Una interesante reflexión sobre lo que analizamos en esta entrada la realiza el fotógrafo FRANÇOIS BRUNELLE en el proyecto del que ofrecemos una pequeña muestra a continuación
Animalidad y parecido (por Mafa Alborés)
Anthony Hopkins |
Si volvemos al discurso de Scruton, nos encontramos ante el Kantiano razonamiento que afirma que “el cuadro ideal no tiene por qué presentar una apariencia idéntica a la de su asunto [....], no es necesario que el artista se esfuerce por presentar una copia exacta de la apariencia del mismo”. Esta afirmación me lleva a detenerme aquí y preguntarme: ¿qué es una apariencia exacta? ¿no es acaso la apariencia una copia de una fracción espaciotemporal de la esencia? Y más si pensamos en un ejemplo como el que escoge Scruton: un retrato (concretamente el del Duque de Wellington). ¿No es factible, acaso, una descripción exacta de un “momento” peculiar y desconocido del objeto (alias sujeto, alias asunto)?.
Frankie Muniz |
david bennent |
mikhail baryshnikov |
david bennent |
El problema del parecido y el reconocimiento de caras es más complejo de lo que pueda parecer, y de hecho, parece ser que tenemos un área cerebral específica para reconocer rostros (los autistas no la tienen igualmente activa, y han de reconocer los rostros como inspeccionarían cualquier otra categoría de objeto).
david bennent |
david bennent |
Anthony Hopkins |
Frankie Muniz |
La existencia de la fotografía ayuda a reforzar estos planteamientos al poder apreciar las sutilezas cambiantes de un mismo rostro en distintos momentos o desde diferentes ángulos.
david bennent |
Y si hemos llegado a este punto desde la imagen animal como paradigma icónico es porque nuestra animalidad condiciona nuestro modo de percibir las cosas, especialmente nuestra propia animalidad, o si lo prefieren, espiritualidad.
mikhail baryshnikov |
FRANÇOIS BRUNELLE:
I'M NOT A LOOK-ALIKE!
I'm not a look-alike! is a project to make 200 photos of couples of look-alikes ( doubles, doppelgangers ) around the world and to create an international exhibit and a book with them.
The photos are in black and white.
Elisa Berst Corinne Barois Paris France 2010 |
What is a look-alike? A look-alike, or double, or doppelganger is simply put a person whom other people think is another person. In a play written by the latin author Plauto there is such a character whose name is Sosia and that character is mimicked so well by the god Mercury that even Sosia himself is unsure of who is the real himself.
Nuno Filipe Mendes Godhino Miguel Gonçalo Costa Silvestre Lisboa Portugual 2010 |
Tamara Stomphorst Sandra Meines Amsterdam Netherlands 2010 |
Percepción Facial . (Manzanero, A.L. (2010): Procesos cognitivos en el reconocimiento de caras. En A.L. Manzanero, Memoria de Testigos (pág. 131-146). Madrid: Ed. Pirámide.
(Extraído de la Página de docencia de la asignatura de Psicología de la Percepción. Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.Profesor Antonio L. Manzanero.)Artículo complementado por imágenes seleccionadas por Mafa Alborés
¿Qué
procesos intervienen en la percepción de una cara? ¿Percibir una cara
es lo mismo que percibir un objeto cualquiera? ¿Por qué los testigos
usualmente recurren a rótulos generales o únicamente describen los
rasgos más sobresalientes cuando se les pide que describan a una
persona? Los estudios en Psicología de la Percepción pueden aportarnos
algunas respuestas a estas preguntas.
david bennent |
Específicamente
para la percepción de caras, Bruce y Young (1986) propusieron un
modelo general que abarca desde el instante en que se ve un rostro
familiar hasta su reconocimiento y la evocación de su nombre. La
primera fase consistiría en la codificación estructural de las
características faciales que permitirá la construcción de una
representación visual.
