Saltamos de los
fotomontajes de trasfondo ecologista de Solovyov a otro tipo de trabajos artísticos que sobre la pantalla de nuestros dispositivos nos pueden recordar también a cierto tipo de fotomontajes o ediciones digitales, pero que suponen el ejercicio real y tangible del modelado de los materiales propios y genuinos del oficio escultórico. De hecho nos encontramos ante un interesante remedo del
viejo problema del cuadro dentro del cuadro en forma tridimensional y conceptual, en un fascinante bucle narrativo apto para todos los públicos.
De Ellen Jewett ya habíamos hablado en el pasado, asociándola estéticamente a la estilización escultórica de Beth Cavener y especialmente al recurso expresivo de artistas de toda índole y técnica que funden y asocian a las especies animales con sus biotopos, recordándonos que son algo indisociable, que interactúan y se transforman mutuamente.
También podríamos acordarnos de los
insectos a partir de formas vegetales de Hiroshi Shinno, pero en este caso el artista japonés establece más bien una cierta conexión con el mimetismo de las forma de las naturaleza y los límites de nuestra propia percepción.
Además, de una forma bastante explícita, en sus obras critica a la vez que homenajea las formas y recursos expositivos de las artes aplicadas consagradas a los recursos expositivos de los museos de historia natural, utilizando falsos terrarios y dioramas que en sí remiten a la fragmentación de biotopos que dependen de una enmarañada interrelación de formas de vida.
Por añadidura, Shinno se sirve de fragmentos de reproducciones botánicas en plástico para hacer lo mismo que podría hacer con fragmentos vegetales auténticos pero garantizando la durabilidad de las piezas.
Los recoloca y reordena aludiendo al parecido entre diversas formas de la naturaleza y cómo nuestra percepción establece asociaciones que tal vez estén influidas por un intento de desentrañar dónde empieza y dónde acaba cada individuo vivo, cada especie animal o vegetal.
Sin duda, el propio parecido entre los trabajos de Shinno y los de Jewett es por ello a veces inevitable, pero se acaba ahí, que nos es poco.
Al fin y al cabo, ambos reproducen formas vegetales realistas que se imbrican para conformar complejidades orgánicas que dan el paso hacia estructuras aniales, pero mientras el japonés nos recuerda cuán a menudo confundimos los exoesqueletos de insectos y artrópodos con distintos tipos de formas vegetales y viceversa, la canadiense nos produce un pequeño cortocircuito recordándonos precisamente que eso no nos suele suceder con los animales que consideramos superiores, o más cercanos a nuestra condición vertebrada.
Lo que Jewett consigue con sus obras es algo que trasciende en cierto modo a todo lo mencionado al respecto de los artistas con los que la acabamos de asociar, dado que su fusión entre biotopo y especie animal es mucho más libre y simbólica que en el caso de Christopher Relander o Andreas Lie, por no hablar de ejemplos que ejercen una metonimia iconográfica y ecológica tan directa y documentada como la de
Robin Wood, de quien en su día dijimos:
Visto el interés suscitado por nuestra crítica a la dudosa eficacia de la campaña fotográfica promovida por "Fishlove", retomamos el tema de
las campañas publicitarias con animales y, más específicamente, las
campañas publicitarias de carácter reivindicativo y de activismo
ecologista, en las que, como es lógico, se suele recurrir a la
victimización de los animales o a la asociación entre su propia imagen y
la de los paisajes representativos de sus biotopos.
(...) ofrecemos el trabajo realizado para la campaña de concienciación ecologista del grupo Robin Wood, que nos recuerda claramente a otros trabajos que ya habíamos comentado con anterioridad.
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Andreas Lie |
Por un lado, se asocia a los animales con sus hábitats mediante la
superposición de las imágenes de las especies y sus correspondientes
paisajes, tal y como hacía mediante la estética de la doble exposición el fotógrafo Andreas Lie.
