Entradas populares

jueves, 2 de mayo de 2019

Simbolismo animal insólito y complicidad de la fotografía. Razas, guerras y elefantes blancos.







Un elefante blanco (también elefante albino) es un tipo poco común de elefante. Aunque a veces se describe como blanco níveo, su piel es normalmente marrón-rojiza, volviéndose rosa cuando está mojada. Tienen pestañas rubias. 

En la antigua Siam, ahora llamada Tailandia, los elefantes blancos son sagrados, siendo un símbolo de poder real, ya que todos los descubiertos han sido regalados a reyes (normalmente es ceremonial; no son capturados) y cuantos más elefantes tenga el rey, mayor será su estatus. El rey Bhumibol Adulyadej, quien reinó hasta finales del 2016, tenía diez. Esto es considerado un gran logro aunque posiblemente se deba a las comunicaciones modernas.  

La expresión «elefante blanco», tanto en idioma español, inglés (white elephant), portugués (elefante branco) y francés (éléphant blanc), es atribuida a posesiones que tienen un costo de manutención mayor que los beneficios que aportan, o a aquellas que proporcionan beneficio a otros, pero que únicamente ocasionan problemas a su propietario.
Su origen viene de que antiguamente los reyes de Tailandia, cuando no estaban satisfechos con un súbdito, le regalaban un elefante blanco. El súbdito debía darle comida especial y permitir el acceso a aquellos que quisieran venerarlo, lo cual tenía un costo que muchas veces arruinaba al súbdito. 

elefante africano
Continuamos con la simbología del elefante y en cierto modo no abandonamos lo referente a la divinización de esta especie animal, pero esta vez lo hacemos para aclarar (verbigracia) nuevas cuestiones acerca de los animales blancos. La simbología del color tiñe (nueva verbigracia) múltiples aspectos de la cultura y la historia del arte, y en combinación con el simbolismo animal ha sido objeto de nuestro comentario en una de nuestras entradas más visitadas acerca de la dicotomía  animal blanco, animal negro.

elefante asiático
En relación a la coloración de los animales, hemos aclarado la existencia de ciertos problemas de denominación un tanto extremos que han dado lugar a creencias populares equívocas. A menudo son tan absurdas como la simple interpretación literal de dichas denominaciones, que pueden abarcar múltiples ámbitos de las creencias populares. Conozco muchos casos de personas fascinadas por la peculiar calidad del vinho verde portugués, fascinadas por la coloración de estos caldos, que consideran mejores cuanto más verdes aparentan. Lo que la gente suele ignorar es que en portugués la uva blanca y el vino blanco se denominan "verdes" por una interpretación literal del color. En español contrastamos entre los extremos "tinto" y "blanco", pero sabemos que el vino no es blanco como la leche. Curiosamente, nadie se plantea la misma cuestión entre el contraste "blanco" y "negro", que define las tipologías de vino en catalán ("blanc" y "negre") sin que hasta el momento haya oído que nadie pidiese un vino negro a la espera de una genuína variedad sólo existente en Cataluña. Sí que he sido testigo, no obstante, de la estúpida preferencia por los vinos turbios de mi Galicia natal por parte de ciertos foráneos que ignoran que dicha característica de ciertos vinos blancos gallegos, debida a su exceso de poso, sin ser un defecto grave, no los mejora en absoluto, y a ningún gallego conocedor de dicha peculiaridad se le ocurre pedir un vino turbio, y mucho menos amparándose en deseo alguno de autenticidad o mejora en la calidad.

En cierta ocasión hablé acerca de la razón que empujó a la dirección artística de cierto proyecto escenográfico en el zoo de Barcelona a colorear de anaranjado la corteza de una reproducción de baobab. La culpa era de las fotografías de los libros divulgativos de la fauna y los paisajes naturales de Áfirca y Madagascar, que preferían las horas vespertinas y crepusculares en que la luz tiñe de esta aparente coloración la grisácea superficie de dichos troncos en contraste con los intensos azules de sus cielos en estas horas del día. El referente o paradigma de realismo fotográfico distorsionaba la percepción del público, que creería que un baobab gris parecería hecho de cemento y por tanto resultaría artificial, aunque lo cierto es que un tronco de baobab auténtico parece hecho de cemento al ser del mismo color.

En la página de este blog animal blanco, animal negro también explicábamos la frecuente confusión entre rinoceronte blanco y rinoceronte negro, cuyas denominaciones dan lugar a la creencia de que se trata de dos especies de diferente color. En realidad, ambas especies son igualmente grises y su rasgo más característicamente distintivo es el labio superior, ancho (wide, en inglés y africans, confundido frecuentemente con "white"/"blanco") y recto para ramonear hierba del suelo del rinoceronte blanco y picudo para arrancar hojas de los arbustos entre los que vive el rinoceronte "negro". Además, los rinocerontes blancos, como los negros, protegen su piel con baños de barro o de polvo siempre que pueden, pero al vivir en zonas más áridas, menos húmedas que los biotopos de los rinocerontes negros, suelen presentar un aspecto blanqueado por el barro seco o por los baños de polvo blanquecino y calcáreo, en contraste con la humedad que oscurece a manudo el color gris oscuro del rinoceronte negro. Las preferencias de los fotógrafos de naturaleza y de la selección fotográfica de los editores de libros y reportajes de la fauna africana hace el resto.

