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miércoles, 10 de abril de 2019

Reflexión sobre la fotografía estereoscópica. Trampas Fotográficas de Mafa Alborés.


Mafa Alborés / Pau F. Luís: Proyecto Animal Invisible

Dedicamos hoy nuestra bitácora en línea a reflexionar sobre la actualidad de la fotografía desde diversos aspectos de su ejercicio, pero haciendo hincapié en una de sus variantes menos valoradas, comprendidas y conocidas por los propios fotógrafos: la fotografía esteroscópica.

Aunque el advenimiento histórico de la fotografía supuso un revulsivo en la estética del arte figurativo, y muy especialmente de la pintura y la ilustración, lo cierto es que su aparición no hizo sino constatar la vicariedad cultural a la representación gráfica de la realidad en dos dimensiones, tal y como había marcado la tradición del dibujo y la pintura desde hacía siglos. 

La fotografía se erigió como la forma más fidedigna de reproducir las imágenes del mundo físico tal y como las captaba el ojo, pero en ésta afirmación encerramos una concepción monoscópica de la percepción visual. 

Lo cierto es que nuestra percepción visual del espacio, estereoscópica, nos proporciona una inmersión en la profundidad y en la apreciación intuitiva de las distancias existentes entre los objetos de la que carece la tradicional representación bidimensional del dibujo y la pintura, por más que se esforzara en plasmar las leyes de la perspectiva euclidiana. 
Vemos con dos ojos y percibimos el espacio tridimensionalmente y la fotografía monoscópica no es más que la culminación de la aplicación técnica de un aprendizaje histórico de las leyes de la óptica, la física de la luz, las aplicaciones de las lentes y el comportamiento físico y químico de los materiales fotosensibles. 

La combinación y fijación de todos estos procesos culminó en los procesos fotográficos monocromos, pero incluso llegado este momento no tardó mucho tiempo antes de que se estudiasen las múltiples posibilidades de su aplicación óptica, incluída la fotografía esteroscópica a partir de dos tomas fotográficas de un mismo tema con ejes ópticos paralelos con una separación similar a la existente entre nuestros ojos. Los esteroscopios son muy antiguos, y las postales y cámaras esteroscópicas de doble objetivo también. 



Sin embargo pocos se plantean el hecho de que, en realidad, los ejes ópticos de nuestros propios ojos convergen a la distancia del objeto enfocado, por lo que nuestros músculos oculares responsables de su giro, o de la orientación de dichos ejes, se combinan de forma casi inconsciente con los músculos ópticos responsables de deformar el globo óptico para variar su distancia focal.
Cuando los estudiantes de fotografía estudian el enfoque, lo hacen con respecto a cuestiones acerca de la distancia focal o la aplicación de la hiperfocal en relación al concepto de nitidez y profundidad de campo, pero suelen olvidar que nuestra percepción binocular combina una doble imagen hasta superponer la duplicidad de un sujeto u objeto en cuanto es percibido con la nitidez propia del enfoque preciso. Comprender la estereoscopia es muy importante para comprender el enfoque y las posibilidades estéticas de la profundidad de campo. Tradicionalmente, para generar una cierta sensación espacial, atmosférica, se sugiere el empleo de un enfoque selectivo, con obturaciones rápidas y diafragmas abiertos, pero eso es algo que sólo adquiere pleno sentido con la fotografía tradicionalmente monoscópica.

Poco después de la aparición de materiales fotosensibles pancromáticos se empezó a experimentar con la aplicación de filtros cromáticos en busca del registro de la fotografía en color. 
De hecho, fué durante la experimentación de este tipo de procedimientos que, acidentalmente, Du Hauron, al observar una copia con error de registro con filtros rojo y azul en ambos ojos, apreció un efecto de tridimensionalidad que no tardó mucho en comprender e instauró el método anaglifo para ver tridimensionalmente imágenes gráficas o fotográficas fueran monocromas o en color. 
La visualización con gafas anaglifas filtradas en rojo/cyan sigue constituyendo hoy en día el paradigma de la visión 3D, incluso tras la imposición generalizada del uso de gafas polarizadas a tal efecto en las proyecciones cinematográficas.

La fotografía estereoscópica no debería ser sencillamente una curiosidad o un pasatiempo lúdico de la actividad fotográfica, o una especie de alarde efectista y curioso. Sería algo así como afirmar que lo realmente artístico es el dibujo o la pintura y que el bajorrelieve o la escultura fuesen subproductos efectistas. 
No obstante, es relativamente fácil constatar que poca producción fotográfica en 3D busca aportar rasgos genuínos de sus posibilidades expresivas, y he comprobado frecuentemente que mis alumnos de fotografía persistían en aumentar la "espacialidad" de sus ejercicios en fotografía esteroscópica mediante enfoques muy selectivos, menos convenientes, creo yo, cuando ejercemos este medio de expresión, que cuando ejercemos de convencionales fotógrafos monoscópicos (este problema es observable en las producciones cinematográficas actuales, sujetas a imperativos comerciales que buscan conciliar la estética de la versión bidimensional con la tridimensional de las películas).

