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lunes, 25 de junio de 2012

sobre los documentales de naturaleza

 A raíz del post que reproduzco a continuación se me ha ocurrido hacer un comentario acerca de la relación entre realidad científica y documental naturalista.
Los documentales audiovisuales de naturaleza son eso: productos audiovisuales. Precisan de un guión, una realización y un montaje o edición que no necesariamente reproducen con exactitud lo que la cámara ha registrado, y lo que la cámara registra no siempre es paradigmático del comportamiento animal, o lo es en exceso, desvirtuando la asimilación de comportamientos excepcionales. De hecho, suelen seleccionarse sencillamente las tomas que supuestamente colmarán las espectativas del tipo de público al que pretende dirgirse la producción.
Recomiendo un repaso a entradas anteriores de este blog referidas a distorsiones con respecto a temas concretos en los que se mencionan casos de producciones documentales que sustentan un criterio u otro acerca de la valoración de ciertos hechos zoológicos.
A menudo se nos explica la interacción entre dos animales (normalmente depredador y depredando) que intercambian miradas en virtud del montaje cinematográfico, pero que en realidad no han coincidido en el espacio o en el tiempo. Eso no quiere decir que la narración fílmica resultante no sea verosímil, pero el caso contrario, evidentemente, es perfectamente posible.
Recuerdo un documental de Odisea sobre la extracción de un bloque de hielo que contenía un mamut, con colaboración del ejército ruso, y que visualmete no ofrecía mucho más que la narración de la extracción de una roca, por lo cual, y pese a lo absurdamente ridículo del hecho, se optó por atornillar unos colmillos de mamut al bloque de hielo para evidenciar iconográficamente lo que estaba ocurriendo. Esto, evidentemente, no se aclaraba en el documental, sino que lo comentaba el cineasta naturalista Javier Trueba (nada que ver con Fernando ni con David) en una conferencia al respecto en el Mueso de Zoología de Barcelona. Él mismo confiesaba haber desplazado un ejemplar de una ubicación a otra mejor iluminada o que le procuraba un mejor encuadre y remarcaba el hecho de que cada toma se debe a una visión subjetiva de realizador, que se puede dejar llevar por un discurso estrictamente científico tanto como por uno estrictamente dramático (y ambos no tienen por qué ser incompatibles).
En muchas ocasiones se recurre a ejemplares domesticados para recrear escenas supuestamente naturales. La mayor parte de las tomas dedicadas a pequeños artrópodos o pequeños reptiles y anfibios, están realizadas en terrarios decorados de forma naturalista, es decir, en escenografías en las que se introducen los animales que se ven forzados a interactuar por exigencias del guión. En ocasiones, como en cierta serie muy conocida dedicada al enfrentamiento entre insectos y artrópodos especialmente "monstruosos", se añaden voces y efectos de sonido para reforzar el dramatismo de la contienda. 
El cine documental es una cosa, y el cine documental de naturaleza otra. Normalmente, lo que vemos en los canales de divulgación audiovisual no se corresponde a ninguno de estos criterios, puesto que está supeditado a las reglas del espectáculo y el entretenimiento.

 

 

Polémica

¿Son un fraude los documentales de naturaleza?

