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lunes, 19 de enero de 2015

Naturaleza y artificio. La percepción deconstruída. Esculturas zoológicas a partir de piezas de un mapa perceptivo o de piezas de analogía anatómica.













Zanjamos de momento nuestra revisión de trabajos escultóricos de carácter zoológico, en esta ocasión para complementar las anteriores, basadas en el despiece y su reutilización. Nos servimos de la obra de Shawn Smith para reflexionar sobre formas alternativas de reconocimiento de formas. Nuestra percepción es amiga de aprender, registrar y reconocer formas para economizar esfuerzos y ganar tiempo, aún a costa de los engaños que eso supone a menudo para sí misma. El arte figurativo no sería nada sin la existencia del recurso a la analogía. la búsqueda de coincidencias formales con recuerdos visuales o perceptivos en general. Pero, de forma muy básica, nuestra percepción visual también es analítica, observando los contrastes de brillo, matiz y saturación observables en el campo visual, lo que posibilita la existencia de los mosaicos romanos, del arte puntillista y de las imágenes de mapas de bits que reproducimos en las pantallas de nuestros ordenadores. Shawn Smith lo lleva a la tercera dimensión y nos alecciona sobre cómo funciona nuestra percepción en complicidad con nuestra tecnología digital, recreando formas zoológicas con piezas definibles como píxeles tridimensionales.
Tal vez no parezca algo muy sorprendente para una sociedad que ya ha visto todo tipo de trabajos artísticos, comerciales y audiovisuales con piezas de Lego, pero no dejan de resultar extrañamente hermosas estas materializaciones de animales pixelados, porque son algo así como la prueba de que lo que creemos percibir de los animales y lo que consideramos una reproducción detallada poseen límites tan estrechos como la realidad que creemos reconocer en ellos o los medios a través de los que los visualizamos.


El trabajo de Smith podría relacionarse con el de otros artistas que juegan a desafiar nuestra percepción visual para aleccionarnos sobre sus límites y sus propios mecanismos, tal y como hemos comentado al respecto del arte namórfico que a menudo hemos traído a colación en nuestro blog por un motivo u otro. Es por esto que hemos creído oportuno asociar a Smith con Chris Dorotz, aunque Dorotz no entre en la categoría de esculturas de carácter zoológico, pero sí de descomposición de los elementos (en este caso cromáticos) de la imagen para que sea el cerebro del espectador el que los recomponga y perciba la escena propuesta en la pieza, que en su caso comparte características de la pintura, la escenografía y la escultura, apuntando críticamente al funcionamiento de la imágenes rasterizadas, la composición en mapas de bits de cierta tipología de imágenes digitales de carácter fríamente analítico, en contraposición con las imágenes vectoriales (que, aunque digitales, utilizan analogías formales entre los contornos observados en la realidad visual y los contornos generados gráficamente por ordenador) y con las imágenes del arte analógico.






























Chris Dorosz:

Sus obras nos recuerdan conceptualmente a algunos trabajos de la fotógrafa Sandy Skoglund, aunque sirviéndose de recursos anamórficos presentes en la obra de George Rousse. El resultado, a medio camino entre la pintura puntillista y el diorama tridimensional, también evoca ciertos ecos de Gerard Richter. (En entradas anteriores comentábamos algún trabajo de similares características a cargo de Thomas Medicus.)












Anthony Howe:



En este caso, aunque podamos percibir ciertos parecidos con las obras vistas recientemente de Gary Hovey, lo cierto es que los fragmentos de sus esculturas metálicas están elaborados para tal fin, aunque aparenten piezas de fuselaje para aviación o construcción naval en algunos casos. Sin embargo, en la mayor parte de sus trabajos, los fragmentos se corresponden a contornos delimitados por áreas musculares concretas, con lo que sí que podríamos observar, aunque de forma muy estilizada, una cierta observación de la anatomía animal despiezada de manera bastante libre. El resultado recuerda, además de a carcasas de fuselaje, como hemos mencionado, al despiece propio de la carnicería. Los bruñidos acabados de sus superficies potencian y evidencian la arbitrariedad de las divisiones entre las piezas que conforman, por poner un ejemplo claro, su ejemplar de ciervo, o su versión escultórica de un caballo. No obstante, su cocodrilo y su león muestran una coherencia miológica bastante notable respecto al ensamblaje de las piezas.












Para cerrar el círculo de esta pequeña serie de entradas dedicadas a la escultura zoológica volvemos a aquellas basadas en la combinación de reciclaje y anatomía comparada que no acabábamos de ubicar en una categoría concreta para nuestra galería de ejemplos, ofreciéndoos directamente la transcripción de algunas entradas ajenas (linkadas a sus páginas de origen) que creo también resultan de interés, como el arte orgánico y en movimiento de Anthony Howe, a quien ya habíamos mencionado en El Animal Invisible, el león forjado por Selçuk Yılmaz, y una entrada de arte verde dedicada específicamente a enumerar y describir toda una serie de artistas influídos por todo un género genuinamente tailandés que produce arte a partir de material de deshecho y chatarra. Veréis que la inspiración de la anatomía comparada de libre interpretación, cercana por tanto a la ciencia ficción, inspira y se inspira en obras propias de Giger, cuyos paralelismo con las obras de Howe tampoco son meramente anecdóticas.


