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lunes, 17 de octubre de 2016

Conocer animales. Reconocer animales. Reflexiones sobre las reflexiones al ver un tigre salvaje por primera vez de Jared Margulies.


Mafa Alborés: "Ausencia y presencia" (proyecto "Animal Invisible")
Si en nuestra anterior entrada dejábamos constancia de una cierta declaración de intenciones renovada, en la presente nos ha parecido bien escoger un comentario oportuno, que retomase la esencia de los temas que tratamos en El Animal Invisible y que simultáneamente ofreciese una cierta conexión con la actualidad de los crecientes estudios (con aval académico de diversas disciplinas) sobre la imagen de los animales como índice significativo de las relaciones humano-animal.
Lo cierto es que ya hace meses que reclamó nuestra atención un escrito de un estudiante de doctorado publicado por el blog de la Asociación Antropológica de América, y más concretamente por su sección de Antropología y Medioambiente. El título del blog en cuestión es Engagement (Compromiso) y ya apunta al porqué de observar y comprender las relaciones entre la fauna y las poblaciones humanas de áreas medioambientales concretas, en las que depende de las decisiones y consideraciones de los seres humanos que la vida animal no se vea mermada ni afectada por sus intervenciones interesadas en el entorno natural. El compromiso del título da por hecho el poder imparable de las sociedades humanas al alterar los entornos naturales y sus recursos, lo que supone que su conservación en consideración con las demás especies que lo habitan depende de un compromiso por parte de los humanos, y para adquirirlo han de reflexionar sobre sus términos.
El escrito en concreto es una reflexión casi de carácter íntimo del aspirante a doctorado en Antroecología Jared Margulies acerca del sentido y objetivos de sus propios estudios y trabajos de campo bajo el peculiar estado emocional que le produce la afortunada y fugaz visión de un tigre en estado salvaje.
Un glotón captado por la cámara de George Shiras
El fugaz e incompleto avistamiento de una criatura constituye en cierta manera un indicativo de la base de nuestros conocimientos acerca de los demás animales, dado que sólo puede derivar en identificación de un animal conocido o en especulación acerca de una animal desconocido o no identificado, que generalmente produce temor o desconfianza. Margulies, casualmente enfrascado en la lectura de "How Forest thinks", predispuesto a descubrir sus objetos de estudios en la jungla que ahora atraviesa subido a un autobús, ve un tigre en el exterior, y, consciente de lo fortuito y difícil del hecho, intenta otorgarle sentido usándolo como pretexto para plantearse sus propios trabajos desde una perspectiva antropológica. Pero lo más significativo para decidirme a comentar el artículo de Margulieses es que lo ilustra con una fotografía que él mismo tomó después del avistamiento aunque ya no se mostrase el lugar exacto ni mucho menos el tigre, y es que en sus propias palabras la realizó "no para tomar  una foto del tigre (que había pasado de largo), sino simplemente como un intento de grabar y recordar cómo me sentí en ese momento" lo que amplía de forma muy interesante la estricta concepción de lo que debería ser una foto documental. Si el tigre hubiese aparecido en el encuadre, seguramente, dadas las circunstancias, sería igualmente difícil de distinguir, de ver, debido a su pelaje mimético y al barrido producido por el movimiento del vehículo, y es precisamente esto lo que equipara ambas posibles fotografías, totalmente dependientes de un texto adjunto para su comprensión, y es que la presencia de los animales ha de ser meditada y explicada para formar parte de nuestra documentación histórica y no ser una mera ilustración de ésta. Recordemos que aunque el estudio de las demás especies complementa el de la nuestra a través de la antropología, que constituiría en gran medida una parcela de la biología, es la sociología la que legitima los estudios humano-animales en una rama específica denominada antrozoología en ámbitos académicos anglófonos y francófonos. La visibilidad de los animales es el tema principal de los contenidos de este blog, especialmente cuando es vehiculizada por representaciones artísticas al servicio de la divulgación zoológica y conservacionista, más incluso que como carga simbólica en el arte figurativo. Si además tenemos en cuenta nuestra particular atención en el arte fotográfico en su condición de catalizador del arte moderno, creo que será fácil comprender porqué es relevante mencionar el artículo de Margulies. Nos parece el mejor modo posible de arrancar una nueva temporada de contenidos de El Animal Invisible.
 Os traduzco un extracto del artículo original, que promete iniciar una serie sobre su trabajo de campo conservacionista en India, y a continuación recopilamos algunos fragmentos de nuestras propias reflexiones acerca de los avistamientos de animales y el sentido que les otorgamos.

