Subway - Roosters from Animal on Vimeo.
(video publicitario de la productora "Animal")
Los animales parlantes son frecuentes en la narrativa popular, en las fábulas, canciones y poemas, en los cuentos y, cómo no, en el cine de animación y en la publicidad, amiga de los recursos fáciles y populares, como constatan los trabajos especializados en animales parlantes de la productora "Animal", por poner un claro ejemplo. La humanización de nuestros antepasados pasa por la adquisición del logos, del lenguaje articulado, y en todas las culturas hallamos mitos referentes a la pérdida de la capacidad de comunicación con el reino animal circundante, o fabulaciones y mitos en los que los animales toman la palabra para representar aspiraciones y problemáticas genuinamente humanas. El ninguneo a las demás especies animales por parte de la perspectiva antropocentrista parece verse suavizado por estas episódicas manifestaciones culturales, aunque, a decir verdad, al menos bajo nuestro modesto punto de vista, en realidad se acentúa, dado que los animales han de humanizarse para reclamar nuestra atención en la ficción, una especie de perversa excusa para ignorarlos en la vida real o, peor aún, dedicarles una condescendiente atención paternalista a los "sin voz".
Nuestra particular visón del problema queda ya explicada en nuestra defensa de una perspectiva antrozoológica del asunto, y ya en otras ocasiones hemos reivindicado las reflexiones de ilustres pensadores respecto a nuestro posicionamiento respecto a las demás especies, como en su día han hecho Rousseu, Caillois, Brown, Dmítriev, o, mucho más eficazmente, Donald R. Griffin. No obstante, la referencia en cualquier cultura a narraciones protagonizadas por animales parlantes, amplificada, como es lógico, por el creciente desarrollo de las artes y tecnologías audiovisuales, no acababa de encontrar un hueco oportuno y mínimamente serio o reflexivo.
He querido aprovechar, en consecuencia, la aparición de un artículo de Stassa Edwards en aeOn titulado "De Esopo a Doge", una interesante reflexión sobre los animales parlantes en la cultura.
Edwards aprovecha los comentarios de Montaigne sobre la relación entre humanos y animales para desarrollar su propia reflexión. Es justo, en la medida en que Montaigne podría considerarse un referente para el origen del ensayo antrozoológico, no sólo por el hecho de reflexionar acerca de la comunicación interespecies sino, sencillamente, porque se le puede considerar el padre del género ensayístico en general.
El texto más recurrente para Stassa Edwards es la "Apología a Raimundo Sabunde", llena de referencias a la cuestión del pensamiento y el lenguaje de humanos y animales, del que prácticamente hace una recensión.
En 1571 Montaigne heredó las propiedades de la familia, entre las que figuraba el Château de Montaigne. Allí pasó el resto de su vida, entregado a las actividades propias de un hacendado, estudiando a sus autores clásicos favoritos y escribiendo los ensayos que constituyen su gran colección. Si bien es cierto que seguramente supo dar cuenta de sus actividades más mundanas, no cabe duda de que debió disponer de mucho tiempo que supo transformar de ocioso a intelectualmente fructífero, o cuando menos realmente ocupado, y su mente no se cerraba a infinidad de temas de diferente alcance y trascendencia. Los dos primeros tomos de esta obra vieron la luz en 1580. Posteriormente Montaigne viajó a Alemania, Italia y Suiza. A su regreso llegó a ser alcalde de Burdeos (1581-1585).
Escribió un tercer tomo de ensayos que se incluyó en la quinta edición de sus ensayos en 1588. Los últimos años de su vida los pasó recluido en su propiedad, con la excepción de algún viaje ocasional a París y Ruán. La única obra que escribió además de sus Ensayos es un relato de sus viajes publicado en 1774. Como pensador, Montaigne destaca por su análisis de las instituciones, opiniones y costumbres, así como por su oposición a cualquier forma de dogmatismo carente de una base racional. Montaigne observaba la vida con escepticismo filosófico y puso de relieve las contradicciones e incoherencias inherentes a la naturaleza y la conducta humana. Sin embargo, su moral tendía básicamente hacia el epicureísmo, revelando las actitudes propias de un humanista que rechazaba la esclavitud de las pasiones y los deseos. El más extenso de sus ensayos, precisamente la Apología de Raimundo de Sabunde, es un estudio de la capacidad racional y las aspiraciones religiosas del ser humano. En algunos momentos su visión del mundo es conservadora. En literatura y filosofía admiraba a los clásicos y en política defendía la monarquía como forma de gobierno más adecuada para garantizar la paz y el orden. En educación se interesó por la formación del aristócrata y sostuvo la necesidad de enseñar a los alumnos el arte de vivir, y el desarrollo de la capacidad de observación y conversación donde la lectura.
Montaigne leyendo y releyendo la obra de Sabunde empieza a cuestionarla declarando que la razón humana es limitada e incapaz de acceder al conocimiento de las esencias. Y precisamente, por lo que traemos a Montaigne a colación en nuestro blog, tan antrozoológico, es por su crítica a Sabunde respecto a que había argumentado que los animales son criaturas inferiores. Al respecto, Montaigne incluso añade que los animales superan a menudo al hombre en habilidades e ingenio.
Citando a Montaigne:
Si en justicia debe de otorgarse a cada uno lo que es debido, diremos que los animales sirven, aman y defienden a sus bienhechores, persiguen y ultrajan a los extraños y a los que le ofenden, al practicar una justicia bastante semejante a la nuestra, viéndose también que proceden con igualdad equitativa en el cuidado de sus crías. Respecto a la amistad, los animales la practican, sin ningún género de duda, más constante y más vivamente que los hombres. Algunos ejemplos:
- Hircano, el perro del rey Lisímaco, no quiso abandonar el lecho de su amo cuando éste murió, ni tampoco comer ni beber, y el día que quemaron su cuerpo se arrojó al fuego y se abrasó.
- Parecida acción ejecutó también el perro de un individuo llamado Pirro, que no quiso moverse del lecho de su amo desde el instante en que murió; y cuando se llevaron el cadáver, se dejó conducir por él, lanzándose también en la hoguera donde el cuerpo de su amo fue incinerado. Nacen a veces en el hombre ciertas inclinaciones al afecto sin que la reflexión intervenga para nada. Las causas derivan de otra fortuita a la que algunas personas llaman simpatía; los animales son tan capaces como los hombres de tenerlas; teniendo cariño reciproco.
- Hay pueblos en que las mujeres son regalo de varios hombres y otros en que cada individuo tiene la suya; esto mismo ocurre con los animales, quienes guardan una fidelidad marital superior a la de los humanos. En cuanto a la unión que mantienen entre sí para socorrerse y auxiliarse, se ven bueyes, cerdos y otras especies en que el grito del ofendido toda la familia acude en su ayuda y se une con el fin de defenderlo. Así cuan do el escarro traga el anzuelo del pescador, sus compañeros se reúnen en gran numero a su alrededor y roen y parten la caña; cuando alguno cae en la red, los otros le presenta la cola por fuera; el prisionero la estrecha cuanto puede y así le arrastran hacia fuera a dentelladas hasta que consiguen librarlo.
- Cuentan que la ballena nunca va sola, sino que la precede un pececillo semejante al gobio de mar, al que suele llamársele guía; la ballena permite que la guíen en línea recta o en redondo con la misma facilidad con que el timón hace girar al navío. En recompensa de tal servicio, el cetáceo no produce ningún daño al pececillo, que duerme en su boca.
- Plutarco cuenta de haber visto algo semejante en la isla de Antìcira. Parecida relación existe entre pajarillo llamado reyezuelo y el cocodrilo; el primero sirve al segundo de centinela, y cuando su enemigo, el icneumòn , se acerca para combatirle, el pajarillo, temiendo que le sorprenda dormido, le despierta con su canto y con el pico para advertirle del peligro que le acecha; vive de los restos de las comidas del cocodrilo, que le da asilo familiarmente en su boca, y le permite picotear en sus mandíbulas y en sus dientes para que recoja los pedacitos de carne restantes, cuando el cocodrilo trata de cerrar la boca, el pajarillo lo advierte porque lo va cerrando poco a poco para no causarle daño.
-No son pues la razón, la reflexión ni el alma lo que nos hace superiores a los animales, es, por el contrario, nuestra bella disposición orgánica, nuestra inteligencia, nuestra prudencia y todo el resto de nuestras cualidades.
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Un hombre que prefiere a cogerse al "qué sé yo" empírico y en pleno siglo XVI habla de proyectarnos hacia el futuro para realizarnos a nosotros y ser, "seres en proyectos" fué uno de los primeros intelectuales considerablemente modernos que, como un precursor de la ilustración con más de un siglo de anticipación, reivindica la consideración de los animales como pensantes y, a su modo, parlantes.