Para ello, el sujeto realizaría un
análisis simultáneo y en paralelo de diferentes tipos de información
facial: a) de la apariencia facial o patrón facial que implica la
identificación del estímulo visual como perteneciente a la categoría de
las caras; b) de las características particulares del rostro y su
distribución espacial particular mono-orientada que permitirán
reconocer semejanzas o diferencias entre rostros; c) de las expresiones
faciales; d) del lenguaje facial: movimientos orolinguofaciales,
lectura labiofacial.
Frankie Muniz |
Figura 1. Modelo de reconocimiento de caras de Bruce y Young (1986)
La
segunda fase implica el reconocimiento facial, a partir de la
representación generada, mediante su comparación con las huellas de
memoria de caras previamente aprendidas y almacenadas. En el caso de que
se encuentre una huella de memoria facial de configuración similar a
la representación se produce un sentimiento de familiaridad y se activa
el acceso a su reconocimiento. Esta tarea es realizada por las unidades de reconocimiento facial que
serían un almacén de las huellas de memoria de caras previamente
conocidas y que establecen una conexión entre la representación y la
memoria semántica o nodos de identidad personal.
Anthony Hopkins |
El
siguiente paso, sería la activación de la memoria semántica relativa a
las personas. El sentimiento de familiaridad producido por el
reconocimiento del rostro sólo nos asegura que la cara que vemos ha sido
previamente conocida. Por ello, es necesaria la activación del nodo de
identidad personal para acceder a las memorias semánticas relativas a
la persona que vemos (profesión, lugar y época en que la conocimos,
dónde vive, etc).
Una
vez generada la representación facial, despertado el sentimiento de
familiaridad, hecho el reconocimiento facial y activada la memoria
semántica sólo queda acceder al nombre. Para ello se requiere la
activación del sistema léxico. A la activación de la representación
verbal se puede acceder a partir de la representación mnésica visual (el
rostro) o de cualquiera de las representaciones semánticas del nodo de
identidad personal. Finalmente, el acto de reconocimiento queda
completado por la realización articulatoria del nombre seleccionado.
mikhail baryshnikov |
Frankie Muniz |
david bennent |
david bennent |
david bennent |
Esta
variabilidad de las caras las confiere una cualidad que las distingue
de cualquier otro estímulo, de cualquier otro objeto. Así, las teorías
que tratan de explicar qué procesos cognitivos intervienen en la
percepción de un objeto no parecen ser suficientes para explicar la
percepción de una cara. Para explicar cómo se perciben los objetos,
Treisman (1986, 1993) propuso la Teoría de Integración de Características en
la que la percepción de un objeto se basaría en la percepción de las
primitivas o unidades básicas del objeto en cuestión en una primera fase
preatencional, para después integrar esos componentes y dotarles de
significado comparándoles con los prototipos de objetos que conocemos
(un camión), para por último identificarlos como objetos singulares (el
camión de mi vecino).
Anthony Hopkins |
david bennent |
Figura
2. Resonancia magnética funcional (RMf) que muestra la localización de
las áreas cerebrales implicadas en la percepción facial (Rossion y
cols., 2003).
Biederman (1987) desarrolló una propuesta parecida a la de Treisman
(1986) salvo que las formas básicas sería volumétricas o
tridimensionales, a las que denominó geones. Cilindros, conos,
pirámides, etc. serían los componentes básicos de esta propuesta. Según
Biederman la percepción de los objetos comenzaría con el reconocimiento
de sus componentes (geones). Los geones se caracterizarían por ser
identificables desde diferentes perspectivas debido a que contendrían
propiedades invariantes para el sistema visual y por lo tanto serían
discriminables unos geones de otros desde distintos puntos de vista.
Además, estableció su resistencia al ruido visual; esto es, aún estando
parcialmente enmascarados seríamos capaces de reconocerlos.