Mafa Alborés



Jared Margulies se presenta a sí mismo como doctorando en el Laboratorio de Antroecología en el Departamento de Sistemas Ambientales y Geografía de la Universidad de Maryland en Baltimore (UMBC). Actualmente investiga la política de conservación de la megafauna en el sudoeste de la India y la escalabilidad de los estudios locales para la investigación de síntesis global. He leído ampliamente sobre ecología política, estudios en animales, geografía crítica y humana, y escritos sobre conservación de la biodiversidad. En el año 2015-2016 realicé el principal trabajo de campo para mi tesis en el suroeste de la India, con el apoyo de una beca Fulbright-Nehru Grant. Vivo en Baltimore, Maryland.






https://aesengagement.wordpress.com/2016/01/08/reflections-upon-seeing-a-tiger-in-the-wild-for-the-first-time/


Reflexiones al ver un tigre en el salvaje por primera vez
Publicado el 8 de enero 2016
Por Jared Margulies, Universidad de Maryland en Baltimore §

Nota del editor: El post de Jared es el primero de una serie de su trabajo de campo en la conservación de la India.


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Figura 1. Fotografía tomada después de ver un tigre de Bengala en el parque nacional de Mudumalai, Tamil Nadu, India. Fotografía del autor.

1 de octubre de 2015
Notas de campo

En mi camino a Gudlupet esta mañana vi a mi primer tigre de Bengala salvaje. Fue quizás a 15 metros de la carretera justo en frente de la espesura lantana omnipresente en todo el parque. El autobús no se detuvo a nuestro paso. Sentí como si hubiese visto un fantasma. No estaba seguro de si era real. Por suerte, un hombre sentado detrás de mí comenzó a gritar "Puli! Puli! ", Y de esta manera yo sabía que era real y no fruto de mi temprana imaginación de la mañana. La mayoría de los otros en el autobús parecían menos preocupados que el hombre y yo, lo que me sorprendió casi tanto como ver el tigre tan temprano en mi trabajo de campo.

Creo que no puedo describir exactamente cómo me sentí cuando lo vi. En primer lugar yo no sabía si debía creer lo que veía, pero una vez que oí la voz del hombre que gritaba "Puli!" se hizo real para mí y sentí una inmensa sensación de euforia que no ha desaparecido todo el día. Tomé una foto [Figura 1] justo después de que pasamos, no para tomar  una foto del tigre (que había pasado de largo), sino simplemente como un intento de grabar y recordar cómo me sentí en ese momento.

Garabateé estos pensamientos en una cantina en la ciudad de Gundlupet, Karnataka unos 45 minutos después de ver un tigre de Bengala al cruzar a través de Mudumalai reserva de tigres en Tamil Nadu, India. Muchas personas que estudian los tigres, los biólogos de la conservación y ecologistas, entre ellos, pasan años sin ver a este gato grande difícil de alcanzar. Uno de los ecologistas de tigres más prominentes del mundo recientemente me dijo que no vio un tigre durante los primeros 13 años que llevó a cabo investigaciones en el bosque. La experiencia de ver un tigre en mi primer día de "trabajo de campo" formal durante este largo periodo de investigación fue inesperado y lleno de maravillas. El tigre adulto permaneció inmóvil, mirando al frente en la carretera, como si fuera a cruzar. No he visto lo suficiente como para determinar si era macho o hembra, pero en base a su tamaño, yo sospecho que era un varón. Puede que así no vea otro tigre en la naturaleza otra vez en mi vida, y mucho menos en el próximo año.