Además de lo expuesto, existen ciertas especies de animales que son característicamente blancas, o subespecies especialmente claras. La cabra blanca de las montañas rocosas americanas, no es sino una variedad de rebeco o gamuza de pelaje más espeso y blanco que las variedades europeas. Un caballo puede presentar múltiples coloraciones, pero un bayo o caballo blanco adquiere los rasgos simbólicos de la pureza que secularmente se ha otorgado al caballo del bueno. Y esto nos lleva a tener que distinguir entre animales propiamente blancos y animales albinos, que serían ejemplares que padecen una carencia congénita de pigmentación, aunque a veces ciertas peculiaridades genéticas que afectan a la pigmentación no sean estrictamente albinismo pero sí resulten llamativas para las espectativas depositadas en ciertas especies animales, contribuyendo a su espiritualización simbólica, tal y como hemos comentado con respecto al oso negro blanco u oso de espíritu. Casos similares han reclamado la atención de documentalistas, cronistas y fotógrafos, como hemos visto, por ejemplo, al respecto del serval blanco, las manchas del guepardo o que nos han obligado a aclarar las confusiones generadas por denominaciones como la del oso pardo, en Europa, que se vuelve aparentemente tendenciosa al describir las variedades americanas como osos blancos, grises y negros. Curiosamente, el único oso gris conocido es la interpretación gráfica de Baloo en la última película de animación supervisada en vida por Walt Disney, aunque, para ser exactos, Baloo debería ser un oso bezudo asiático, y por lo tanto negro.

Pero volvamos a los elefantes y su simbolismo, y más exactamente hablemos del peculiar simbolismo de los elefantes blancos.
Para empezar hemos de aclarar que no existe ninguna especie o subespecie de elefante calificable como blanca. En todo caso existen casos de albinismo o de despigmentación parcial o total por enfermedades autoinmunes muy similares a lo que en los humanos denominamos vitíligo. Estos casos de albinismo o despigmentación son más frecuentes entre los elefantes asiáticos que en los africanos, al menos documentadas, porque los elefantes asiáticos viven en hábitats más húmedos y frondosos y son numerosos en ámbitos de domesticación, por lo que dichos casos son documentados, observados y, además, protegidos reverencialmente. Los elefantes africanos no viven en régimen de domesticación y están expuestos al sol implacable de la sabana, por lo que un caso de albinismo difícilmente sobreviviría en la naturaleza. Tal vez sería posible entre elefantes pigmeos, habitantes de la espesura de la frondas, pero en este caso sería raro y raro de ver y documentar.
Si volvemos a los elefantes asiáticos, más cercanos a la ciranza doméstica y a la vida cotidiana de las poblaciones humanas, veremos que dicha cercanía, unida a la mayor observación animista de la naturaleza por parte de las religiones hindúes, no es difícil comprender que se otorgue a los elefantes albinos de una cierta excepcionalidad rodeada de espiritualidad, como ocurre en múltiples culturas a lo largo y ancho de todo el mundo al encontrase con casos excepcionales de albinismo o de melanismo en cualquier especie animal, sobre todo si ésta es emblemática por otros motivos. Ocurre con alces, bisontes y osos entre las tribus indígenas americanas, y los antropólogos han observado dichas atribuciones totémicas a diversos ejemplares albinos o melánicos en diveros rincones del mundo, trátese de cocodrilos, serpientes, cuervos, águilas, leones, tigres o múltiples especies animales diversas.

Normalmente, la asociación de la luz a la vida y de la blancura a la pureza y a la espiritualidad es bastante común a muchas culturas, aunque no siempre sea así o al menos no del mismo modo, pero en el caso que nos ocupa, en el de los elefantes en las culturas y religiones asiáticas, la falta de pigmentación es observada como una excepcionalidad que otorga a los ejemplares de una valor espiritual añadido, y por tanto su rareza, especialmente en el caso de ejemplares totalmente albinos, los convierte en piezas especialmente valiosas y deseadas por los poderosos por su valor simbólico.

A este valor simbólico hemos de añadir que no pierden un ápice de su fortaleza física y por tanto de su poder militar en la antigüedad, acrecentado por el temor a herir a una bestia sacralizada por su blancura. A ello hemos de añadir que la delicada piel de los elefantes precisa de muchos cuidados en cautividad, y mucho más la de un elefante albino, por lo que la carestía de us mantenimiento y manutención se dispara. Desde un punto de vista europeo, occidental, el elefante domesticado es un símbolo del lujo y el exceso, y el elefante blanco su absoluta sublimación, pero hasta el punto de que la expresión "elefante blanco" se ha llegado a convertir en un tópico negativo del exceso, del lujo pernicioso que conduce a la ruina. Por eso no era infrecuente que se maquillase de blanco a los elefantes no albinos para mitificar su apariencia sin encarecer todavía más su delicado mantenimiento, o simplemente para reclamar la atención sobre lo rero, lo insólito o simplemente lo valioso o lo caro.