La edición que manejo para complementar mi comentario a mi propia recencsión del artículo de Edwards es Michel de Montaigne: "Apología a Raymundo Sabunde". Sarpe, Madrid (1984)
Stassa Edwards arranca su particular aportación al ensayo antrozoológico a partir de la lectura de una versión de un clásico literario en un particular registro lingüístico nacido en la red, pero atribuible, de algún modo, a los animales, o a nuestro deseo de simplificar o sintetizar nuestro lenguaje hasta encontrar una esencial comunicación con los animales, al menos con los animales inventados, y los animales inventados hablan:
El año pasado, un grupo de colaboración de los escribas anónimos Tumblr reescribió la obra más emblemática de William Shakespeare, Romeo y Julieta, en un lenguaje animal familiar:
Qué luz. Así amanece. Qué Este. Muy sol. Wow, Juliet.
Qué Romeo. Qué qué. Muy rosa. Aún rosa ...
El lenguaje del Romeo y Julieta traducido es probable que sea familiar para cualquiera que haya pasado tiempo en el Internet. 'Wow' y 'muy' son elementos de Doge, un meme fantasioso que describe el mundo a través de los ojos de un Shiba Inu adorable, una raza japonesa de perro.
Doge tiene una estructura muy particular: no gramatical e incompleta, que imita el lenguaje infantil. Pero también, como el lingüista estadounidense Gretchen McCulloch ha observado, el tipo de lenguaje que imaginamos que nuestra mascota tendría si pudiera hablar; un lenguaje que está tan simplificado que es una tontería. Y aunque Doge es francamente ridículo, un fenómeno de Internet destinado a generar acciones y risas, es una de las más recientes manifestaciones de una fantasía humana perdurable: el animal que habla.
La fantasía de animales que hablan es anterior a Doge y sus LOLcats antepasados de Internet, por miles de años. Mucho antes de que el el lenguaje infantil de un Shiba Inu se hiciera realidad en Comic Sans a través de la web, Platón imaginó la leyenda de la edad de oro bajo Saturno como un tiempo casi idílico cuando "el hombre contaba entre sus principales virtudes ... la comunicación que tenía con las bestias.
La idea de Platón de indagar de ellos y aprender de ellos ' apela al antiguo sueño de Arcadia.; la tradición tentadora de que hubo un tiempo perfecto y apacible cuando el hombre, en su estado natural, podía conversar con bestias. Es un sueño de que parece trascender la religión - en su manifestación bíblica, Arcadia es el Jardín del Edén- el tiempo en el que, perfecta armonía con toda la creación de Dios, Adán y Eva podían conversar con una serpiente. Pero el tiempo de hablar con animales desapareció hace mucho tiempo. Sólo queda como ficción o como fantasía y, dependiendo de tu posición, fue interrumpido, ya sea por la cultura o por el pecado.
Independientemente de si los animales tienen la capacidad de hablar, o incluso tienen vida interior de la que hablar, existe otra cuestión. Sabemos que los animales pueden comunicarse entre sí - sus jerarquías y rituales complejos han sido cuantificados y observados. Pero los seres humanos están predispuestos al antropomorfismo. Tenemos la tendencia a proyectar nuestros pensamientos hacia otras especies. No podemos dejar de inferir en nuestra conciencia cuando un gato ronronea como una señal de bienvenida o un perro delata una mirada culpable cuando es regañado por robar comida. Pero, ¿realmente su gato tiene una vida interior?
En su Apología de Raymond Sebond (1576), Michel de Montaigne atribuye el silencio de los animales a la propia arrogancia intencional del hombre. El ensayista francés alegó que los animales podían hablar, que estaban en posesión de una rica conciencia , pero que el hombre no sería condescendiente a escuchar. 'Es a través de la vanidad de la imaginación misma que [el hombre] se equipara a sí mismo con Dios, escribió, 'Montaigne ,' que se reserva atributos divinos para sí mismo, se toma a sí mismo y se separa de la multitud de las otras criaturas.' Montaigne se preguntaba: cuando juego con mi gata, quién sabe si ella está haciendo más de un pasatiempo de mí que yo de ella?
La pregunta de Montaigne es tan juguetona como su gato. La apología no pretende responder a la vieja pregunta, sino en lugar de provocar; aprovechar una pregunta eterna sobre el razonamiento de los animales. Tal vez, Montaigne sugiere que simplemente entendemos mal la lengua extranjera de los animales, y la ignorancia no es de ellos, sino nuestra.
La posición de Montaigne era radical - la idea de que los animales realmente podrían hablar con los humanos era decididamente anti-antropocéntrica - y cuando buscó a su alrededor pensadores de ideas afines, se encontró a sí mismo como un ensayista solitario. Pero si Montaigne era un solitario del siglo 16, entonces podría apelar a los clásicos. La Apología está llena de referencias a Plinio y un atractivo especial a la cuenta de la edad de oro bajo Saturno de Platón. Pero incluso allí, Montaigne tenía poco que trabajar. Aristóteles había argumentado que los animales carecían de logos (que significa, literalmente, "palabra", pero también "razón") y, por lo tanto, no tenía el sentido del mundo filosófico habitado y animado por los seres humanos. Y unas pocas décadas después de Montaigne, el filósofo francés René Descartes dará el golpe final, con el argumento de que la singularidad del hombre deriva de su condición de propietario de la razón, que los animales son incapaces de poseer, y que le otorga el dominio sobre ellos.
Descartes articuló su visión del animal como mero autómata en una carta al filósofo inglés Henry More en 1647:
Nunca se ha observado todavía que ningún animal haya llegado a un grado de perfección como para hacer uso de un lenguaje verdadero ; es decir, como para ser capaz de dirigirse a nosotros por la voz o por otros signos, cualquier cosa que pudiera referirse al pensamiento aislado, en lugar de a un mero movimiento natural; ahora bien: todos los hombres, el más estúpido y el más tonto, incluso aquellos que están privados de los órganos de la palabra, hacen uso de signos, mientras que los brutos nunca hacen nada por el estilo; lo cual srá adoptado para la verdadera distinción entre el hombre y la bestia.
La explicación de Descartes de los animales como mera bestia instintiva y su afirmación del dominio total de la humanidad gobernaron nuestra interpretación de los animales hasta bien entrada la era moderna. Y, sin embargo, a pesar de Aristóteles y Descartes, la visión de Montaigne del animal que habla reina en nuestro imaginario cultural. Los anales de la literatura están llenos de animales que hablan: el caballo de Aquiles Janto, el gato de Cheshire, la araña Charlotte y Wilbur el cerdo, Rat y Mole, Peter Rabbit y los cerdos desagradables de George Orwell. El enemigo de los lunes , amante de la lasaña, Garfield es, quizás, el más honesto del grupo; en realidad no habla, toda su comunicación es en forma de burbujas de pensamiento proyectadas por su propietario.
Nosotros memeficamos a los animales y configuramos cuentas de Twitter y Facebook para ellos: les otorga el lenguaje que desesperadamente queremos que tengan
Para no ser menos, el cine y la televisión, también, están llenos de animales que hablan: Mr. Ed el caballo, Babe el cerdito, Nemo y Dory los peces tropicales, la rana Gustavo, y el icónico Mickey Mouse. De hecho, parece a veces que la concesión a los animales del habla y traducir el funcionamiento interno de sus mentes fue la razón por la que internet se inventó. Nos desplazamos a través de galerías de fotos de los loris lentos; vemos vídeos de YouTube de perros diciendo 'Te amo'; 'Squee! "Y" OMG! a un gatito con deleite. Los convertimos en memes y establecemos cuentas en Twitter y Facebook todo haciendo esencialmente lo mismo: les da el lenguaje que desesperadamente queremos que tengan.
Relatar historias de animales tiene sus raíces en una prehistoria cuando, según el estudioso de la literatura Egon Schwarz, profesor emérito de la Universidad de Washington, la conciencia aún tenía que distinguir entre el hombre y el animal, "cuando la gente todavía creía en la posibilidad de un acceso de una a otra condición , totalmente de acuerdo con el deseo o la necesidad ". Y desde entonces, los animales parlantes se han desarrollado en una variedad de maneras bien amorfas para satisfacer el deseo humano; una especie de sistema de cifrado para nuestros propios dilemas existenciales.
¿Quién está mirando a quién en el zoológico? Los visitantes observan a los animales, pero bien podrían estar buscando en un espejo.
Los nimales que hablan pueden proporcionarnos alegría y risas. Pueden servir como un desplazamiento de las debilidades y la ira. Y nos pueden enseñar lecciones muy humanas y al mismo tiempo sirve como una fuente continua de maravilla. Piense en la casa de fieras de Lewis Carroll de los animales parlantes - desde el Conejo Blanco a un ratón ofendido por los malos modales de Alicia - todos los cuales están animados por la maravilla de la imaginación infantil. O de los animales de Esopo diseñados para instruir didácticamente las mentes jóvenes hacia el camino de la moral adecuada. O del narrador canino del relato breve de Franz Kafka "Investigaciones de un perro '(1922), un sustituto ideal para la existencia alienada del autor.
