Cuaderno de campo de 1909. Notas del paleontólogo Charles D. Walcott sobre los fósiles de las Lutitas de Burgess. |
El cuaderno de campo es el soporte básico, la herramienta de trabajo fundamental de la mayoría de científicos e investigadores naturalistas, hasta el punto que sus convenciones, el aspecto que ofrece desde fuera visto por un entendido, o un científico ajeno a la investigación concreta del autor del cuaderno, son reconocibles o reinterpretables, o yendo más lejos, son incluso caricaturizables o impostables, como bien nos demuestran Pere Formiguera y Joan Fontcuberta en Fauna Secreta, construyendo una historia alrededor de los supuestos cuadernos de Campo del profesor Ameisenhaufen:
De hecho, el cuaderno de campo como prueba de la existencia de algo real funciona como pretexto realista para sustentar muchas obras de ficción. Algunas tan célebres como las crónicas de Spiderwick, una serie de libros para niños realizada a principios del presente siglo por Tony DiTerlizzi y Holly Black complementada por la publicación de libros ilustrados a modo de los "auténticos" cuadernos de campo del investigador de ficción.
El uso del cuaderno de campo en la ficción es un recurso de verosimilitud, y ha sido explotado hasta la saciedad, y, posiblemente, el ejemplo más ilustre que se nos ocurre destacar es el de la fauna especulativa, la evolución de un futurible posterior a la desaparición de la especie humana, a cargo del biólogo Dougal Dixon, que acabó por tomar forma como documental audiovisual hace años.
Es curioso que normalmente sean poco conocidos los cuadernos originales de los naturalistas más célebres, y, en todo caso, sólo han servido como base o apunte para las posteriores ediciones ilustradas de sus trabajos, llevadas a cabo por artistas especializados. Aunque en muchas ocasiones la maestría técnica de los naturalistas daba a sus trabajos de campo una cierta categoría artística, como ocurre con algunos de los apuntes de primates del profesor Sabater Pi, sin duda hábil dibujante pero posiblemente sobrevalorado como tal. Sólo en ciertos casos puntuales se encuentran momentos decisivos o trascendentales en el cuaderno de campo, aunque tal apunte provenga de la inspiración de otro pensador.
Se ha dado más trascendencia e importancia al primer esbozo del árbol de la vida de Charles Darwin (al lado, derecha) pese a ser vicario de la generosidad intelectual de Alfred Russell Wallace, y, en cualquier caso, la celebridad de las teorías evolucionistas de Darwin y Wallace se deben a las ediciones ilustradas de otros naturalistas internacionales que aportaban sus dotes de ilustrador fuera del ámbito de la inmediatez del cuaderno de campo.
Ya hemos referido esta trascendencia en ejemplos como el de Alfred Brehm, pero sin duda el más memorable sea el caso de Ernst Haeckel, quien reordenaba magistralmente sus apuntes en ilustraciones que en sí mismas entrañaban el concepto de orden natural, donde todo está dispuesto con un sentido armónico evocado por la propia disposición y simetría de los elementos en la página, a imagen y semejanza de los anaqueles de los gabinetes de historia natural, el campo de trabajo de donde surgen estos sucedáneos de los auténticos cuadernos de campo.
En el cuaderno de campo caben tanto los apuntes del natural como las anotaciones abstractas, el desarrollo de ideas en forma de esquema dibujado que posteriormente intentará mejorar y optimizar el resultado de la propuesta inicial o profundizar en ella gráficamente para que sea más comprensible o simplemente más memorable, atractiva o hermosa en cuanto que imagen gráfica.
El apunte del cuaderno de campo de Darwin apunta tan sólo a una idea. No observa nada directamente del entorno, aunque sea en la naturaleza en donde se revele. Por eso no reproduce ningún árbol concreto, y apenas representa el esquema de ramificación de algo semejante a un árbol. Posteriormente, para la edición ilustrada de su obra, se realiza una curiosa metáfora visual, dado que se representa un árbol simbólico con el que visualizar las ramificaciones de la evolución, pero adopta un acabado más minucioso, que recuerda al de la observación directa y el apunte detallado y minucioso propio de los naturalistas atentos al detalle.
Con todo y eso, es significativo observar el primer esbozo del cuaderno de Darwin , su versión en la ilustración de la edición de su obra (arriba, izquierda), y las revisiones posteriores por parte de Haeckel (al lado derecha), por seguir con el mismo ejemplo.
E. Haeckel |
Frente a las elaboradas ilsutraciones de ilustradores especializados, los cuadernos de campo muestran no sólo una cierta inmediatez o un recordatorio de la presencia física del autor en un biotopo determinado ante unos ejemplares y accidentes naturales determinados, sino también un poso de la presencia y la subjetividad del propio autor, y por tanto se convierten también en testimonios de su intimidad. De dicha ambivalencia nace el uso oportunista como recurso narrativo del cuaderno de campo, real o ficticio, tal y como hemos comentado al respecto de algunos bien conocidos como los mencionados más arriba.
También son célebres éxitos editoriales otros ejemplos como el de Dragonology, una recopilación en forma de cuadernos de campo de un supuesto zoológo compilando las especies de dragones del mundo.
Todo ello podría hacernos pensar en el cuaderno de campo como algo ya en desuso o no estrictamente fiable como documento o testimonio estrictamente científico, pero lo cierto es que sigue siendo un soporte natural y habitual en el desarrollo del trabajo de cualquier científico, o de cualquier artista que haga observaciones directas de su entorno, pero no debemos olvidadr que una cosa es un libro de apuntes, otra un libro de artista y otra bien definida un cuaderno de campo naturalista.
Pues bien: hemos descubierto una pequeña joya, "Diàlegs entre quaderns" ("Dialogos entre cuadernos") una reflexión audiovisual sobre diversos aspectos observables en los cuadernos de campo de varios investigadores contemporáneos, realizado por Bibiana Martín, que ofrece una perspectiva particular y sugerente sobre los documentos generados por la actividad compiladora de datos y anotaciones al respecto de los naturalistas seleccionados como ejemplo.
Su autora se limita a informarnos de que este documental ha sido grabado íntegramente con un móvil (iphone8). La intencionalidad del filme es mostrar la relación entre el arte y la ciencia a través de los cuadernos de campo, desde los que se espía la intimidad de unos y otros.
Consideramos este trabajo como una bella, sencilla y valiosa aportación a todos los que reflexionamos sobre el modo en que extraemos información del mundo natural y sobre el modo en que transmitimos dicha información:
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