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jueves, 30 de abril de 2015

Escenografías naturalistas. Dioramas en miniatura por Jorge Mayet y las enigmáticas obras polidisciplinares de Levi van Veluw.



Ya que hemos desatado nuestra pasión por las escenografías, los dioramas y las experiencias sensoriales  que desafían los límites de nuestra percepción y de nuestra imaginación (en el sentido estricto de la palabra, esto es: construir y relacionar imágenes mentales), pasamos de las fascinantes creaciones de Patrick Jacobs a las de un artista conceptualmente no muy lejano pero técnicamente más cercano a Thomas Doyle: Jorge Mayet. Las coincidencias, no obstante, aunque no se acaban aquí (temáticamente Mayet también nos expone de forma poéticamente hermosa pero contundentemente clara nuestra frágil relación con la naturaleza) no suponen que nos encontremos con más de lo mismo, porque sin duda la obra del artista cubano afincado en Mallorca posee un discurso propio muy personal y sin duda notable e interesante. Como en los casos anteriormente mencionados, los trabajos son visualmente atractivos, hermosos -fascinantes incluso- y de meticulosa ejecución técnica, pero, conectando en este sentido con Jacobs, nos alertan de la lejanía del mundo natural en nuestras vidas recurriendo a metafóricos fragmentos de escenografías hipperrealistas naturalistas en las que no vemos presencia humana mi animal a no ser simbólica y vestigialmente. De hecho, aunque hemos escogido su tiburón emergiendo de una pared para introducir su trabajo, se debe más a criterios estéticos de la edición de contenidos de un blog consagrado principalmente a la antrozoología artística que la ejemplar ilustración de los trabajos más emblemáticos de Mayet. En realidad, si observáis, el gran tiburón se convierte en una especie de heraldo o encarnación de la naturaleza que sostiene en sus mandíbulas uno de los símbolos recurrentes del artista: la casa, y, para ser más exactos, la cabaña o choza típicamente tropical (presumo que una conexión icónica con el universo humano de su Caribe natal) que en no pocas obras de Mayet está presente a diferentes escalas, porque, aunque aquí hemos decidido hacer hincapié en sus dioramas, maquetas y miniaturas, os recomiendo revisar su producción en los enlaces que os facilito, porque incluye instalaciones a gran escala que mezclan lo escenográfico con los paisajes naturales.



Desde luego, esta cabaña caribeña conectaría de algún modo con las casas americanas de madera que reproduce Thomas Doyle, pero la ausencia de figuras humanas o escenificaciones más o menos dramáticas confieren a los dioramas de Mayet, como a los de Jacobs, de una serenidad paradójicamente no exenta de expectante inquietud y melancolía. Se intuye, además de una cierta reflexión de carácter ecologista, una apelación a nuestra ausencia del mundo natural, además de una proyección de nuestros estados anímicos a través de la composición de elementos que conforman el paisaje. Esto supone una interesante revisión del propio género paisajístico, que demuestra una toma de conciencia del tiempo que le toca vivir desde un punto de vista antropológico, histórico y sociológico. El paisaje como evocación del mundo natural es históricamente reciente en la cultura occidental, y el mundo del arte lo reivindica como tal a partir del romanticismo y la pintura prerrafaelita del XIX. En realidad, a lo largo de la Historia del Arte occidental, el paisaje como género no se da hasta la pintura holandesa post-renacentista, y, más que una celebración del mundo natural indómito propio del romanticismo, supone un registro iconográfico de un deseo cumplido de domesticar la naturaleza, de cercarla y rentabilizarla. El paisaje pictórico nace, pues, como un producto de la sociedad burguesa agropecuaria que lo sufraga como registro de sus logros y sus propiedades: campos de cultivo, ejemplares de próspera ganadería, molinos y casas de campo. La fidelidad en la reproducción de especies vegetales y animales no vino determinada por la curiosidad zoológica o botánica, sino por la ostentación económica, la misma que exigía la nítida exposición de los materiales atesorados para el vestuario y el mobiliario de los interiores representados en los salones de los propietarios de dichos paisajes humanizados y que propició en el barroco el triunfo de las técnicas al óleo sobre el temple, de secado excesivamente rápido como para recrear matices y difuminados que permitiesen mostrar las sutilezas de las texturas en las que reconocer la calidad de los tejidos, los cueros, las pieles, las maderas y los diferentes metales y minerales valiosos que quienes pagaban las obras deseaban ver inmortalizados junto a su perro de raza selecta, su mejor carruaje, su mejor vaca, su toro semental o su caballo. El detallismo realista en la pintura y en la escultura se debían, pues, a motivos económicos marcados por el nacimiento de una sociedad agraria protocapitalista. Sólo con el transitar de las preferencias y los estilos y, sobre todo, con el advenimiento de la era industrial, el punto de vista romántico observó con recelo la maquinaria del progreso y evocó en sus obras artísticas el deseo del retorno a la naturaleza virgen y, por tanto, hermosa.