Una vez que nace el mito del elefante blanco como símbolo de lo raro, escaso y preciado, su captura o su caza para su ostentación se convierte en inevitable, incluso en el ámbito de la fotografía, ávida de documentar lo irrepetible o lo insólito. De ahí la frecuente recurrencia a la publicitación de capturas fotográficas de ejemplares blancos de elefantes que no son tales.
Un elefante blanco, realmente albino, es rosado, y se ha de protejer con arcilla que, una vez seca, acentúa su blancura, como en el caso de origen a la persistencia de la imagen del rinoceronte blanco que mencionábamos más arriba. Cuando se moja o está en un ambiente húmedo, un elefante blanco se ve rosado, y los elefantes rosas son también epítome de la rareza fantástica, pero eso es otra cuestión. Curiosamente, la mayor parte de fotografías referidas a elefantes blancos no repoducen ejemplares asiáticos, sino africanos, y por la tanto, no son ni blancos ni albinos, sino que están blanqueados por el polvo calcáreo o por el barro seco, como el ejemplar que sirve para encabezar este artículo.

Los mitos referentes al tópico de lujo excesivo encarnados por el elfante blanco quedan exquisitamente reflejados en El robo del elefante blanco, por Mark Twain, un libro exquisito, ácido, amargo y mordaz sobre el estúpido utilitarismo occidental y la reducción al absurdo de la supuesta superioridad moral y científica depositada en la caricaturesca versión de Sherlock Holmes que encarna el inspector Blunt. El Elefante Blanco del Siam se convierte en objeto deseado y repudiado simultáneamente, para finalmente ser absurda y cruelmente perdido y destruido en su recuperación, convirtiéndose en la desgracia trágica del futuro social del pobre enviado de la corte de Siam encargado de obsequiar con tamaño lujo a la corte británica sin poder superar el trayecto a través de los Estados Unidos. Mark Twain ofrece una desesperanzada visión de la modernidad encarnada por la sociedad americana, estúpida, desarraigada y pícara, frente a la secular tradición asiática, ingenua en su sabiduría. Para colmo, hemos de pensar que el valor del elefante reside en su tradicional calidad de transporte y de inexpugnable máquina de guerra, y se convierte en objeto transportado, vulnerable y absurdamente imposible de ocultar o canjear. La sátira de Twain no hace sino recrear a su antojo hechos reales que evidenciaban el paso de la tradición a la modernidad.
En este contexto histórico podemos complementar la información ofrecida hasta el momento con la consolidación del mito antrozoológico del elefante blanco incrementado en Europa y América por las noticias en referencia al obsequio de la corte de Siam a la corona británica. El cómo se filtró mediáticamente en la cultura popular de cuenta el artículo original de Ross Bullen en Public Domain Review  nos sirve para ilustrar nuestro comentario de hoy.

Como es habitual en las excelentes selecciones de Public Domain Review, nos encontramos ante un ameno y sustancioso artículo en el que Ross Bullen contextualiza la presencia icónica del elefante blanco y la gestación del tópico referente al fatuo inútil, excesivo y costoso. La fascinación popular y la imaginación alimentaron una nueva iconografía del elefante como referente conceptual del lujo, la publicidad gráfica y un emergente concepto de sociedad de consumo que no duda en jugar con las preferencias del público, aunque entre estas se incluyan preconcepciones clasistas y racistas de dicha sociedad. El resultado es el mito de la existencia de los elefantes blancos y, simultáneamente, una desmitificación de dicha existencia, una metáfora visual del blanqueado aparente de las cosas para aparentar su revalorización, además de una triste cosificación de los animales y la ostentación del trasfondo racista al que hemos hecho referencia y que entenderéis mejor leyendo el artículo de Bullen. Así, si cuando hablábamos de los elefantes de Daniel Firman aludíamos a todos los tópicos de grandeza y desmesura representados por dichos animales cuando en sus obras desafían a la física y a la gravedad, con nuestra reflexión de hoy queremos dejar constancia de otros aspectos de la simbología del elefante que afectan a la percepción de cualquier representación iconográfica de dicha especie animal. Queremos constatar, una vez más, el poder de las imágenes arquetípicamente  culturales que influyen en la interpretación de la realidad, y cómo la fotografía documental acaba por verse afectada intentando demostrar la existencia de dichos mitos a toda costa, dado que en un breve instante, eternizado por la fotografía, el tiempo desaparece y sólo el espacio y la apariencia cobran sentido, haciendo que un elefante blanqueado, al menos por unos instantes, sea un elefante blanco, en realidad innecesario para confirmar la existencia de tales criaturas, que sí existen, y que en cambio ofrece el peligro da hacer dudar sobre la veracidad documental de la fotografía, amparada por una observación breve y parcial en los nuevos medios auspiciados por las redes.

Así, si no habéis leído al completo este escrito, creeréis, tal vez, que el elefante con que lo abrimos es una elefante blanco, o si lo leéis precipitada y parcialmente, tal vez lleguéis al la conclusión falsa de que, al tratarse de un elefante blanquado, los auténticos elefantes blancos no existen.

Mafa Alborés





Os dejo, pues, para los pocos que leéis al completo la información ofrecida en nuestros textos, la traducción del artículo original de Ross Bullen en Public Domain Review:


La carrera y la guerra del elefante blanco 
de 1884

Empresarios feudales, un elefante blanco, pero no lo bastante blanco, y anuncios racistas de jabón.  

