Tal vez recordéis artículos anteriores de nuestro blog dedicados a ejemplos de escultura zoológica, como Edouard Martinet, a quien comparamos en su día también con los trabajos de Anne P. Smith, quienes componen esculturas con distintos tipos de piezas de deshecho industrial. En el caso de Martinet, piezas mecánicas, sobre todo del mundo de la locomoción, en contraste con los componentes electrónicos que servían a Smith para recrear sus animalillos. Estos trabajos, como en general cualquier figuración artística, se basan en el establecimiento de analogías formales y visuales, intrínsecas siempre al lenguaje propio de las artes visuales, como bien hemos comentado en entradas específicas alrededor del tema de la analogía y sus variantes.
Desde el punto de vista de la metodología científica, la observación del comportamiento mecánico y la funcionalidad de las formas anatómicas de los animales abarca los diferentes ámbitos de la anatomía, entre ellos el de la anatomía comparada inaugurada por Cuvier gracias a sus habilidades artísticas como gran dibujante y concienzudo observador de las formas de miembros análogos y homólogos de diferentes especies animales.
Tras el advenimiento de la era industrial, y, más tarde de la robótica, no fué difícil la asimilación sociocultural de una nueva generación de especies de origen humano, industrial: las máquinas, a menudo inspiradas en formas orgánicas o mecanismos naturales preexistentes.
Las máquinas, especialmente los vehículos de transporte, han admitido a menudo la analogía con bestias mecánicas, extensiones de nuestra propia anatomía, fenotipos extendidos de nuestras limitaciones físicas, por lo que sus componentes también son susceptibles de ser comparados con fragmentos orgánicos, entrando en asociación de analogía, similitud o conveniencia, fémures y bielas, chasis y esqueletos, corazones y motores.
No es que el collage tridimensional o el arte reciclado sean algo excesivamente novedoso ya a mediados de la segunda década del siglo XXI, pero hay que reconocer que, desde la cabra de Picasso se ha pasado de la mera sugerencia visual a una auténtica avalancha de muestras visuales de toda índole que han jugado con la combinatoria de piezas para imaginar máquinas alternativas de diseño conceptual (recordemos la metodología empleada por el equipo artístico de la recién nacida ILM de George Lucas para recrear el mundo tecnológico de Star Wars a base de componentes industriales y piezas de maquetas a escala de diferentes tipos de aviones, trenes, barcos, armas o automóviles extraídos del mercado del modelismo a escala a cargo del diseñador conceptual Frank Bruton) que culminaría a través del mundo del cómic, la juguetería y el cine en los transformers y demás ejemplos de quimeras tecnológicas a las que la ciencia-ficción nos tiene habituados.
Por lo tanto, no estamos revisando producciones de artistas esencialmente originales o innovadores, pero sí fieles testigos de la iconografía cultural de us tiempo y sensibles anatomistas comparados que consideran por igual la pariencia estética y funcional de las formas vivas y las mecánicas o industriales.
Iniciamos, pues, una serie de entradas dedicadas a la escultura del rompecabezas reciclado basado en la mecánica industrial, en esta ocasión esencialmente locomotriz de aires vintage, con Edouard Martinet, Igor Verniycon (ya comentados en nuestro blog y de los que ofrecemos un muestrario alternativo), Jude Turner y James Corbett (ambos emparentados en el tratamiento de sus montajes escultóricos surgidos de los desguaces de automoción). Nos confesamos especialmente seducidos por la belleza de las criaturas de Corbett, y usamos a modo de obertura de la muestra un video promocional de la conservación del rinoceronte enlazado a la sugerente obra de Oscar Aristigueta que encabeza este post:
Reivindicando al rinoceronte
"Tools of the Trade" Starring Jackie Chan
James Corbett:
Su pasión por el diseño industrial y por la historia de la ingeniería y la automoción es evidente en sus obras, que apuntan a una estética retro pero que en la época de los productos que la asumían pretendía ser moderna y bella, gracias a la influencia de diseñadores míticos como Roger Loewy, quien, harto de la fealdad de las máquinas pretendidamente embellecidas con adornos propios del diseño de mobiliario e interiores, optó por observar la belleza intrínseca de la maquinaria o vestirla con carcasas y carrocerías inspiradas en la aerodinámica y en el arte moderno de vanguardia (influído, a su vez, por la estética de formas y la abstracción inspirada en el diseño industrial y en la maquinaria, sinónimo de progreso y modernidad). Así, a partir de los años 50, los trenes y los coches inspirados en la estética de Loewy ofrecían elementos de estudiadas líneas y bellas proporciones incluso cuando eran observados aisladamente del resto de piezas con las que encajaban armónicamente. No es de extrañar que este tipo de deshechos industriales sigan siendo muy buscados por coleccionistas y restauradores ya sea para resucitarlos por entero o para formar parte de objetos de diseño reciclado, desde frontales de automóviles reconvertidos en sofás hasta gramolas que albergan neveras.
