Pasamos de los sueños de animales de Valentín Valhonrat a los ensueños antrozoológicos de , sin duda un trabajo mucho más espectacular visualmente, bonitista y también mas obvio o prosaico, que no sabemos bien dónde situar.
Por un lado conecta con la irrefrenable corriente de artistas de la edición digital que inunda las redes apuntándose a cierta reivindicación naturalista, y por otro encaja en un esteticismo un tanto acaramelado de un retorno a un edén donde todas las criaturas son hermosas y conviven en armonía.
Una de esas tipologías de trabajos que colmarían las expectativas de los anaqueles de tiendas de decoración post-new-age que venden y empaquetan con lazos de productos naturales sueños supuestamente poéticos y conservacionistas. La belleza femenina como estereotipo vinculada a la madre naturaleza, los niños en convivencia idílica con hermosas fieras salvajes y otros muchos tópicos tal vez ya vistos pero sin duda defendidos con una convicción y un primoroso alarde técnico que acaba por transportarnos e invitarnos a dejarnos llevar por puro placer.
Podríamos achacar a Van Luit muchos de los tópicos que hacíamos recaer tangencialmente sobre el trabajo de mayor calado de
Gregory Colbert, genuínamente fotográfico pese a sus excesos en la edición, pero Van Luit practica el fotomontaje digital desde una perspectiva casi pictórica, con ciertos visos de surrealismo de sala de bienestar económico, algo tal vez lleno de contrasentidos pero demasiado ilustrativo de los tiempos que vivimos para ser ignorado.
Además, pese a la inicial acidez con que comentamos su obra y el empalago que a menudo nos produce, seríamos hipócritas si negásemos la calidad de su ejecución o el placer estético que muchas de ellas nos producen, y, al fin y al cabo, la diversidad en el mundo del arte ha de ser aceptada como un bien necesario y no excesivamente puntilloso.
Creemos que el trabajo de Van Luit, recursos técnicos aparte, se aproxima estéticamente más al de pintores como
Kate Bergin,
Tiffany Bozic,
Will Wilson, o tantos otros autores que hemos comentado en nuestras selecciones.
El artista confiesa que se limita a dejarse llevar por las composiciones en las que vuelca un imaginario que recoge tanto su amor por la naturaleza como por la belleza de las formas y la evocación del amor por sus hijos, sus juegos y sus propias fantasías infantiles compartidas, y eso es un punto de partida tan honesto como otro cuaquiera.
Al fin y al cabo, lo hace impulsado por las secuelas de una enfermedad que lo alejó de su cotidianeidad laboral y limitó su movilidad hasta el punto de necesitar un escape más allá del espacio y de su propio confinamiento, lo cual es sin duda oportuno para ilustrar ciertos efectos sintomáticos de la pandemia global que nos ha confinado colectiva y preventivamente en los tiempos en que se publica este comentario.
Descubrimos sus fotomontajes y animaciones digitales a través de un
artículo on line de Cultura Inquieta, que no en vano dedica su título a
"Los maravillosos mundos imaginarios de fantasía y realismo de Marcel Van Luit".
En dicho artículo se reivindica la necesidad de soñar con lo inexistente:
Este artista holandés tiene la capacidad
de crear increíbles mundos fantásticos en los que no nos importa saber
que no existen porque, a menudo, soñar es necesario.
Así fue también en su caso, cuando Van Luit necesitaba salir más allá de su realidad y sus anhelos acabaron por materializarse.
A día de hoy, el artista se dedica tanto a realizar su trabajo
personal como encargos para particulares.
«Transformé mis sueños en
piezas de arte. Mi mayor inspiración es mi propia imaginación y mis
hijos. Me encanta mezclar ilusión con realidad para crear mundos
completamente nuevos: mundos en los que amo a mis dos hijos, mundos en
los que quiero escapar cuando la vida está demasiado ocupada. Cuando
usas tu imaginación, todo es posible»,
expone el artista en su página
web.
«Me encanta jugar con oscuridad y luz, creo que van de la mano. Al igual que
en la vida real, lo bueno y lo malo pueden ir de la mano y de la
oscuridad puede nacer la luz. Mi trabajo es sobre la esperanza, son
lecciones de vida para mis hijos, mensajes de amor y confianza en el que
les digo que todo es posible, que solo tienen que creer en ello»,
continúa Marcel que nació y creció en Groningen, una ciudad al norte de
los Países Bajos.
No siempre se ha ganado la vida como artista, trabajaba como
trabajador social y acababa de tener a Otis, su primer hijo, cuando de
repente su vida pegó un giro de 360º.
Marcel cayó enfermo y le diagnosticaron GBS (Síndrome de
Guillain-Barré), una enfermedad muy rara que le llevó a estar, durante
mucho tiempo, completamente paralizado. Después de varios meses en el
hospital fue trasladado a un centro de rehabilitación y no volvió a su
casa hasta un año después.
Cuando aún seguía en silla de ruedas pero por fin la parte superior
de su cuerpo empezaba a funcionar, empezó a buscar un pasatiempo que le
obligara a ejercitar sus dedos y manos.
Cada vez que su hijo le visitaba, tomaba todas las fotos suyas que
podía, no podía llevarle a ninguna parte así que en un momento dado
comenzó a reproducir mundos de ensueño para crear las aventuras que no
podían vivir físicamente; así es como empezó todo.
Marcel descubrió un nuevo talento y una pasión que fue desarrollando
hasta conseguir este juego tan característico de su obra entre luz y
oscuridad y su realismo fantástico. Y de ahí, a contar con cerca de
200.000 seguidores en Instagram y a exponer en ciudades como París,
Miami, Brasil, Amsterdam, entre otras, estas maravillosas fotografías
que nos invitan a perdernos en otros mundos y a seguir creyendo que todo
es posible.
Marcel Van Luit: Website | Instagram
Aunque hemos selecionado algunas imágenes más de Van Luit que reclaman nuestra atención por ser más sobrias, no hemos podido evitar ofreceros también algunas de las más reiterativas o recurrentes, como sus retratos oníricos de leones y otros grandes felinos, o algunas de sus composiciones de animales cubiertos de flores y vegetación que conectarían en cierto modo con lo que ya habíamos visto en Hellen Jewett a través de la escultura y la integración del animal en un abigarrado paisaje idílico que simboliza el obstinado rebrote de la vida como algo bello y esperanzador.
Creo también necesario, dado que no podemos abarcar toda la extensión de su producción, ni toda la tipología de imágenes (damos prioridad a las de tema antrozoológico, que, de todas formas son las más abundantes y significativas) pero sobre todo, porque no os quedéis sólamente con las estampas estáticas,
queremos que la curiosidad os lleve a visitar su cuenta de Instagram, para contemplar sus cinemagraphs y fotomontajes en formato de Gif animado, porque en movimiento y con sonido muchas de las imágenes no sólo corroboran ciertas obviedades que comentábamos al inicio de la entrada, sino que también, por contrapartida, remiten a un tipo de experiencia sensorial evocadora y cargada de onirismo que el artista
quiere
compartir, y sin duda encuentra con ello un medio para conectar con gran parte de su creciente público, que le ha obsequiado con un seguimiento cada vez mayor que ha propiciado sus numerosas exposiciones y su éxito como artista gráfico, cosa que nos alegra al margen de cualquier otra consideración.
Enlaces:
http://www.marcelvanluit.com/
https://www.instagram.com/marcel_van_luit/
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