Ross Bullen sobre cómo un extraño episodio en la historia del circo se convirtió en un foro improbable para discutir teorías de la raza del siglo XIX e inadvertidamente dejó al descubierto la  construcciones ideológicas de fondo.
El elefante blanco de Barnum:


El elefante blanco de P. T. Barnum, Toung Taloung, incluido en un suplemento adicional de las noticias de Londres ilustradas, 26 de enero de 1884 -
Fuente/Source

El Monarca de Lydian había sido visto desde Fire Island y se esperaba en la ciudad de Jersey esa noche. Todos en la ciudad de Nueva York ya estaban hablando sobre lo que había a bordo. Fue el 28 de marzo de 1884, y P. T. Barnum, propietario de circo y showman, después de un gran esfuerzo y gasto, había traído el primer "elefante blanco sagrado" a América. Un intento anterior de comprar un elefante blanco de Siam (Tailandia) había fracasado, pero ahora el agente de Barnum, JB Gaylord, había comprado con éxito un elefante llamado "Toung Taloung" o "Gema del cielo", del rey Thibaw de Birmania. Desde Rangún, Toung Taloung fue trasladado en barco por el Canal de Suez y llegó a Liverpool, Inglaterra, el 14 de enero. Después de varias semanas en los Jardines Zoológicos de Londres, donde se convirtió en una sensación tanto en la prensa británica como en la estadounidense, el elefante blanco, sus adiestradores y los agentes de Barnum finalmente navegaron a Nueva York el 8 de marzo. Cuando el Monarca de Lydian llegó veinte días después, Barnum y su séquito se apresuraron a Nueva Jersey para encontrarse con Toung Taloung.

Al día siguiente, en una historia titulada "La bestia sagrada aquí", el New York Times ofreció un relato dramático del primer encuentro de Barnum con su preciado elefante blanco. "Por supuesto que todos hemos aprendido hasta este momento", dijo Barnum a su séquito, "que no existe tal cosa como un elefante blanco realmente puro. Este es un animal sagrado, un elefante blanco técnico, y tan blanco como Dios lo hace. Un hombre puede pintarlos de blanco, pero este no es uno de ese tipo ". Aunque los lectores que siguieron la cobertura de la recepción de Toung Taloung en Londres hubieran aprendido que los elefantes blancos no son literalmente blancos, la afirmación de hecho de Barnum se opuso. La polémica sobre el color de los elefantes blancos ya había arraigado en la imaginación popular. En 1884, Toung Taloung fue el catalizador de un debate público más amplio sobre raza y autenticidad.

Barnum, elefante blanco:



Portada del Illustrated London News, 26 de enero de 1884, que celebra la llegada de Toung Taloung a Londres -
Fuente/Source

Unos meses después de que Toung Taloung llegara a Nueva York, Frank Vincent Jr., autor del popular cuaderno de viaje de 1874 La tierra del elefante blanco: vistas y escenas en el sudeste asiático, utilizó terminología racialmente explícita para explicar el color de los elefantes blancos a Lectores del Manhattan. En un artículo titulado "Elefantes blancos", Vincent escribe,

    Siempre se debe recordar que el término blanco, tal como se aplica a los elefantes, debe recibirse con calificación. De hecho, los granos de sal deben ser numerosos, ya que el elefante blanco es blanco solo en contraste con los que son decididamente oscuros. Un mulato, por ejemplo, no es absolutamente blanco, pero es blanco comparado con un negro de sangre completa. El llamado elefante blanco es una desviación ocasional de la bestia ordinaria.

Para Vincent, tanto el elefante blanco como la gente biracial comparten una especie de blancura "calificada" que sirve para distinguirlos de los cuerpos negros "de sangre completa" (Vincent se refiere a los elefantes comunes como "negros"), pero no llega a alinearlos con el tipo de identidad blanca privilegiada que el propio Vicente poseía.

En su artículo, Vincent explica constantemente los elefantes blancos a sus lectores en términos de raza, desde señalar el trabajo realizado por los elefantes "negros" y especular sobre por qué la "blancura" es adorada en Siam, hasta afirmar que "[cuando] usted posee un elefante cuyo color es el de la palma de un negro, posees un elefante blanco ". Las descripciones de Vincent reflejan un tópico que se puede encontrar a lo largo del siglo XIX en los elefantes blancos: aunque estos animales no son literalmente blancos, son aproximadamente del mismo color que los blancos. . Por ejemplo, el autor de "The Sacred Beast Here" escribe que Toung Taloung "tiene una gran salpicadura rosada en la frente, que se extiende sobre sus ojos y hasta la mitad de su tronco. Sus orejas, que tienen una peculiar forma de triángulo, están bordeadas con el mismo color rosado de la carne, y están moteadas en grandes manchas, y su pecho y hombros también están manchados. El lado inferior de su tronco también es de color carne ". (La "carne "a la que se hace referencia aquí, por supuesto, es la carne del presunto autor blanco).