Su buen gusto a la hora de reconocer los méritos estéticos y materiales de las piezas que rescata se unen a su exquisito criterio a la hora de reconocerlas como formas analógicas a ciertas estructuras orgánicas presentes en los animales, con lo que consigue, simultáneamente, enseñarnos anatomía comparada mientras revaloriza la calidad y belleza de las piezas mecánicas, carcasas de elementos eléctricos y volúmenes de carrocerías de los años 50 y 60, sin desdeñar, desde luego, la presencia de anagramas y logotipos emblemáticos.
Su pasión por el diseño industrial y por la historia de la ingeniería y la automoción es evidente en sus obras, que apuntan a una estética retro pero que en la época de los productos que la asumían pretendía ser moderna y bella, gracias a la influencia de diseñadores míticos como Roger Loewy, quien, harto de la fealdad de las máquinas pretendidamente embellecidas con adornos propios del diseño de mobiliario e interiores, optó por observar la belleza intrínseca de la maquinaria o vestirla con carcasas y carrocerías inspiradas en la aerodinámica y en el arte moderno de vanguardia (influído, a su vez, por la estética de formas y la abstracción inspirada en el diseño industrial y en la maquinaria, sinónimo de progreso y modernidad). Así, a partir de los años 50, los trenes y los coches inspirados en la estética de Loewy ofrecían elementos de estudiadas líneas y bellas proporciones incluso cuando eran observados aisladamente del resto de piezas con las que encajaban armónicamente. No es de extrañar que este tipo de deshechos industriales sigan siendo muy buscados por coleccionistas y restauradores ya sea para resucitarlos por entero o para formar parte de objetos de diseño reciclado, desde frontales de automóviles reconvertidos en sofás hasta gramolas que albergan neveras.
Su buen gusto a la hora de reconocer los méritos estéticos y materiales de las piezas que rescata se unen a su exquisito criterio a la hora de reconocerlas como formas analógicas a ciertas estructuras orgánicas presentes en los animales, con lo que consigue, simultáneamente, enseñarnos anatomía comparada mientras revaloriza la calidad y belleza de las piezas mecánicas, carcasas de elementos eléctricos y volúmenes de carrocerías de los años 50 y 60, sin desdeñar, desde luego, la presencia de anagramas y logotipos emblemáticos.
Aunque es evidente el fino sentido de la observación de formas y volúmenes de Corbett ante cualquier animal (la mayor parte de su producción son recreaciones de especies zoológicas bien reconocibles y de gran coherencia en cuanto a sus proporciones y actitudes desde un punto de vista motirz, o mecánico, tanto como etológico, expresivo) también demuestra una especial sensibilidad ante la relación hombre-máquina, observando la belleza intrínseca de las fuerzas, vectores y movimientos plasmados en las relaciones geométricas que conforman sus estructuras, auténtica extensión orgánica de nuestra propia anatomía en relación al movimiento como manifestación o evidencia de la vida.
Edouard Martinet:
Si Martinet ya había llamado nuestra atención es por su particular fascinación por las estructuras exoesqueléticas de los artrópodos en general y de ciertos insectos en particular, aunque, como Corbett, demuestra una profunda observación de las formas del diseño industrial de los años 50 y 60, a medio camino entre el minimalismo, la economía, y la ostentación de poder, potencia y velocidad. De nuevo, las elipses y óvalos de los perfiles se combinan con líneas rectas, parábolas y curvas matemáticamente más complejas. Martinet las busca y clasifica para su aprovechamiento en quimeras zoo-mecánicas que, como en el caso de las obras de Corbett, e incluso de forma más evidente, no desdeña, sino al contrario aprovecha los diseños gráficos de las marcas, logotipos y emblemas asociando su implícito fetichismo con el reconocimiento de las pautas cromáticas características de ciertas especies zoológicas memorables. Además, su exigente gusto al respecto de ciertos acabados de pintura industrial, metalizados, galvanizados, cromados y otros procesos destinados a la óptima conservación y el variado atractivo visual de las diferentes piezas de maquinaria otorgan una personalidad y un carácter memorable a cada una de sus hermosas piezas, demostrando además un gran conocimiento de los catálogos y variedad de diseños de múltiples piezas de muy diversa aplicación.
