Jose Navarrete (del proyecto fotográfico "Crossdressers") |
Jose Navarrete |
Es cierto que contemplábamos de forma parcial uno de los múltiples aspectos de este interesante proyecto fotográfico, y que barríamos para nuestro terreno al observar la presencia de sórdidos vestigios animales y naturalezas muertas en espacios arquitectónicos (ganados a territorios antaño agropecuarios a fuerza de expansión industrial) pero ciertos nexos poéticos unen a la agreste Patagonia de Provedo con los comedores de polígono industrial de Navarrete, aunque sean (significativamente) lejanos.
Jose Navarrete: Extrarradios |
Hace tiempo, al exponer nuestras impresiones sobre el proyecto fotográfico Extrarradios, de Jose Navarrete, dejábamos claro que su inclusión entre nuestras selecciones de arte antrozoológico se debía a la presencia de imágenes animales y animales taxidermizados en muchos de los escenarios registrados por su cámara. Por lo tanto, no podríamos afirmar en Navarrete planteamiento antrozoológico alguno a no ser como inevitable registro de accidentes antrozoológicos en su fotografía eminentemente social. No obstante, ya expusimos en su día hasta qué punto la antrozoología no es sino una extensión de la sociología teórica, y en la entrada de hoy volvemos a hacer una reseña sobre los reportajes fotográficos de Jose Naverrete forzando tal vez de nuevo su asociación con una cierta antrozoología artística.
Aunque ya hicimos referencia anteriormente a la cuestión del diformismo sexual en otras especies animales, lo cierto es que incluso en aquella ocasión dábamos cuenta de ello por motivos igualmente antropológicos, dado que desde un punto de vista antrozoológico el diformismo sexual es un refuerzo de las identidades del mal llamado género y modelo iconográfico de caracterización externa de personajes y diseño de vestuario, sea en ámbitos escénicos o artísticos, narrativos, ficticios, o en ámbitos sociales que definen la realidad de los roles asignados en base a una diferenciación en principio puramente biológica.
La diferenciación visual entre géneros de una misma especie es algo bien conocido. Es lo que se llama dimorfismo sexual, y son estas diferencias físicas las que sirven para despertar en los diferentes sexos de una misma especie diferentes pautas de conducta encaminadas a la perpetuación de la misma:
En algunos casos, dichas diferencias físicas sirven para camuflar en el entorno al miembro que pasa más tiempo protegiendo, alimentando o incubando a las crías, generalmente la hembra, en otros casos el dimorfismo se basa superestímulos que atraen al sexo contrario porque supuestamente constatan una mayor capacitación física para actividades de supervivencia, o simplemente porque resultan llamativos. Así pues, los machos suelen ser de mayor tamaño, de colores más vivos y estridentes para atraer la atención de las hembras o para desviar la atención de los depredadores.
Por alguna razón, en nuestra cultura el macho humano ha sido usurpado de las llamativas y coloristas señales de su atuendo, que se han traspasado a las hembras, supuestas encargadas de atraer al macho humano con exhibiciones más propias de machos en casi todo el mundo animal. El hiperdimorfismo sexual más allá de la femineidad humana encuentra su terreno natural en los recursos de la estética drag-queen, y en el mundo de la ficción animada, las bailarinas avestruces de Disney son llamativos machos de aspecto antropocentristamente femenino.
En aquel post rescatábamos una interesante entrada original de COLOSSAL
que reúne un recopilatorio de ejemplares de lepidópteros en colecciones
entomológicas de diferentes especialistas que han seleccionado
ejemplares de aspecto hermafrodita o cuando menos andrógino, al presentar asimetrías: un ala de macho y un ala de hembra.
Recordemos que el coleccionismo de este tipo de ejemplares era uno de las pasiones de Sir Joseph (en cierta manera alter ego alternativo de Joseph Banks), superior del Doctor Stephen Maturin en las sagas navales de Patrick O'Brian. La fascinación por estos ejemplares zoológicos se basa en la analogía con nuestra realidad, con nuestra particular animalidad humana subrayada por las diferenciaciones de género basadas en la indumentaria, encaminada a reforzar la imagen de lo masculino y lo femenino en base a comportamientos dependientes de roles puramente sociales.
Recordemos que el coleccionismo de este tipo de ejemplares era uno de las pasiones de Sir Joseph (en cierta manera alter ego alternativo de Joseph Banks), superior del Doctor Stephen Maturin en las sagas navales de Patrick O'Brian. La fascinación por estos ejemplares zoológicos se basa en la analogía con nuestra realidad, con nuestra particular animalidad humana subrayada por las diferenciaciones de género basadas en la indumentaria, encaminada a reforzar la imagen de lo masculino y lo femenino en base a comportamientos dependientes de roles puramente sociales.