En La tierra del elefante blanco, Vincent hace una observación similar, señalando que el cuerpo del "llamado elefante" blanco "tiene" la peculiar apariencia de color carne llamada "blanco". La descripción de Vincent refleja un amplio consenso cultural. que los significantes epidérmicos de la identidad blanca deben circunscribirse cuidadosamente para que solo tengan significado y valor cuando se observan en personas blancas. Cuando tales características físicas son evidentes en una forma no humana como un elefante, o en un cuerpo humano que se considera biracial, estos marcadores privilegiados se convierten en "calificados" o "llamados".



Para complicar aún más la relación entre la blancura humana y los elefantes blancos, se da el hecho de que el término inglés "elefante blanco" sea una traducción inadecuada y engañosa de la frase tailandesa para estos animales. La palabra tailandesa para elefante es chang, y un elefante blanco es un pheuak chang. Según Rita Ringis, “chang pheuak. . . literalmente significa 'elefante albino (o de color extraño)', la palabra usual para el color 'blanco' es completamente diferente '.  

Como prácticamente todos los demás estadounidenses o europeos que escribieron sobre Siam y los elefantes blancos en el siglo diecinueve, Vincent habló sobre el hecho de que "elefante blanco" era una mala traducción de chang pheuak. Y, sin embargo, aún describe a estos animales como los llamados "elefantes [blancos]", pasando por alto lo que él admite es un problema semántico para lanzar criaturas como Toung Taloung como impostores raciales que, como un afroamericano de piel clara. - podría intentar pasar como blanco para acceder a los privilegios estrechamente protegidos de la identidad blanca.

Si se considera que el elefante blanco es un impostor debido a su reclamo indebido de blancura, esta definición del animal como una especie de fraude también está respaldada por la definición de "elefante blanco" del Oxford English Dictionary como "una variedad rara de elefante albino". que es muy venerada en algunos países asiáticos ”, y
"Una posesión onerosa o costosa (de la historia de que los reyes de Siam (ahora Tailandia) estaban acostumbrados a hacer un regalo de uno de estos animales a los cortesanos que se habían vuelto odiosos, para arruinar al destinatario por el costo de su mantenimiento ). Además, un objeto, esquema, etc., considerado sin uso o valor ".

Si bien esta historia del rey siamés y su cortesano arruinado proporciona una explicación convincente de por qué "elefante blanco" puede significar "un objeto, esquema, etc., considerado sin uso o valor", es sin embargo uncompleto artificio. De hecho, si se leen juntos, las dos definiciones de la OED para "elefante blanco" presentan una paradoja: si los elefantes blancos son "raros" y "altamente venerados", ¿por qué el rey de Siam lo regalaría para castigar a un subordinado? Como era de esperar, no hay una instancia registrada de esta práctica en la historia de Tailandia. Sin embargo, esta definición figurativa de "elefante blanco" como un tipo de regalo fatal ha tenido una influencia duradera en el idioma inglés. Hoy en día se puede detectar en fenómenos como "venta de elefantes blancos" o "intercambios de regalos de elefantes blancos", pero en la década de 1880, "elefante blanco" era una expresión común para cualquier tipo de objeto inútil o engorroso.

Puck front cover, from 1882, showing President Chester A. Arthur — beside a large white elephant with the likeness of Roscoe Conkling — wondering “How shall I ever get rid of him? It won’t do to have him on my hands in 1884”. Although he is referring to the year of the next election, it is oddly resonant in the context of Toung Taloung and co
Source
Illustration of Siamese white elephant featured in A Pictorial Geography of the World, 1849
Source.

La historia de Barnum y Toung Taloung ilustra la gran fascinación por los elefantes blancos en la América del siglo XIX. La controversia en torno a la recepción de este animal fue irónica, ya que Barnum, quien había hecho una fortuna al pasar fraudes e imitaciones como artículos genuinos, ahora poseía una verdadera curiosidad, pero temía que nadie lo aceptara como auténtico. Además, como Barnum supuestamente pagó una suma considerable para comprar Toung Taloung (en su autobiografía afirma haber gastado $ 250,000, unos $ 5,5 millones en dinero de hoy, aunque esta cifra es casi una cifra inflada) y el elefante fue solo una atracción de éxito moderado. También podemos notar la ironía de la transformación de Toung Taloung de un elefante blanco literal a uno figurativo.

Toung Taloung se convirtió en un punto crítico para debates culturales más amplios sobre la identidad racial. Uno de los efectos más curiosos de este debate fue la admisión tácita, en artículos periodísticos y en una serie de anuncios de telenovelas, de que la blancura y el privilegio blanco se construyeron socialmente. Si un elefante blanco tuviera un dominio meramente tenue de su identidad blanca, ¿no podría suceder algo similar a la gente blanca? Para comprender mejor cómo la historia del elefante de Barnum se cruzó con ideas más amplias sobre la raza, es necesario considerar otros dos elefantes que fueron presentados al público estadounidense en 1884: la "Luz de Asia" de Forepaugh y el "Fraude Blanco" de Barnum. 
Ambos de estos animales eran elefantes "negros" regulares que habían sido pintados de blanco por sus dueños. Aunque el elefante de Forepaugh, originalmente llamado "Tiny", fue diseñado para ser un rival más blanco de Toung Taloung, y el animal de Barnum fue creado como una parodia de la obvia falsificación de Forepaugh, ambos elefantes "blancos" demostraron la considerable ansiedad cultural sobre la maleabilidad de la blancura como una categoría racial.