No obstante, el detallista realismo de Mayet está al servicio de un oportuno engatusamiento sensorial, necesario para aludir a conceptos más abstractos, más relacionados con el lenguaje y con el pensamiento, tal vez no excesivamente alejados del peculiar surrealismo de Magritte. Pero mentiríamos si otrgásemos a Mayet el carácter exclusivamente intelectual de los ideogramas magrittianos, porque ignoraríamos la simbología folklórica y religiosa que subyace en sus trabajos, interesados no sólo por el lenguaje, sino también por la lengua, como depositaria ancestral de la cultura, y concretamente de la cultura aportada por los esclavos de origen africano que trasladaron su mitología religiosa y animista a la religión Yorubic en Cuba. De modo que la nostalgia por la tierra adquiere todos los sentidos posibles, desde al patrio hasta el ecologista. Las raíces visibles de sus árboles nos hablan de las raíces de la naturaleza, de las raíces de la tradición y de las raíces del propio artista, y su desnudez, su desraizamiento visible no es casual.
A la espera de completar información a través del propio artista, os dejo con una selección de sus obras correspondientes a diversos proyectos expositivos sin un orden cronológico preciso, y, para contextualicéis mejor su obra entre la de otros artistas de mensajes convergentes e incluso técnicas o estilos similares o relacionadas, os introduciré a continuación algunas muestras de Levi van Veluw antes de dar un repaso telegráfico a otros referentes.

Mafa Alborés


Jorge Mayet:


Entre dos aguas fue el título escogido para una de las exposiciones de Mayet en la Saatchi Gallery, a la que siguieron otras como De mis vivos y mis muertos o Cuando más pienso en tí, cuyos textos introductorios, a cargo de Osei Bonsu, resumimos a continuación:

Como exiliado cubano que vive en Mallorca, la memoria fotográfica de Jorge Mayet le ha permitido concebir paisajes sorprendentemente realistas y formas naturales basados en visiones de su lejano país de origen. Árboles realistas se yerguen de los sentimientos del artista de nostalgia y añoranza de su tierra geográfica y espiritual. Alimentada por los recuerdos y experiencias, su obra busca retener la esencia del paisaje cubano en sus formas románticas y místicas. En el lenguaje alegórico, la naturaleza y el artificio de Mayet se combinan en una atmósfera enigmática, habiendo surgido sus esculturas efímeras de un sentido único de las culturas folklóricas de la civilización. Obligado por los raptos sociopolíticos que perturban las relaciones entre las poblaciones y sus entornos habituales, el artista crea formas de árboles sin raíces que nunca parecen tocar el suelo como si estuviera en constante transición.

La práctica de Mayet gira en torno a la instalación escultórica de pequeña escala y réplicas en miniatura de árboles imaginarios, plantas y otros objetos naturales. La visión del artista de los árboles es tal que sus raíces permanecen intactas (De Mis Vivos Y Mis, 2008), al igual que el grupo residual de la tierra en la que se plantan (de Cuando Más Pienso En Ti, 2008). Hecho con alambre eléctrico, papel, pintura acrílica y tela, que se combinan para crear cualidades realistas, los objetos muestran un realismo en tres dimensiones. Mientras que los alambres y el papel maché sugieren la cultura artesanal, tienen de hecho sus raíces en el interés del artista por la lengua antigua de la historia precolombina. Mayet sostiene que hay vida en los árboles que da vida a la gente, y la fuerza y la capacidad de recuperación simbólica de las plantas perennes informan acerca del padecimiento universal de la humanidad.

Las esculturas de Mayet confiesan una orientación existencial hacia la realización de otros mundos. Se refieren a una totalidad que ha sido de alguna manera perdida, debido a lo que el artista percibe como el decaimiento de la historia en la ruinosa sociedad de hoy. Mayet toma el árbol como un icono simbólico capaz de soportar estas condiciones desastrosas, creando objetos que remiten a su imagen. Árboles de Cuba que se asocian con un misticismo simbólico, que viene de los vínculos con la religión Yorubic traída por los esclavos africanos. Las esculturas de Mayet se refieren al ritual en donde las personas oraban ante los árboles, enterrando diversas ofrendas en y alrededor de sus raíces. Los sacrificios de animales, que formaban parte del ritual ancestral, son evidentes en la aplicación de Mayet de plumas de aves, utilizadas por el artista para formar un diálogo entre los árboles, el profundo simbolismo de sus raíces y el simbolismo religioso.