La forma en que me pasó el ver el tigre es relevante en la reflexión sobre la política de encuentros  de especies diversas y la posición que habito como investigador tanto como partícipe u observador de tales encuentros. En el párrafo siguiente, intento de reconstruir y relacionar la secuencia de pensamientos, imágenes e ideas que he experimentado al ser testigo de este tigre a lo largo de la carretera:

Daba la casualidad de estar leyendo “How Forests Think” ("Cómo piensa el bosque") (Kohn 2013), en el autobús, y que este casualmente superaba un bache en la carretera haciendo que el bus oscilase hacia adelante y hacia atrás, causándome a su vez perder mi párrafo en el libro, y que a causa de dicha distracción miré por la ventana, lo cual hizo percibiese algo que se destacaba en medio de la Lantana de matorral  verde y tostado, y que debido a que había leido precisamente acerca de los símbolos y la semiótica estaba pensando en el uso de animales como iconos en la forma en que el Departamento Forestal se comunica sobre la conservación de los animales a los turistas (Figura 2), de modo que cuando vi naranja y blanco contra el paisaje verde y tostado pensé  que era una señal literal de un tigre, y que la capacidad de mi mente para reconocer este conjunto de colores como un tigre en lugar de sólo como un símbolo de un tigre se debió a mi salida de mi enfrascamiento a causa del hombre tras de mí que gritaba "¡tigre! Tigre!" en Tamil, y que sabía que la palabra tamil para" tigre" por lo que fui capaz de reconocerlo como" tigre "y por lo tanto me advirtió que el signo del tigre que vi en el borde del bosque era de hecho una transferencia real, en vivo, de un tigre que respiraba en pie completamente inmóvil frente a la carretera, que todo aconteció en menos de dos segundos y se produjo a las 9 de la mañana, por lo que no había suficiente luz para ver nada en absoluto, y por lo que aún pasaron unos segundos después de que interpreté todos estos pensamientos y símbolos para que pudiera entender y experimentar que estaba observando un tigre por primera vez en la naturaleza antes de perderlo de vista porque el autobús no redujo la velocidad a medida que avanzábamos a través del bosque; que todo sucedió en un orden determinado para habilitar esta (no) interacción entre mi persona y el tigre, sin embargo físicamente distantes y separados por el metal y el vidrio de un autobús, y finalmente que todo esto aconteció dejándome con una abrumadora sensación de euforia y agradecimiento por ver un tigre que yo no sabía que iba a experimentar. Que todo esto ocurrió y sólo se produjo debido a la secuencia de pensamientos, ideas y momentos que se produjeron en relación uno con otro en mi mente, me sigue impresionando, y que me hace preguntarme acerca de la relación del yo con los animales y lo que este tipo de encuentros nos ofrecen como los investigadores que buscan para preguntar sobre el significado y la producción de significados en estas relaciones.

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Figura 2. Señal de comunicación conservacionista, Parque Nacional Bandipur, Karnataka, India. Fotografía del autor.

Como parte de mi investigación y la vida aquí en el suroeste de la India que observo y las experiencias de interacciones con animales grandes y pequeños sobre una base diaria, desde elefantes hasta mosqitos portadores de la infección del dengue, pero por lo general son menos efectivas que la experiencia que explico más arriba (sobre todo si se mide en la cantidad de texto que esas experiencias me hacen generar) y quiero entender por qué. Como lector de la antropología de múltiples especies, creo que el concepto de "múltiples especies" es útil para los tipos de ensamblajes y las relaciones que formula la antropología a tener en cuenta, pero como alguien con formación en geografía, la conservación y la ecología, también me interesa lo que el término no sugiere de manera más completa, es decir, en lo relativo a las relaciones de los individuos con las poblaciones (que puede o no puede significar especies), y las relaciones de estas poblaciones con las particulares ecologías, paisajes y geografías.