Promotional card for Forepaugh’s “Light of Asia” — Collection of the author.

A lithograph, based on a photograph, of Forepaugh’s “The Light of Asia” — Source.


Ocho días antes de que Barnum le diera la bienvenida a Toung Taloung en Jersey City, el vapor de la Ciudad de Chester llegó a Nueva York con el elefante blanco de Forepaugh a bordo. Desde el momento en que apareció Light of Asia en América, surgieron dudas sobre su autenticidad. En los dos días posteriores a la llegada de Light of Asia, el New York Times publicó al menos tres artículos que trataban tanto el color de la piel del elefante, como la historia de su adquisición a Siam, con mucha sospecha. 
Todos estos artículos señalan que el color de Light of Asia, un blanco uniforme distribuido uniformemente en todo su cuerpo, no coincidía con ninguna descripción existente de un elefante blanco siamés, y pasan algún tiempo especulando cómo Forepaugh debe haber teñido este animal (ya sea utilizando pintura o algún tipo de proceso químico). Un editorial titulado "Un elefante muy mareado" cita en detalle a un "caballero". . . cuyos viajes en Asia lo han preparado para expresar una opinión sobre la autenticidad de este elefante ". Este experto en elefantes (posiblemente Frank Vincent Jr.) explica que los dedos blancos de Light of Asia no indican que sea un auténtico elefante blanco, ya que esta característica "muy a menudo se encuentra en elefantes del tipo común, sin ninguna pretensión de" sangre blanca "." La blancura, en este contexto, no puede evaluarse únicamente por sus características físicas. Más bien, la blancura es dictada por la "sangre blanca". Un elefante blanco no debe ser juzgado solo por su apariencia. De hecho, su apariencia física (sus dedos, en este caso) en realidad podría desmentir su verdadera identidad "negra".

Si bien el Times informó que un panel de expertos en elefantes blancos de la ciudad de Nueva York había certificado a Toung Taloung como un auténtico pheuak, hubo mucho menos acuerdo sobre el elefante de Forepaugh. Al menos uno de los expertos que autentificaron a Toung Taloung, David Ker, se dirigió al Times para expresar sus dudas sobre la autenticidad de la Luz de Asia, mientras que un editorial publicado en ese documento el mismo día implicaba que el animal de Forepaugh había sido pintado blanco.

En las semanas posteriores a la llegada de Toung Taloung a los Estados Unidos, la guerra de elefantes blancos entre Barnum y Forepaugh se intensificó. El 19 de abril, la comitiva de Barnum se dirigió desde Nueva York a Filadelfia, donde Forepaugh y Light of Asia ya estaban esperando. Las atracciones estrella de Barnum eran Toung Taloung, por supuesto, y un elefante común, llamado "Tip", que se había teñido de blanco y ahora se llamaba "The White Fraud". Forepaugh estuvo lejos de divertirse con el último truco de Barnum. Respondió a la llegada de Barnum a su ciudad natal con un folleto titulado “¿Demasiado blanco para Barnum?”, Que afirmaba que tanto Toung Taloung como The White Fraud eran impostores y que Light of Asia era “el primer y el único elefante blanco sagrado que ha arribado a las orillas del Nuevo Mundo ".

Not the pamphlet, but a playbill for Adam Forepaugh’s Circus promoting the “Light of Asia” , ca. 1884 — Source.


Como lo sugiere el título de este folleto, Forepaugh aprovechó la considerable confusión pública sobre el color de los elefantes blancos, poniendo en tela de juicio la autenticidad de Toung Taloung porque no era tan literalmente blanca como la Luz de Asia. La blancura, en la guerra del elefante blanco, era una categoría fluida que inevitablemente estaba atrapada en discursos de engaño, transformación y autenticidad.

En noviembre de 1884, murió Light of Asia, lo que provocó el siguiente obituario irónico en la autobiografía de Barnum de 1889: "El propietario de esta imposición pronto anunció que había muerto repentinamente. ¡Simplemente no estaba teñido! ”Mientras Barnum y Forepaugh pronto pasaron a otras empresas, el episodio de Toung Taloung, Light of Asia y The White Fraud demostró ser un catalizador para una discusión más amplia sobre la blancura en los Estados Unidos. Las especulaciones públicas sobre el tipo de tecnología de teñido de la piel que Barnum y Forepaugh podrían haber usado para colorear Light of Asia y The White Fraud gravitaron rápidamente hacia discusiones sobre cómo esa tecnología podría afectar a los afroamericanos. Un artículo notable en el New York Times titulado "Un experimento interesante", publicado el mismo día que Barnum mostró El fraude blanco en Filadelfia, vale la pena citarlo en su totalidad:

    El plan del Sr. Barnum de hacer blanco a un elefante por medios artificiales para contrastarlo con el oscuro y genuino elefante blanco es ingenioso, pero es menos interesante para los elefantes que para otra clase de nuestra población. El inventor del proceso de blanqueo de elefantes afirma que se puede aplicar sin la menor lesión a personas de color, y que proporciona una respuesta completa a la famosa pregunta de Job sobre la posibilidad de blanquear a un etíope. El experimento que se hace ahora con el elefante es observado por toda la población de la calle Thompson con el mayor interés, y si tiene éxito, el hombre de color será tan raro entre nosotros como el sagrado elefante blanco.