Anthony Hopkins |
De
acuerdo con estas propuestas, la pregunta clave sería si la cara como
un todo podría considerarse un elemento básico susceptible de
facilitación en su procesamiento por estructuras neurológicas
específicas o si los elementos básicos son los rasgos que componen la
cara. Algunos datos podrían apuntar en la dirección de que el elemento
básico podría ser la cara como un todo: la existencia de neuronas
específicas para el procesamiento de información facial y el hecho de
que podamos reconocer una configuración muy básica de cara como tal.
Procesamiento holístico o por rasgos
Podríamos
considerar dos posibles estrategias diferentes al codificar una cara:
a) rasgo a rasgo, de acuerdo con un esquema previo (Penry, 1971); o b)
de forma global u holística y no procesando sus rasgos específicos por separado (Kuehn, 1974).
Figura 3. Algunos rasgos faciales por separado.
Anthony Hopkins |
Figura 4. Las caras se percibirían de forma holística.
Heering,
Houthuys y Rossion (2007) también encontraron que el procesamiento de
las caras se veía facilitado en comparación con el procesamiento de un
objeto, efecto que desaparecía cuando se presentaban caras mal
alineadas (ver figura). Además, establecieron que la capacidad para
percibir las caras de un modo holístico se desarrolla con la edad, y
parece ya consolidada a la temprana edad de 6 años. Estudios con niños
diagnosticados de autismo (López, Donnelly, Hadwin y Leekam, 2004)
muestran que su déficit en la integración de información les podría
impedir la percepción holística, y una muestra de ello es que no les
afectan variables como la descomposición de las caras en rasgos, su
desalineación o inversión respecto a la posición normal.
Figura 5. Ejemplo de estímulos de caras bien alineadas y mal alineadas del experimento de (Heering, Houthuys y Rossion, 2007).
Figura
6. Puntuaciones medias en sujetos de diferentes edades al procesar
caras mal alineadas (adaptado de Heering, Houthuys y Rossion, 2007).
En
la misma dirección apuntaron los datos obtenidos en una investigación
que realizamos en la Universidad Complutense de Madrid (Arévalo,
Barrio, Blanco y Manzanero, 2007) donde se evaluaba la identificación
holística o por rasgos al procesar una cara. En la condición holística
se presentaron 10 secuencias de 6 caras cada una, para a continuación
mostrar una cara para discriminar si estaba presente en la secuencia
anterior. En la condición por rasgos se presentó una cara y seguidamente
6 ejemplos de cada rasgo para identificar el correspondiente a la
imagen previa. Los resultados mostraron que el reconocimiento holístico
incrementa la probabilidad de aciertos en comparación con el
reconocimiento por rasgos (89% vs. 66%), aunque no difieren en la
probabilidad de falsas alarmas (8% vs. 6%). Los resultados más
llamativos fueron que el reconocimiento holístico facilitaba la
discriminabilidad respecto al reconocimiento por rasgos (d’=4.83 vs.
d’=2.26), al tiempo que favorecía respuestas más conservadoras (los
sujetos tienden al NO) mientras que en el reconocimiento por rasgos los
sujetos tienden a respuestas más liberales (ß=33.65 vs. ß=0.44).
Figura 7. Porcentaje de aciertos para las condiciones por rasgos y holístico (Arévalo, Barrio, Blanco y Manzanero, 2007).
Figura
8. Puntuaciones de discriminabilidad (d’) para las condiciones por
rasgos y holístico (Arévalo, Barrio, Blanco y Manzanero, 2007).
Figura
9. Puntuaciones del criterio de respuesta (β) para las condiciones por
rasgos y holístico (Arévalo, Barrio, Blanco y Manzanero, 2007).
John Cassavettes |
Leonard Cohen |
No
obstante, algunos autores (por ejemplo, Bruce, 1988) proponen que lo
más útil para identificar a una persona podría ser un método sintético
que implicaría un análisis del conjunto de la cara como un todo y de los
rasgos relevantes de la misma. En esta dirección, diferentes
investigadores proponían que la percepción de caras se realizaría
mediante un procesamiento en paralelo, de forma que todos los rasgos se
percibirían simultáneamente (Bradshaw y Wallace, 1971). El
reconocimiento posterior se realizaría mediante rasgos faciales y
holísticamente (Mathews, 1978). Si el proceso fuera como en el caso de
la percepción de objetos, siguiendo las propuestas de Treisman (1986) o
Biederman (1987) este procesamiento dual se daría en fases diferentes.