También pueden servir para recordarnos el idílico placer de la naturaleza misma. De Beatrix Potter The Tale of Peter Rabbit (1902) se burlaba de las bellezas y la atracción de los setos y las madrigueras de Inglaterra para los niños urbanos cuyo entorno propio fue contaminado cada vez más a principios de la industrialización del siglo 20. El hermoso, mundo contaminado de Peter Rabbit tornaba la fantasía de Potter más potentemente placentera y la humanidad de los animales aparentemente más natural. De Kenneth Grahame El viento en los sauces (1908) tenía un propósito similar.
Pero si los animales parlantes pueden proporcionar una salida imaginaria, entonces pueden también asumir voces que apelan a nuestra humanidad, para pedir un mejor trato. Negra belleza (Black Beauty) de Anna Sewell (1877) - escrita como una autobiografía - es narrada por su caballo del mismo nombre, que habla de sus momentos felices y también de los abusos que sufrió mientras tiraba de cabinas comerciales. La desgarradora Dumbo de Disney (1941) y la lacrimógena Bambi (1942) son las animaciones que sirven extremos paralelos: emplean el animal que habla para apelar a lo más alto de la naturaleza humana, una naturaleza que los animales supuestamente poseen sólo en la ficción.
En 1749, la revista "Gentleman's" londinense imprime un ejemplo particularmente conmovedor de este tipo de literatura: un artículo de opinión escrito por una gallina en la agonía final de la vida, víctima de un pasatiempo vicioso conocido como cock-throwing (lanzamiento de gallina):
Detén tu mano un momento, desgraciado duro de corazón! Ni que sólo sea por curiosidad para escuchar de uno de mi especie emplumada sonidos proferir articulados - ¿Por ué eres tú, o cualquiera de tus camaradas, mejor que yo, además de más grande y más fuerte, y en libertad mientras estoy atado por la pierna? ¿Qué eres tú, digo yo, que yo no puedo presumir de razonar con fundamento, mientras tú nunca argumentas contigo mismo? Hago un llamamiento a ti mismo, que me conoces desde hace muchos meses, ¿Qué he hecho yo para merecer el trato que he sufrido el día de hoy, de ti y de tus compañeros bárbaros? ¿Qué te he dicho de malo o hecho ? ¿A quién alguna vez he ofendido?
No importa cuán diferente, cada género del animal que habla existe en un continuo de la misma fantasía. Es un reflejo de una serie de particulares deseos humanos, formado por necesidades históricas y escrito en el animal que habla. Los animales que hablan nos proporcionan el potencial de un mundo completamente diferente - un mundo que es una reminiscencia de el nuestro propio incluso familiar, y aún así lo suficientemente extraño para mantener la fantasía. Tal como la intelectual feminista Donna Haraway escribió en 1978: "Nosotros pulimos un espejo animal para buscarnos a nosotros mismos."
Pero tal vez ese espejo es más adecuado para una casa de la risa. Las reflexiones y refracciones del 'espejo animal "pueden ser tan aterradoras y frenéticas como uno podría esperar de la psique humana. En algunas reflexiones, el animal es un alegre, amigo bullicioso - un gato que, en el estilo del popular blog, le encantan los cheezburger. En otras reflexiones, su animalidad inquietante incluso es peligrosa - un gato que necesita ser colgado y ahorcado públicamente para la protección del hombre. De hecho, el LOLcats de hoy y la denominada Gran Masacre de gatos de París de la década de 1730 - lo uno histérico, lo otro horripilante - son cada uno reflexiones distorsionadas en el mismo espejo.
Los animales fueron condenados por incumplir la ley humana: el asesinato, el robo, incluso la brujería
En su curioso libro La Fiscalía Penal y la pena capital de los Animales (1906), EP Evans traza varias cuentas de ejecuciones de animales de la época romana y en el Renacimiento: cerdas, caballos, insectos y burros todos encontrado la muerte a manos de bien remunerados verdugos en toda Europa. Los animales fueron condenados por incumplir la ley humana: el asesinato, el robo, incluso la brujería.
Pero, ¿por torturar y ejecutar públicamente una bestia supuestamente incapaz de la palabra? La personificación de los animales condenados llama la atención precisamente porque perturba; todo el espectáculo parece diseñado para tirar de ellos desde el mundo de las bestias irracionales mudas; demostrar su capacidad para la conciencia humana, que implica una toma de conciencia de la moral humana, la justicia y el lenguaje. Después de todo, ¿cuál es el propósito de la justicia retributiva si el infractor es incapaz de sentir del peso del anatema?
Tal vez la respuesta se encuentra en la sangrienta historia del siglo 18 de París. Durante la gran masacre de gatos, impresores aprendices capturaron y colgaron cientos de gatos. Lo hicieron como una forma espantosa de protesta - para hacer a alguien responsable de su tratamiento injusto, su sufrimiento físico y financiero a manos de sus amos humanos. Con poca o ninguna mediación, los aprendices pusieron las feas palabras de sus amos en boca de gatos inocentes. Los asesinos de gatos dieron a los felinos las palabras que necesitaban oír y, aunque su intencionalidad era muy diferente, su necesidad de palabras animales pertenecían al mismo mundo fantástico que el Doge de internet.
También en el siglo 20, la ejecución pública de elefantes de circo era una visión relativamente común. Elefantes que se declararon en alborotos, que se cobraban la vida de seres humanos durante sus vigilias infelices, tenían que ser castigados. Las multitudes exigían justicia y recibían un espectáculo a cambio: María, un elefante de circo de cinco toneladas que mató a su nuevo entrenador, fue ahorcada por el delito por un equipo pesado de construcción en 1916 en Tennessee; más infame, Topsy, otro artista de circo que salió mal, esta vez en Coney Island en Nueva York, fue suministrado con veneno, electrocutado y estrangulado en 1903, todo el tiempo siendo filmado por un equipo de los Estudios de Edison. Dumbo, al parecer, no era tan fantástico.
Deseamos que los animales hablen - tanto para compartir y comprender nuestros valores - y luego asumir que entiendan nuestros complejos sistemas de justicia y moralidad. Los malinterpretamos y luego les atribuimos castigos que pertenece al reino de la razón humana. Ejercemos lo que Descartes afirma ser nuestro derecho como seres humanos - para ejercer dominio sobre las bestias y ordenar su muerte. Un animal real , auténtico, al parecer, tiene poco lugar en el mundo de fantasía del animal parlante.
Pero la animalidad cartesiana, que a grandes trazos dibujó la línea entre el razonamiento de bestias y seres humanos , se ha vuelto cada vez más borrosa. Los seres humanos encuentran ahora a la humanidad como el más problemático de los animales. Activistas de derechos de los animales se manifiestan para rescatar a un pit bull terrier que mutila a un niño, o un gato que ataca persistentemente a sus propietarios. En lugar de deshacerse de dichos animales en refugio más cercano, los propietarios ruegan por las vidas de sus queridas mascotas o llaman a especialistas - expertos que, en apariencia, poseen el poder del Doctor Dolittle-como para traducir el discurso de los animales, para comunicarse donde otros han fracasado. Los más famosos son, tal vez, el 'Dog Whisperer' César Millán y su homólogo felino el 'Gato Whisperer' Jackson Galaxy.
En un episodio reciente de su programa de Animal Planet TV, mi gato del infierno, Galaxy fue llamado a consulta sobre el caso de Lux, un gato de 10 kg de Portland que fue noticia cuando atacó a sus propietarios, arrinconándolos - y a su bebé recién nacido - en un dormitorio desde donde frenéticamente llamaron a la policía. Convencidos de que Lux sólo necesitaba a alguien que pudiera entenderle , la pareja llamó a Galaxy, un hombre que parece capaz de traducir el funcionamiento interno de los felinos problemáticos y violentos. Durante el episodio, Galaxy proclamó al gato de errático comportamiento 'el chico más dulce del mundo ". Pocos días después de la filmación, la pareja llamó a Galaxy de nuevo: el comportamiento de Lux había empeorado. Galaxy transfirió al gato a un "lugar no revelado", donde Lux fue diagnosticado con el síndrome de hiperestesia felina, una misteriosa enfermedad tratada por los antidepresivos. Galaxy sigue trabajando con el gato, con la esperanza de desentrañar su mundo interior enredado.
Los seres humanos parecen ser la construcción de un puente lingüístico de clases, uno que al cruzarse nos reunirá con el Edén, donde los animales y los seres humanos viven en la armonía de la comunicación
Lo que sustenta espectáculos como este es la creencia de que los gatos - o cualquier animal - pueden hablar, pero los propietarios simplemente no están escuchando. Presentan a Galaxy, un hombre que está dotado con un don especial, un mago-chamán para oír incluso al más silencioso de los gatos. 'No hay perros malos,' a Millán, el encantador de perros le gusta decir, el animal parece ahora liminal "sólo hay malos dueños. '- Habla, pero su conversación es limitada, su ira anormal.Los seres humanos parecen ser la construcción de un puente lingüístico de clases, uno que al cruzarse nos reunirá con el Edén, donde los animales y los seres humanos viven en la armonía de la comunicación
Lo que sustenta espectáculos como este es la creencia de que los gatos - o cualquier animal - pueden hablar, pero los propietarios simplemente no están escuchando. Presentan a Galaxy, un hombre que está dotado con un don especial, un mago-chamán para oír incluso al más silencioso de los gatos. 'No hay perros malos,' a Millán, el encantador de perros le gusta decir, el animal parece ahora liminal "sólo hay malos dueños. '- Habla, pero su conversación es limitada, su ira anormal.
