Aunque no sería muy difícil establecer nuestra típica argumentación para enlazar temáticamente una entrada con la anterior argumentando que continuamos enfrascados en escultura y animales, lo cierto es que hoy sería algo un tanto forzado. En caso de establecer un nexo todavía más poderoso entre las respectivas obras de Álvaro de la Vega, Nico Nubiola y Víctor Lorenzo que sirviese de colofón a las entradas que les hemos dedicado, tendría que dedicar otra al gran Francisco Leiro, cosa que no descarto pero que de momento, aunque no completamente, me parece fuera de lugar entre los temas específicos de nuestro blog.
Hemos creído mejor pasar a otra cosa, y pese a seguir en el mundo de la escultura o la volumetría, lo cierto es que el trabajo de Sean E. Avery, en el que nos centramos hoy, se corresponde con algo diferente. Para empezar, la ocupación fundamental de Avery se centra en la docencia en el ámbito de la enseñanza primaria, y en este contexto desarrolla una notable actividad como ilustrador de libros infantiles que, como tantos otros, recurre a las historias simbólicas con animales. Como complemento a ambas actividades y a su fascinación por la imagen de los animales y su atractivo para el público infantil, el artista lleva a cabo una serie de esculturas a partir de deshechos industriales (concreta y mayoritariamente fragmentos de discos compactos) que recrean no sin cierto naturalismo diferentes especies animales y vegetales. Aunque no es la primera vez que mostramos trabajos semejantes y existen entre nuestros contenidos múltiples ejemplos de escultores que recurren al reciclaje, lo que más nos hace simpatizar con Avery y su trabajo es la intuición de que lo lleva a cabo por puro placer y como forma de conexión con el mundo de imágenes que desarrolla en sus otros trabajos, y que, de alguna manera, el niño interior con el que su profesión le obliga a conectar, sigue ahí dirigiendo sus inquietudes y sus acciones.
No le importa repetir fórmulas ya explotadas (cosa prácticamente imposible de evitar en cualquier disciplina creativa) pero sabe llevarlas a su propio terreno con humildad y entusiasmo, y, como ilustrador, por ejemplo, ha sabido imprimir en su libro Harold y Grace, la amistad entre un renacuajo y una oruga, un trasfondo didáctico sobre los aspectos científicos y simbólicamente psico-sociológicos del concepto de metamorfosis, simplificando y actualizando el trasfondo del patito feo de Andersen.
(extracto de http://seaneavery.com)
http://seaneavery.com
http://www.20minutos.es/fotos/cultura/convierte-los-cds-en-esculturas-casi-vivas-12866/
http://seaneavery.com/section/130105-Sculpture.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario