Así era el verdadero aspecto de los “hobbits”
Por José de Toledo | Apuntes de Naturaleza – mar, 18 dic 2012
Aprovechando el reciente estreno de la película "El Hobbit" de Peter Jackson, un equipo de investigación australiano ha publicado una reconstrucción del aspecto de un fósil humano al que se conoce como "el hobbit".
Se trata, en concreto, de una hembra de la especie Homo floresiensis.
Este homínido recibe su mote debido al parecido con la especie ficticia
de la obra de Tolkien. Según los estudios realizados sobre restos
fósiles, un adulto de 30 años de esta especie mediría en torno a un
metro de altura.
La técnica que se ha empleado se conoce
como "aproximación facial". Los científicos prefieren este término al de
reconstrucción, ya que este último se relaciona más con intentos
artísticos de ofrecer una posible imagen de cómo sería una especie
extinta. La aproximación facial emplea datos sobre los propios huesos,
marcas de inserción de músculos y tendones y otros datos biométricos
para dar una imagen certera de cómo sería dicha cara. De hecho, es una
técnica empleada habitualmente en ciencias forenses para reconstruir el
aspecto de cadáveres.
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Un hecho que ha sorprendido a muchos
expertos al poder estudiar las aproximaciones faciales es su parecido
con los humanos actuales. Aún existe cierto debate sobre si Homo floresiensis
es una especie totalmente nueva o simplemente una población de alguna
de las ya conocidas con ciertas características como enanismo y pequeño
desarrollo.
Los últimos estudios parecen decantar las
opiniones hacia considerarla una especie totalmente nueva, y la
aproximación facial apoya esta teoría. El aspecto de la cara es muy
similar al de un humano moderno, con características que claramente
separan a H. florisiensis de Homo erectus, la otra especie con la que se suele asociar.
Según explican los autores de la
publicación, el trabajo ha sido mucho más complicado de lo que
esperaban. Esto se debe, principalmente, a que carecían de datos con los
que comparar. Cuando se realiza una aproximación facial sobre un ser
humano, se cuenta con una base de datos de imágenes de caras muy amplia.
Pero en el caso de una especie fósil, no hay con qué comparar y sólo se
pueden realizar extrapolaciones matemáticas. Sin embargo, la técnica es
muy precisa y cuenta con el respaldo de la comunidad científica.
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De hecho, la respuesta que ha recibido
esta publicación ha sido muy positiva. En círculos científicos se habla
de la importancia que este tipo de imágenes tienen tanto para el público
general, como para el desarrollo de nuevos estudios. En muchas
ocasiones, para discriminar entre dos especies se utiliza la anatomía
comparada. Ahora se cuenta con datos fiables sobre los que trabajar.
Y también tiene un efecto publicitario. A
todos los que no somos especialistas en la materia nos resulta más
sencillo de entender una cara que un cráneo. Al cubrir los huesos de
músculos y piel podemos observar y apreciar las similitudes y las
diferencias entre este "hobbit" y un humano moderno.
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