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Ellen Jewett |
De hecho, la metonimia gráfica de Lie la habíamos asociado, no sin razón, a las esculturas de Ellen Jewett, versión tridimensional y libre, por así decirlo, de la estética ofrecida por las imágenes de Lie.
La idea es simple y efectiva, los animales están en su biotopo en la
misma medida que éste está en ellos mismos, dado que se condicionan e
interactúan mutuamente. Según esta premisa, lo que le pasa a una especie
influye en su entorno tanto como lo que le sucede a dicho entorno
influye en las especies que lo habitan y ya habíamos visto cuán clara y
crudamente se podía exponer en una metáfora visual rotunda y violenta como la que promovía la organización Sanctuary.
Creo que no se necesita ser un observador muy agudo para concluir que
los diferentes aspectos más destacables de estos tres trabajos se hallan
incorporados en las imágenes promovidas por Robin Wood.
La misma estética de doble exposición, el mismo juego de continente y
contenido y la introducción del damatismo violento en que la destrucción
de lo uno implica la pérdida de lo otro, pero sin llegar a la brutal y
casi negramente cómica apariencia final de la campaña de Sanctuary, que,
además, se centra únicamente en la deforestación a a cargo de la
industria maderera.
Tema específico de la imagen de Robin Wood
protagonizada por un ciervo, pero cuya campaña icluye una imagen
referida a la contaminación y calentamiento global por emisión de gases
(la lógica les empuja a escoger a un oso polar como representante de
todas la especies afectadas por dicho fenómeno) y la destrucción
indiscriminada de los bosques tropicales (de todos los motivos y métodos
empleados el fuego resulta ser el más efectivo simbólicamente)
observable dentro de la imagen de un mono consumido por las llamas.
No es casual, evidentemente, que hubiésemos establecido relaciones, como mencionábamos más arriba, con trabajos asociados al fotomontajes o a la doble exposición fotográfica de artistas dispares como el caso de Andreas Lie o Christoffer Relander, que de forma relativamente obvia pero elegante repiten un recurso expresivo o narrativo de trasfondo ecologista.
Encierran sin duda un halo de reivindicación naturalista no exento de un cierto background artístico que atañe a la intrahistoria del arte. Muy particularmente de la fotografía, y su reto a analizar nuestra propia percepción visual influida por la tradición artística y la evolución de la tecnología y la técnica fotográfica, algo llevado a cabo con mayor calado y trascendencia histórica por el impagable Abe Morell, a lo que también aludíamos en el pasado:
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Andreas Lie | | | | | |
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(...) el trabajo fotográfico de Andreas Lie basado en la estética de la doble exposición nos servía como pretexto para la elaboración de una entrada que, además de mostrar su serie fotográfica, nos servía para reflexionar sobre esta técnica (o
estética, si la imagen resultante no es estrictamente la doble
exposición en un negativo único -o de dos negativos sobre un papel- sino
la fusión digital de dos imágenes fotográficas) y sus límites, a través
de ejemplos de otros fotógrafos como Christoffer Relander, clarosexponentes del mismo recurso estético para vincular el sujeto
fotografiado a su paisaje, a su entorno, algo así como meter el
continente en el contenido.
Bajo nuestro punto de vista, el mejor
representante del desarrollo de esta idea mediante técnicas fotográficas
aleccionadoras es Abelardo Morell, por las razones que expusimos en nuestro escrito, cuya lectura y visionado recomendamos a los que quieran saber más sobre el asunto.
Tal visión de este asunto la exponíamos también para recordar la obra escultórica de Ellen Jewett, a quien ya entonces asociábamos a las maneras sinuosas y estilizadas de las esculturas de Beth Cavener, sin duda menos imbricadas o detallistas, pero no por ello menos estudiadas o minuciosas. Aunque ya dejábamos claro que en Cavener sus criaturas adquieren un cierto estatus individual, espiritual, expresivo de un cierto carácter motivador, mientras que en Jewett es imposible olvidar las imbricaciones interespecies y las redes e interconexiones ecológicas que subyacen al entramado biológico del planeta entendido en sí mismo como un ser vivo:
(...) volvemos a
la cuestión acerca de la asociación iconográfica entre la imagen de los
animales y la imagen del biotopo al que pertenecen, en un bucle visual
en que el paisaje pertenece al animal tanto como el animal pertenece al
paisaje, una clara metáfora cercana a la metonimia que nos habla de la
fuerte influencia de los seres vivos en su entorno y viceversa. Quedan
patentes, pues, los vínculos e interdependencias entre animales, plantas
y accidentes geológicos de cualquier biotopo.