En primer lugar se procesarían los rasgos y en una segunda fase la cara
como un todo.
John Cassavettes |
Figura 10. Intente reconocer los rasgos de la cara de la figura 4 sin volver atrás.
Procesamiento conceptual
Al Pacino |
Al Pacino |
Pero
es más, el procesamiento de una cara es muy distinto al procesamiento
de un objeto cualquiera y parece que se realiza de una forma mucho más
conceptual. Patterson y Baddeley (1977) diseñaron un experimento donde
los sujetos utilizaban a) una estrategia de análisis de características
para cada una de las caras presentadas (narices grandes o
pequeñas...), o b) evaluaban cada cara en términos de dimensiones
semánticas de personalidad (agradable o desagradable...).
Los resultados mostraron que los
sujetos que habían categorizado las caras en términos de
características de personalidad discriminaban más efectivamente las
caras que los que las habían categorizado en términos físicos.
Sin embargo, no parece que sea
efectivo para mejorar el reconocimiento enfatizar una estrategia
conceptual. En este sentido, Baddeley y Woodhead (1983) no encontraron
diferencias cuando a los sujetos se les proporcionaban datos
biográficos de las personas a identificar en comparación con
proporcionar sólo su nombre, por lo que concluyen que dar una
descripción detallada y rica de la personalidad de la persona no parece
tener efecto sobre el posterior reconocimiento.
Dustin Hoffman |
John Cassavettes |
Leonard Cohen |
Por
otro lado, algunos datos (Sporer, 1989) indican que los sujetos que
intentaban visualizar las caras sobre la base de sus descripciones
verbales, y podían utilizar sus propias notas sobre las caras como un
reconocido indicio de recuperación, realizaban peor la prueba de
reconocimiento que los sujetos que simplemente intentaban visualizarlas
antes de la prueba de reconocimiento. Estos resultados apuntarían una
ventaja del procesamiento visual de caras sobre el verbal, que podría
ser debido a la carencia de descripciones verbales distintivas
utilizadas por los sujetos. Este argumento se ve apoyado por los
protocolos de los sujetos en la fase de codificación que contenían
descripciones verbales generales no distintivas (“pelo largo”, “parece
un sacerdote”, “parece viejo”, etc.). Aunque, en otras investigaciones
(Lyle y Johnson, 2004; Manzanero, López y Contreras, en revisión) se ha
encontrado que describir la cara de la persona objetivo reduce las
falsas alarmas (más adelante nos centraremos en el efecto de la
descripción previa sobre el reconocimiento posterior).
Figura
11. Diferentes rasgos faciales utilizados en las investigaciones sobre
el procesamiento por rasgos obtenidos del programa FACES para la
construcción de retratos robot. En el ejercicio anterior la respuesta
correcta para todos los rasgos es la a).
Percepción de caras y frecuencia espacial
Desde
un punto de vista visual una cara no sería más que un patrón
determinado de distintas intensidades de luz. De este modo, podríamos
analizar una cara por la diferente orientación, frecuencia y amplitud de
sus componentes. La capacidad de distinguir los rasgos de las personas
a distinta distancia y con distintos grados de iluminación estará en
función de la frecuencia y el contraste de los rasgos, y la sensibilidad
que el testigo tenga para la combinación de ambas dimensiones en lo
que se denomina como la función de sensibilidad al contraste (FSC).
Cuanto más grande sea la distancia a la que se presenta la persona a
identificar mayor será la frecuencia espacial, cuanta menos iluminación
menor será el contraste; por lo tanto, el incremento de la distancia y
el decremento de la iluminación disminuyen la posibilidad de percibir
algunos rasgos faciales.