© Osei Bonsu, 2014



















Más información sobre el artista en:
http://www.saatchigallery.com/artists/jorge_mayet.htm?section_name=pangaea_II



Levi van Veluw


Y es el momento de no dejar de reflexionar sobre lo que nos dice la obra de Jorge Mayet dando paso a un nuevo ejemplo de cómo el arte puede ofrecer discursos bien diferentes hablándonos de contenidos similares y sirviéndose de recursos técnicos tan coincidentes como simultáneamente dispares. Y el ejemplo nos lo ofrece Levi van Veluw, quien, no en vano, también ha compartido cartel expositivo con Mayet y con otros interesantes artistas consagrados a expresar artísticamente nuestra problemática conexión con el mundo natural, con las plantas y con los animales, dando fé del estado actual de la cultura sobresaturada de información e imágenes fotorrealistas cuya verosimilitud ya no significa credibilidad, volviendo por tanto al simbolismo emblemático de la naturaleza propio de la antigüedad clásica y la Edad Media, como si la ventana aparentemente ubicua de Internet tomase el lugar de la bola de cristal de los antiguos magos y visionarios.
La apariencia de las imágenes de van Veluw, contempladas desde la misma ventana virtual, coincide en muchos aspectos con las de Mayet, o con las de los artistas referidos en las entradas precedentes, pero, incluso en los casos en que no recurre a la edición digital y resuelve las caracterizaciones de sus peculiares autorretratos mediante elementos plásticos tangibles, Levi van Veluw persigue un resultado final fotográfico, de ambiguo origen técnico pictórico, escultórico o escenográfico, pero que en definitiva contemplamos en un encuadre concreto.












Levi van Veluw





Como información complementaria os ofrezco extratos de Artes Magazine y de Cultura Inquieta, recomendables páginas de divulgación artística y cultural, que os recomiendo tener a mano en vuestra bitácora para estar al tanto de manifestaciones verdaderamente atractivas e interesantes. En el caso del artículo que extraemos de Artes Magazine, encontramos un excelente y preciso comentario de Edward Rubin a la exposición Dead or Alive, con profusas y enriquecedoras referencias a los artistas participantes, representativos de movimientos artísticos con miras en la biología como fuente de belleza para explorar el significado de ambas. Entre estos artistas, a los que prestaremos especial atención en adelante, se encuentran, por supuesto, nuestros dos protagonistas de hoy, Jorge Mayet y Levi van Veluw. 
Espero que lo encontréis de interés.

Mafa Alborés


http://www.artesmagazine.com/2010/06/new-york%E2%80%99s-museum-of-arts-and-design-explores-meaning-of-%E2%80%98beauty%E2%80%99-in-%E2%80%98dead-or-alive%E2%80%99/




New York’s Museum of Arts and Design Explores Meaning of ‘Beauty’, in ‘Dead or Alive’

Edward Rubin

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Levi van Veluw, Landscape I, from Landscape Series (2008). Courtesy, Gallery Ronmandos, Amsterdam/Rotterdam
In less sure hands, New York City’s Museum of Arts and Design’s Dead or Alive, an exhibit of thirty-seven international artists’ work composed of feathers, bones, egg shells, insects, fur, antlers, dried and rotting plants– with a few stuffed birds and animals thrown in– would be a creepy, crawly experience, conceivably sending people packing for the exits. Not so with this exhibition, though. Dead or Alive, conceived by chief curator David Revere McFadden and senior curator Lowery Stokes Sims, assisted by curator Elizabeth Edwards Kirrane, examines beauty in the extreme: living proof, so to speak, that a sow’s ear can, indeed, be made into a silk purse. It is also, despite outward appearances, an intellectual adventure encouraging serious thought on ecology, beauty, violence to humans and animals, and most notably, one’s own mortality. Fine Arts Magazine