En el desarrollo de mi propia perspectiva "multi-especies" del enfoque de investigación en lo que podríamos llamar una Gografía "más-que-humana" (Whatmore 2006), algo que  para mí es también inherentemente a una geografía política, soy consciente de la importancia del valor de encuentro (Haraway, 2008) en el pensamiento a través de nuevas formas de interpretar las relaciones entre animales, humanos, especialmente si vive en un paisaje lleno de encuentros mortales con especies no humanas, como los tigres y elefantes. Al hacerlo, deseo aprovechar simultánea y seriamente el poder material de los signos (no sólo señales reales, al igual que en la figura 2, sino los signos entendidos en términos más generales) de los tigres y otros animales a través de este paisaje impugnado, y la forma en que son capaces de producir nuevas relaciones espaciales entre animales y seres humanos mediadas por las relaciones del estado con los animales y los símbolos animales (Mitchell 2006).

Mi encuentro no interactivo con el tigre en este día me recuerda la compleja tarea que enfrentamos al descentrar nuestros programas de investigación fuera de lo estrictamente humano en el posicionamiento de nosotros mismos en relación a nuestros sujetos humanos y animales, y también las huellas de estos sujetos incrustadas dentro de los paisajes y geografías particulares a través de signos, símbolos y apariciones. Como sugiere mi relato, que suponía en un principio no ver un tigre vivo, sino sólo el tigre como símbolo de sí mismo dentro de una reserva de tigres, una designación espacial repleta de significados simbólicos y políticos de gran alcance. Veo un cierto potencial para este tipo de narrativas de encuentro que la auto-etnografía se desarrolle como un método creativo, o al menos su práctica informativa, para interrogarse entre las políticas de especies y nuestra posición como investigadores que intentan estudiarlas.

Trabajos citados:

Kohn, Eduardo. 2013.How Forests Think. Toward an Anthropology beyond the human. University of California Press. Whatmore, Sarah. 2006. Materialist Returns: Practising Cultural Geography in and for a More-Than-Human World.Cultural Geographies 13.4: 600-609.
Haraway, D.J. 2008. When species meet. University of Minnesota Press.
Mitchell, Timothy. 2006. Society, Economy, and the State Effect.” The Anthropology of the State: A Reader: 169-86.
fuente:
https://aesengagement.wordpress.com/2016/01/08/reflections-upon-seeing-a-tiger-in-the-wild-for-the-first-time/






-Conocer animales. Reconocer animales.
Para un piamontés del s. XV, tan real era un lagarto común como un reptil asiático, tan real como un dragón. Lo mismo contaba para un rinoceronte o un unicornio.
En el XVIII, los animales salvajes, los auténticamente salvajes, "viven muy lejos y no son bastante conocidos por el ser humano", según Buffon, y entran por tanto en el terreno de lo especulativo. La recopilación ordenada de las distintas reproducciones plásticas o gráficas de animales a lo largo de la historia constituiría una especie de espejo histórico de la propia humanidad excluída de dichas imágenes.


Al referirse a la clasificación de los mamíferos, H. Aramata recurre a las categorías aristotélicas de conocidos y desconocidos, que, en definitiva, siguen siendo las de uso para la generalidad de la población. A pesar de la proliferación de los distintos medios de difusión, los cuales, como iremos viendo, están caracterizados por una ineludible reiteración de contenidos. Aramata, y esto es de lo más interesante, busca lo que podríamos calificar como una clasificación inconsciente de los mamíferos (extensible sin dificultades a la totalidad del reino animal) que se parecería a lo siguiente:


- cohabitantes con los seres humanos
1- Conocidos - ganado
- animales de caza
- animales sacralizados (tótems)
- animales malditos (tabúes)


ANIMALES 2- Semiconocidos -relativamente desconocidos
(Aramata habla de mamíferos) -habitantes de lugares lejanos
(categoría de lo exótico)


3- Desconocidos - animales míticos y sagrados



A mi entender la tendencia actual (que no es nueva en absoluto) podría redefinir las mentadas categorías así:

1- Animales moneda: serían aquellos que son objeto de explotación y sustento para la supervivencia, sea a través de su captura o de su crianza sistemática, como las especies que nutren la ganadería o la pesca, por ejemplo.

2- Animales joya: son aquellos cuya escasez o peculiaridades los extraen de la categoría anterior a una exclusiva que los revaloriza.

