Joschua Knüppe |
Ver de forma alternativa o concebir otro rango de percepción es uno de los temas que solemos abordar en este blog, como forma de aproximación a los límites de nuestra particular animalidad y entender mejor la subjetividad de nuestra forma de percibir a las demás especies animales.
Nuestra percepción visual y las formas de representación asociadas a la vista y a la visión han constituido a menudo argumentos y pretextos para observar desde diferentes perspectivas del arte y la representación animal en diferentes entradas de nuestro blog.
Las gamas cromáticas visibles por la configuración de nuestro cerebro en relación a los órganos fotosensibles de nuestros ojos condicionan la imagen de nuestro supuesto mundo sensible. Las aves son sensibles a gamas cromáticas que nosotros no percibimos o no registramos, como el ultravioleta, y muchas de sus especies perciben además la polaridad de la luz. Los reptiles son sensibles a las gamas infrarrojas.
Algunos artistas han utilizado en sus obras recursos que apelan a nuestras limitaciones sensoriales, que en ocasiones pueden apreciar ciertas particularidades físicas de los objetos y los seres vivos en determinadas circunstancias, como es el caso de destacar los materiales que reflejan la gama ultravioleta utilizando luces de dicha gama que nosotros percibimos como un blanco que se destaca entre los demás colores reflejados por una luz blanca "normal". Muchas de las sustancias que reflejan gran cantidad de longitudes de onda ultravioletas, poseen además la propiedad de acumular energía luminiscente y brillar en la oscuridad tras ser "cargadas" (fosforescencia y fluorescencia) y por medio de estas ustancias y reacciones bioquímicas, muchas especies vegetales y animales poseen el don de la bioluminiscencia. Las pautas formadas por los órganos bioluminiscentes de ciertas criaturas sólo pueden ser experimentadas en ciertas circunstancias de oscuridad, lo que diferenciaría la imagen habitual que ofrecen a sus congéneres con la imagen que podríamos tener de un ejemplar preservado fuera de su medio natural, y, en este caso, su medio natural implica un grado de oscuridad que da sentido a la luz que emanan sus cuerpos.
La metáfora implícita en la noche de los tiempos, en la oscuridad o no visibilidad de aquello que ya no es cobra un especial sentido en el trabajo del ilustrador Joschua Knüppe, quien rescata de la invisibilidad de los tiempos prehistóricos la imagen de criaturas extintas cuyos descendientes muestran pautas bioluminiscentes, ofreciendo una plausible especulación sobre lo que debía ser observarlas en su día.
Sin duda, lo que daría todavía más sentido a la representación de la bioluminiscencia por parte de los trabajos gráficos de Knüppe, sería reproducirla de algún modo mediante el uso de pinturas de reflexión ultravioleta o fluorescentes, como las utilizadas por Reskate Estudio en los trabajos pictóricos que comentábamos hace ya un tiempo, y sin duda nos recuerdan el calado de la aportación al bioarte de las criaturas lumniscentes de Eduardo Kac. Estas obras en la frontera del arte y la biología marcada por la ingeniería genética quedarían señaladas para siempre por el hito luminoso del conejo bioluminiscente de Kac y nos recuerdan la asociación conceptual y etimológica entre ilustrar e iluminar.
Nos ha parecido oportuno, tras el apagón de varios meses de los contenidos de El Animal Invisible, reaparecer con la luz parpadeante de las ancestrales formas biológicas ilustradas, o, si lo preferís, iluminadas, por Joschua Knüpe, que hace ya tiempo que manteníamos a la espera de una buena ocasión.
Extraemos la información sobre sus trabajos de una entrada de Koprolitos glosada y comentada por Carlosdino que confiamos sea de vuestro interés y encienda de nuevo una luz en vuestra curiosidad por la trascendencia de las imágenes zoológicas en el arte y en la divulgación científica.
Mafa Alborés
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