_bomb?fbclid=IwAR1LNrTqsmYCzPUICgYPL7cv5reIe99LCP9MTRfN9EcIJZz70ltIl-zCPnw
http://pepoladas.over-blog.es/article-34943133.html
https://www.cranekalmanbrighton.com/slideshows/tim-flach-slideshow/
No hay comentarios:
Publicar un comentario