Julius Csotonyi (@JCsotonyi) |
Un caso aparte, como apuntábamos de sesgado en nuestra entrada precedente, es el de la paleontología y su carácter especulativo, que hace que los conocimientos sobre las especies extintas vaya progresando y modificándose en el tiempo, de modo que los paleoartistas, único vehículo del público para "ver" a aquellos animales ya desaparecidos, son responsables no sólo de situar evolutivamente dichas especies, sino de su evolución iconográfica, de su aspecto físico, que se va adaptando no a su biotopo sino al contexto sociocientífico que les toca vivir.
El caso más emblemático es el de la primera especie de dinosaurio descubierta y descrita desde su descubrimiento, el iguanodón, cuyo aspecto ha ido cambiando en sus representaciones plásticas a lo largo del tiempo, desde un enorme saurio reptante hasta erguirse sobre sus dos patas traseras con el tercer apoyo de su cola en el suelo hasta finalmente (?) erguir dicha cola para usarla como un balancín y volver a acercar sus patas delanteras al suelo.
Hoy en día, los dinosaurios han comenzado a presentar coloraciones conocidas por métodos científicos que también han dado lugar a muchas otras coloraciones especulativas, por no hablar de la llegada de las plumas a sus fisonomías hasta el momento supuestamente escamosas o sencillamente inspiradas en las de los grandes paquidermos ignorando sus pelos. Los dinosaurios de Crichton reinterpretados para el cine por Spielberg, Stan Winston y el equipo de ILM para Parque Jurásico, basaban su credibilidad realista o naturalista en ofrecer el aspecto superficial de elefantes o rinocerontes agigantados, y, además, constituyeron en los años noventa la constatación finisecular del parentesco entre dinosaurios y aves, su alejamiento de los reptibles, su más que posible homeotermia y, sobre todo, el alzamiento de sus colas desde el suelo para elevarlas hasta equilibrar unos nuevos andares más rápidos y ágiles, ya desvinculados de la aparente necesidad de vincularse a la vida acuática para soportar el peso de las moles de sus grandes cuerpos.
El "rey" de este universo iconográfico dinosauriano siguió siendo el Tyranosaurus por muchos años al constituir no el mayor de los dinosaurios pero sí el mayor de los carnívoros, y encarnar, por tanto, la amenaza depredadora mayor que había existido sobre la tierra de la que se tuviera noticia. El morbo atractivo del depredador enciende miedos atávicos y propicia la evocación de narraciones dramáticas y aleccionadoras, y eso ha sido así siempre, por lo que ha calado igualmente en la narrativa científica a la hora de conectar como simple narrativa con un público masivo.
La novedad del Tyranosaurus de Spielberg consistía en sus andares ágiles y rápidos, de gran ave corredora, con su cola separada del suelo equilibrando el peso de su cuello y de sus temibles mandíbulas. Su éxito traspasó las fornteras finiseculares y la franquicia se extendió mostrando nuevas bestias que se habían quedado en el tintero, y, por supuesto, la aparición de Spinosaurus en el panorama paleontológico constatado como gran depredador había de ser mostrada, y ya en la tercera entrega de la saga cinematográfica se le mostró como gran reclamo y novedad que desbancaría a Tyranosaurus de su reinado, convirtiéndolo narrativamente de nuevo en una especie de héroe vengador y conciliador.
Pero el tema que nos ocupa aquí es el de su aspecto, que había pasado especulativamente de bípedo a tetrápodo en más de una ocasión, y que, desde luego, en una época posterior a las lecciones magistrales del ilustrador Gregory Scott Paul ya no podía arrastar su cola por el suelo y la empleaba, como todos los animales de la saga spielbergiana como balancín y arma mortífera. El Spinosaurus o Espinosaurio de Spielberg y el equipo de artistas de los estudios de Stan Winston, Phil Tippet y Dennis Muren se esforzaron por dar la versión más fidedigna y actualizada del animal, que resultó ser básicamente bípedo, terrestre con ciertos hábitos anfibios y habilidades natatorias y una impresionante y enorma mandíbula copiosamente dentada. Y esa terrible y enorme cabeza amenazante que superaba incluso a T-Rex se sostenía en la horizontalidad de su columna culminada en una vistosa cresta espinosa de lo más draconiana gracias a la compesación de peso ofrecida por su cola de sección cilíndrica o mejor dicho cónica, avanzando paralelamente al suelo.