Leonard Cohen |
Dustin Hoffman |
Figura
12. Función de sensibilidad al contraste, donde se han representado
distintos canales para el procesamiento de cuatro rangos de frecuencia.
Las imágenes muestran qué frecuencias analiza cada canal y su
repercusión en la percepción facial. La suma de todas ellas daría lugar a
la percepción del estímulo original.
¿Habría entonces algunas frecuencias que actuarían a modo de ruido
dificultando la identificación de una cara? Harmon y Julesz (1973)
encontraron que cuando a las caras sometidas a un filtro de paso bajo de
banda se les añadía frecuencias cercanas en el espectro se interfería
en su reconocimiento más que cuando se añadían frecuencias más lejanas y
por lo tanto más altas. Estos resultados llevaron a Harmon y Julesz a
proponer la existencia de una frecuencia crítica para la identificación
de caras. Según Tieger y Ganz (1979) las frecuencias espaciales
intermedias serían la clave. Utilizando imágenes de caras de 10 ciclos
por grado de ángulo visual, las máscaras de enrejados sinusoidales de
2.2 ciclos interferían más que enrejados de mayor y menor frecuencia.
Figura
13. La imagen de arriba se ha manipulado con un filtro de frecuencias
de paso bajo (izquierda), de paso de banda (central) y de paso alto
(derecha).
No
obstante, han surgido algunas opiniones en contra de estos resultados.
Según Riley y Costall (1980) no habría un rango de frecuencias crítico
para la identificación de caras dado que cualquier ancho de banda
debería establecerse no en ciclos por grado de ángulo visual, sino en ciclos por cara. Sergent
(1986) argumentaba que además los resultados de los trabajos sobre la
frecuencia espacial dependían del tipo de tarea que se pidiera a los
sujetos, lo que le llevó a concluir que el papel de la información
procedente de una cara será relevante en función de la tarea que se
solicite a los sujetos. En este sentido, podemos hipotetizar que
probablemente una estrategia holística sería adecuada para la
identificación de una cara, sin embargo, una estrategia basada en
procesar los rasgos podría ser adecuada para una descripción física de
la misma y el uso de técnicas de generación de retratos-robot. Así
podría indicarlo el hecho de que una reciente investigación realizada
con policías y civiles (Manzanero, Grandes y Jódar, 2009) mostrara que
los primeros son mejores que los segundos al describir, pero tan malos
como estos al identificar, lo que indica una disociación entre los dos
tipos de tareas.
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Dustin Hoffman |
Dustin Hoffman |
Eva Santolaria |
David Hyde Pierce |
Eva Santolaria |
David Hyde Pierce |
Eva Santolaria |
Otra noticia curiosa al respecto, y muy directamente relacionada con la tecnología fotográfica, es digna de ser publicada en este post:
La aplicación de móvil que adivina tu edad con una foto
Por Néstor Parrondo | Tecnología y redes – lun, 7 may 2012 10:01 CEST
La
ultra manida (y ultra torpe) técnica de calcular a ojo la edad de la
persona a la que se quiere conquistar está a punto de sufrir una vuelta
de tuerca tecnológica. La culpa la tiene una aplicación que adivina los
años que tiene una persona con tan solo analizar una foto suya.
El invento se lo tenemos que agradecer a Face.com,
una empresa israelí que ofrece servicios de reconocimiento facial a
otras páginas web y empresas. Su software ha sido utilizado para
reconocer personas en cerca de 41 mil millones de fotos. En los últimos
tiempos, está compañía se ha asociado con Facebook para ofrecer un
polémico servicio: el reconocimiento de caras de amigos para que sean
automáticamente etiquetados en Facebook, una opción que muchos
consideran digna de una distopía.[Relacionado: Facebook se queda con tu cara]
Pero no nos perdamos en discutir si este tipo de aplicaciones son más o menos éticas, morales o legales; volvamos a la aplicación que adivina la edad. Sus creadores han creado un algoritmo que es capaz de desentrañar determinados aspectos de la foto de un rostro, como la posición de los ojos, los músculos, la cantidad de arrugas que tiene o la suavidad de su piel para dar un resultado. El programa no da un número exacto, sino que muestra un rango de edad aproximado: la edad mínima que cree que debe tener, la máxima y la estimada. Así, las probabilidades de acertar se multiplican.