Algunos ‘trucos’ empleados en estas producciones cuestionan si todo vale para captar la atención del espectador  
Antonio M. Ron, Miguel Artime, Javier Peláez - 05/03/2012
En la escena, un grupo de lobos devora a su presa. El macho alfa introduce su cabeza en las vísceras y el narrador nos explica que el resto de la manada debe esperar por orden de jerarquía. Pero el espectador desconoce algunos detalles. El lobo es un animal entrenado, la presa ha sido colocada previamente en el lugar y en las vísceras se han colocado algunas golosinas para incentivar el interés de los animales.
Trucos como estos son los que confiesa el productor de documentales Chris Palmer en su obra Shooting in the wild (Rodar en la naturaleza), un libro en el que relata los entresijos de estas producciones.
Animales de atrezo
Estos pequeños engaños, necesarios para la puesta en escena de cualquier documental, han vuelto a ser el centro de atención tras la polémica desatada por una escena de la serie Frozen Planet, de la cadena británica BBC. En un fragmento del documental, David Attenborough presenta a una osa polar cavando su madriguera para el invierno y después vemos cómo da a luz a sus cachorros en su interior. Todo correcto y entrañable hasta que un tabloide británico puso el acento en que la escena en el interior de la madriguera había sido rodada en un zoo holandés.
A pesar de que el hecho se conoció a través de la propia cadena, que mostraba los detalles de la filmación en su web, hubo muchos espectadores que se consideraron engañados. “Probablemente, la BBC habría hecho mejor poniendo una advertencia en las imágenes”, asegura Palmer, “pero tampoco hay que exagerar: pequeñas manipulaciones como esta son el pan de cada día en las filmaciones de naturaleza”.
Palmer ha participado en la producción de documentales durante 25 años. Ha trabajado con osos, ballenas y tigres, y los ha filmado en todo tipo de situaciones. En uno de sus trabajos, confiesa: “Los oseznos que vemos trotando por el río son animales alquilados a una agencia y trasladados hasta el lugar en un camión”. En otro, se colocó el esqueleto de una ballena en el fondo del mar para añadir espectacularidad, o colocaban M&M’s en el interior de una presa para que los animales se animaran a morder.
Alumbramientos planificados
Y los documentales se filman en todas partes de la misma manera. También en España. “No te puedo dar nombres, pero esto está a la orden del día”, asegura Tato Peralta, responsable de Fauna y Acción, una agencia española que lleva años alquilando animales entrenados para rodajes de anuncios y películas. “Claro que se rueda con animales adiestrados”, nos explica. “Hay escenas que sería imposible documentarlas en estado salvaje, porque son muchas horas o porque es imposible estar en el momento justo. Nosotros hemos trabajado con zorros, halcones, nutrias, tejones..., y casi todos los animales de la fauna ibérica”. Y al igual que en el caso de la BBC, ha participado en el rodaje de alumbramientos en madrigueras de forma controlada y con ejemplares entrenados.
“Te estoy hablando de una secuencia en las que una loba está dando a luz a sus lobeznos. En la naturaleza es muy difícil encontrar una lobera... En este caso hay que prepararlo con meses de antelación, acostumbrar a la loba a esa madriguera preparada y empezar a rodar cuando está a punto de parir”. De otra forma, insiste, sería muy difícil trasladar al espectador estos aspectos de la realidad. “Es mucho menos perjudicial para el animal hacerlo así que molestarle en su estado salvaje, ya que podría llegar incluso a aborrecer a las crías si percibe de algún modo que han estado en contacto con humanos”.
Nacho Sierra tenía 12 años cuando se unió al equipo de Félix Rodríguez de la Fuente y presenció el rodaje de la mítica escena del águila que captura una cría de rebeco y se la lleva volando entre las garras. El asunto, tal y como nos explica el “showman”, fue el resultado de algunas manipulaciones para conseguir el efecto buscado. “Yo vi que el águila no podía con el peso”, recuerda. “La cabra estaba con las patas enganchadas con una cuerda, que en los fotogramas no se ve, y mandaban al águila una y otra vez. Como no podía con el peso, pusieron otra cabra muerta, la abrieron y la rellenaron con papel. Y con esa hicieron las tomas en que se ve volar al águila con la cabra hacia abajo.”
Tres años para lograr ver un jaguar
Sierra entiende perfectamente el modo de trabajar de Rodríguez de la Fuente. “Es imposible poder captar las imágenes que Félix lograba si no hay posibilidad de hacer un montaje. El que diga que va buscando animales y se los encuentra”, insiste, “te está diciendo una mentira, salvo que estés en una reserva natural. Tú te puedes pasar meses en la selva y no ver nada... Yo recuerdo un amigo mío que estuvo en la selva boliviana y en tres años solo consiguió ver un jaguar. Y eso que la selva está plagada”.
El estadounidense Derek Bousé es uno de los mayores expertos en documentales de naturaleza. “Es muy habitual grabar primeros planos en zoos o con ejemplares alquilados”, explica. “La industria utiliza a menudo estos pequeños trucos, pero casi nunca están guiados por un auténtico deseo de engañar al espectador”.
Para Bousé, la clave está en qué consideramos una escena de la naturaleza “real”: “Una historia verdadera, como tal, solo sería algo que viéramos en tiempo real por medio de una webcam. Los leones pasan el 80% del día durmiendo; si aplicas esta proporción a un documental, los espectadores cambian de canal”. En una ocasión puso a sus alumnos una película con un atardecer en Yellowstone en tiempo real. Después de tres minutos, se retorcían de impaciencia en sus asientos. “La naturaleza se mueve con sus propios ritmos, pero la televisión tiene códigos muy estrictos, entre los que está el tiempo. También está la expectativa de acción que tiene la audiencia, que espera ver imágenes emocionantes. ¿Significa esto que cortar, narrar y poner música es un engaño? Difícilmente, mientras no se presenten estas imágenes como un documento científico que no son.”
En el caso de Frozen Planet, ¿indujeron a la audiencia a sacar una conclusión equivocada sobre la vida de los osos polares? “Las consecuencias de este pequeño truco parecen mínimas”, dice Bousé. “No se dijo ninguna mentira. Lo importante, en palabras de David Attenborough, es que lo mostrado se ajuste a la verdad biológica de los hechos, aunque la verdad no siempre sea real”.

http://www.quo.es/ciencia/amazings/no_todo_es_natural

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