    El proceso de decoloración, como se lleva a cabo ahora, no hará que la complexión del hombre de color sea idéntica a la del hombre blanco. El etíope limpio será de una blancura deslumbrante, rivalizando con la de la nieve. La rubia más pura de Madison-avenue aparecerá oscura al lado de las bellezas de Thompson-street, y lo que una vez fue la raza blanca, de repente se convertirá en la raza de color.

    Será una curiosa sensación para las personas blancas encontrarse tratadas con desprecio debido a su color por las personas de color blanqueado. Todas las leyes y regulaciones aún vigentes que están dirigidas a las personas de color se aplicarán a la raza caucásica. Tendremos que aprobar un nuevo proyecto de ley de Derechos Civiles para asegurar la admisión a hoteles y autos que duermen, e incluso podemos escucharnos a nosotros mismos como "niggers", en caso de que las personas de color blanqueado condesciendan a adoptar métodos de expresión blancos.

    Para evitar una situación tan embarazosa, es de esperar que la grada del elefante del Sr. Barnum encuentre alguna manera de imitar con precisión la tez del Cáucaso. En ese caso, el ex hombre de color se distinguirá del hombre blanco original solo por la calidad de su cabello. Probablemente un método para alisar el cabello etíope y reprimir la exuberancia de los labios etíopes pronto seguirá el gran descubrimiento de la decoloración de la piel etíope, y en ese caso todas las distinciones entre las dos razas desaparecerán de inmediato y la cuestión del negro desaparecerá de nuestra política. nunca reaparecer

Aunque el autor de "Un experimento interesante" ha adoptado un tono obviamente satírico, es interesante notar la franqueza con la que reconocen que la supremacía blanca y la "cuestión del negro" dependen de las convenciones sociales. Al imaginar una inversión de los prejuicios sociales, el autor está insinuando que la blancura es un valor social absoluto: cuanto más blanca, mejor. Si bien el escenario descrito en "Un experimento interesante" es fantasioso, sin embargo, habla de ansiedades sociales reales acerca de la raza en la década de 1880. Ya hemos visto cómo Vincent describió el color de los elefantes blancos en términos de la complexión de las personas biraciales. La historia del Times se basa en esta analogía; en su análisis de "Un experimento interesante", la crítica Sarah Amato escribe que "hace". . .  explícito que la exposición de Toung Taloung fue un foro para discutir teorías de la raza. . . . En la post-reconstrucción de América, en el contexto del debate sobre el futuro político de la unión, que estaba ligado a las relaciones raciales, la importancia de blanquear un elefante fue aún más resonante ".

Quizás el episodio más llamativo en la guerra del elefante blanco fue una campaña publicitaria lanzada por Pears 'Soap en marzo de 1884. Aunque el anuncio se publicó por primera vez en una publicación británica (The Graphic), después de que Toung Taloung llegó a los Estados Unidos, se reimprimió en Periódicos estadounidenses como Puck, Harper's Weekly y Frank Leslie Sunday Magazine. 

El anuncio de página completa presenta a un elefante y su entrenador, un hombre barbudo de piel oscura. El hombre está de pie sobre una alta caja de madera, de modo que puede tocar fácilmente la parte superior de la cabeza del elefante. Un cubo descansa sobre el elefante, y con su mano izquierda el hombre sostiene un paño que ha estado utilizando para restregar la piel del elefante, transformándola, en el contexto de la gama monótona de la ilustración, de negro a blanco. En su mano derecha, extendida hacia el espectador, sostiene una barra de jabón. El texto que se encuentra en la parte inferior del anuncio dice: "EL VERDADERO SECRETO DEL ELEFANTE BLANCO: EL JABÓN DE PERAS". Incomparable para la tez ". El anuncio deja abierta la pregunta de si el Jabón de las peras ha revelado el "verdadero" elefante blanco debajo de una capa de tierra negra o simplemente ha blanqueado a un elefante común para que parezca blanco, replicando así el debate sobre el elefante blanco que se había jugado en los periódicos de Londres, y anticipando la ida y vuelta de la guerra de elefantes blancos de Barnum y Forepaugh en abril de 1884.

“The Real Secret of the White Elephant”, Pears’ Soap advertisement — Source.


El anuncio de The Pears 'Soap implica fuertemente, en palabras de Amato, "que la blancura humana es una condición efímera que puede ser regenerada por la mercancía". Para Karl Marx, en Capital: Volume One, la mercancía fetichizada tiene un secreto, a saber, que en su intercambio el valor es un reflejo del trabajo humano más que una de sus propiedades inherentes. El elefante blanco también tiene un secreto, un secreto a la vista, reconocido y satirizado tanto por el Jabón de las Peras como por el autor de "Un experimento interesante": a saber, que la blancura es una construcción social, cuyos límites deben ser cuidadosamente circunscritos y regulados. Para mantener el poder del privilegio blanco. Si los beneficios de la blancura se pueden extender a cualquiera (afroamericanos) o cualquier cosa (un elefante), perdería su valor para la élite blanca.