Para crear este invento, los ingenieros han tenido que introducir en la base de datos de sus ordenadores cientos de miles de fotos de personas y junto a ellas, la edad que tenían los sujetos en ese momento. A partir de ahí, el algoritmo de la aplicación encontró una serie de correlaciones entre los rasgos anteriormente descritos (arrugas, posición de los ojos) y la edad. De esta forma, puede 'deducir' este dato de caras nuevas.
Este servicio, además, está disponible para otros desarrolladores y no para usuarios. Así, los que quieran probara el invento, tendrán que esperar a que por ejemplo Facebook añada esta función o a que una compañía (por ejemplo, una marca de cosméticos) monte una campaña de publicidad en Internet basada en esta curiosa aplicación
Pantallazo de la aplicación en funcionamiento (face.com)
¿Para qué podría servir?
Este sistema podría ser de gran ayuda para por ejemplo evitar que pérfidos adultos puedan acceder a chatear con menores. Podrían ser reconocidos como demasiado viejos y automáticamente expulsados. Y, por supuesto, para evitar que menores puedan visitar webs con contenido adulto o inadecuado o que quieran comprar determinados productos como tabaco o alcohol en máquinas.
Face.com no es, de todas maneras, un servicio 100% efectivo, pero cuando lo sea es muy probable que diferentes páginas web que ahora piden contraseñas a sus usuarios adopten sistemas de seguridad basados en el reconocimiento facial.
Y hay más. Porque el desarrollador anunció el año pasado que su software es capaz de reconocer cuándo una persona está feliz, ansiosa o triste analizando una imagen de su rostro. Esta información se podría utilizar para que nuestro ordenador pudiera ofrecernos de forma automática contenidos alegres para animarnos en caso de que notase a través de la webcam que estamos tristes, o sosegarnos con música si percibe que estamos nerviosos.
Un curioso experimento de percepción visual de rostros:
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=py0aFi-3KSQ#!
Uno de los lemas lanzados hace años por el grupo poético Rompente, encabezado por el polifacético Antón Reixa, tenía forma de enigmático e irónico acertijo: “si se lle saca unha foto a un cadávere e sae movida ¿Quén ten a culpa? ¿ O fotógrafo ou o cadávere? “ Creo que la respuesta es evidente; el fotógrafo ve, el cadáver no. Hablar del punto de vista de un cadáver, además, es científicamente imposible, a no ser desde el campo de la óptica de sus ojos muertos.
Pero si hago una fotografía y afirmo que en ella veo lo mismo que vi cuando accioné el obturador, es muy fácil que los que me rodean observen la foto y digan: “Es verdad. Es la misma lámpara, la misma silla, la misma ventana con la misma luz”.
Y es más: si retiro el cadáver que había dentro del arcón y lo siento en la silla, puedo rodear su cabeza desde atrás, con mis brazos, y situar la misma cámara ante sus ojos. Puedo disparar. Y, después, a la vista de la copia, comentar:
“Es la misma lámpara, el mismo espejo, la misma luz, la misma mesa. Es lo mismo que el cadáver veía cuando disparé la foto”.
En caso de que un escéptico me comentase, sonriendo, “es mentira, un cadáver no ve nada”, yo, seguramente, abandonaría taciturno la reunión preguntándome qué es lo que ve un cadáver.
Un verbo transitivo y un sujeto imposible. Sintácticamente funciona y, contemplando la foto, pienso que puedo decirme: “Un cadáver ve ésto”, o lo que es equivalente, al menos, si no es lo mismo, (que lo dudo): “Esta foto es lo que ve un cadáver”. Y “Esta otra es lo que yo veo”.
Al menos una, de estas dos últimas oraciones, es mentira.
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