Hay algo innatamente animalista acerca de todo ello, la sensación de que la ideología cartesiana nos arrancó de nuestro pasado animal, de nuestras raíces evolutivas. En la estimación del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, la separación total de nuestra historia dio lugar a la '["imposibilitante"_ enfermedad ' de la modernidad, un período de luto por instintos perdidos. La fantasía del animal que habla es tal vez un moderno apósito de clases - para hablar con los animales, para comprender y ser comprendido reinserta al animal en nuestra propia comprensión de nosotros mismos, de la humanidad. Lux el gato merece ser salvado porque él es como nosotros - incomprendido y en la necesidad de que alguien le escuche a él. Los seres humanos parecen ser la construcción de un puente lingüístico de clases, una que cuando se cruzan nos reunirse con el Edén, donde los animales y los seres humanos viven en la armonía de la comunicación. Sin embargo, hace que uno se pregunte si ese puente está siendo construido en la imaginación literaria o en la realidad.
La respuesta es tan complicada como lo fue cuando Montaigne por primera vez planteó la pregunta. Por un lado, Temple Grandin, profesora de ciencia animal en la Universidad Estatal de Colorado, es la embajadora más pública (si no la más respetada) de un método con base científica de la traducción. Grandin ha encontrado un gran éxito traduciendo el discurso de los animales, con el argumento de que su autismo es un portal a la mente animal. Ha escrito extensamente sobre su forma visual de pensar, sugiriendo que el procesamiento basado en imágenes del autismo imita el modo en que los animales procesan el mundo . Por otro lado, tenemos en la animación de Pixar todo un zoológico de animales que hablan, así como mapaches protagonistas en las películas de cómics de gran presupuesto, y BuzzFeed acumulando millones de visitas con clickbaits tan irresistibles como '22 de los más importantes Animales que hablan que jamás verás '.
Hay tensión en estas perspectivas - que empujan y tiran de una contra la otra en sus enfoques para una resolución y hacia el lenguaje de los animales, pero sus fines son los mismos. Ya sea la ciencia o la fantasía cultural, el deseo - la fantasía - es a misma: hablar con los animales, esperar que una vez que se realice el sueño, el Shiba Inu efectivamente hablará doge. Pero tal vez vale la pena volver a visitar la pregunta de Montaigne, para preguntarnos una vez más a nosotros mismos y a nuestros animales: ¿Quién está jugando con quién?
29 de enero 2015
por Stassa Edwards
Si queréis acceder al texto original completo, y más información sobre su autora, os remito a:
http://stassaedwards.com/
(video publicitario de la productora "Animal")
Los animales parlantes son frecuentes en la narrativa popular, en las fábulas, canciones y poemas, en los cuentos y, cómo no, en el cine de animación y en la publicidad, amiga de los recursos fáciles y populares, como constatan los trabajos especializados en animales parlantes de la productora "Animal", por poner un claro ejemplo. La humanización de nuestros antepasados pasa por la adquisición del logos, del lenguaje articulado, y en todas las culturas hallamos mitos referentes a la pérdida de la capacidad de comunicación con el reino animal circundante, o fabulaciones y mitos en los que los animales toman la palabra para representar aspiraciones y problemáticas genuinamente humanas. El ninguneo a las demás especies animales por parte de la perspectiva antropocentrista parece verse suavizado por estas episódicas manifestaciones culturales, aunque, a decir verdad, al menos bajo nuestro modesto punto de vista, en realidad se acentúa, dado que los animales han de humanizarse para reclamar nuestra atención en la ficción, una especie de perversa excusa para ignorarlos en la vida real o, peor aún, dedicarles una condescendiente atención paternalista a los "sin voz".
Nuestra particular visón del problema queda ya explicada en nuestra defensa de una perspectiva antrozoológica del asunto, y ya en otras ocasiones hemos reivindicado las reflexiones de ilustres pensadores respecto a nuestro posicionamiento respecto a las demás especies, como en su día han hecho Rousseu, Caillois, Brown, Dmítriev, o, mucho más eficazmente, Donald R. Griffin. No obstante, la referencia en cualquier cultura a narraciones protagonizadas por animales parlantes, amplificada, como es lógico, por el creciente desarrollo de las artes y tecnologías audiovisuales, no acababa de encontrar un hueco oportuno y mínimamente serio o reflexivo.
He querido aprovechar, en consecuencia, la aparición de un artículo de Stassa Edwards en aeOn titulado "De Esopo a Doge", una interesante reflexión sobre los animales parlantes en la cultura.
Edwards aprovecha los comentarios de Montaigne sobre la relación entre humanos y animales para desarrollar su propia reflexión. Es justo, en la medida en que Montaigne podría considerarse un referente para el origen del ensayo antrozoológico, no sólo por el hecho de reflexionar acerca de la comunicación interespecies sino, sencillamente, porque se le puede considerar el padre del género ensayístico en general.
El texto más recurrente para Stassa Edwards es la "Apología a Raimundo Sabunde", llena de referencias a la cuestión del pensamiento y el lenguaje de humanos y animales, del que prácticamente hace una recensión.
El francés Michel de Montaigne fué un prolífico escritor
de quien se considera que introdujo por primera vez el ensayo como forma literaria.
Sus ensayos, que abarcan un amplio abanico de temas, se caracterizan por
un estilo discursivo, un tono coloquial y el uso de numerosas citas de
autores clásicos. Montaigne nació el 28 de febrero de 1533, en el
Château de Montaigne (cerca de Libourne). Su familia gozaba de una buena
posición y Montaigne estudió en Guyenne. Posteriormente cursó estudios
de leyes probablemente en Toulouse. Precisamente, su primera empresa literaria fue una
traducción, publicada en 1569, de la Theologia Naturalis, obra del
teólogo español Raimundo de Sabunde.
En 1571 Montaigne heredó las propiedades de la familia, entre las que figuraba el Château de Montaigne. Allí pasó el resto de su vida, entregado a las actividades propias de un hacendado, estudiando a sus autores clásicos favoritos y escribiendo los ensayos que constituyen su gran colección. Si bien es cierto que seguramente supo dar cuenta de sus actividades más mundanas, no cabe duda de que debió disponer de mucho tiempo que supo transformar de ocioso a intelectualmente fructífero, o cuando menos realmente ocupado, y su mente no se cerraba a infinidad de temas de diferente alcance y trascendencia. Los dos primeros tomos de esta obra vieron la luz en 1580. Posteriormente Montaigne viajó a Alemania, Italia y Suiza. A su regreso llegó a ser alcalde de Burdeos (1581-1585).
Escribió un tercer tomo de ensayos que se incluyó en la quinta edición de sus ensayos en 1588. Los últimos años de su vida los pasó recluido en su propiedad, con la excepción de algún viaje ocasional a París y Ruán. La única obra que escribió además de sus Ensayos es un relato de sus viajes publicado en 1774. Como pensador, Montaigne destaca por su análisis de las instituciones, opiniones y costumbres, así como por su oposición a cualquier forma de dogmatismo carente de una base racional. Montaigne observaba la vida con escepticismo filosófico y puso de relieve las contradicciones e incoherencias inherentes a la naturaleza y la conducta humana. Sin embargo, su moral tendía básicamente hacia el epicureísmo, revelando las actitudes propias de un humanista que rechazaba la esclavitud de las pasiones y los deseos. El más extenso de sus ensayos, precisamente la Apología de Raimundo de Sabunde, es un estudio de la capacidad racional y las aspiraciones religiosas del ser humano. En algunos momentos su visión del mundo es conservadora. En literatura y filosofía admiraba a los clásicos y en política defendía la monarquía como forma de gobierno más adecuada para garantizar la paz y el orden. En educación se interesó por la formación del aristócrata y sostuvo la necesidad de enseñar a los alumnos el arte de vivir, y el desarrollo de la capacidad de observación y conversación donde la lectura.
Apología a Raimundo Sabunde
En esta obra Montaigne pretende defender las tesis de Sabunde aunque en realidad las termine por criticar. Raimundo sabunde era un teólogo Catalán autor de la "Teología Natural" que Montaigne, por petición de su padre, había traducido al francés en 1568. Considerando la preeminencia del hombre por medio de su razón y las jerarquías de las criaturas Sabunde pretendía demostrar en esta obra que Dios puede ser conocido, sin ayuda de la fe, lo que le supuso no pocas críticas, especialmente por parte de cristianos que lo acusaban de querer fundar la fe en la razón.