Si en aquella
ocasión, aunque con una estética cercana a la ilustración y la pintura,
los artistas seleccionados, especialmente Lie, por supuesto, utilizaban
la fotografía, por su cercanía a la imagen visual y mental que tenemos
de los seres vivos, esta vez es Ellen Jewett, una escultora, quien nos propone este vínculo visual entre continente y contenido, entre animal y entorno vegetal.
Aunque
de forma bastante onírica, un tanto surrealista y con no excesiva
precisión científica o botánica, los arabescos tridimensionales que
conforman las estudiadas formas zoológicas producidas por Jewett son
fácilmente asociables al arte ornamental, decorativo, y nos recuerdan a
trabajos de artistas como Beth Cavener,
COLOSSAL, una de nuestras fuentes habituales, ya le había dedicado un artículo con muestras de su trabajo, y muy recientemente ha recuperado a la escultora en una nueva muestra de sus trabajos, muy en la misma línea pero posiblemente de mayor rigor biológico, pese a no perder el carácter de fantástica ensoñación.
Tal vez la
particularidad de estas esculturas es la preocupación de la escultora
canadiense por utilizar materiales naturales o no contaminantes,
respetuosos con la naturaleza a la que quiere homenajear, además de no
limitarse a la interpretación biunívoca propuesta por Andreas Lie
(animal, paisaje) sino a una visión más compleja e imbricada entre los
diferentes seres vivos, animales o plantas, que conforman un ecosistema.
Así, además de sus retorcidas formas análogas al crecimiento helicoidal
de ciertas formas de vida animal o vegetal, observamos diferentes
especies animales entre los abigarrados zarcillos que suelen constituir
el cuerpo del animal protagonista de la pieza.
...aunque no siempre se dé
estrictamente así, como podemos observar en esta imagen con nutrias y un
mimético caballito de mar, pretexto, además, para dotar de movimiento
piscícola a las hojas que acompañan el movimiento hidrodinámico de los
mustélidos acuáticos.
Hay mucha inspiración en la Naturaleza (de hecho
toda la obra de Jewett es sin duda una exaltación de la vida natural)
pero a pesar de su indudable observación minuciosa de las diversas
formas orgánicas que reproduce, no pretende observar rigor o coherencia
ecológica alguna.
Las especies representadas no pertenecen en realidad a
los mismos biotopos en la mayoría de las piezas. Su único espacio común
es un paraíso natural que sólo existe en la mente de la artista y que
el espectador reconoce empáticamente como escenario de imágenes propias y
comunes a nuestras nostalgias más atávicas y primitivas.
Hemos mencionado el componente artesanal de las obras de Ellen Jewett y su indudable atractivo estético, el goce visual que supone la habilidad que exhibe y la amplitud de público proclive a contemplar con agrado su trabajo, lo que la posiciona en un tipo de proyecto artístico muy comercial, ornamental, decorativo y complaciente con un público amante de los referentes naturalistas.
Esto puede dar lugar a una apreciación que tal vez devalúe el peso o la trascendencia del riesgo experimental al que se debe supuestamente un artista moderno, comprometido o innovador.
Jewett es una artesana prolífica y una trabajadora de las técnicas cerámicas de las que se sirve y por las que se deja llevar indudablemente por puro placer y fruición técnica, pero es eso precisamente lo que hace que sus obras establezcan un diálogo inmediato con su público ávido de algo bonito y bien hecho, expresivo y ambiguamente "original".