Tukunosuke (@tukunosuke)
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No penséis que esto es definitivo o se ha acabado, pero desde luego es muy ilustrativo del poder de la ciencia en el conocimiento que tenemos de las cosa y de la imagen del mundo que nos ofrece, pero, sobre todo, constata el poder de las artes gráficas a su servicio para vehiculizarlo. Son los dibujantes e ilustradores quienes tienen la última palabra y transmiten al imaginario poular el aspecto físico de las especies extintas, y ese privilegio antaño en manos de todo ilustrador científico, tras el advenimiento de la fotografía y los medios audiovisuales es exclusivo de los paleoartistas. En el caso de Spinosaurus, como habíamos ilustrado ya con Iguanodon, ha sido muy cambiante desde los primeros hallazgos, y estos siempr han obligado por su carácter fraccionario a la reconstrucción especulativa que busca respuestas cada vez más coherentes a mdida que profundiza en sus suscesivas observaciones.
Somos testigos, pues, de los sucesivos cambios evolutivos en la iconografía del espinosaurio, tal y como ocurre con los demás dinosaurios, pero evidentemente, algo más fácil de observar entre los más emblemáticos. Observad simplemente los cambios de los velociraptores en las sucesivas entregas de la franquicia de Jurassic Park y Jurassic World, que ni siquieran contemplan más que sutil y vestigialmente la posibilidad de que estén emplumados, cosa que en algunas producciones audiovisuales, de carácter lúdico, especulativo o científico sí estamos ya habituados a ver, no sólo con los velociraptores, sino incluso con los carnotauros y tiranosaurios.
Sobek: bajorrelieve del templo de Kom Ombo. |
Es momento oportuno de recapitular y recordar lo que ya habíamos expuesto anteriormente acerca de la evolución iconográfica de los dinosaurios:
Ya en nuestros propios escritos preliminares a la existencia de El Animal Invisible como blog de divulgación de Antrozoología Artística, elaborados en un contexto académico serio, por así decirlo, remarcábamos el hecho de que si existe un caso claro en el que la asimilación de la imagen de un animal era vehiculizada por el trabajo de artistas y no por el de zoólogos es el de los dinosaurios y los animales prehistóricos en general. El tráfico de influencias entre todos ellos era muy abundante y acababa por dejar claro porqué los más admirados, los más ilustres y los mejores eran normalmente los más influyentes y, en definitiva, los creadores de la imagen colectiva de especies concretas, como el dibujo de Durero y el consecuente grabado de Gesner lo fueron en su momento de lo que en Europa se asimiló prácticamente como holotipo gráfico del rinoceronte. Eso es lo que nos recuerda Javi Godoy, también desde Koprolitos, con sus deliciosas entradas dedicadas a paleoilustradores ilustres y sus alargadas sombras, (como ya vimos respecto a Charles R. Knight)
Posiblemente, el ejemplo más paradigmático de lo que estamos diciendo sea el Iguanodon, cuyas primeras representaciones museísticas en los albores de la paleontología durante la época de la Inglaterra victoriana nada tienen que ver con las actuales. Y, casi con certeza, si tuviésemos que mencionar a un artista gráfico con sólidos conocimientos científicos que revolucionase la ilustración científica de los dinosaurios pasándolos de pesados y torpes animales de sangre fría a estilizados y rápidos animales homeotérmicos, tendríamos que referirnos, como hicimos entonces, a Gregory Scott Paul.
Si la película "Dinosaurio", de Disney, estaba protagonizada por Aladar, un ejemplar de iguanodón, está claro que su aspecto físico y su manera de moverse se ajusta a los cánones establecidos por los estudios gráficos de G. S. Paul, pionero en levantar las colas de los dinosaurios del suelo a modo de estabilizador (nunca más como mero apéndice arrastrado absurdamente por el suelo). Tal vez los primeros dinosaurios en movimiento naturalista sean los de "Jurassic Park" de Spielberg, pero tanto su película como la novela original de Crichton deben mucho a los artículos científicos y libros paleontológicos ilustrados por Gregory S. Paul, desmarcándose claramente de la influencia todavía persistente de otros grandes de la ilustración paleozoológica como Z. Burian.
Desde las primeras esculturas e ilustraciones representando iguanodones (los primeros dinosaurios descritos por la naciente paleontología británica) hasta las volumetrías promocionales del iguanodón de Disney se ha producido una evolución en la que el trabajo gráfico de G. S. Paul es decisiva. Obsérvese la diferencia entre la especulación de los artistas victorianos, con sus consecuentes y famosas recreaciones escultóricas, y las más recientes reproducciones basadas en los concienzudos estudios anatómicos, mecánicos y motrices de Grgory Scott Paul y sus discípulos.
