Un post de la edición on line de El Imparcial nos sirve de excusa para recordar la cara extrema del arte como forma de expresión de la metodología científica, en este caso la biología, el bioarte. Ya hemos dedicado entradas de más profundo calado en anteriores ocasiones, y hemos tenido la oportunidad de recordar las obras de los pioneros del bioarte como Bec o Kac a propósito de trabajos como los de Iori Tomita, aunque sus obras, de material orgánico antaño vivo, no están vivas y, por tanto, no entraría de forma estricta en la categoría de bioarte, en el que el soporte de la obra, el material de la técnica empleada, o la propia obra están vivos o constituyen un organismo real o virtual cambiante de forma visible en la obra final.
Cada vez está más extendida la concepción de la Tierra como un ente vivo, e incluso pensante, cuya biosfera constituiría un sofisticado tejido epitelial, o tal vez una especie de neocórtex cerebral en el que sus habitantes constituímos sensores, células de una compleja red de intercambio de paquetes de información tan ajenos al conocimiento global del planeta como lo son nuestros glóbulos rojos o nuestros órganos internos de nosotros mismos.
Plasmar este tipo de conceptos a través de pruebas biológicas experimentales más o menos sencillas es el camino que ha seguido la investigadora Sein Blaci, observadora de los cambios de apariencia de los distintos estadios de cultivos de microorganismos en preparaciones en placas de Petri. La analogía, a través del concepto de escala, entre los microuniversos y los macrouniversos, no por obvia deja de ser eficaz.
http://www.elimparcial.com/EdicionEnLinea/Notas/LoCurioso/05112014/906032-Como-hacer-arte-con-microbios.html
Cada vez está más extendida la concepción de la Tierra como un ente vivo, e incluso pensante, cuya biosfera constituiría un sofisticado tejido epitelial, o tal vez una especie de neocórtex cerebral en el que sus habitantes constituímos sensores, células de una compleja red de intercambio de paquetes de información tan ajenos al conocimiento global del planeta como lo son nuestros glóbulos rojos o nuestros órganos internos de nosotros mismos.
Plasmar este tipo de conceptos a través de pruebas biológicas experimentales más o menos sencillas es el camino que ha seguido la investigadora Sein Blaci, observadora de los cambios de apariencia de los distintos estadios de cultivos de microorganismos en preparaciones en placas de Petri. La analogía, a través del concepto de escala, entre los microuniversos y los macrouniversos, no por obvia deja de ser eficaz.
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