Marc Swanson, Untitled (Antler Pile) (2007). Copyright Marc Swanson, courtesy Richard Gray Gallery
Through use of idiosyncratic materials, the attention paid to the oddities of natural history, Dead or Alive, reminds one of a sixteenth century Cabinet of Wonders, for each highly distinctive work of art becomes a microcosm of the world. From videos, to sculptures, to highly crafted installations, it is a virtual sideshow of organic matter made art, some functional, some not. An obsession with numbers seems sometimes to be the artist’s métier. In Eight Thousand Miles of Home (2010) Thailand artist Angus Hutcheson weaves roughly 12,000 silk worm cocoons into a beautiful, overhead cloud-like light fixture and Moon (2006), Tracey Heneberger’s sculptural wall hanging, comprises over a thousand shellacked sardines arranged intricately in a circle. Marc Swanson contributes a glittering pyramid of deer antlers, Untitled (Antler Pile) (2007), covered in thousands of hand-glued crystals, while Flock (2010), Susie MacMurray’s ominous site-specific wall, hidden in a corner of the museum, features tens of thousands of dyed black rooster feathers.

Tess Farmer, Little Savages, detail (2007). Courtesy, the artist & Spencer Brownstone Gallery, NY

Claire Morgan, On Top of the World (2009). Courtesy, the artist & Galerie Karsten Greve, Paris
London-based artist Tessa Farmer’s theatrical diorama, Little Savages (2007) is a taxidermied fox – signifying humans – and appears under seige by flying and crawling insects. Dried slugs, silk moth cocoons, and plant roots are attached to its fur, a wasp’s nest hangs from its tail, and a bird eating an insect is perched on its back. We are here faced, “fast forwarding,” as curator Sims notes in the exhibition’s catalog, with “the cycle of nature in terms of death, disposal, and decay.” In On Top of the World (2009) Claire Morgan, also London-based, threads transparent nylon through hundreds of dead Bluebottle flies, to fashion an eerie army of flying creatures in a suspended, geometrically- layered cube. Atop the cube, invisible to all but the uppermost flies, the artist has added a red spider, suggesting the moment when disaster is poised, threatening her orderly state of perfection.

Jorge Mayet, Obatala (2010). Courtesy Galeria Horrach Moya, Palma de Mallorca, SP
Dutch artist Levi van Veluw is a performance artist as well as sculptor and photographer. At age twenty-five, this youngest artist of the exhibition uses his own head and shoulders as a canvas on which to build natural landscapes (see above). Seaweed and other organic materials become van Veluw’s flora and fauna, as well as stones, tiny plastic animals, trucks, lampposts, and telephone poles – all affixed to his painted face. He creates an entire world, simultaneously becoming part of it. Before “removing his latest face,” the artist, represented here by 3 photographs and a remarkable video featuring a toy train circling his landscaped head, documents each new creation. Cuban-born, Mallorca-based artist Jorge Mayet also uses synthetic materials to recreate nature. In Cayendo Suave (Falling Softly) (2009), the artist chooses simple electrical wires, papier mậché, and feathers, to form a super-realistic tree. An angel suspended in midair, with a clutch of feathers attached at its roots. It is astonishingly beautiful.

Keith W. Bentley, Cauda Equina (Horse Tail) (1995-2007). Courtesy, the artist
Keith W. Bentley’s Cauda Equina (Horse Tail) (1995-2007) took twelve years to complete and is a labor of love and a eulogy to the thousands of horses slaughtered annually in this country for their meat. Bentley stitched and knotted nearly a million and a half individual hairs from 250 horses into a fabric that was attached to the full-sized taxidermy form of a horse, conjuring up a mourning veil, not unlike those worn by widows during the Victorian era. On the lighter side – but just slightly – is Billie Grace Lynn’s, Mad Cow Motorcycle (2008), in which she has mounted the skeleton of an entire cow over a working motorcycle. At the foot of this “kinetic sculpture” a video shows the artist careening through the streets of Miami while passersby—if not aghast– look on in amusement. Speaking of cows slaughtered to meet human needs, curator McFadden wryly notes in his catalog essay, that “even in death this cow is not allowed to rest in peace.”

Billie Grace Lynn, Mad Cow Motorcycle (2008). Photo credit, the artist
Definitely falling on the lighter side, despite the gravity of its subject, is Apothecarium Moderne, a collaborative work of artists Tim Tate, co- founder and director of the Washington Glass School and Studio outside of Washington, DC, and Connecticut- based artist Marc Petrovic. Nine hand-blown glass apothecary jars line a wall, each filled to the brim with talismans offering cures for various maladies, including loss of faith, over-population, ennui, identity theft, and intelligent design. Etched on each jar is a cure- related story. Apothecary #1 Cure for Erectile Dysfunction, one of the more humorous works, features a photo of Betty Page, the iconic 50’s pinup model surrounded by oyster shells, and Enzyte, a natural male enhancement pill. The tale engraved on this jar is the story of little David, who arrives in Manhattan by bus and meets a freakishly tall woman with an Adam’s apple, who takes him to her flat in Spanish Harlem, gets him addicted to Absinthe, and makes him into a man.