En esta obra Montaigne pretende defender las tesis de Sabunde aunque en realidad las termine por criticar. Raimundo sabunde era un teólogo Catalán autor de la "Teología Natural" que Montaigne, por petición de su padre, había traducido al francés en 1568. Considerando la preeminencia del hombre por medio de su razón y las jerarquías de las criaturas Sabunde pretendía demostrar en esta obra que Dios puede ser conocido, sin ayuda de la fe, lo que le supuso no pocas críticas, especialmente por parte de cristianos que lo acusaban de querer fundar la fe en la razón.
Montaigne leyendo y releyendo la obra de Sabunde empieza a cuestionarla declarando que la razón humana es limitada e incapaz de acceder al conocimiento de las esencias. Y precisamente, por lo que traemos a Montaigne a colación en nuestro blog, tan antrozoológico, es por su crítica a Sabunde respecto a que había argumentado que los animales son criaturas inferiores. Al respecto, Montaigne incluso añade que los animales superan a menudo al hombre en habilidades e ingenio.
Citando a Montaigne:
Si en justicia debe de otorgarse a cada uno lo que es debido, diremos que los animales sirven, aman y defienden a sus bienhechores, persiguen y ultrajan a los extraños y a los que le ofenden, al practicar una justicia bastante semejante a la nuestra, viéndose también que proceden con igualdad equitativa en el cuidado de sus crías. Respecto a la amistad, los animales la practican, sin ningún género de duda, más constante y más vivamente que los hombres. Algunos ejemplos:
- Hircano, el perro del rey Lisímaco, no quiso abandonar el lecho de su amo cuando éste murió, ni tampoco comer ni beber, y el día que quemaron su cuerpo se arrojó al fuego y se abrasó.
- Parecida acción ejecutó también el perro de un individuo llamado Pirro, que no quiso moverse del lecho de su amo desde el instante en que murió; y cuando se llevaron el cadáver, se dejó conducir por él, lanzándose también en la hoguera donde el cuerpo de su amo fue incinerado. Nacen a veces en el hombre ciertas inclinaciones al afecto sin que la reflexión intervenga para nada. Las causas derivan de otra fortuita a la que algunas personas llaman simpatía; los animales son tan capaces como los hombres de tenerlas; teniendo cariño reciproco.
- Hay pueblos en que las mujeres son regalo de varios hombres y otros en que cada individuo tiene la suya; esto mismo ocurre con los animales, quienes guardan una fidelidad marital superior a la de los humanos. En cuanto a la unión que mantienen entre sí para socorrerse y auxiliarse, se ven bueyes, cerdos y otras especies en que el grito del ofendido toda la familia acude en su ayuda y se une con el fin de defenderlo. Así cuan do el escarro traga el anzuelo del pescador, sus compañeros se reúnen en gran numero a su alrededor y roen y parten la caña; cuando alguno cae en la red, los otros le presenta la cola por fuera; el prisionero la estrecha cuanto puede y así le arrastran hacia fuera a dentelladas hasta que consiguen librarlo.
- Cuentan que la ballena nunca va sola, sino que la precede un pececillo semejante al gobio de mar, al que suele llamársele guía; la ballena permite que la guíen en línea recta o en redondo con la misma facilidad con que el timón hace girar al navío. En recompensa de tal servicio, el cetáceo no produce ningún daño al pececillo, que duerme en su boca.
- Plutarco cuenta de haber visto algo semejante en la isla de Antìcira. Parecida relación existe entre pajarillo llamado reyezuelo y el cocodrilo; el primero sirve al segundo de centinela, y cuando su enemigo, el icneumòn , se acerca para combatirle, el pajarillo, temiendo que le sorprenda dormido, le despierta con su canto y con el pico para advertirle del peligro que le acecha; vive de los restos de las comidas del cocodrilo, que le da asilo familiarmente en su boca, y le permite picotear en sus mandíbulas y en sus dientes para que recoja los pedacitos de carne restantes, cuando el cocodrilo trata de cerrar la boca, el pajarillo lo advierte porque lo va cerrando poco a poco para no causarle daño.
-No son pues la razón, la reflexión ni el alma lo que nos hace superiores a los animales, es, por el contrario, nuestra bella disposición orgánica, nuestra inteligencia, nuestra prudencia y todo el resto de nuestras cualidades.
-La
naturaleza atiende universalmente por igual a todas sus criaturas y
ninguna hay a quien no haya provisto suficientemente de todos lo
recursos necesarios para su conservación, pues las egocéntricas
pretensiones de los hombres hacen creer que la naturaleza esta a nuestro
servicio creando jerarquizaciòn donde el hombre destruye sin medida.
Sin considerar que nosotros somos el único animal abandonado sobre la
tierra desnuda, no teniendo nada con que cubrirse , sino los despojos de
otros seres, y de que a todas las demás especies la naturaleza las
revistió de conchas , corteza, pelo, lana, cuero, borra, pluma, escamas o
seda, según sus necesidades de cada una, o las armó de garras, dientes y
cuernos para defenderse , nadar correr, volar y cantar, mientras que el
hombre no sabe ni hablar, ni comer sin aprendizaje previo, porque solo
sabe llorar:
-Además el hombre es el único animal cuyos defectos ofenden a sus semejantes. y el único que se oculta de sus semejantes cuando practica sus actos sexuales.
-Además el hombre es el único animal cuyos defectos ofenden a sus semejantes. y el único que se oculta de sus semejantes cuando practica sus actos sexuales.
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Montaigne habría intentado definir la naturaleza humana, con su grandeza y sus
debilidades, con su sus temores y sus ilusiones, de manera que cada hombre lleva
en sí por entero la condición humana que supone afrontar
solo las vicisitudes de la vida, sin certezas, teniendo por respaldo su
razón débil y unos sentidos engañosos. Es la comparación con las múltiples y célebres virtudes de otras especies animales (aunque Montaigne estuviese lejos de expresar tales términos) lo que sirve a menudo al ensayista como argumento para dudar de la supuesta superioridad humana basada sólo en una razón sustentada en el lenguaje y el pensamiento.
Nos hallaríamos, pues, ante una manifestación del subjetivismo y humanismo renacentista del siglo XVI, unidos a un escepticismo que, aunque procedente del escepticismo antiguo, tiene por origen una muy diferente fuente procedente de su descubrimiento de la insignificancia del hombre que, al estimarse equivocadamente superior al resto de criaturas, olvida los vínculos que lo unen a la Naturaleza, idea que toma de los estoicos y de los epicúreos, pero que Montaigne siente como una necesidad individual y no sólo como una verdad doctrinal, lo que apunta en ocasiones a su mención de los animales y sus virtudes, a menudo, en el fondo, muy humanizantes, derivando en un cierto pesimismo. El pesimismo de Montaigne, mencionado por muchas de las múltiples entradas bibliográficas y enciclopédicas que a él se refieren es en ellas frecuentemente interpretado por los estudiosos de su obra como una suerte de preparación de fondo para conseguir, mediante la eliminación de toda actitud presuntuosa, la tranquilidad de ánimo y la prudencia en todas las cosas. Reconozco haber leído muy fraccionadamente los textos de Montaigne, extrayendo especialmente los fragmentos referidos al posicionamiento del hombre con respecto a los animales en cuanto al lenguaje y al pensamiento mezclados con los comentarios de otros estudiosos modernos al respecto. Creo que debería dedicar un tiempo a leer al completo las obras clásicas de los pensadores occidentales sin la mediación de recensiones tan oportunistas como las mías, pero para introducir adecuadamente las reflexiones de Stessa Edwards sobre nuestra persistente fascinación por los animales parlantes en todo tipo de manifestaciones culturales, artísticas o dramáticas proceden precisamente de esa idea de Vida conforme a la Naturaleza, que en el caso peculiar de la criatura humana, creo interpretar de lo leído acerca de las valoraciones de Montaigne, supone algo así como la eliminación de la inquietud producida por la ambición y el egoísmo. Y así, este intelectual bienestante y acomodado en la posición humanamente menos expuesta a las vicisitudes de la Naturaleza, que campesinos y artesanos no pueden ignorar, aprovecha su privilegiada condición precisamente para ver su inconveniente distanciamiento de la Naturaleza que plácidamente puede contemplar desde su ventana en las pausas de sus múltiples lecturas y escritos. Hemos de reconocerle, en su observación del comportamiento animal (siempre basada en la observación cotidiana de los animales domésticos, y de los silvestres de forma a menudo literaria o basada en referentes culturales clásicos o tradicionales) el mérito de asumir o, al menos imaginar un cierto distanciamiento que le lleva a la consideración de todas las cosas como transitorias. Curiosamente parece ser que aún con la consideración de la razón como única posibilidad para considerar al hombre mínimamente superior a los animales, Montaigne sugiere discreción en la ciencia y en el comportamiento humano, y el cumplimiento de las leyes y usos vigentes para evitar los mayores males que produce la rebelión contra ellos, lo que nos vuelve a recordar que el mismo Montaigne que duda de la inferioridad de las demás criaturas a las que sólo falta hablar, es también un defensor de la Monarquía como sistema ideal de organización social. Supongo que en el fondo es natural para todo primate gregario, que hay un líder que domina, junto con sus acólitos y sus hembras, los recursos y las vidas del resto del clan.
