Nos ha parecido oportuno hacer un repaso rápido de algunos de los hallazgos recientes de artistas que han recurrido a personajes zoocéfalos como recurso expresivo en sus obras.
Hace un par de años seleccionábamos entre nuestros borradores un artículo de Cultura Inquieta dedicado a las inquietantes ilustraciones de cuento de Andy Kenhoe. A propósito de nuestra anterior entrada dedicada de nuevo a Miguel Vallinas como pretexto para recordar nuestra particular selección de arte zoocéfalo hemos creído oportuno rescatar algunos trabajos de Kenhoe extraídos de la entrada original de Cultura Inquieta.
Si nos viésemos obligados a comentar las imágenes de Kenhoe o las de cualquier artista figurativo que pusiese cabezas de otros animales a figuras humanas, creo que no sabríamos justificar el recurso más allá de su turbadora eficacia. Desde las remotas máscaras totémicas de primitiva simbología tribal hasta hoy en día, la cabeza animal sobre una figura humana ha sido explotada desde tantos ámbitos del arte simbólico que resulta una tarea muy ardua dedicarle un estudio en exclusiva y categorizar sus categorías, si es que las hay, pero en cualquier caso creemos que se trata siempre de emular el carácter que subjetivamente otorgamos a una determinada especie animal para transferirlo de algún modo al personaje que luce dicha cabeza, como poseído por el espíritu de la especie representada, sea sabiduría, paciencia o, seguramente (extensible a todos los casos) conocimiento o contacto con los fenómenos naturales que se nos escapan por nuestro carácter civilizado.
Particularmente, y ya lo he dicho en alguna ocasión, no me interesan mucho las muestras de imágenes con personajes zoocéfalos más allá de mi interés por cualquier manifestación de arte antrozoológico porque resultan excesivamente fáciles. Basta poner una cabeza de una especie diferente en cualquier cuerpo animal y el resultado es llamativo, pero hacerlo con un cuerpo humano es objetivamente subjetivo, como diría Woody Allen, o subjetivamente objetivo, si lo prefieren, y aporta muchas expectativas expresivas, pero poca o nula novedad más allá de sus soluciones estilísticas. En fin: un recurso fácil.
Concedamos a Andy Jenhoe, no obstante, nuestra admiración por sus composiciones de reminiscencias naïf y sus sugestivas atmósferas cromáticas. Sus ilustraciones destilan una nostalgia por la naturaleza confesamente alterada ya por la experiencia humana civilizada. Su naturaleza no es natural, es espiritual, y, como tal, está encarnada por diferentes personajes, a menudo zoocéfalos, pero también en ocsiones con cabezas o rostros cargados de ornamentos como índices de su natrualeza ancestral, vegetal, una cierta conexión, por tanto, con los ramos de flores de las fotos de Miguel Vallinas.
Por otra parte, observamos la elección de figuras arquetípicas dotadas de rasgos típicamente zoológicos como los cuernos o los colmillos y garras que generalmente asociamos al peligro, a la bestia mortal y por extensión a los seres demoníacos, que no obstante se tornan bondadosos o cuando menos jueces del orden natural cuando sus cornamentas se ramifican o florecen en analogía a las formas vegetales.
Mafa Alborés.
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com.es/search/label/zooc%C3%A9falo
http://culturainquieta.com/es/arte/pintura/item/1995-ilustraciones-aterradoras-para-ninos-que-han-crecido-por-andy-kehoe.html
ILUSTRACIONES "ATERRADORAS" PARA NIÑOS QUE HAN CRECIDO, POR ANDY KEHOE
Andy Kehoe nació en 1978 en Pittsburgh, Pennsylvania. En 2003, recibió un BFA en Ilustración en la Parsons School of Design de Nueva York. En los siguientes años, sus pinturas han sido expuestas en galerías y museos de todo el país. Después de vivir y trabajar en Portland, Oregon, Kehoe cambió su residencia de nuevo en 2010, regresando a su ciudad natal de Pittsburgh, PA., EE.UU.
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