Al igual que "Un experimento interesante" se basó en un elefante racializado para expresar ansiedades blancas sobre los afroamericanos, también la imagen de "El verdadero secreto del elefante blanco" influyó a un anuncio posterior al de Pears' Soap que transfirió la relación entre el jabón y la blancura de un Elefante a una figura humana. Publicado por primera vez en el gráfico el 25 de diciembre de 1884, este conocido anuncio muestra a un niño blanco bañando a un niño negro en una tina pequeña. Al igual que la imagen "El verdadero secreto del elefante blanco", este anuncio también se reimprimió en los Estados Unidos. En el primer panel, el chico negro está sentado en la bañera mientras el chico blanco está parado sobre él sosteniendo una barra de jabón. En el segundo panel, el chico negro está sentado afuera de la tina, mientras que el chico blanco está sosteniendo un espejo frente a la cara del chico negro. Aunque la cabeza del niño negro aún es negra, el resto de su cuerpo se ha vuelto blanco, creando así un paralelo visual entre esta figura y el elefante blanco en el anuncio anterior. La mirada sorprendida en la cara del niño negro sugiere que está satisfecho con esta transformación, aunque es significativo que no se haya encalado completamente, mientras que el anuncio sugiere que la blancura es flexible, no llega a sugerir que el Jabón de Peras, o nada por el estilo, puede erradicar completamente la diferencia racial.

“Matchless for the Complexion”, Pears’ Soap advertisement — Source.


En la medida en que este anuncio retoma “la famosa investigación de Job sobre la posibilidad de blanquear a un etíope”, refleja las ideas expresadas en “Un experimento interesante” que conecta la controversia que rodea a Toung Taloung con la racialización afroamericana. Al igual que "Un experimento interesante", el anuncio de blanqueo es sorprendentemente sincero sobre el hecho de que la blancura es una construcción social, o al menos propone la posibilidad de que "negro" y "blanco" no sean siempre categorías rígidas e inmutables. Sin embargo, el tono humorístico de "Un experimento interesante" y el anuncio, y la limitada eficacia del Jabón de peras para blanquear tanto al elefante blanco como al niño negro, sugieren que a pesar de la aparente maleabilidad de la blancura, es un control estricto. Privilegio social que no se puede extender a los demás.

Si, en un nivel figurativo, un elefante blanco es una posesión que, para citar a Marcel Mauss en su famoso estudio El regalo, "viene con una carga adjunta", entonces cuando Toung Taloung se alejó del Monarca de Lidia, fue acompañado por una gran cantidad de estereotipos que hablaban de ansiedades que se encuentran en el corazón de la cultura estadounidense. Cuando se consideró junto con Light of Asia, The White Fraud y White Elephant War, la llegada de Toung Taloung a los Estados Unidos no fue simplemente otro episodio más en la larga historia de Barnum de ignorar fraudes en el público estadounidense. Más bien, marcó una curiosa coyuntura histórica donde las ansiedades sobre la raza estaban representadas en una figura, el elefante blanco, que durante mucho tiempo había sido visto como una metáfora adecuada del despilfarro y el engaño. Los elefantes blancos fueron una gran noticia en 1884. Aunque los estadounidenses que se alinearon para ver a los animales de Barnum y Forepaugh pensaron que estaban pagando para ver atracciones exóticas, en verdad fueron testigos de sus propias ideas sobre la blancura representadas en un foro público, repleto de todas las paradojas. y los prejuicios que acompañan a las teorías sobre el "secreto real" de la raza.

Ross Bullen enseña inglés en la Universidad OCAD en Toronto. Puedes encontrar más de sus escritos aquí y seguirlo en Twitter.



https://publicdomainreview.org/2017/10/11/race-and-the-white-elephant-war-of-1884/?fbclid=IwAR1f4fqIh_65A5_LJ0A6RN1lawkgcBnf51Is9rz8erDXXwSb9kXlD2qGGQc


Entradas Relacionadas:

Diformismo sexual y divinidad. Elefantes y Elefantas. Vinayaki frente a Ganesha.

Elefantes, caballos y las proporciones del paraíso, por Dániel Margócsy.

Remedando el olvido de los elefantes de Daniel Firman y un apunte a los toros de Jordi Benito. 

Animal blanco. Animal negro. Animal blanco y negro.

osos blancos, osos negros, osos grises.(Animal Blanco, Animal Negro, Animal Blanco y negro II)

Oso negro blanco. Animal blanco, animal negro (actualización)

Espiritualidad blanca. Materialismo Indio. (animal blanco, animal negro bis)

 La fotografía de animales, naturaleza y artificio de Maroesjka Lavigne... y un apunte iconográfico a "Animal Blanco Animal Negro". 

Simbolismo animal y lobos negros. Nick Jans y Romeo. Dick Kramer y su visión de George Stone y el canto del lobo.

 Más sobre gatos con motas y animales blancos. Servales mutantes y tergiversaciones.

 Rembrandt Bugatti. Escultura y animales.

Huellas de neumáticos y huellas animales. Esculturas zoológicas a partir de deshechos industriales por Serge Van De Put.

Memoria lingüística y memoria visual. El rinoceronte de Durero y el Unicornio de Marco Polo

Biodiversidad y Fotografía.

LA BESTIA IMAGINADA. ANIMALIDAD E IMAGEN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario