O lo que es lo mismo: autobioarte.
Lo que Melissa Fisher realiza no es nuevo ni excesivamente original en el campo del bioarte, pero sí rotundamente honesto, ya que sobre una base escultórica convencional, un molde de su propio rostro, realiza un trabajo metapictórico consistente en alterar la superficie, la "piel" aparente de su autorretrato escultórico, mediante la intervención de bacterias extraídas de su auténtica piel. Los conceptos de reproducción y representación flirtean con los de creación y vida. El juego de analogías se vuelve tan claro como inquietante e incluso perverso.
Extraemos la información de un artículo de Stephanie Leke para Broadly.
Podéis acceder al artículo original aquí.
Oscar Wilde escribió la célebre frase, “La
vida imita al arte mucho más de lo que el arte imita a la vida”. Sin
embargo, en la obra “Microbial Me” de la artista Mellissa Fisher resulta
difícil definir la línea que los separa.
"La primera vez que miré a través de un microscopio", me explica en un email, "me sentí totalmente subyugada por el invisible mundo de los organismos vivos y las células humanas". Según sus palabras, lo que vio era tan bello que activó su ambiciosa imaginación y le hizo empezar a pensar a un nivel escultórico.
Aquel interés se manifestaría más tarde con mayor intensidad cuando alguien mostró a Fisher "placas de agar", es decir, placas de Petri que contienen algún tipo de caldo de cultivo (como el agar, que es una sustancia gelatinosa que se obtiene de las algas) empleado para cultivar microorganismos o pequeñas plantas. ¿Podía ella emplear el agar para hacer arte? Y, de ser así, ¿cómo lo haría? Descubrió que sí podía y el resultado es el más reciente proyecto de Fisher, Microbial Me ("Mi yo microbiano").
Retrato microbiológico. Fotos cortesía de Mellissa Fisher
Fisher me explica que Microbial Me,
una colección de esculturas que combinan el arte con la microbiología
(creada en colaboración con los científicos Dr. Mark Clements y Dr.
Richard Harvey), encarna la conexión existente entre "la naturaleza y el
ser".Para crear cada una de las esculturas, Fisher debe crear primero un molde de su cara empleando el agar en un proceso similar al que se sigue para hacer gelatina. El polvo de agar se disuelve en agua, la mezcla resultante se vierte en el interior de un armazón con la forma de su cara y después se deja enfriar a baja temperatura. La mezcla se retira del armazón una vez endurecida y así se obtiene el molde que servirá como base de su obra.
"Cress" ("Berros") muestra la diferencia que marca el paso del tiempo
Lo
que más sorprende de este proyecto es la variedad de colores y texturas
que van surgiendo conforme las bacterias crecen y se extienden en cada
molde. Cada pieza comienza como un rostro monocromático con aspecto de
estar hecho de plástico antes de comenzar a transformarse en una
superficie con gran cantidad de bultos y hendiduras. En algunas de sus
obras, la aparición de bultos con aspecto de moho recuerda a las frutas
demasiado maduras que presentan ronchas de varios colores y tamaños por
toda su superficie. Fisher explica que esto depende del tipo de agar que
use."En la ciencia hay cientos de tipos diferentes de agar, cada uno de los cuales desarrolla células de un tipo especial". El tipo empleado depende de la clase de bacterias o microorganismos que trate de cultivar determinado científico y algunos factores como el entorno y la temperatura también afectan al progreso de las bacterias. Para Microbial Me, Fisher optó por el agar UTIC (empleado generalmente para ayudar a diferenciar entre los diversos microorganismos que causan infecciones en el tracto urinario), lo que le permitió obtener resultados más impactantes y caóticos que también resultan visualmente más atractivos por el modo en que las bacterias interactúan con él.
Teniendo en cuenta la mezcla de reacciones que surgieron cuando el proyecto se exhibió por primera vez —algunas personas lo consideraron poco atractivo mientras que otras comprendieron su carácter único—, Fisher planea seguir ampliando el proyecto y hacerlo evolucionar. Gracias a una residencia en Canadá el otoño pasado llamada "Biophilia—Where Art Meets Biology" ("Biofilia: donde el arte se encuentra con la biología"), Fisher ya ha comenzado a idear cómo va a utilizar los hongos en sus siguientes obras para un próximo proyecto denominado Immortal Ground ("Tierra inmortal"). Para él, Fisher afirma que utilizará el cuerpo como paisaje para crear un tipo de ecosistema diferente al del proyecto Microbial Me, empleando el hongo Reishi —denominado "hongo de la inmortalidad" en la cultura asiática— como elemento central.
Microbial Me (patrocinado por Thermofisher Scientific) está actualmente expuesto como parte de la exposición The Human Microbiome ("El microbioma humano") presentada por The Eden Project en Cornualles, Inglaterra. La obra de Fisher también será expuesta en la próxima muestra Unfolding Realities ("Realidades desveladas") que se inaugura el 25 de mayo en el Central Saint Martins de Londres, Inglaterra.
En
cierto momento Fisher barajó la posibilidad de crear un molde de cuerpo
entero en lugar de uno solo de su cara para el proyecto. "Microfloral
Femunculus" es una versión más pequeña de esta idea.
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