Diríase que se trata de animales totalmente distintos, no sólo en su aspecto físico sino en el carácter y comportamiento que éste nos sugiere, lo cual nos recuerda que el grado de distanciamiento o capacidad de empatía y comprensión de otras especies es algo que también ha evolucionado, afectando a su representación gráfica tanto como tendríamos que considerar lo inverso: las representaciones gráficas influyen en las consideraciones que podamos tener de un animal concreto a la vez que indican en gran medida qué grado de conocimiento o comprensión tenemos de los demás miembros de la vida natural.
Recordemos que cuando se especulaba que los dinosaurios
serían lentos y pesados, casi incapaces los de mayor tamaño de moverse fuera
del agua, estos eran representados junto a ella o sumergidos en ella, y, en
cambio ahora, cuando las más recientes teorías apuntan hacia criaturas
homeotérmicas, de mayor rapidez de acción, y capacitadas para utilizar sus
colas como contrapeso, y no como un apéndice reptante, las ilustraciones de los
libros divulgativos sacan a los dinosaurios del agua y los muestran moviéndose
por tierra firme.
Cuando se invoca a un animal, se invoca a sus caracteres físicos, y también a
los de comportamiento. El tricerátops, por ejemplo, siempre asociado a una
versión antediluviana del rinoceronte, ha sido tradicionalmente dibujado con
apariencia pesada. Pero también, como el rinoceronte se ha visto relacionado
con la velocidad propia de un ariete capaz de agredir al temible tyranosaurio.
Sin embargo, nos han pintado al tricerátops como un obeso y pacífico animal que
sólo decargaba su furia en casos extremos, como si la potencia del impacto de
su triple cornamenta dependiese sólamente de la inercia de su sobrepeso. La
nueva concepción de los dinosaurios, alejada filogenéticamente de los reptiles,
cercana a las aves, agilizada por su nueva sangre caliente tenía forzosamente
que reflejarse de algún modo en las imágenes de todos sus representantes más
populares.
El tricerátops no podía ser menos, como atestigua cierto dibujo de Gregory S. Paul, en el que tres tricerátops, significativamente estilizados, corren hacia nosotros recordándonos un travelling frontal cinematográfico. La sensación de gran angular imprime mayor velocidad a la escena, que muestra oportunamente una vista totalmente frontal del ejemplar que corre a la derecha de la imagen, un medio perfil izquierdo del que ocupa el centro y el flanco izquierdo del tercero, que parece que va a abandonar el margen izquierdo de la ilustración a toda velocidad, sensación acentuada por la polvareda levantada por la estampida (este y otros ejemplos de Gregory S. Paul están reproducidos en las páginas 223, 224, y 230 de Gould, S. J.: "El pulgar del panda").
El tricerátops no podía ser menos, como atestigua cierto dibujo de Gregory S. Paul, en el que tres tricerátops, significativamente estilizados, corren hacia nosotros recordándonos un travelling frontal cinematográfico. La sensación de gran angular imprime mayor velocidad a la escena, que muestra oportunamente una vista totalmente frontal del ejemplar que corre a la derecha de la imagen, un medio perfil izquierdo del que ocupa el centro y el flanco izquierdo del tercero, que parece que va a abandonar el margen izquierdo de la ilustración a toda velocidad, sensación acentuada por la polvareda levantada por la estampida (este y otros ejemplos de Gregory S. Paul están reproducidos en las páginas 223, 224, y 230 de Gould, S. J.: "El pulgar del panda").
Gregory S. Paul: "Tricerátops"
(reproducido de Gould, S.J.: "El pulgar del panda", p. 223, 224 o 230).
Caracteres físicos como indicadores de pautas de comportamiento: ¿cómo si no funciona la paleontología?. La profundidad del conocimiento que tengamos acerca de ambas categorías en animales similares, o en distintas nociones de un mismo animal, nos hará nombrar distinto o bien usar sinónimos confusos.
Adán pone nombres a los animales, los diferencia con mayor o menor exactitud, poniéndose a sí mismo como parámetro, pero las palabras se mueven con mayor rapidez e imprevisibilidad que cualquier animal.