Tim Tate, Marc Petrovic, Cure for Erictile Dysfunction (2010), from Apothecarium Moderne Series. Courtesy, the artists
One of the most unusual works on view is Alastair Mackie’s Untitled (+/-)  (2009).  Here we are faced with a two-part installation, each piece placed dramatically, for effect, on its own concrete plinth. Resting on the first is a pile of thousands of mouse skeletons – all eaten, digested, and regurgitated by barn owls – collected by the artist over the course of a year. Occupying plinth two is a loom with a piece of fabric woven from mouse fur which the artist separated from these bones. Like much of the work in this exhibition, Mackie’s mouse-centric installation speaks to the relationship of things and events in the endless cycle of life and death. A strong point of this exhibition is the simply- written labels about the artists as well as each work on view. Once we digest the ideas behind each piece, and the process each artist has used to create it—often taken to the nth degree–everything falls into place, naturally, or so it seems.
*As curator Lowery Sims notes in museum’s beautifully appointed catalog, “the work in Dead or Alive might challenge usual and habitual notions of beauty, but artists can extrude beauty from the most base and defiled materials…This maneuvering of a transcendent experience from trash was given a specifically psychological and emotional role in art making by the Surrealists, who linked it with concepts such as “the marvelous” or “convulsive beauty”— both of which were based on the experience of the “uncanny.”1 Of particular interest is what Hal Foster called understanding the “marvelous” as “signal(ing) a rupture in the natural order…challeng(ing)…rational causality…(and) its fascination with magic and alchemy. 2
by Edward Rubin, Contributing Writer

Dead or Alive: Nature becomes Art. At the Museum of Art and Design, through October 24, 2010

1. See Hal Foster, Compulsive Beauty (Cambridge, MA), and London, UK: MIY Press, 1993), 19-56
2. Ibid., 19.
Edward Rubin is a writer-photographer whose writings on theater and art appear regularly in various magazines such as Sculpture, ArtUS, Canadian Art, d’art International, Hispanic Outlook, and NY Arts Magazines, as well as for NY Theatre Wire, and Hi! Drama, a Time Warner cable TV show, based in New York City.
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Diminutos paisajes flotantes, creados por Jorge Mayet


2
El artista Jorge Mayet esculpe paisajes en miniatura que parecen ser islas, flotando en un abismo infinito. Las pequeñas obras, situadas contra las blancas paredes de la galería, crean la ilusión de haber sido arrancadas del suelo. Las raíces y la tierra quedan expuestas bajo la verde y exuberante hierba y las minúsculas casas. Si bien estas escenas parecen apacibles, algunas de las otras obras de Mayet no son tan tranquilas. Explotan en el aire en pedazos llenando el cielo de escombros. Esponjas pintadas de verde, papel mache, alambre y tela, son los materiales que forman estos diminutos mundos.

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miércoles, 29 de abril de 2015

Naturaleza y artificio. Dioramas de Patrick Jacobs. La naturaleza inaccesible.

