Como complemento a nuestras entradas sobre escenografías naturalistas, no hemos podido evitar una mención a un complejo turístico alemán digno de una fantasía literaria de Huxley o de Philip K. Dick, servida en esta ocasión por una entrada original de la VozdelMuro firmada por Alberto Díaz Pinto, de la que os ofrecemos un extracto y a cuyo enlace os podéis dirigir para ver más imágenes e información.
Como reflexión, no es difícil imaginar el impacto ambiental que supone el consumo de recursos para el mantenimiento de este gigantesco invernadero, una especie de descomunal acuaterrario, destinado a alojar ejemplares humanos, aderezado con la presencia de decorativas especies botánicas y zoológicas de climas tropicales para una especie de inmersión vacacional.
Las instalaciones de recreaciones paisajísticas y climáticas que hemos comentado en otras ocasiones están destinadas, más que al bienestar de las especies zoológicas que acogen, a la experiencia sensorial alternativa de los humanos que las visitan. Al fin y al cabo, la visibilidad de sus paisajes constituye un telón de fondo orientado al espectador, y no a los animales que lo habitan, testigos del público que los observa como figurantes de dichos dioramas.
Introducir al público en el diorama fue el siguiente paso lógico que se inició en zoológicos y parques temáticos a finales de la los años 80 del pasado siglo, pero es evidente que su intención divulgativa y conservacionista no es más que la excusa de una actividad recreativa tentadora, en la que se trata de reproducir condiciones climáticas de destinos vacacionales exóticos.
Lo cierto es que, por más llamativo que resulte reproducir un complejo turístico subtropical en el frío invierno alemán, deberíamos reflexionar sobre la semejanza entre los complejos hoteleros y residenciales de cualquier destino turístico cálido para constatar que cada vez más son idénticos en cualquier rincón del planeta, de manera que incluso en sus ubicaciones geográficas correspondientes no son más que un decorado que contiene las mismas instalaciones comerciales y de consumo. Lo que aquí se ofrece, ni más ni menos, es la omisión del desplazamiento geográfico, la inmediatez análoga al teletransporte, y la elusión de los trámites burocráticos internacionales o fronterizos, de modo que el público alemán no tenga que desplazarse a una especie de parque temático colonizador de terrenos extranacionales, sea en Fuerteventura, Mallorca o Ibiza, y tenga suficiente con reproducir artificialmente su limitadas condiciones al lado de casa. Inquietante.
Mafa Alborés.
Como reflexión, no es difícil imaginar el impacto ambiental que supone el consumo de recursos para el mantenimiento de este gigantesco invernadero, una especie de descomunal acuaterrario, destinado a alojar ejemplares humanos, aderezado con la presencia de decorativas especies botánicas y zoológicas de climas tropicales para una especie de inmersión vacacional.
Las instalaciones de recreaciones paisajísticas y climáticas que hemos comentado en otras ocasiones están destinadas, más que al bienestar de las especies zoológicas que acogen, a la experiencia sensorial alternativa de los humanos que las visitan. Al fin y al cabo, la visibilidad de sus paisajes constituye un telón de fondo orientado al espectador, y no a los animales que lo habitan, testigos del público que los observa como figurantes de dichos dioramas.
Introducir al público en el diorama fue el siguiente paso lógico que se inició en zoológicos y parques temáticos a finales de la los años 80 del pasado siglo, pero es evidente que su intención divulgativa y conservacionista no es más que la excusa de una actividad recreativa tentadora, en la que se trata de reproducir condiciones climáticas de destinos vacacionales exóticos.
Lo cierto es que, por más llamativo que resulte reproducir un complejo turístico subtropical en el frío invierno alemán, deberíamos reflexionar sobre la semejanza entre los complejos hoteleros y residenciales de cualquier destino turístico cálido para constatar que cada vez más son idénticos en cualquier rincón del planeta, de manera que incluso en sus ubicaciones geográficas correspondientes no son más que un decorado que contiene las mismas instalaciones comerciales y de consumo. Lo que aquí se ofrece, ni más ni menos, es la omisión del desplazamiento geográfico, la inmediatez análoga al teletransporte, y la elusión de los trámites burocráticos internacionales o fronterizos, de modo que el público alemán no tenga que desplazarse a una especie de parque temático colonizador de terrenos extranacionales, sea en Fuerteventura, Mallorca o Ibiza, y tenga suficiente con reproducir artificialmente su limitadas condiciones al lado de casa. Inquietante.
Mafa Alborés.
por Alberto Díaz Pinto
el 25/05/2015 en Europa
el 25/05/2015 en Europa
Cuando pensamos en sitios vacacionales paradisíacos, solemos imaginarnos a nosotros mismos tumbados en una hamaca, rodeado de playas de arena blanca y aguas cristalinas. Quizás unas cuantas palmeras y un ‘chiringuito’ que sirva cervezas heladas, un restaurante de comida exótica y un hotel que cuente con todas las comodidades.
Desde luego, hemos visto una cantidad de sitios maravillosos, y fuera de lo común, para pasar unos cuantos días de descanso alrededor del mundo, pero no todos reúnen los requisitos que citábamos antes.
Bien, es muy probable que cuando os imaginéis abandonar la vida ajetreada en la ciudad por un destino de playa, Brandenburgo, Alemania, no sea vuestra primera opción. Pero a tan solo 60 km de Berlín, existe un maravilloso hangar que esconde un auténtico jardín del Edén en su interior, que podría convertirse en la opción perfecta para pasar unos días en una capital europea, mientras disfrutamos del agua, arena, palmeras y un ambiente muy caribeño:
Aunque puedas pensar que para venir aquí no necesitas llevarte el bañador y las chanclas espera a ver el interior de este viejo hangar reconvertido
Este es el interior del ‘Tropical Islands Resort’
Se trata del hangar de un un antiguo dirigible que tiene 365 metros de largo, 213 de ancho y algo más de 100 metros de altura
Aquí dentro siempre hay una agradable y cálida temperatura de 25,5 grados centígrados, ideales para los amantes del clima tropical
Incluso en pleno invierno, dentro del complejo siempre brillan los ‘cielos’ azules
La fauna del lugar consigue acercarnos, todavía más, al ambiente tropical
Flamencos y más de 50.000 plantas dan nombre a esta selva hecha por el hombre
Si necesitáis una dosis extra de autenticidad, incluso hay una exhibición de arañas e insectos tropicales
La plataforma isleña posee dos jacuzzis rodeados de una piscina con forma de laguna en expansión
Por la noche, el sitio también luce maravilloso
Los restaurantes temáticos ofrecen un montón de variedades gastronómicas para comer al aire libre
Las construcciones del complejo también poseen elementos con influencias de Tailandia, Borneo, Samoa y de la arquitectura balinesa
En el Tropical Island Resort también hay un sitio pensado para los más pequeños de la casa
Pero la auténtica atracción aquí son las enormes piscinas
Las pequeñas tiendas, con toda clase de lujos en su interior, dan la sensación de encontraros en un camping con zona de playa
Aquí la gente deja de lado el ajetreo de la ciudad y el invierno para tomarse un respiro veraniego
Como veis, el contraste con el exterior se hace evidente. Es maravilloso que se pueda disfrutar de un entorno así en mitad del invierno, sin tener que viajar a otro hemisferio o a climas tropicales isleños para disfrutar del verano
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