La pantera y el leopardo, siendo el mismo animal, han generado ilustraciones propias, independientes pero intercambiables, de animales gatunos moteados. Los frecuentes casos de melanismo de este animal han originado un mito científico, entendiendo como tal cualquier creencia nacida de una confusa o errónea explicación científica cuya rectificación posterior arrastra vestigios de dicho error, que ya había calado en la aceptación popular. La ciencia también es tradición. El unicornio es un mito espiritual, el rinoceronte su confirmación. La pantera negra es un mito científico (sería más exacto decir pseudocientífico, pero la pseudociencia sigue los pasos de la "auténtica") que ha perdurado con obstinación en el imaginario de la "ciencia para todos públicos".
Brachiosurus (Gregory S. Paul)
Ilustración extraída de Gould: “El pulgar del panda”, p.224 (ver bibliografía)
Mafa Alborés
Os ofrezco a continuación un extracto de información básica e ilustraciones recogidas de diversas fuentes como Wikipedia o Koprolitos:
Los primeros restos de Spinosaurus fueron encontrados en la Formación Baharija en el oasis del mismo nombre de Egipto en 1912, y nombrados por el paleontólogo alemán Ernst Stromer en 1915.4 Fragmentos de un segundo ejemplar, que incluían arcos neurales y parte de los miembros delanteros, fueron llamados «Spinosaurus B» en 1934 por el mismo Stromer,22 aunque este pensó que se trataba de otro tipo de terópodo como Carcharodontosaurus16 o Sigilmassasaurus.232425 Algunos de los restos fueron dañados durante el transporte al Deutsches Museum, Múnich, Alemania, y el resto destruidos por los bombardeos aliados en 1944.5
Dos especies de Spinosaurus han sido descritas: S. aegyptiacus de Egipto y S. marocannus de Marruecos. S. marocannus originalmente fue propuesta por Russell como una nueva especie a partir de una vértebra del cuello.23 Sin embargo, la mayoría de los autores considera que una vértebra cervical puede variar de ejemplar a ejemplar y consideran a S. marocannus sinónimo de S. aegyptiacus.26
Spinosaurus (gr. «lagarto de espina») es un género representado por una especie de dinosaurio terópodo espinosáurido, que vivió en lo que actualmente es el norte de África desde el Albiense Inferior hasta el Cenomaniense Inferior del periodo Cretácico, hace aproximadamente 112 a 93,5 millones de años.123 Este género se conoció inicialmente por los restos fósiles descubiertos en Egipto en la década de 1910 y descritos por el paleontólogo alemán Ernst Stromer.4 Los restos originales fueron destruidos durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, pero se ha recuperado material adicional en años recientes. No existe claridad de si se trata de una o dos especies representadas por los fósiles reportados en la literatura científica. La especie mejor conocida es S. aegyptiacus descubierta en Egipto; sin embargo, una posible segunda especie S. maroccanus se descubrió en Marruecos. También se han encontrado restos en Argelia, Túnez y posiblemente de Níger y Libia.
Spinosaurus pudo ser el más grande de todos los dinosaurios carnívoros, más grande aún que Tyrannosaurus rex y Giganotosaurus (a pesar de no compartir la contextura robusta de estos anteriores). Estimaciones publicadas en 2005 y 2007 sugieren que tenía 12,6 a 18 metros de longitud y 7 a 9 toneladas de peso.56 El cráneo del Spinosaurus era largo y angosto como el de los cocodrilos. Las espinas distintivas de Spinosaurus, las cuales eran extensiones de las apófisis vertebrales, crecían hasta 1,65 m de altura y probablemente estaban conectadas con piel, formando una estructura similar a una vela; sin embargo, algunos autores han propuesto que las espinas estaban cubiertas de grasa y formaban una joroba para almacenar agua, aunque es más probable la teoría de la vela. A esta estructura se le han atribuido múltiples funciones, incluyendo termoregulación y exhibición. Se cree que pudo haberse alimentado de pescado; la evidencia sugiere que permanecía tanto en el agua como en tierra, como un cocodrilo moderno.
Veamos ahora qué se nos dice de su característica vela, o tal vez de su joroba, puesto que estructuras óseas similares en otros animales se corresponden con dicha característica y no hay acuerdo unánime al respecto. La idea de la vela, tal y como se ha identificado en otras criaturas como el Dimetrodón, es atractiva porque, como decíamos más arriba, es un rasgo un tanto draconiano que daría consistencia a la existencia real de una criatura mítica, y eso es demasiado tentador como para ser ignorado. De hecho, los avances en la paleoilustración especulativa sobre dinosaurios ha tenido una influencia clara y decisiva en la paralela evolución iconográfica de los dragones en la ilustración y el cine fantástico. La credibilidad naturalista de las representaciones recientes del Samaug de El Hobbit o los dragones de Juego de Tronos dan fé de ello, y es inevitable que se produzcan caminos de ida y vuelta en las interacciones de las influencias entre ilustradores fantásticos y científicos, pudiendo encontrar representaciones plausibles de Spinosaurus que se ajustan a la estética propia de este tipo de producciones.