Tal vez por este pedante y un tanto estúpido prejuicio no le dedicamos más espacio a un muestrario más amplio y variado de sus piezas, puesto que lo que aporta en cada una de ellas queda claro en apenas unas pocas muestras.
Pero, sinceramente, al contemplar el abigarrado y preciso detallismo de sus volúmenes y de sus sugerentes huecos y espacios vacíos, de su paradójico minimalismo recargado y contorsionista, uno no deja de maravillarse y dejarse llevar por la ensoñación de que todo el mundo natural y las criaturas cuya presencia añora están interconectadas y que todos formamos parte de una incesante coreografía de acciones y reacciones biológicas.
Es oportuno también reconocer que sus piezas nos pueden recordar a reproducciones museísticas y a muestras biológicas, conectándola estéticamente por tanto con la taxidermia y con la estética de artistas inspirados por la taxidermia o que se sirven de ella, y por extensión con artistas, especialmente fotógrafos, fascinados por la belleza de las formas orgánicas incluso en los animales muertos, y que incluimos en una categoría que desde aquí hemos denominado necroantrozoológicos.
Concedemos, pues, un justo repaso a algunas piezas de Ellen Jewett para observar un poco más en detalle sus procedimientos y su tratamiento del material de modelado.
Para darnos un instante de contemplación de sus trabajos y de su proceso, de su minucioso modelado y de su aspecto puramente escultórico antes de ser tratados cromáticamente, porque Jewett, escultora, ceramista, ejerce sin duda también de pintora, ilustradora y artista conceptual con maestría.
Y lo que es más, sabe convertir ese trabajo en toda una industria a nivel de concepto, creando un mundo particular con una atmósfera muy bien estudiada incluso en la presentación pública de las piezas en las redes a través de unas fotografías eficaces que evocan justamente lo que pretende: recordar al espectador que le bastan unas pocas referencias visuales ambientales para evocar su propia relación con su entorno, tanto el cultural como el natural que no por ausente se hace menos presente en forma de recuerdos, de recuerdos de esos recuerdos y de reconstrucciones plásticas de ellos intentando, tal vez, conectar con las experiencias guardadas en la memoria atávica de nuestros ascendentes biológicos.
Reconocemos que nos ha empujado a revisar estas piezas y nos ha recordado nuestra deuda con Ellen Jewett el
artículo que recientemente le dedicada de nuevo
Christopher Jobson en COLOSSAL con motivo de una exposición con nuevas piezas de la artista canadiense, en el que se nos comenta lo siguiente:
Trabajando con una mezcla de porcelana fría y polímero sobre una armadura de alambre de metal, la artista Ellen Jewett (previously) crea esculturas tremendamente intrincadas de animales cubiertos en una maraña de adornos surrealistas.
La artista describe sus obras como "la antrozoología se encuentra con el psicoanálisis", donde pequeñas pistas que quedan en las plumas, el pelaje y los tentáculos de cada pieza conducen a una mayor historia de su significado.
(declaración de la artista)
Cada detalle, hasta la mejor filigrana, se modela a mano libremente.
Dentro de cada pieza, la precisión está equilibrada por el caos.
La estética general llama a la puerta del realismo, sin embargo, la mano del artista nunca se borra intencionalmente; abundan las pinceladas y huellas digitales. Incluso las narraciones en sí albergan cierto grado de anarquía, ya que rara vez están estructuradas formalmente.
Más bien, busco lograr estados de flujo mientras trabajo para crear una progresión fluida de imágenes inconscientes.
Jewett exhibió recientemente en la Galería Modern Eden en San Francisco para una exposición colectiva titulada Hindsight, y acaba de terminar el trabajo en un cuerpo de 10 obras de arte nuevas. Pueden ver algunas excelentes fotos de proceso detrás de escena en Instagram.
http://www.ellenjewettsculpture.com/
https://www.instagram.com/ellenjewett/?hl=en
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http://www.ellenjewettsculpture.com/
https://www.instagram.com/ellenjewett/?hl=en