Al margen, o no tanto, de mi repaso a la información que acopio sobre Montaigne, me llama la atención que, al parecer leyendo a Sexto Empírico, atraviesa una verdadera crisis escéptica, donde los herederos de Pirròn de Elis negaban la posibilidad para el hombre de alcanzar una verdad cualquiera. Así no pudiendo afirmar siquiera “yo no sé nada” porque esto ya es afirmar. Empiezo a comprender su inclinación, bastante avanzada en su contexto histórico, a reflexionar sobre la superioridad del pensamiento humano basado en el lenguaje y perdiéndose en sus laberínticos bucles. El mismo hombre que se esfuerza en solucionar intelectualmente dichas cuestiones, se preguntará, al jugar con su gato quién juega con quién, quién piensa a quién.
Nos hallaríamos, pues, ante una manifestación del subjetivismo y humanismo renacentista del siglo XVI, unidos a un escepticismo que, aunque procedente del escepticismo antiguo, tiene por origen una muy diferente fuente procedente de su descubrimiento de la insignificancia del hombre que, al estimarse equivocadamente superior al resto de criaturas, olvida los vínculos que lo unen a la Naturaleza, idea que toma de los estoicos y de los epicúreos, pero que Montaigne siente como una necesidad individual y no sólo como una verdad doctrinal, lo que apunta en ocasiones a su mención de los animales y sus virtudes, a menudo, en el fondo, muy humanizantes, derivando en un cierto pesimismo. El pesimismo de Montaigne, mencionado por muchas de las múltiples entradas bibliográficas y enciclopédicas que a él se refieren es en ellas frecuentemente interpretado por los estudiosos de su obra como una suerte de preparación de fondo para conseguir, mediante la eliminación de toda actitud presuntuosa, la tranquilidad de ánimo y la prudencia en todas las cosas. Reconozco haber leído muy fraccionadamente los textos de Montaigne, extrayendo especialmente los fragmentos referidos al posicionamiento del hombre con respecto a los animales en cuanto al lenguaje y al pensamiento mezclados con los comentarios de otros estudiosos modernos al respecto. Creo que debería dedicar un tiempo a leer al completo las obras clásicas de los pensadores occidentales sin la mediación de recensiones tan oportunistas como las mías, pero para introducir adecuadamente las reflexiones de Stessa Edwards sobre nuestra persistente fascinación por los animales parlantes en todo tipo de manifestaciones culturales, artísticas o dramáticas proceden precisamente de esa idea de Vida conforme a la Naturaleza, que en el caso peculiar de la criatura humana, creo interpretar de lo leído acerca de las valoraciones de Montaigne, supone algo así como la eliminación de la inquietud producida por la ambición y el egoísmo. Y así, este intelectual bienestante y acomodado en la posición humanamente menos expuesta a las vicisitudes de la Naturaleza, que campesinos y artesanos no pueden ignorar, aprovecha su privilegiada condición precisamente para ver su inconveniente distanciamiento de la Naturaleza que plácidamente puede contemplar desde su ventana en las pausas de sus múltiples lecturas y escritos. Hemos de reconocerle, en su observación del comportamiento animal (siempre basada en la observación cotidiana de los animales domésticos, y de los silvestres de forma a menudo literaria o basada en referentes culturales clásicos o tradicionales) el mérito de asumir o, al menos imaginar un cierto distanciamiento que le lleva a la consideración de todas las cosas como transitorias. Curiosamente parece ser que aún con la consideración de la razón como única posibilidad para considerar al hombre mínimamente superior a los animales, Montaigne sugiere discreción en la ciencia y en el comportamiento humano, y el cumplimiento de las leyes y usos vigentes para evitar los mayores males que produce la rebelión contra ellos, lo que nos vuelve a recordar que el mismo Montaigne que duda de la inferioridad de las demás criaturas a las que sólo falta hablar, es también un defensor de la Monarquía como sistema ideal de organización social. Supongo que en el fondo es natural para todo primate gregario, que hay un líder que domina, junto con sus acólitos y sus hembras, los recursos y las vidas del resto del clan.
Al margen, o no tanto, de mi repaso a la información que acopio sobre Montaigne, me llama la atención que, al parecer leyendo a Sexto Empírico, atraviesa una verdadera crisis escéptica, donde los herederos de Pirròn de Elis negaban la posibilidad para el hombre de alcanzar una verdad cualquiera. Así no pudiendo afirmar siquiera “yo no sé nada” porque esto ya es afirmar. Empiezo a comprender su inclinación, bastante avanzada en su contexto histórico, a reflexionar sobre la superioridad del pensamiento humano basado en el lenguaje y perdiéndose en sus laberínticos bucles. El mismo hombre que se esfuerza en solucionar intelectualmente dichas cuestiones, se preguntará, al jugar con su gato quién juega con quién, quién piensa a quién.
Un hombre que prefiere a cogerse al "qué sé yo" empírico y en pleno siglo XVI habla de proyectarnos hacia el futuro para realizarnos a nosotros y ser, "seres en proyectos" fué uno de los primeros intelectuales considerablemente modernos que, como un precursor de la ilustración con más de un siglo de anticipación, reivindica la consideración de los animales como pensantes y, a su modo, parlantes.
La edición que manejo para complementar mi comentario a mi propia recencsión del artículo de Edwards es Michel de Montaigne: "Apología a Raymundo Sabunde". Sarpe, Madrid (1984)
Stassa Edwards arranca su particular aportación al ensayo antrozoológico a partir de la lectura de una versión de un clásico literario en un particular registro lingüístico nacido en la red, pero atribuible, de algún modo, a los animales, o a nuestro deseo de simplificar o sintetizar nuestro lenguaje hasta encontrar una esencial comunicación con los animales, al menos con los animales inventados, y los animales inventados hablan:
El año pasado, un grupo de colaboración de los escribas anónimos Tumblr reescribió la obra más emblemática de William Shakespeare, Romeo y Julieta, en un lenguaje animal familiar:
Qué luz. Así amanece. Qué Este. Muy sol. Wow, Juliet.
Qué Romeo. Qué qué. Muy rosa. Aún rosa ...
El lenguaje del Romeo y Julieta traducido es probable que sea familiar para cualquiera que haya pasado tiempo en el Internet. 'Wow' y 'muy' son elementos de Doge, un meme fantasioso que describe el mundo a través de los ojos de un Shiba Inu adorable, una raza japonesa de perro.
Doge tiene una estructura muy particular: no gramatical e incompleta, que imita el lenguaje infantil. Pero también, como el lingüista estadounidense Gretchen McCulloch ha observado, el tipo de lenguaje que imaginamos que nuestra mascota tendría si pudiera hablar; un lenguaje que está tan simplificado que es una tontería. Y aunque Doge es francamente ridículo, un fenómeno de Internet destinado a generar acciones y risas, es una de las más recientes manifestaciones de una fantasía humana perdurable: el animal que habla.
La fantasía de animales que hablan es anterior a Doge y sus LOLcats antepasados de Internet, por miles de años. Mucho antes de que el el lenguaje infantil de un Shiba Inu se hiciera realidad en Comic Sans a través de la web, Platón imaginó la leyenda de la edad de oro bajo Saturno como un tiempo casi idílico cuando "el hombre contaba entre sus principales virtudes ... la comunicación que tenía con las bestias.
La idea de Platón de indagar de ellos y aprender de ellos ' apela al antiguo sueño de Arcadia.; la tradición tentadora de que hubo un tiempo perfecto y apacible cuando el hombre, en su estado natural, podía conversar con bestias. Es un sueño de que parece trascender la religión - en su manifestación bíblica, Arcadia es el Jardín del Edén- el tiempo en el que, perfecta armonía con toda la creación de Dios, Adán y Eva podían conversar con una serpiente. Pero el tiempo de hablar con animales desapareció hace mucho tiempo. Sólo queda como ficción o como fantasía y, dependiendo de tu posición, fue interrumpido, ya sea por la cultura o por el pecado.
Independientemente de si los animales tienen la capacidad de hablar, o incluso tienen vida interior de la que hablar, existe otra cuestión. Sabemos que los animales pueden comunicarse entre sí - sus jerarquías y rituales complejos han sido cuantificados y observados. Pero los seres humanos están predispuestos al antropomorfismo. Tenemos la tendencia a proyectar nuestros pensamientos hacia otras especies. No podemos dejar de inferir en nuestra conciencia cuando un gato ronronea como una señal de bienvenida o un perro delata una mirada culpable cuando es regañado por robar comida. Pero, ¿realmente su gato tiene una vida interior?