3- Animales reliquia: aquellos, abundantes o escasos, que se asocian a un concepto concreto incrustado ancestralmente en una cultura concreta.

4- Animales fetiche: Aquellos que reúnen características que los asocian simultáneamente a las tres categorías anteriores.

A lo largo de siguientes capítulos, si es que no basta con la simple intuición, confío en dejar clara la justificación de dichas categorías.
Las razones de ciertas categorizaciones, cambiantes o discutibles, son en realidad lo que deberíamos como mínimo apuntar, señalar, o mejor aún señalizar en este discurso, que forzosamente ha de avanzar con los miembros extendidos en el blando terreno para no hundirnos en matices interculturales, antropocéntricos, que nos apartan de una conveniente perspectiva animalizada que no consiste en una búsqueda empática hacia los animales, sino en la sofronización de nuestros prejuicios culturales para sentir nuestra propia animalidad como contenido de las imágenes zoológicas que generamos y consumimos.
Para James Frazer (autor de "La rama de oro") el cerdo es sagrado para los judíos -por lo que es rechazado como alimento al igual que las vacas para Hinduístas y Brahmanistas- y sin embargo hoy día sabemos que la cultura hebrea considera el "reino" porcino como una parte más del conjunto de animales "sucios".
Morus (C. Richard Lewinsohn) atribuye la prohibición de su consumo entre judíos, sirios y árabes a razones higiénicas (la problemática conservación de la carne de porcino en climas cálidos sin riesgo de infección).
Marvin Harris, en cambio, analiza el rendimiento calórico, alimenticio, del animal en relación al rendimiento calórico de los recursos alimenticios que consume, hallando razones económicas de peso para la prohibición paulatina de su consumo mediante una justificación religiosa breve y concisa.
Sea como fuere, no podemos eludir la insistencia, la obstinada reiteración de los conceptos de tótem y tabú como bases complementarias del criterio designador del grado de sacralización de los animales, reales o inventados, que ilustran las manifestaciones culturales sobre animales a lo largo de la historia.
Uno de los tipos de tabú más arraigados e instintivos es aquel que implica el rechazo de géneros zoológicos taxonómicamente lejanos. Como mamíferos (con la única salvedad de la envidia por el vuelo de las aves, cuya diferenciación es además suavizada por su plumaje, aceptable como pelo en sentido positivo) rechazamos a reptiles, anfibios, artrópodos...
Casi podría afirmarse que los seres humanos han buscado, ya primariamente, una relación con los animales más cercanos (o asimilables intuitivamente como semejantes) los mamíferos, cuyo comportamiento se basa en pautas comunes, a nivel básico (más evidentemente en mamíferos de comportamiento gregario eficaz, en analogía con la interacción tribal de los grupos humanos, como es el caso evidente de la eficacia cinegética de las manadas de cánidos) que alimenta una perceptible empatía, más clara, menos ignorable, aunque su aspecto físico resulte más llamativamente diferenciado por contraste, al observar y reconocer actitudes semejantes, ejemplares incluso; pero de alguna manera siempre sorprendentes cuando se dan en castas menos privilegiadas de la creación. Hiroshi Aramata lo expresa afirmando que "sólo las 'bestias de pelo' pueden ser comprendidas", pero su manifiesta presencia en las imágenes de los libros de las especies más exóticas, no hace sino constatar la ausencia de las mujeres y de los hombres.
Esta desaparición obstinada del hombre de los libros de zoología no hace sino constatar, tal y como corrobora la "ennoblecida" actitud de mantenerse al margen del curso de la naturaleza (como si de verdad no perteneciéramos a ella, como si todo aquello que llamamos artificial no fuera tan natural como las deposiciones de un jilguero o la presa de un castor) la tesis dieciochesca que califica al humano como la criatura más desconocida para el hombre, una criatura escondida en el disfraz de todos los animales invisibles que ha intentado capturar con la mirada. En las miradas vestigiales que son las obras de arte de contenido zoológico seguro que podemos atisbar alguna señal del animal invisible.

Mafa Alborés

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