Y enlazando con la ingenuidad de los dibujos infantiles y su reinterpretación literal a través del fotorrealismo digital, retomamos un tema que nos ha invitado a reflexionar en el pasado: la asociación entre la representación gráfica de animales y la curiosidad infantil.
Lo hacemos ofreciendo un nuevo recopilatorio de imágenes y reflexiones acerca de la influencia de los álbumes de cromos coleccionables en la divulgación zoológica popular y en la imagen cultural de los animales, pero lo hacemos también especialmente motivados por las recientes entradas de Koprolitos dedicadas a este tema en el ámbito específico de los dinosaurios y la paleontología, un suculento artículo de Charlie Charmer fracionado en entregas que recomendamos y del que ofrecemos un extracto al final de este post.
Cuando dedicamos una entrada a ilustrar uno de los experimentos de identificación gráfica de animales con nuestros alumnos, elegimos deliberadamente una chinchilla por la ambigüedad que su imagen ofrece para ser identificada como especie concreta por los alumnos poco iniciados en zoología, pero a sabiendas de que en cierta época, mis compañeros escolares coleccionistas de cromos habrían recordado el cromo correspondiente a esta especie, y posiblemente algunos la habrían identificado (curiosamente, la imagen de la chinchilla se correspondía a uno de esos cromos recurrentes para ser impresos en más copias y pertenecer a la categoría de "cromos repetidos" que todos los coleccionistas conocían, a diferencia de los menos reproducidos, objeto de búsqueda obsesiva para la revalorización del intercambio)
La curiosidad infantil es ávida y se alimenta por una sensibilidad alerta y sobredimensionada. Todo aquello que alertaa nuestra percepción y reclama su atención ha de incrementar su adscripción a las leyes gestálticas para que el desinterés no la lleve a buscar nuevos estímulos. Nada más fascinante que cualquier otro ser vivo que muestre rasgos diferenciales, más atractivos cuanto más insólitos, y lo que vale para la vida natural vale también para su emulación gráfica. No es de extrañar que durante siglos los libros más copiados, vistos y leídos, fueran los bestiarios y sus derivados, dando lugar a la especulación gráfica sobre la imagen de los animales, existentes o no.
El advenimiento de la Ilustración en el siglo XVIII supuso también la proliferación de la ilustración en los libros de divulgación científica y naturalista, que en el siglo XIX se verían afectados por la llegada del fotograbado tanto como por la teoriá de la evolción. La expansión colonial y la navegación a vapor hicieron proliferar las imágenes captadas en lugares lejanos, sus paisajes y la fauna y flora que los habitaba. La economía de páginas ilustradas en los libros hacía que para aportar el máximo de información visual se concentrasen múltiples especies en una sola imagen, dando la impresión de que cualquier otro lugar estaba plagado por doquier de criaturas llamativas, de formas extrañas y, con la llegada de las ediciones en color, coloridas. La atracción atávica por los colores vivos y los animales grandes o con atributos físicos conspicuos condicionaron la estética de las ilustraciones naturalistas como reclamo al margen de sus textos, tanto en el público infantil como en el público adulto cuyo niño era despertado con tales argumentos visuales.
Si en el siglo XVIII, la progresiva especialización de los artistas naturalistas y científicos aumentó el grado de verosimilitud gráfica, la llegada de la fotografía en el XIX hizo que los artistas comenzasen a disponer de un modelo preciso de los animales reproducidos. Es más: si antaño los ilustradores naturalistas de campo dependían de la habilidad de los artistas grabadores a la hora de reproducir sus imágenes en las planchas que reproducirían sus obras en las páginas de los libros ilustrados, muy pronto las fotografías pasarían a ser el modelo directo de muchos grabadores y no pasaría mucho tiempo en que el fotograbado permitiese reproducir de forma impresa la propia fotografía, que también había llegado a colarse en forma de copia genuínamente fotográfica entre las páginas.El realismo y la reproducción fidedigna de los colores naturales fueron previos a la aparición de las imágenes fotográficas, gracias al perfeccionamiento de las técnicas de grabado litográfico, y, en ese sentido, pese a la modernidad y vinculación directa con la realidad de las imágenes fotográficas, lo cierto es que el realismo detallado y con una reproducción fidedigna del color es previa a la aparición de la fotografía y de la aplicación de técnicas fotomecánicas en la publicación de libros ilustrados, aunque sí es cierto que el paradigma de edición ilustrada de calidad venía marcada por libros de tema zoológico y naturalista. Como ya mencionamos al referirnos a la historia del coloreado en las ilustraciones zoológicas, es en cierto tipo de ilustraciones que reproducen colecciones museísticas de evidencias zoológicas inertes (especialmente ejemplos de malacología, entomología y ornitología -a partir de modelos taxidermizados-) que posibiltan al artista transcribir con todo detalle (a menudo incluso los receptáculos y mobiliario museístico). Es algo fácil de constatar observando los ejemplos ofrecidos en nuestra Bibliografía Naturalista Comentada.Creemos sinceramente que existe una relación inextricable entre zoología (y biología en general) y coleccionismo que empieza por la enumeración de los animales diferenciándolos y poniendo nombres a cada especie. Las ménageries y colecciones zoológicas, orígenes de los modernos parques zoológicos, son colecciones que emulan la posesión del mundo al poseer al menos un ejemplo de cada uno de sus componentes, y los rasgos propios que definen al coleccionismo se prolongan en el método científico, clasificatorio.