El reciente proyecto de Navarrete que reclama nuestra atención y comentario de hoy (aunque lo tenemos aparcado en nuestros borradores desde hace ya tiempo) es Crossdressers, una interesante aproximación sociológica, profundamente humana, a la observación de los roles sexuales como rasgo identitario individual.
Se trata de algo más que una mirada al travestismo. El travesti propiamente dicho puede ser ocasional o atender a una pulsión de identidad con una sexualidad alternativa. Hombres que se sienten mujeres y que visten como tal, mujeres que se sienten hombres y hacen lo mismo. El travestismo es la antesala de la transexualidad física que recurre a la hormonación o a la cirugía para una transformación física en base a una condición psicológica, pero no necesariamente. Entre otras múltiples opciones se halla sencillamente la de los trangresores de la apariencia que necesitan contactar con su identidad femenina desde su condición supuestamente masculina y condicionada por tanto por la vestimenta, el estilismo y la cosmética. El crossdresser traspasa esta barrera de la apariencia para sí mismo y para quien siga su juego y acepte su identidad alternativa como algo tan real como se establece en el juego de apariencias con los espejos y por lo tanto con la fotografía, arte cómplice por excelencia de la observación de las apariencias.
Jose Navarrete intenta una aproximación comprensiva e integradora a un colectivo que gusta de romper las fronteras transgénero para diluir los encorsetamientos de la identidad individual frente a las expectativas colectivas. Lo hace gracias a la cercanía, aumentando la distancia focal de las ópticas empleadas con respecto a Extrarradios para establecer una aproximación lo suficientemente íntima para respetar el juego de apariencias y simultáneamente desvelarlo sin que ello constituya más que una constatación acrítica del hecho, ahondando en la empatía implícita entre observador y observado para que ambos concluyan en la aceptación de la identedidad femenina que la fotografía les otorga.
Por ello, de alguna manera, el retrato pactado adquiere inevitablemente una analogía con las cámaras-trampa empleadas por organismos como GEMTE con los que colabora el antes mencionado Francisco Provedo. Sin embargo somos conscientes de estar estableciendo un juego de palabras perverso entre un fotógrafo de la naturaleza como Provedo (aunque practique otros campos de la fotografía) y un fotógrafo de la naturalidad como Navarrete. El término intermedio sertía el naturalismo entendido como estilo literario de Balzac o de Galdós.
Jose Navarrete vuelca todo el contenido implícito en su mirada empática a la humanidad y a la identidad social de sus sujetos retratados, y por ello su trap-camera precisa de su presencia, de su intermediación con los retratados para no ser meros objetos de estudio, sino partícipes de una integración social alternativa que amplía nuestra propia preconcepción de los roles sociales y de nuestra propia condición biológica.
Se trata de algo más que una mirada al travestismo. El travesti propiamente dicho puede ser ocasional o atender a una pulsión de identidad con una sexualidad alternativa. Hombres que se sienten mujeres y que visten como tal, mujeres que se sienten hombres y hacen lo mismo. El travestismo es la antesala de la transexualidad física que recurre a la hormonación o a la cirugía para una transformación física en base a una condición psicológica, pero no necesariamente. Entre otras múltiples opciones se halla sencillamente la de los trangresores de la apariencia que necesitan contactar con su identidad femenina desde su condición supuestamente masculina y condicionada por tanto por la vestimenta, el estilismo y la cosmética. El crossdresser traspasa esta barrera de la apariencia para sí mismo y para quien siga su juego y acepte su identidad alternativa como algo tan real como se establece en el juego de apariencias con los espejos y por lo tanto con la fotografía, arte cómplice por excelencia de la observación de las apariencias.
Jose Navarrete intenta una aproximación comprensiva e integradora a un colectivo que gusta de romper las fronteras transgénero para diluir los encorsetamientos de la identidad individual frente a las expectativas colectivas. Lo hace gracias a la cercanía, aumentando la distancia focal de las ópticas empleadas con respecto a Extrarradios para establecer una aproximación lo suficientemente íntima para respetar el juego de apariencias y simultáneamente desvelarlo sin que ello constituya más que una constatación acrítica del hecho, ahondando en la empatía implícita entre observador y observado para que ambos concluyan en la aceptación de la identedidad femenina que la fotografía les otorga.
Por ello, de alguna manera, el retrato pactado adquiere inevitablemente una analogía con las cámaras-trampa empleadas por organismos como GEMTE con los que colabora el antes mencionado Francisco Provedo. Sin embargo somos conscientes de estar estableciendo un juego de palabras perverso entre un fotógrafo de la naturaleza como Provedo (aunque practique otros campos de la fotografía) y un fotógrafo de la naturalidad como Navarrete. El término intermedio sertía el naturalismo entendido como estilo literario de Balzac o de Galdós.