Diorama visto a través de una ventana de 7.5 pulgadas (19 cm). Estireno, acrílico, fundido de neopreno, cabello, papel, cenizas, talco, almidón, espuma de poliuretano, película de vinilo, madera, acero, iluminación,  vidrio BK7.
 El artista Patrick Jacobs crea pequeños dioramas incrustados en paredes de las galerías donde expone sus obras, encerradas en lentes de aumento con un diámetro a veces tan pequeño como tres pulgadas. El efecto es asombroso, centrando la atención de los espectadores en el más mínimo detalle de los espacios que contienen  exuberantes campos verdes, pequeños apartamentos o grupos de pequeños hongos. Las piezas pueden tardar varias semanas en completarse, aunque alguna instalación ha consumido su tiempo libre durante más de dos años. Jacobs nació en California en 1971, asistió al Instituto de Arte de Chicago y ahora vive y trabaja en Brooklyn, Nueva York. Si deseais obtener más información en Charles and Ford podeis leer una interesnte entrevista que incluye algunas imágenes grandes. (a través de arrested motion). En resumen esta es la información básica que extraemos de cronistas habituales como Christopher Jobson, desde COLOSSAL, pero lo cierto es que muchas páginas web y blogs dedicados al arte, tanto como prensa escrita y medios audiovisuales en general han dado bastante cobertura a los trabajos de Jacobs, tanto en solitario como especialmente por su participación en la exposición colectiva junto con Thomas Doyle y Adrien Broom que os mencionábamos en la anterior entrada al respecto de las fotografías escenográficas de Broom.
Lo cierto es que hemos dedicado un espacio a la fotógrafa por coherencia documental, y por ampliar nuestro archivo de obras que recurren al simulacro escénico, pero lo cierto es que, pese a la notable calidad de los trabajos de Broom, es Jobson quien realmente nos parece interesante asociado a la sugerente poética de Doyle ya que, como él, lleva la meticulosidad técnica al extremo, pero no se limita a quedarse en un original uso de las técnicas del maquetismo  más o menos realistas, sino que lo encamina a una crítica de la percepción, haciéndonos partícipes de la evidencia que los vivibiliza desde un punto de vista premeditado, tal y como ocurre con las escenografías de Broom, pensadas para ser fotografiadas, pero cuyo resultado final es su forma foográfica. Jobson consigue incluso recrear una metáfora física y perceptible del funcionamiento del ojo y de la cámara fotográfica, con la particularidad de introducir la escena dentro de la propia cámara, por así decirlo, para que el espectador la descubra mirando por el objetivo en sentido contrario al habitual, convertido por tanto en visor. Si el paisaje en realidad está dentro de esta pseudoanalogía de cámara oscura, de algún modo se nos sugiere que la realidad que percibimos está en nuestra mente, y no en el exterior y, por más tangible que sea, no deja de ser una ilusión. Es este juego de ilusiones ópticas de diversas índoles en combinación lo que más nos atrae de las obras de Patrick Jacobs, porque constituyen, además de una experiencia estéticamente hermosa, todo un ensayo sobre escenología y una eficaz herramienta didáctica sobre los límites de la percepción visual interrelacionando técnicas escultóricas, fotográficas, pictóricas y escenográficas.

Exposición en Londres de Adrien Broom, Thomas Doyle & amp; Patrick Jacobs:

London Exhibitions Adrien Broom, Thomas Doyle & Patrick Jacobs
hacia la derecha, de arriba a la izquierda: Adrien Broom, My Own Way, 2013; Thomas Doyle, Viniendo de donde vamos, 2010; Patrick Jacobs, hojas rastrilladas
Volviendo al comentario sobre la exposición compartida por los tres artistas mencionados en la Ronchini Gallery London, es evidente que se trataba de mostrar al espectador diferentes posibilidades de imaginar mundos alternativos al tiempo que reflexione sobre el mismo hecho de imaginar simultáneamente al de percibir, sugiriéndole que incluso el mundo real podría interpretarse como una escenografía o un simulacro. 
No deja de ser curioso que este cúmulo de recursos aparentemente tan modernos, y que incluso remiten a una estética un tanto new age, con su marcada evocación nostálgica de un idílico mundo natural, constituyan en realidad la revisión de géneros artísticos abandonados que habían tenido su auge en siglos pasados, como las miniaturas y los dioramas, que, como hemos podido comprobar a través de los archivos de nuestro blog, vuelven a ser reivindicados de forma renovada (a veces no tanto) por múltiples artistas contemporáneos.

Explorando este renacimiento del interés entre los artistas de todo el mundo por la construcción de ambientes artificiales construidos a mano a pequeña escala, nuevos mundos complejos se presentan en miniatura como dioramas, maquetas, esculturas y fotografías. Trazados a partir de una variedad de tradiciones pictóricas, incluyendo el concepto del siglo XVIII de lo Sublime, la Escuela del Río Hudson y el trascendentalismo americano, el trabajo de estos artistas pone el mundo bajo un microscopio para reflexionar sobre la experiencia humana. Este es, poco más o menos, el comentario que extraemos de Yareah Magazine sobre la exposición, que Ronchini presentaba bajo el título que aproximadamente podríamos traducir como "No sueñes sueños pequeños" ("Dream No Small Dreams")