El sistema Linneano no es más que la sistematización del coleccionismo y el coleccionismo naturalista de los museos de historia natural es el que determinará las características de los libros naturalistas ilustrados, que a su vez serán objetos de colección bibliográfica en las librerías y bibliotecas, sirviendo además como inventario o registro gráfico de las colecciones de evidencias. No es de extrañar que la avidez coleccionista, la curiosidad infantil y la pedagogía se aliaran en forma de estampas impresas coleccionables. Los álbumes de cromos coleccionables han sido (y siguen siéndolo) un lucrativo negocio basado en la avidez por aumentar (y en última instancia, completar) una colección.
En el caso de los álbumes de cromos de tema zoológico, estamos convencidos de que han sido una forma de popularización de la zoología ilustrada y ha jugado un papel importante a nivel pedagógico y conceptual, para lo bueno y para lo malo, dado que, indudablemente, han contribuido a remarcar la apreciación del acervo natural como una posesión fraccionable, consumible.
El esquema de cuadrículas y casillas vacías rellenables de los anaqueles de los museos se repite en las páginas a la espera de ser completadas e invadidas de color por sus correspondiente estampas. Los cromos no sólo han de ofrecer una cierta información visual sobre los animales y sus constumbres o capacidades (a modo de resumen de aquello que se sabe acerca de ellos) sino también generar a la vez que colmar una cierta expectativa, un cierto deseo de posesión estimulado por su amalgama de colores, por su composición, por la puesta en escena de hechos más o menos ejemplares o conocidos o, al contrario, de rarezas y curiosidades.
Y, si bien ya habíamos observado algunos de estos aspectos de la ilustración zoológica al referirnos a la iconografía de la divulgación zoológica en el pasado, también es cierto que observamos también, al respecto de un caso ejemplar particular, cómo a menudo se aliteran abigarradamente ecosistemas enteros en ilustraciones que muestran no la realidad natural sino una especie de plato precocinado y concentrado de ingredientes representativos de un biotopo, como especificamos al referirnos a un yacimiento paleontológico conocido como "entrada de la muerte":
“entrada de la muerte”: cementerio de numerosas especies
Una
de las convenciones más frecuentes en las ilustraciones de libros de
zoología es la inclusión casi alegórica de múltiples especies propias de
un biotopo en una misma imagen.
Lo más normal en un biotopo es no ver ni uno sólo de los animales que lo
habitan, y sin embargo, para asociar, desde un punto de vista
pedagógico, las especies animales a su entorno natural, estamos
familiarizados con imágenes que muestran paisajes típicos que ejercen de
decorado para la presencia por aliteración de múltiples especies
atrapadas en el mismo espacio de una página ilustrada.
El
recurso de aliterar distintos momentos posibles en un solo espacio ya
se daba de algún modo en las primeras pinturas rupestres, y, fuera del
ámbito del arte aplicado a la ilustración zoológica, podemos recordar
ciertos temas mitológicos recurrentes en la historia de la pintura que
ayudaban a mostrar distintas vistas posibles de un objeto de interés,
como ocurre con el cuerpo femenino visto desde diferentes perspectivas a
la hora de ilustrar el juicio de Paris o las Tres Gracias, abriendo
además la posibilidad de contemplar una belleza rubia junto a una
pelirroja y una morena (el esquema se repite de algún modo en el éxito
de fórmulas similares como la serie "Los Ángeles de Charlie" o "Sexo en
Nueva York", y son frecuentes los tríos femeninos protagonistas en
películas como "Historias del Corazón", "El club de las Primeras
Esposas", "Las Brujas de Eastwick" y otras). Del mismo modo, existe esta
costumbre de mostrar tres o más actitudes y poses posibles de una misma
especie animal en una única ilustración.
Los paisajes representativos de un clima o biotopo en el que se aliteran todas las especies posibles representativas de la zona es algo a lo que estamos bien acostumbrados y, aunque sepamos que la Naturaleza no suele ser tan generosa con su propia puesta en escena, aceptamos la convención como si de un inventario en forma iconográfica se tratara.
Aplicando esta fórmula a sus portadas, algunas colecciones editoriales alcanzaron un gran éxito comercial y una importante repercusión en la divulgación de contenidos de carácter zoológico, y al respecto ya hemos mencionado en alguna ocasión la colección de Auriga Ciencia "Vida Íntima de los Animales" publicada en los años setenta por la editorial AFHA en nuestro país.