¿Vela o joroba?
Reconstrucción de los fósiles. |
Stromer en 1915 y Jack Bowman Bailey en 1997 postularon que más que una vela esa estructura se trataba de una joroba y portaba reservas de grasa en lugar de una estructura de piel.1315 Esta discusión se acabará con la aparición de nuevos ejemplares más completos.13 Para soportar esta hipótesis, Bailey argumentó que en Spinosaurus, Ouranosaurus y otros dinosaurios con espinas dorsales alargadas, eran relativamente más cortas y gruesas que los pelicosaurios mencionados (de los cuales se sabe con certeza que tenían vela dorsal) y en lugar de ello poseían apófisis espinosas similares a las de los mamíferos ungulados Megacerops y Bison latifrons.13
Postura
Región de la cadera de una reconstrucción de 2009. |
Región de la cadera de la reconstrucción de 2014. |
Alimentación
Diagrama del cráneo. |
Diagrama que muestra a los músculos encargados de mover la mandíbula. |
Función de la vela
Recreación de Spinosaurus, basado en los descubrimientos de 2014. |
Estas estructura puede haber sido usada para la termorregulación. Si contenía abundantes vasos sanguíneos, el animal pudo haber usado la gran superficie de la vela para absorber calor. Esto implicaría que el animal era solo parcialmente de sangre caliente y vivía en climas en los que las temperaturas nocturnas eran frías o bajas y el cielo no era nublado usualmente. También es posible que la estructura fuera usada para irradiar el exceso de calor del cuerpo, en lugar de recolectarlo. Los animales grandes, debido a su relativamente pequeña área de superficie comparada con su volumen total corporal (principio de Haldane), se enfrentan a mayores problemas para disipar el exceso de calor a altas temperaturas que para ganar a bajas temperaturas. Las velas de los dinosaurios grandes añaden un área de piel considerable a sus cuerpos, con un incremento mínimo de volumen. Más aún, si la vela era girada de manera que no quedara enfrentada al sol, o posicionada a un ángulo de 90° hacia un viento frío, el animal pudo haberse refrigerado de manera eficaz en el clima cálido de África en el Cretácico.48 Sin embargo, Bailey (1997) era de la opinión que una vela podría haber absorbido más calor del que podría irradiar.13 Bailey propuso en cambio que Spinosaurus y otros dinosaurios con largas espinas neurales sostenían en realidad jorobas con contenido graso en sus espaldas que eran útiles para almacenar energía, para aislamiento y protegerse del calor.13
Recreación en vida de un Spinosaurus nadando en su entorno. Basado en estudios recientes. |
Finalmente, es muy posible que la vela o joroba hubiera combinado estas funciones, actuando normalmente como un regulador de calor, convirtiéndose en parte de su cortejo durante el apareamiento, siendo usada para enfriarse y siendo un medio de intimidación cuando el animal se sentía amenazado.13
En la cultura popular
Escultura basada en la reconstrucción de 2014, Museu Blau, Barcelona. |
Spinosaurus ha sido representado desde hace tiempo en los libros populares sobre dinosaurios, aunque solo recientemente se ha dispuesto de información suficiente sobre los espinosáuridos para realizar una representación acertada. A partir de la influyente reconstrucción del esqueleto realizada por Lapparent y Lavocat en 195554 basada a su vez en un diagrama de 1936 elaborado por Stromer,55 se lo ha considerado tradicionalmente como un terópodo con rasgos generalizados, con postura erguida, un cráneo parecido al de otros terópodos grandes y una vela en su espalda, y a veces incluso con manos de cuatro dedos.36
Además de las películas, figuras de acción, videojuegos y libros, Spinosaurus ha sido mostrado en estampillas postales de países tales como Angola, Gambia y Tanzania.5657
El espécimen descrito por Cristiano Dal Sasso (MSNM V4047), hallado en Kem Kem, Marruecos,5 aparece en el documental Planet Dinosaur, junto con otros fósiles.
Erin Kelley (@crankycorvidae)
Felipe Suanes (@RoboKaiju) |
Enlaces y fuentes:
https://www.nature.com/articles/s41586-020-2190-3
https://es.wikipedia.org/wiki/Spinosaurus
Koprolitos:
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