Adrien Broom
Thomas Doyle
Encuadres de la Mente sería la traducción más aproximada del título que Adrien Broom da a su serie de fotografías, que, como hemos visto en otros de sus trabajos seleccionados en la entrada precedente, capta paisajes fantásticos imaginados, creados a través de la construcción de conjuntos en miniatura. Es algo que caracteriza la obra de Broom a diferentes escalas, con su característico enfoque cinematográfico, o teatral si se prefiere, de la fotografía. Broom crea ilusiones que juegan entre la realidad y la fantasía, haciendo hincapié en el impulso imaginativo. Sus imágenes son densamente narrativas, y exploran los temas universales de la infancia, la pérdida y la ansiedad de la vida moderna a través de estas escenas construidas.
Thomas Doyle, como ya hemos visto anteriormente en entradas monográficas sobre su trabajo, esculpe cuidadosamente diminutas escenas de destrucción, desastre y caos encerradas en cúpulas de cristal. El centro escópico de sus obras lo constituye frecuentemente la icónica casa de madera americana que se puede ver tambaleada al borde de colinas o reducida a la mitad. Los figurines que están rodeados por el caos apocalíptico todavía revelan poca emoción en sus rostros. Caminan penosamente junto con sus maletas o entierran a sus muertos, lo que invita a los espectadores a ser absorbidos en los crisoles y recuerdos que provocan. Su trabajo sirve como una metáfora no sólo de la crisis económica mundial, sino más profundamente de la idea de que la granja tradicional americana no es el refugio seguro que todos presumíamos que fuera. Y aunque su trabajo conecta con la expresividad dramática (y humorística) de las fotografías de figuras de maquetismo de Slinkachu o Vincent Bousserez, su intención se antoja más trascendente, y sus puestas en escena no son para ser fotografiadas, sino para ser contempladas en directo desde diversos puntos de vista, alineándose en una particular faceta de la escultura, y es aquí donde la originalidad de los trabajos de Patrick Jacobs reclama nuestro elogio, dado que, tratándose de volumetrías que se visionan en directo, obligan pese a todo a que el espectador adopte el punto de vista de una óptica monoscópica que, sin embargo, amplía el visionado de una puesta en escena tridimensional similar al visonado de una fotografía esteroscópica.Jacobs produce esculturas en miniatura de entornos hiperrealistas incrustados en las paredes y vistos a través de ojos de buey de cristal. Vistas de cerca, sus obras están iluminadas desde el interior, revelándose a sí mismos con la luminosidad de un ojo de pez. Trabajando con materiales como papel, plástico, gel acrílico y metal, Jacobs construye dioramas de paisajes tridimensionales. Las incandescentes, verdes extensiones idealizadas características en la obra de Jacobs inicialmente parecen proporcionar un respiro del mundo cada vez más ansioso y paranoico. Las esculturas ofrecen al espectador una vista aislada de una realidad alternativa atractiva que siempre permanece extrañamente fuera de su alcance.Además de la creación de obras a través del compromiso intenso con los materiales y la  atención al detalle, estos artistas comparten una pasión por la escala y el impacto que tiene sobre la percepción.

Fuente:
 http://www.yareah.com/2013/05/10/1130-london-exhibitions-adrien-broom-thomas-doyle-patrick-jacobs/

Adrien Broom (b. 1980, New Haven, CT) vive y trabaja en Nueva York. Ha vivido y trabajado en Londres, Nueva York, Florencia, y Boston. Exposiciones recientes incluyen el Teatro de cristal en el Museo de Arte Chrysler, Norfolk, VA (2012) y American Dreamers: Afrontar o escapar de la realidad en el arte contemporáneo, en el Palazzo Strozzi, Florencia, Italia (2012).Thomas Doyle (b. 1976, Grand Haven, MI) vive y trabaja en Nueva York. Doyle estudió en la Universidad Estatal de Humboldt, Arcata, California. Sus esculturas se han mostrado a nivel internacional. Exposiciones recientes: Tierra de nadie en Proyectos LeBasse, Culver City, California (2013); American Dreamers: Afrontar o escapar de la realidad en el arte contemporáneo, en el Palazzo Strozzi, Florencia, Italia (2012). Otro Mundo: Delirios ópticos y realidades pequeñas en Musée des beaux-arts Eugène Leroy, Tourcoing, Francia (2012) y en el Museo de Artes y Diseño, Nueva York, Nueva York (2011); Superficie al aire a Proyectos LeBasse, Culver City, California (2011)Patrick Jacobs (b. 1971, Merced, CA) vive y trabaja en Brooklyn, Nueva York. Jacobs estudió en la Universidad de Klagenfurt, Austria y la Universidad de West Florida, antes de recibir su MFA Bellas Artes por la Escuela del Instituto de Arte de Chicago. Exposiciones individuales incluyen: Patrick Jacobs: Telescópico Vistas, Sadoc Gallery, Miami Art Context, Miami, FL (2012); Interiores: de dentro hacia fuera, The Pool NYC, Volta Nueva York, Nueva York, Nueva York (2012); Terreno Familiar, Patrick Jacobs, Pierogi, Brooklyn, Nueva York (2011); Dioramas, Patrick Jacobs, The Pool NYC, Moretti Fine Art, Londres, Reino Unido (2010).Bartolomé de Bland es un conservador y escritor residente en Nueva York. En la actualidad es Director de Asuntos Curatorial en el Museo del Río Hudson, donde ha comisariado exposiciones como Paintbox Leaves: Autumnal Inspiration from Cole to Wyeth I WANT Candy: The Sweet Stuff in American Art, que realizó una gira a nivel nacional. Ha sido comisario de varias exposiciones y proyectos en la Universidad de Yale, Staten Island Museum, Nueva York y el Museo Flagler, West Palm Beach, Florida, y ha escrito numerosos ensayos y artículos.