Es por todo lo comentado hasta ahora que la Sabana Africana sigue siendo el biotopo fotogénico por excelencia, al ofrecer la posibilidad de observar simultáneamente variedad de ejemplares de diversas especies en un misma imagen sin necesidad de manipularla. En una selva puede haber mayor variedad de especies, pero no es fácil vislumbrarlas y mucho menos ver las más representativas simultáneamente en un mismo espacio escópico. Imaginemos, entonces, cuánto más difícil será encontrar en la naturaleza un lugar donde poder registrar simultáneamente grupos selectos de categorías animales, como podríamos encontrar en un libro ilustrado de reptiles, anfibios, depredadores, aves...todos reunidos en un mismo espacio posando para el cuadro.
La estampa, o el cromo coleccionable, condiciona la distribución de las imágenes en la página y su disposición y, si bien en ocasiones encontramos cromos destinados a ocupar lugares determinados dentro de la maquetación asociándose a una posición respecto al texto, lo cierto es que en origen las páginas ilustrada y las de texto se concebían por separado en los libros, así que los álbumes de cromos coleccionables, pese a mantener un cierto orden sistemático en casilleros, intentaban mantener la frescura de los libros ilustrados que asociaban imagen a texto, cosa que acabó teniendo un efecto de retorno, llegando a casos ejemplares de ediciones de colecciones de libros ilustrado, especialmente en la década de los años 70s del siglo pasado, en que eran los libros y su diseño los que emulaban la distribución de imágenes propias de los álbumes de cromos, distribuídos como viñetas equidistantes en rejillas predeterminadas en el formato de la página.
Las grandes imágenes se reservaban a las portadas, a modo de reclamo, y ello pasó a un esquema característico a doble página en que las imágenes grandes, a la izquierda, se reservaban a la presentación emblemática de la especie animal, y la página de la derecha reproducía viñetas equidistantes, en analogía a los álbumes de cromos y la secuenciación de los cómics y los story boards de cine para reproducir escenas clave del comportamiento y costumbres de los animales. El texto, a modo de pie de foto, completaba dicha información, pero el afán de síntesis o de reclamo de atención por parte del espectador propiciaba a menudo la dramatización y una especie de amarillismo truculento que apuntase al poder evocador de la narrativa literaria de aventuras ilustradas. De ello constituye un magnífico ejemplo la colección Auriga Ciencia de la editorial Afha (Vida Íntima de los animales) o su emulación en fascículos coleccionables de Vida Animal, herederas del éxito de álbumes de cromos como los editados por Maga en los años 60.
En todos ellos es característico el uso de imágenes realizadas por ilustradores, por más que estuviesen inspiradas en el realismo fotográfico, en aras de superar en detalle e información a lo ofrecido por las fotografías o sus reproducciones en libros ilustrados.
No obstante, con el paso del tiempo y la popularización de las revistas ilustradas, el cine y la televisión, lo cierto es que a mediados de la década de los tetenta y en adelante ya empezaron a imponerse los álbumes cuyos cromos reproducían exclusivamente material fotográfico.
Los álbumes constiuían un negocio asiciado a la venta de los cromos coleccionables, pero también es cierto que dichas colecciones se asociaron a su adquisición como obsequio de otros productos, convirtiéndose en un reclamo de consumo de dulces, chocolates y bollería industrial que formaron parte de la vida del escolar amparándose en su carácter educativo y divulgativo, escogiendo para ello temas que suscitasen el interés y la curiosidad de los niños y los adolescentes.
Los animales nunca dejaron de estar presentes en sus colecciones.
A continuación, y antes de ofreceros las valiosas selecciones de Charlie Charmer para Koprolitos, os ofrecemos una recopilación de imágenes en las que podréis comprobar la evidente influencia de los álbumes (destacamos la persistente presencia de los álbumes MAGA) en las ediciones de Vida Animal y Vida Íntima de los Animales de la colección Auriga Ciencia de Afha.
Observad cómo en las sucesivas ediciones de la colección, ésta fué optando por desvincularse de la estética de la página dercha viñeteada en cuadrículas emulando a los álbumes de cromos para evolucionar en analogía a los cómics más adultos y modernos con nuevas y arriesgadas composiciones de página combinando distintos formatos de viñeta, rompiendo una narrativa muy esquematizada que se suponía su nuevo público ya sobreentendía a la perfección.
lunes, 20 de julio de 2020
Cromosaurios (I)
lunes, 27 de julio de 2020
Cromosaurios (II)
lunes, 3 de agosto de 2020
Cromosaurios (III)
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[2] En 2016, Alex Horley ha introducido dinosaurios en una nueva entrega de cartas de Mars Attacks!
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