En su Apología de Raymond Sebond (1576), Michel de Montaigne atribuye el silencio de los animales a la propia arrogancia intencional del hombre. El ensayista francés alegó que los animales podían hablar, que estaban en posesión de una rica conciencia , pero que el hombre no sería condescendiente a escuchar. 'Es a través de la vanidad de la imaginación misma que [el hombre] se equipara a sí mismo con Dios, escribió, 'Montaigne ,' que se reserva atributos divinos para sí mismo, se toma a sí mismo y se separa de la multitud de las otras criaturas.' Montaigne se preguntaba: cuando juego con mi gata, quién sabe si ella está haciendo más de un pasatiempo de mí que yo de ella?
La pregunta de Montaigne es tan juguetona como su gato. La apología no pretende responder a la vieja pregunta, sino en lugar de provocar; aprovechar una pregunta eterna sobre el razonamiento de los animales. Tal vez, Montaigne sugiere que simplemente entendemos mal la lengua extranjera de los animales, y la ignorancia no es de ellos, sino nuestra.
La posición de Montaigne era radical - la idea de que los animales realmente podrían hablar con los humanos era decididamente anti-antropocéntrica - y cuando buscó a su alrededor pensadores de ideas afines, se encontró a sí mismo como un ensayista solitario. Pero si Montaigne era un solitario del siglo 16, entonces podría apelar a los clásicos. La Apología está llena de referencias a Plinio y un atractivo especial a la cuenta de la edad de oro bajo Saturno de Platón. Pero incluso allí, Montaigne tenía poco que trabajar. Aristóteles había argumentado que los animales carecían de logos (que significa, literalmente, "palabra", pero también "razón") y, por lo tanto, no tenía el sentido del mundo filosófico habitado y animado por los seres humanos. Y unas pocas décadas después de Montaigne, el filósofo francés René Descartes dará el golpe final, con el argumento de que la singularidad del hombre deriva de su condición de propietario de la razón, que los animales son incapaces de poseer, y que le otorga el dominio sobre ellos.
Descartes articuló su visión del animal como mero autómata en una carta al filósofo inglés Henry More en 1647:
Nunca se ha observado todavía que ningún animal haya llegado a un grado de perfección como para hacer uso de un lenguaje verdadero ; es decir, como para ser capaz de dirigirse a nosotros por la voz o por otros signos, cualquier cosa que pudiera referirse al pensamiento aislado, en lugar de a un mero movimiento natural; ahora bien: todos los hombres, el más estúpido y el más tonto, incluso aquellos que están privados de los órganos de la palabra, hacen uso de signos, mientras que los brutos nunca hacen nada por el estilo; lo cual srá adoptado para la verdadera distinción entre el hombre y la bestia.
La explicación de Descartes de los animales como mera bestia instintiva y su afirmación del dominio total de la humanidad gobernaron nuestra interpretación de los animales hasta bien entrada la era moderna. Y, sin embargo, a pesar de Aristóteles y Descartes, la visión de Montaigne del animal que habla reina en nuestro imaginario cultural. Los anales de la literatura están llenos de animales que hablan: el caballo de Aquiles Janto, el gato de Cheshire, la araña Charlotte y Wilbur el cerdo, Rat y Mole, Peter Rabbit y los cerdos desagradables de George Orwell. El enemigo de los lunes , amante de la lasaña, Garfield es, quizás, el más honesto del grupo; en realidad no habla, toda su comunicación es en forma de burbujas de pensamiento proyectadas por su propietario.
Nosotros memeficamos a los animales y configuramos cuentas de Twitter y Facebook para ellos: les otorga el lenguaje que desesperadamente queremos que tengan
Para no ser menos, el cine y la televisión, también, están llenos de animales que hablan: Mr. Ed el caballo, Babe el cerdito, Nemo y Dory los peces tropicales, la rana Gustavo, y el icónico Mickey Mouse. De hecho, parece a veces que la concesión a los animales del habla y traducir el funcionamiento interno de sus mentes fue la razón por la que internet se inventó. Nos desplazamos a través de galerías de fotos de los loris lentos; vemos vídeos de YouTube de perros diciendo 'Te amo'; 'Squee! "Y" OMG! a un gatito con deleite. Los convertimos en memes y establecemos cuentas en Twitter y Facebook todo haciendo esencialmente lo mismo: les da el lenguaje que desesperadamente queremos que tengan.
Relatar historias de animales tiene sus raíces en una prehistoria cuando, según el estudioso de la literatura Egon Schwarz, profesor emérito de la Universidad de Washington, la conciencia aún tenía que distinguir entre el hombre y el animal, "cuando la gente todavía creía en la posibilidad de un acceso de una a otra condición , totalmente de acuerdo con el deseo o la necesidad ". Y desde entonces, los animales parlantes se han desarrollado en una variedad de maneras bien amorfas para satisfacer el deseo humano; una especie de sistema de cifrado para nuestros propios dilemas existenciales.
¿Quién está mirando a quién en el zoológico? Los visitantes observan a los animales, pero bien podrían estar buscando en un espejo.
Los nimales que hablan pueden proporcionarnos alegría y risas. Pueden servir como un desplazamiento de las debilidades y la ira. Y nos pueden enseñar lecciones muy humanas y al mismo tiempo sirve como una fuente continua de maravilla. Piense en la casa de fieras de Lewis Carroll de los animales parlantes - desde el Conejo Blanco a un ratón ofendido por los malos modales de Alicia - todos los cuales están animados por la maravilla de la imaginación infantil. O de los animales de Esopo diseñados para instruir didácticamente las mentes jóvenes hacia el camino de la moral adecuada. O del narrador canino del relato breve de Franz Kafka "Investigaciones de un perro '(1922), un sustituto ideal para la existencia alienada del autor.
También pueden servir para recordarnos el idílico placer de la naturaleza misma. De Beatrix Potter The Tale of Peter Rabbit (1902) se burlaba de las bellezas y la atracción de los setos y las madrigueras de Inglaterra para los niños urbanos cuyo entorno propio fue contaminado cada vez más a principios de la industrialización del siglo 20. El hermoso, mundo contaminado de Peter Rabbit tornaba la fantasía de Potter más potentemente placentera y la humanidad de los animales aparentemente más natural. De Kenneth Grahame El viento en los sauces (1908) tenía un propósito similar.
Pero si los animales parlantes pueden proporcionar una salida imaginaria, entonces pueden también asumir voces que apelan a nuestra humanidad, para pedir un mejor trato. Negra belleza (Black Beauty) de Anna Sewell (1877) - escrita como una autobiografía - es narrada por su caballo del mismo nombre, que habla de sus momentos felices y también de los abusos que sufrió mientras tiraba de cabinas comerciales. La desgarradora Dumbo de Disney (1941) y la lacrimógena Bambi (1942) son las animaciones que sirven extremos paralelos: emplean el animal que habla para apelar a lo más alto de la naturaleza humana, una naturaleza que los animales supuestamente poseen sólo en la ficción.
En 1749, la revista "Gentleman's" londinense imprime un ejemplo particularmente conmovedor de este tipo de literatura: un artículo de opinión escrito por una gallina en la agonía final de la vida, víctima de un pasatiempo vicioso conocido como cock-throwing (lanzamiento de gallina):
Detén tu mano un momento, desgraciado duro de corazón! Ni que sólo sea por curiosidad para escuchar de uno de mi especie emplumada sonidos proferir articulados - ¿Por ué eres tú, o cualquiera de tus camaradas, mejor que yo, además de más grande y más fuerte, y en libertad mientras estoy atado por la pierna? ¿Qué eres tú, digo yo, que yo no puedo presumir de razonar con fundamento, mientras tú nunca argumentas contigo mismo? Hago un llamamiento a ti mismo, que me conoces desde hace muchos meses, ¿Qué he hecho yo para merecer el trato que he sufrido el día de hoy, de ti y de tus compañeros bárbaros? ¿Qué te he dicho de malo o hecho ? ¿A quién alguna vez he ofendido?
No importa cuán diferente, cada género del animal que habla existe en un continuo de la misma fantasía. Es un reflejo de una serie de particulares deseos humanos, formado por necesidades históricas y escrito en el animal que habla. Los animales que hablan nos proporcionan el potencial de un mundo completamente diferente - un mundo que es una reminiscencia de el nuestro propio incluso familiar, y aún así lo suficientemente extraño para mantener la fantasía. Tal como la intelectual feminista Donna Haraway escribió en 1978: "Nosotros pulimos un espejo animal para buscarnos a nosotros mismos."
Pero tal vez ese espejo es más adecuado para una casa de la risa. Las reflexiones y refracciones del 'espejo animal "pueden ser tan aterradoras y frenéticas como uno podría esperar de la psique humana. En algunas reflexiones, el animal es un alegre, amigo bullicioso - un gato que, en el estilo del popular blog, le encantan los cheezburger. En otras reflexiones, su animalidad inquietante incluso es peligrosa - un gato que necesita ser colgado y ahorcado públicamente para la protección del hombre. De hecho, el LOLcats de hoy y la denominada Gran Masacre de gatos de París de la década de 1730 - lo uno histérico, lo otro horripilante - son cada uno reflexiones distorsionadas en el mismo espejo.