 Ronchini Gallery es una galería de arte contemporáneo fundada por Lorenzo Ronchini en 1992 en Umbría, Italia, que se expandió en febrero de 2012 con un espacio en Mayfair, Londres. Sus exposiciones han explorado los movimientos pioneros dentro de Italia; la estética de la galería se define por el Minimalismo, el Espacialismo, Conceptualismo y el Arte Povera y mantiene un decidido enfoque de futuro centrado en los movimientos progresistas. Ronchini Gallery evolucionó a partir de 20 años del coleccionismo privado. El patriarca Adriano Ronchini fue uno de los primeros promotores y mecenas de artistas como Alighiero Boetti, Daniel Buren, Joseph Kosuth, Frank Stella y Michelangelo Pistoletto y recoge sus trabajos a lo largo de los años setenta. Suscrita a los más altos estándares de coleccionismo y erudición, la galería ofrece un contexto riguroso en el que se pueda contemplar a sus artistas. Ronchini Gallery también mantiene una extensión editorial exitosa que produce catálogos de exposiciones, monografías, textos críticos y libros de artista. 
Datos de la Exposición: Dream No Small Dreams
Fechas de exposición: 6 septiembre-5 octubre, 2013La recepción de apertura: 5 de septiembre de 2013, 6 - 20:00Horario de apertura: Lunes - Viernes 10 a.m.-6 p.m.; Sábado 10 a.m.-5 p.m.Ubicación: 22 Dering Street, London, W1S 1ANTel: +44 (0) 20 7629 9188Sitio Web: www.ronchinigallery.com

Patrick Jacobs crea meticulosamente ambientes en miniatura como dioramas que son visibles sólo a través de mirillas y ojos de buey en las paredes. Al entrar en una galería que contiene sus piezas, por un momento, uno puede pensar que el espacio está vacío. Escudriñando por los pequeños agujeros, como si espiase a través de un ojo de cerradura, el espectador se enfrenta a paisajes luminosos, primeros planos de praderas o los interiores de un apartamento a través de una ventana que coloca al observador en un ámbito aún más profundo.




Interior con vista de Gowanus Heights

A través del uso de la iluminación intensa y lentes convexas circulares que amplifican la profundidad y alteran la percepción visual del espectador, Jacobs crea realidades aumentadas artificiales cuya intensidad excede lo que se experimenta en la vida cotidiana. En obras como Anillo de Hadas con dientes de león, y  Macizos de Setas # 1 y # 2, los mundos percibidos parecen sutilmente mejorados, donde se carece de la presencia de figuras humanas, los espectadores son libres de imaginarse a sí mismos como el único protagonista dentro de la escena-diorama. Interior con vista de Gowanus Heightspresenta una situación que no es normalmente parte de otras creaciones de Jacobs. Al combinar la cotidianidad monótona de un edificio de apartamentos con un paisaje idealizado, el artista sitúa al espectador dentro de una especie de doble diorama. Mirando a través de la mirilla proporciona una entrada al primer nivel del espacio interior. Una vez dentro, el espectador encuentra una ventana por la que observar un exuberante paisaje verde cuya lejana distancia hace que sea imposible llegar.

Interior con vista de Gowanus Heights

Es esta falta de acceso tentadora lo que da poder a la obra de Jacobs, donde se permite al espectador tan sólo una ojeada desde el exterior a sus mundos. Al asumir el papel de un voyeur, pero aislado del mismo contexto, el espectador se proyecta en una dimensión paralela a la que sólo se puede acceder por la mirada, pero nunca experimentar físicamente.

Interior con vista de Gowanus Heights

Interior con vista de Gowanus Heights