Jose Navarrete vuelca todo el contenido implícito en su mirada empática a la humanidad y a la identidad social de sus sujetos retratados, y por ello su trap-camera precisa de su presencia, de su intermediación con los retratados para no ser meros objetos de estudio, sino partícipes de una integración social alternativa que amplía nuestra propia preconcepción de los roles sociales y de nuestra propia condición biológica.
Jose Navarrete: Crossdressers |
Siempre en sintonía con el interés humano, sociológico, de Jose Navarrete, sus fotografías, interesantes por sí mismas como obra artística, adquieren un valor documental de mayor calado cuando son acompañadas por sus propias observaciones acerca de la gestión del proyecto en sus charlas y conferencias, generalmente en ámbitos intelectuales y educativos directamente relacionados con el ejercicio de la Fotografía. Así lo ha hecho en la EASD Serra i Abella en la que él mismo estudió, o en GrisArt, donde también su trabajo fotográfico despertó gran interés y seguimiento.
En Crossdressers observamos una intersección de géneros, el reportaje y el retrato fotográficos, que no se restan protagonismo y que otorgan a la práctica de la fotografía y de su desarrollo expositivo un claro carácter de ventana a otros mundos dentro del nuestro, como diría Huxley, servidos a través de la mirada y la observación atenta del artista ejerciendo como canal comunicador, predisponiéndonos tan sólo con la generación de un cierto clima o atmósfera, reflexiva y sosegada.
Hay una indudable diferencia estética en cuanto a aproximación escópica entre los interiores sórdidamente vacíos de Extrarradios, desde un cierto distanciamiento intelectual y óptico, condenando al observador a una especie de soledad condicionada por el espacio, al acercamiento psicosocial de Crossdressers, en que es el sujeto retratado el que es observado en su particular soledad para cuestionarnos acerca de nuestra propia identidad, y si ésta es puramente natural o convencional.
Las convenciones de la imagen fotográfica hacen el resto. El espacio expositivo y el espacio observado en los encuadres de las copias expuestas interactúan haciéndonos reflexionar sobre el contexto de ambos espacios arquitectónicos y de nuestra relación con la naturaleza exterior de la que nos separamos mediante techos y paredes cuando nos paseamos ante las copias de Extrarradios. Las paredes se convierten puertas al interior de otras visiones alternativas de nuestras relaciones sociales, de la naturaleza humana, cuando observamos las copias de Crossdressers.
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Crossdressers |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Extrarradios |
Su crecimiento en dicho biotopo industrial dependía del éxito y proliferación de las fábricas e industrias de servicios generadoras de puestos de trabajo. La crisis de éstas suponía la inevitable crisis de dichos restaurantes, convertidos ahora en espacios desmesuradamente grandes para su escasa afluencia actual. No es difícil (aunque sí parezca socorrido e incluso gratuito) establecer una cierta relación con la documentación fotográfica de los espacios naturales en que se desarrollan las observaciones mastozoológicas de Francisco Provedo, o de Steve Winter, si prefieren un ejemplo más célebre y contundente.
Jose Navarrete: Extrarradios |
Jose Navarrete: Fotografía Esteroscópica (Anaglifo Digital) |
Bien es cierto que la fotografía estereoscópica, y concretamente el anaglifo, es muy antiguo y no precisa estrictamente de un formato digital, pero sin duda facilita mucho la inmediatez de su desarrollo y aprendizaje. En cuanto al cinemagraph, en forma de GIF fotográfico animado, sólo encuentra su genuina estética cuando remarca y aprovecha su condición de bucle y su hermandad con la fotografía estática, desvinculándose por tanto del cine o el vídeo.
Queremos ofrecer, para terminar, estos dos ejemplos del propio Jose Navarrete, quien nos demuestra comprender con maestría que un anaglifo digital estreoscópico cobre sentido cuando se aprovecha de una gran profundidad de campo significativa y que un cinemagraph gana expresividad cuando cierra el diafragma y ralentiza el tiempo de exposición congelando con evidente instantaneidad el movimiento de algunos objetos frente a los que selectivamente aportan la mirada poética del artista.
Si observáis con gafas anaglifas (rojo-cyan) la foto esteroscópica nocturna de Navarrete, comprenderéis que estéticamente gana en expresividad y contenido, en trascendencia, y no es un mero efectismo óptico añadido a la fotografía monoscópica convencional. Y si quisiéramos recordar que tras las motivaciones estéticas de una fotografía, sea cual sea la técnica empleada, está la mirada y la observación del artista que se comunica con el espectador a través de sus imágenes, no se nos ocurre nada mejor que concluir con este hermoso autorretrato callejero en formato cinemagraph de Jose Navarrte, cuya obra fotográfica nos ha servido para reflexionar sobre todo aquello que solemos observar en El Animal Invisible.
Mafa Alborés
Jose Navarrete: Cinemagraph |
https://cadenaser.com/emisora/2019/01/30/sercat/1548858681_403366.html
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