Los animales fueron condenados por incumplir la ley humana: el asesinato, el robo, incluso la brujería
En su curioso libro La Fiscalía Penal y la pena capital de los Animales (1906), EP Evans traza varias cuentas de ejecuciones de animales de la época romana y en el Renacimiento: cerdas, caballos, insectos y burros todos encontrado la muerte a manos de bien remunerados verdugos en toda Europa. Los animales fueron condenados por incumplir la ley humana: el asesinato, el robo, incluso la brujería.
Pero, ¿por torturar y ejecutar públicamente una bestia supuestamente incapaz de la palabra? La personificación de los animales condenados llama la atención precisamente porque perturba; todo el espectáculo parece diseñado para tirar de ellos desde el mundo de las bestias irracionales mudas; demostrar su capacidad para la conciencia humana, que implica una toma de conciencia de la moral humana, la justicia y el lenguaje. Después de todo, ¿cuál es el propósito de la justicia retributiva si el infractor es incapaz de sentir del peso del anatema?
Tal vez la respuesta se encuentra en la sangrienta historia del siglo 18 de París. Durante la gran masacre de gatos, impresores aprendices capturaron y colgaron cientos de gatos. Lo hicieron como una forma espantosa de protesta - para hacer a alguien responsable de su tratamiento injusto, su sufrimiento físico y financiero a manos de sus amos humanos. Con poca o ninguna mediación, los aprendices pusieron las feas palabras de sus amos en boca de gatos inocentes. Los asesinos de gatos dieron a los felinos las palabras que necesitaban oír y, aunque su intencionalidad era muy diferente, su necesidad de palabras animales pertenecían al mismo mundo fantástico que el Doge de internet.
También en el siglo 20, la ejecución pública de elefantes de circo era una visión relativamente común. Elefantes que se declararon en alborotos, que se cobraban la vida de seres humanos durante sus vigilias infelices, tenían que ser castigados. Las multitudes exigían justicia y recibían un espectáculo a cambio: María, un elefante de circo de cinco toneladas que mató a su nuevo entrenador, fue ahorcada por el delito por un equipo pesado de construcción en 1916 en Tennessee; más infame, Topsy, otro artista de circo que salió mal, esta vez en Coney Island en Nueva York, fue suministrado con veneno, electrocutado y estrangulado en 1903, todo el tiempo siendo filmado por un equipo de los Estudios de Edison. Dumbo, al parecer, no era tan fantástico.
Deseamos que los animales hablen - tanto para compartir y comprender nuestros valores - y luego asumir que entiendan nuestros complejos sistemas de justicia y moralidad. Los malinterpretamos y luego les atribuimos castigos que pertenece al reino de la razón humana. Ejercemos lo que Descartes afirma ser nuestro derecho como seres humanos - para ejercer dominio sobre las bestias y ordenar su muerte. Un animal real , auténtico, al parecer, tiene poco lugar en el mundo de fantasía del animal parlante.
Pero la animalidad cartesiana, que a grandes trazos dibujó la línea entre el razonamiento de bestias y seres humanos , se ha vuelto cada vez más borrosa. Los seres humanos encuentran ahora a la humanidad como el más problemático de los animales. Activistas de derechos de los animales se manifiestan para rescatar a un pit bull terrier que mutila a un niño, o un gato que ataca persistentemente a sus propietarios. En lugar de deshacerse de dichos animales en refugio más cercano, los propietarios ruegan por las vidas de sus queridas mascotas o llaman a especialistas - expertos que, en apariencia, poseen el poder del Doctor Dolittle-como para traducir el discurso de los animales, para comunicarse donde otros han fracasado. Los más famosos son, tal vez, el 'Dog Whisperer' César Millán y su homólogo felino el 'Gato Whisperer' Jackson Galaxy.
En un episodio reciente de su programa de Animal Planet TV, mi gato del infierno, Galaxy fue llamado a consulta sobre el caso de Lux, un gato de 10 kg de Portland que fue noticia cuando atacó a sus propietarios, arrinconándolos - y a su bebé recién nacido - en un dormitorio desde donde frenéticamente llamaron a la policía. Convencidos de que Lux sólo necesitaba a alguien que pudiera entenderle , la pareja llamó a Galaxy, un hombre que parece capaz de traducir el funcionamiento interno de los felinos problemáticos y violentos. Durante el episodio, Galaxy proclamó al gato de errático comportamiento 'el chico más dulce del mundo ". Pocos días después de la filmación, la pareja llamó a Galaxy de nuevo: el comportamiento de Lux había empeorado. Galaxy transfirió al gato a un "lugar no revelado", donde Lux fue diagnosticado con el síndrome de hiperestesia felina, una misteriosa enfermedad tratada por los antidepresivos. Galaxy sigue trabajando con el gato, con la esperanza de desentrañar su mundo interior enredado.
Los seres humanos parecen ser la construcción de un puente lingüístico de clases, uno que al cruzarse nos reunirá con el Edén, donde los animales y los seres humanos viven en la armonía de la comunicación
Lo que sustenta espectáculos como este es la creencia de que los gatos - o cualquier animal - pueden hablar, pero los propietarios simplemente no están escuchando. Presentan a Galaxy, un hombre que está dotado con un don especial, un mago-chamán para oír incluso al más silencioso de los gatos. 'No hay perros malos,' a Millán, el encantador de perros le gusta decir, el animal parece ahora liminal "sólo hay malos dueños. '- Habla, pero su conversación es limitada, su ira anormal.Los seres humanos parecen ser la construcción de un puente lingüístico de clases, uno que al cruzarse nos reunirá con el Edén, donde los animales y los seres humanos viven en la armonía de la comunicación
Lo que sustenta espectáculos como este es la creencia de que los gatos - o cualquier animal - pueden hablar, pero los propietarios simplemente no están escuchando. Presentan a Galaxy, un hombre que está dotado con un don especial, un mago-chamán para oír incluso al más silencioso de los gatos. 'No hay perros malos,' a Millán, el encantador de perros le gusta decir, el animal parece ahora liminal "sólo hay malos dueños. '- Habla, pero su conversación es limitada, su ira anormal.
Hay algo innatamente animalista acerca de todo ello, la sensación de que la ideología cartesiana nos arrancó de nuestro pasado animal, de nuestras raíces evolutivas. En la estimación del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, la separación total de nuestra historia dio lugar a la '["imposibilitante"_ enfermedad ' de la modernidad, un período de luto por instintos perdidos. La fantasía del animal que habla es tal vez un moderno apósito de clases - para hablar con los animales, para comprender y ser comprendido reinserta al animal en nuestra propia comprensión de nosotros mismos, de la humanidad. Lux el gato merece ser salvado porque él es como nosotros - incomprendido y en la necesidad de que alguien le escuche a él. Los seres humanos parecen ser la construcción de un puente lingüístico de clases, una que cuando se cruzan nos reunirse con el Edén, donde los animales y los seres humanos viven en la armonía de la comunicación. Sin embargo, hace que uno se pregunte si ese puente está siendo construido en la imaginación literaria o en la realidad.
La respuesta es tan complicada como lo fue cuando Montaigne por primera vez planteó la pregunta. Por un lado, Temple Grandin, profesora de ciencia animal en la Universidad Estatal de Colorado, es la embajadora más pública (si no la más respetada) de un método con base científica de la traducción. Grandin ha encontrado un gran éxito traduciendo el discurso de los animales, con el argumento de que su autismo es un portal a la mente animal. Ha escrito extensamente sobre su forma visual de pensar, sugiriendo que el procesamiento basado en imágenes del autismo imita el modo en que los animales procesan el mundo . Por otro lado, tenemos en la animación de Pixar todo un zoológico de animales que hablan, así como mapaches protagonistas en las películas de cómics de gran presupuesto, y BuzzFeed acumulando millones de visitas con clickbaits tan irresistibles como '22 de los más importantes Animales que hablan que jamás verás '.
Hay tensión en estas perspectivas - que empujan y tiran de una contra la otra en sus enfoques para una resolución y hacia el lenguaje de los animales, pero sus fines son los mismos. Ya sea la ciencia o la fantasía cultural, el deseo - la fantasía - es a misma: hablar con los animales, esperar que una vez que se realice el sueño, el Shiba Inu efectivamente hablará doge. Pero tal vez vale la pena volver a visitar la pregunta de Montaigne, para preguntarnos una vez más a nosotros mismos y a nuestros animales: ¿Quién está jugando con quién?
29 de enero 2015
por Stassa Edwards
Si queréis acceder al texto original completo, y más información sobre su autora, os remito a:
From Aesop to doge
The animal who speaks in a human voice is a figure of the most enduring imaginative power. What do we hope to hear?
Stassa Edwards
Stassa Edwards writes
about art, literature, fashion and odd histories. Her work has appeared
in Jezebel, the Hairpin, and Salon, among others. She lives in Miami,
Florida.
http://stassaedwards.com/
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