El año pasado tuvimos ocasión de conocer una serie pictórica de Sean Landers dedicada a la fauna norteamericana gracias a una entrada de Nunca Lo Sabré. En dicha serie, lo que reclamó nuestra atención fué el curioso tratamiento gráfico que Landers empleaba en sus animales, sobre los que aplicaba pautas cromáticas y diseños gráficos propios de las tramas de los clésicos tejidos escoceses. A decir verdad, una vez consultada la página web del artista, comprobamos que no sólo la fauna norteamericana, sino la fauna en general, especialmente la de grandes mamíferos, era vestida de trama escocesa habitualmente en los cuadors del estadounidense, cuyo estilo realista evoca el tratamiento pictórico de autores vinculados al surrealismo como René Magritte, con quien comparte además un cierto carácter analítico, reflexivo, en cuanto a las convenciones del lenguaje oral o escrito y las convenciones gráficas de nuestra cultura.
Mediante una especie de reducción al absurdo, evidencia las diferencias entre las pautas gráficas genuinamente naturales y las artificiales, fruto de la intervención del hombre en materiales y soportes de distintos colores.
Si Abbott H. Thayer, pintor mediocre, había sentado las bases sobre las pautas miméticas y obliterativas de los colores en los animales (hasta extremos en ocasiones ridículos, pero aprovechados estratégicamente con fines militares), y René Magritte había aprovechado el simbolismo de los objetos cotidianos enfrentados a paisajes que evocaban el cuadro dentro del cuadro, Sean Landers nos expone con rotundidad hasta qué punto hemos convertido a los animales y el mundo natural en una mera acotación más del mundo artificial, convirtiendo los animales en cosas, objetos vestigiales del porqué de sus particulares anatomías, y lo hace a través de sus pautas cromáticas, aplicando sobre sus pelajes tramas perpendiculares y rectilíneas carentes de sentido fuera de los tramados ortogonales de los telares.
La palabra es pensamiento y la palabra escrita es signo. Las pautas gráficas predeterminadas por un diseño textil también lo son. Las líneas rectas, escasas en la naturaleza, son frecuente indicio de artificio y convierten los entornos humanos en llamativos. La frontera entre naturaleza y artificio se pone en evidencia al romperla premeditadamente en estas ilustraciones naturalistas.
Intuimos un cierto pesimismo en este artista enamorado de las formas animales y de los animales, ausentes de nuestra existencia cotidiana y arrinconados por causa de la civilización, cuyo último destino será dejar marcas de su presencia en el mundo natural que consiga sobreponerse a su acción, como simbolizan sus bosques cubiertos de palabras e inscripciones, sus estanterías de libros, símbolos del acopio de conocimientos, entre los que asoman tímidamente imágenes de animales preservadas en pequeñas y simbólicas burbujas de vidrio, transformadas en recuerdos, souvenirs, de un pasado preñado de vida salvaje ahora relegada a ilustraciones, fotografías, museos y registros gráficos.
Aunque entre su producción también encontramos notables ejemplos escultóricos, la pintura es el lenguaje preferido de Sean Landers y donde vemos más claramente una experimentación a partir de una idea más premeditada, en la que contrasta lo rectilíneo con lo curvo o fractal, lo natural con lo artificial, lo superficial con lo profundo, el significante con el significado. y, sobre todo, el mundo del pensamiento, con el mundo de los objetos materiales. El cómo estos objetos materiales son convertidos en mercancía de uso o son apropiados por los seres humanos como una parte más de su propio entorno para su disfrute y explotación hace que, incluso cuando se trata de seres vivos o elementos de la naturaleza, sólo por el hecho de ser observados o verbalizados, pasen a formar parte del conjunto de objetos que catalogamos como meros items de nuestra memoria, ávida a la vez que saturada de información.
http://www.seanlanders.net/
http://www.nuncalosabre.com/2016/01/los-animales-estampados-de-sean-landers.html
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