La imagen estreoscópica, tanto si es fotográfica como si es pictórica, dibujada, analógica o digital, debería encontrar su propio nicho estético y expresivo sin limitarse a constituir un mero alarde espectacular. 

Lo que sugería a mis alumnos de fotografía más escépticos era que una vez obtenido un resultado, estuviesen convencidos de que a la versión monoscópica de su imagen le faltase peso específico en comparación con la versión estreoscópica, es decir: que el hecho de ver la imagen en tres dimensiones aportase una percepción significativamente diferente de la supuestamente misma imagen.

Basándome en este principio, les sugería que evitasen los enfoques muy selectivos, que aumentasen en lo posible la profundidad de campo y la nitidez de la imagen o que, una vez elgido voluntariamente el plano de enfoque por superposición de contornos de objetos, no fuesen estrictamente los más nítidos u ópticamente enfcados, dado que disponían de dos enfoques posibles.

En mi proyecto Trampas Fotográficas-El Animal Invisible, hago un uso perverso de este principio en algunas de las fotografías de la serie, realizadas en modo esteroscópico. No ofrezco la posibilidad de ver una versión monoscópica de las imágenes que produzco, de tal modo que la opción de observarlas sin gafas anaglifas ofrece la típica impresión de error de registro cromático y no permite apreciar bien la escena, aunque sugiera un recurso estético o expresivo pretencioso e intencionado de imágenes que muestran aparentes escenas naturales. Es por ello que rompo mi regla de la máxima profundidad de campo en fotograías esteroscópicas y realizo estos anaglifos digitales a partir de genuínas tomas dobles consecutivas, con ejes ópticos convergentes a un punto concreto de la escena fotografiada. Así consigo imágenes que aparentemente buscan una cierta atmósfera o espacialidad propia de teleobjetivos o fotografías realizadas com cámaras de gran formato que puedan ser vistas como propuesta bidimensionales con una distorsión cromática supuestamente intencionada y pretenciosamente (o incorrecta y resignadamente) efectista, en cambio, al ser observadas con gafas anaglifas, delatan la artificiosidad de los dioramas empleados y de las reproducciones zoológicas en miniatura, creando una sencilla y rápida reflexión sobre naturaleza y artificio que recuerda a la que hacían antiguamente los dioramas con respecto a la pintura. 

No quiero dejar de hacer constar una actualización al día siguiente de la publicación de éste arículo, añadiendo un comentario del escultor y reivindicador de la fotografía estereoscópica Roberto Manzano, a quien en su día dedicamos una entrada por este motivo (pasando por encima de su maestría como escultor, la cual, sencillamente, nos desborda) y quien, una vez más, apunta exactamente a nuestras propias motivaciones respecto a la estereoscopia (foto)gráfica. Para contextualizar su comentario, diré que lo extraigo de su ubicación en un grupo de Facebook (Stereoscopic 3D) dedicado particularmente a fotografía estereoscópica y otras manifestaciones artísticas en 3D:

Buena reflexión sobre la imagen estereoscópica. Supongo que en este grupo se asimila fácilmente todo tu discurso, el problema es fuera de estos grupos 3D. No se si aportaré algo nuevo, al menos lo justifico como opinión personal.
Empezando de nuevo con el concepto básico, decir que la lente de nuestras habituales cámaras fotográficas representa solamente uno de nuestros ojos, el otro se queda sin representación por la ausencia un segundo objetivo. Este detalle ya está cortando las alas al universo de posibilidades de nuestra capacidad de percepción. Al aportar la segunda imagen, conseguimos entender la realidad de una forma más natural, como es capaz de comprenderla nuestro cerebro. El conformismo de la sociedad hacia la representación bidimensional de la imagen en lugar de tridimensional entiendo que es por cuestiones técnicas a la hora de representarla en los diferentes medios. Para mi, no hay ningún discurso que sostenga que la fotografía bidimensional sea el camino correcto y la estereoscópica sea una mera curiosidad. Ese discurso es víctima del desconocimiento, del conformismo y de la realidad que vivimos y menosprecia la capacidad visual humana. La imagen estereoscópica es la culminación de todas las técnicas de representación de la realidad, y para que sea un estándar, es solo cuestión de tiempo.


Os dejo unos ejemplos, algunos ya conocidos para los seguidores del blog y otros inéditos, y os invito a visitar las entradas que repasan diversos aspectos de la fotografía esteroscópica que os ofrezco al final de este post:




















Mafa Alborés




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