Si Martinet ya había llamado nuestra atención es por su particular fascinación por las estructuras exoesqueléticas de los artrópodos en general y de ciertos insectos en particular, aunque, como Corbett, demuestra una profunda observación de las formas del diseño industrial de los años 50 y 60, a medio camino entre el minimalismo, la economía, y la ostentación de poder, potencia y velocidad. De nuevo, las elipses y óvalos de los perfiles se combinan con líneas rectas, parábolas y curvas matemáticamente más complejas. Martinet las busca y clasifica para su aprovechamiento en quimeras zoo-mecánicas que, como en el caso de las obras de Corbett, e incluso de forma más evidente, no desdeña, sino al contrario aprovecha los diseños gráficos de las marcas, logotipos y emblemas asociando su implícito fetichismo con el reconocimiento de las pautas cromáticas características de ciertas especies zoológicas memorables. Además, su exigente gusto al respecto de ciertos acabados de pintura industrial, metalizados, galvanizados, cromados y otros procesos destinados a la óptima conservación y el variado atractivo visual de las diferentes piezas de maquinaria otorgan una personalidad y un carácter memorable a cada una de sus hermosas piezas, demostrando además un gran conocimiento de los catálogos y variedad de diseños de múltiples piezas de muy diversa aplicación.
Aunque no deja de tener ciertos puntos en común con Corbett y Martinet, Verniycon no descarta la mezcla de la estética industrial con la preindustrial, la barroca, el art-decó y ciertos aires dieciochescos que nos remiten a los primeros autómatas y a la lujosa juguetería cortesana. El resultado, que muchos han asociado a cierta estética steam-punk, nos recuerda a los complejos e incipientes diseños de máqinas renacentistas y posteriores, propias de la literatura que preconfiguraría eso que hoy en día se denomina poética gótica, en la que convive lo espiritual, lo supersticioso y lo religioso, con los misterios de las primeras evidencias protocientíficas simbolizadas con los primeros experimentos y aplicaciones eléctricas. Ecos de Frankenstein. Convivencia de cerámica esmaltada, metal fundido y metal forjado. Fascinación por los instrumentos de precisión y relojería. En definitiva un respuesta a las ensoñaciones propias del diseño artístico y atrezzo de una película de Guillermo de Toro ("Cronos"). La zoología y la anatomía comparada se ven aquí bajo el velo de las primeras ilustraciones científicas de medicina y de los criterios expositivos de los museos de historia natural cuando eran difíciles de distinguir de los gabinetes de curiosidades. Tal vez por ello, Igor Verniycon alterna estudios anatómicos y motrices muy exactos en sus piezas con criaturas absolutamente fantásticas y quiméricas.
Jude Turner:
Aunque reune características de los anteriores, especialmente de Corbett y Martinet por su preferencia por los elementos propios de la mecánica de la automoción, no cabe duda de que Turner se contenta con una estilización de las formas de manera que sus creaciones se parecen a un dibujo subjetivo y esquematizado de los animales representados, atrapados rígidamente en su nueva forma material, que condiciona la pose y las proporciones, así como la actitud y movimiento de sus criaturas, más robóticas, menos biológicas, si es que es correcto expresarlo así, que las de Corbett y Martinet. No obstante, como veremos, además de sus esculturas zoológicas de reciclaje industrial, también tiene algunas obras que conectan algo más que vagamente con la estética de Verniycon, y algunos dioramas y pequeñas escenografías alegóricas que nos recuerdan simultáneamente a los recursos de este y de artistas como Thomas Doyle, o Maico Akiba.
Aunque reune características de los anteriores, especialmente de Corbett y Martinet por su preferencia por los elementos propios de la mecánica de la automoción, no cabe duda de que Turner se contenta con una estilización de las formas de manera que sus creaciones se parecen a un dibujo subjetivo y esquematizado de los animales representados, atrapados rígidamente en su nueva forma material, que condiciona la pose y las proporciones, así como la actitud y movimiento de sus criaturas, más robóticas, menos biológicas, si es que es correcto expresarlo así, que las de Corbett y Martinet. No obstante, como veremos, además de sus esculturas zoológicas de reciclaje industrial, también tiene algunas obras que conectan algo más que vagamente con la estética de Verniycon, y algunos dioramas y pequeñas escenografías alegóricas que nos recuerdan simultáneamente a los recursos de este y de artistas como Thomas Doyle, o Maico Akiba.
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