Por asociación de ideas, y de forma absolutamente subjetiva, hace tiempo que establezco una cierta relación entre el trabajo escultórico de Álvaro de la Vega y el de otros dos escultores, el también gallego Víctor Lorenzo y el catalán Nico Nubiola.
A decir verdad, aparte del uso común de la madera como soporte principal de sus trabajos, y las evocaciones al mundo del dibujo y la ilustración, poco más podemos establecer como nexo entre tres producciones técnica y estilísticamente bien diferenciadas. No obstante, forzando un poquito las cosas, podríamos entrever en el uso de la madera un cierto intento común por acercar su visión de la condición humana a la materia orgánica, natural, cuya manipulación nos habla precisamente de los aspectos que más nos conectan con nuestra condición animal, determinada por unos atributos físicos concretos, y en los tres encontramos piezas que abordan directamente las formas de diversas especies animales con especial fruición. La presencia significativa de animales en el conjunto de su obra motivó nuestra entrada dedicada a Álvaro de la Vega, y lo mismo pretendemos al abordar el trabajo de Victor Lorenzo, en quien nos centramos hoy.
Es curioso porque fueron precisamente sus esculturas de tema animal las que más despertaron mi interés inicial por el artista, quien solía servirse de la inspiración ofrecida por huesos, tocones y piedras de formas sugerentes a las que apenas completaba o encauzaba mediante su trabajo. Posteriormente, otras piezas más concienzudas daban testimonio de su interés por las formas orgánicas de los animales junto a su sugestivo poder evocador de simbolismos y significaciones cotidianas.
Pero lo que Lorenzo ofrece, por añadidura, es una visión de un ser humano atrapado en unos toscos límites físicos y anatómicos que quiere superar y modificar, por lo que no es raro en sus obras la incorporación de elementos mecánicos e industriales a sus piezas antromorfas, sugiriendo una suerte de cyborgs en los que la madera representa lo orgánico y el metal lo tecnológico, dentro de una concepción estética que algunos calificarían de "steampunk".
Sin embargo, y pese a poder dar fe de las múltiples piezas de tema animal a cargo del artista, dispongo de pocas imágenes de éstas, y lo que he podido recabar en la red hace referencia sobre todo a sus figuras antropoides, peculiarmente caricaturescas y siempre presas de un modo u otro de sus propias limitaciones físicas, de su propia animalidad, por lo que me veo obligado a ilustrar su trabajo con ellas, mientras que sus fascinantes cráneos animales intuídos en rocas y cepellones, sus caballos y demás cuadrúpedos, apenas pueden ser representados hoy aquí por un par de imágenes de equinos pacientes y nerviosas escorpinas, de peces misteriosos que acompañen en su viaje a submarinistas tan perdidos como intrépidos que nos hablan de una humanidad un tanto desubicada.
www.victorlorenzo.com/
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