Os ofrecemos una entrada original del blog hermano "Fotografiar Animales Invisibles", editado en colaboración con mis alumnos de la EASD Serra i Abella de l'Hospitalet de Llobregat.
Gloria Cruz |
Ello se debe a que, aunque no son pocos los sitios en la web dedicados a la imagen esteroscópica y a la fotografía 3D (especialmente para su visionado en anaglifo -imágenes preparadas para verlas con gafas filtradas en rojo-azul, imprescindibles para que apreciéis la calidad técnica de estos trabajos-) lo cierto es que son más escasos los ejemplos de amplios muestrarios de fotografías estereoscópicas tan extensos como nuestro recopilatorio en nuestra página específica. Además, los ejemplos más abundantes en la red están realizados con cámaras esteroscópicas en una toma doble, y no en dos tomas consecutivas de cámaras monoscópicas ordinarias, como hacen los alumnos que desarrollan esta actividad. Una vez obtenidas las imágenes izquierda y derecha de una escena, lo que llamamos pareja esteroscópica, realizamos una imagen anaglifa a partir de ambas mediante una sencillísima edición digital: mediante Photoshop, seleccionamos y copiamos el canal rojo de la imagen de la izquierda para copiarla sobre el canal rojo del de la derecha. Es decir: sustituimos el canal rojo de la imagen dercha por el de la izquierda. Al hacerlo, y según el estandard que posiciona el filtro rojo sobre el ojo izquierdo, éste sólo puede ver los canales GB (verde, azul) de la imagen resultante mientras que el ojo derecho sólo verá el canal rojo. Como resultado, el cerebro compone una imagen tridimensional de la escena, cuya edición podrá determinar diferentes posibilidades de visualización, corrigiendo adecuadamente la posición del canal rojo respecto a los otros. Cuando minimizamos la aparente doble imagen (una especie de fallo de registro del canal rojo) en un objeto es como si triangulásemos los ojos con su distancia de enfoque, como si centrásemos en el la mirada, o, más exactamente, como si hiciésemos converger en él los ejes ópticos del ojo izquierdo y del ojo derecho. Por ello es deseable disponer de mucha profundidad de campo para poder escoger a qué distancia enfocar. Si corregimos la doble imagen de un objeto lejano, los cercanos la aumentarán, "acercándose" aparentemente a nuestro punto de vista, e incluso "saliéndose de la pantalla". De todos modos, es preferible, en la mayoría de los casos, hacerlo con los más cercanos, porque a los ojos les resulta más fácil adoptar una convergencia de ejes ópticos más alejada (más paralelos -como si enfocásemos al infinito-, y por tanto menos bizqueantes). Tal vez os resulte más fácil entenderlo observando los ejemplos de Arnau Urgell que hemos reservado para el final, entre los que figura una imagen con tres opciones diferentes de "enfoque".
En imágenes monoscópicas, la sensación de espacio o tridimensionalidad se suele acentuar mediante un enfoque muy selectivo y escasa profundidad de campo, pero en las estereoscópicas no es necesario. Aunque sea posible realizar una imagen 3D con muy poca profundidad de campo, obligamos entonces al espectador a observar sólo un término nítido, sin opción a desenfocarlo al enfocar a objetos más lejanos o más cercanos.
La proliferación actual de distribución de películas para su proyección 3D (no anaglifas, sino polarizadas, pero cuyos principios básicos son los mismos) hace que éstas tengan que visionarse razonablemente bien en ambos sistemas, sin llegar a satisfacer del todo las dos opciones. El cine 3D habría de procurarnos una experiencia de inmersión, y, por tanto, no recurrir a truquillos baratos de objetos que traspasan la pantalla, sino a un cuidadosa elección de las distancias focales para percibir una determinada proporción entre los objetos de la escena y no abusar de los enfoques selectivos, de la inserción de planos en 2D (muy abundantes en estas producciones) o a la edición 3D de escenas filmadas en 2D, tal y como ocurría en Ira de Titanes, en un intento de emular el novedoso éxito de "Avatar" de James Cameron. Pese al intento de aparentar una filmación esteroscópica de sus personajes, éstos se presentan planos y la nariz de Liam Nisson no traspasa las pantallas. Sus fondos editados por ordenador podían repetirse con un leve desplazaminento de la cámara virtual, y así darles una auténtica apariencia 3D, pero el resultado no resulta inmersivo ni creíble. En otros casos similares, como en la versión de "Alicia en el País de las Maravillas" de Tim Burton, la estética resultante de tetrillo victoriano de muñecas no le queda mal del todo y algunas secuencias sí fueron rodadas con cámaras dobles, pero comprobamos la gran diferencia existente entre estos remedos y la genuinas películas concebidas para el 3D, como la citada "Avatar" o "La invención de Hugo", de Martin Scorsese, perfectamente visionables en 2D y toda una experiencia inmersiva en 3D. Sin duda, la adecuación de la sala de proyección también es umportante: una distancia no excesivamente cercana entre las primeras filas y la pantalla (cuanto más grande sea la pantalla, mejor; de ahí lo adecuado del sistema IMAX para abarcar el mayor campo visual del espectador posible), una posición lo más perpendicular posible a ésta y un sonido envolvente.
Jordi Terrón |
Gloria Cruz |
Bajo este punto de vista, Gloria Cruz, por ejemplo, nos ofrece una peculiar serie que critica el concepto de escala al tiempo que encuentra una alternativa a la fotografía publicitaria al uso. El relieve del terreno se percibe de modo diferente y constituye un leit motiv que refuerza todo lo asociable a caminar, a viajar y a la minimización del trayecto recorrido. Recurrir al espacio ofrecido por el parque de la Catalunya en miniatura ya es en sí un acierto, pero el juego perceptivo y conceptual establecido con la escala relativa de los zapatos se ve realzada al visionarla en 3D.
Arnau Urgell |
Espero poder ofreceros más en los próximos días.
Gloria Cruz (Fotografía):
Jordi Terrón (Fotografía):
Arnau Urgell (Gráfica Audiovisual):
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