viviendo en la tierra













Arte Verde: El arte tailandés de dar forma y valor a la chatarra


Amortiguadores, piezas de motores o trozos de puertas de viejos automóviles son reutilizados en Tailandia para dar forma a gigantescas esculturas o reformar motos con las que llamar la atención por las calles de Bangkok.
La agudeza del ingenio o la falta de recursos ha llevado a un grupo de artistas tailandeses a optar por la chatarra como materia prima para realizar sus obras de arte.
Los míticos personajes malvados de taquilleras películas como Alien, Terminator o el mismo Darth Vader, tienen su réplica de acero en el taller y tienda de la artista tailandesa Yumi, seudónimo que utiliza la forjadora Anchalee Saengtai, y donde también se pueden encontrar personajes reales como Elvis Presley.
Todas las piezas son trabajadas a mano y pueden medir desde los veinte centímetros en el caso de las más pequeñas hasta la nada despreciable altura de 6 metros, que es la que tiene una escultura metálica inspirada en el protagonista del filme “Transformers”, Optimus Prime.
“Prefiero crear esculturas pequeñas”, afirma a Efe la artista tailandesa, quien precisa que para ella “son más divertidas” y la tarea de hacerlas resulta “menos agotadora”.
La réplica de Optimus Prime, el jefe de los Autoboots, propiedad ahora de un museo de California (Estados Unidos), fue creada por un equipo de tres personas que trabajaron en ella durante más de cuatro meses en jornadas intensivas.
Aficionados, coleccionistas y dueños de negocios de Estados Unidos, Alemania, Inglaterra e incluso un hotel de la isla española de Ibiza han adquirido alguna de las obras de Yumi tras ver su trabajo en el taller o mediante imágenes a través de internet.
En una de sus tiendas ubicada en el sorprendente mercadillo de Chatuchak, a las afueras de Bangkok, la artista expone varias de sus creaciones, entre las que abundan personajes de ciencia ficción como Aliens o Predators; allí se pueden fotografiar -eso sí, previo pago-, grandes réplicas de más de dos metros de Iron-Man o Bumblebee, otro de los protagonistas de “Transformers”.
“Las esculturas de personajes malvados se venden más que las del bueno de la película”, apunta Yumi sobre los gustos de su clientela local e internacional.
Los precios de estas esculturas de acero van desde los 2.000 baht (unos 50 euros, 71 dólares) hasta los 500.000 (11.660 euros o 16.700 dólares) que el museo californiano pagó por la réplica de Optimus Prime.
La artista, que comenzó hace nueve años a manipular chatarra para crear las figuras, afirma que desde el inicio ha dado forma a varios centenares de esculturas de muchos tipos, desde automóviles, mesas o sillas extrañas hasta encargos de réplicas en acero hechas a partir de fotografías personales.
“Hay clientes que me envían una foto y quieren una escultura a semejanza de la instantánea”, explica la empresaria, que cuenta con dos talleres de trabajo y sendos comercios en la capital.
Entre sus proyectos, la forjadora tailandesa tiene el de dar forma al más famoso hidalgo de la literatura española, Don Quijote de la Mancha.
Además del de Yumi, también son conocidos otros cinco talleres dedicados a la creación de piezas artísticas trabajadas con materiales procedentes de vehículos desguazados.  Uno de estos artistas del reciclaje del sudeste de Asia es Roongrojna Sangwongprisarn, especializado en el montaje de motos  convencionales de gran cilindrada con un peculiar estilo de ciencia ficción.
Articulo publicado por efeverde.com


Coches usados transformados en arte

Por: 
Ciertos artistas han pensado que estaría bien hacer algo diferente y único uniendo sus habilidades. La idea era crear esculturas de metal partiendo de piezas de coches usados. Los artistas han construido las esculturas montando pieza a pieza componente de esos coches y el resultado es espectacular. Betty Hamblen Turner ha creado el “Marathon”, un toro creado de carbono, acero inoxidable y partes cromadas sacadas de un coche. Su trabajo ha llamado mucho la atención en todo el mundo y su escultura se ha expuesto en Benini Galleries y Sculpture Ranch.
Terrence Willment es otro artista con talento, con habilidades similares a Betty. Su obra es la del famoso “Alien” de la película (en la imágen).
Jim Shultz, de Carolina del Norte, ha dedicado 30 años de su vida reparando partes de automóviles. Más tarde encontró su pasión y habilidad haciendo figuras de esas piezas que tan bien conoce.
Alastair Gibson, nacido en Sudáfrica, ha decidido formar parte del mundo de las carreras de coches, para poder estar cerca de ellos y trabajar con el metal. Durante 14 años, Gibson estuvo trabajando en la  Fórmula 1 como mecánico para Bentton F1 y después como jefe de mecánicos en el BAR Honda Grand Prix. El también ha usado piezas metálicas de coches usados para crear su obra, un piraña muy bien conseguido.
Vía autoevolution





Anthony Howe hace esculturas que se rehúsan a quedarse quietas.
Sus enormes esculturas cinéticas de acero inoxidable giran, se voltean y transforma su figura en formas que pueden llevar a pensar en cualquier cosa, desde un calamar gigante hasta electrones que dan vueltas alrededor del núcleo de un átomo.
El artista de 59 años, originario de Utah, dice que la inspiración para hacer los monumentos de otro mundo puede venir de casi cualquier lugar: "Desde la parafernalia de ciencia ficción y baja tecnología hasta modelos microbiológicos o astronómicos".
 ¿Un calamar gigante? ¿Un sistema solar? Este es el jardín de esculturas hipnotizantes
"Cuando era niño, tuve la suerte de haber pasado mucho tiempo en el océano, en el agua", dice.
"Mi padre viajaba mucho. Vivimos en ocho distintas ciudades en los Estados Unidos, así que estuve expuesto a toda clase de cosas, además de libros y otras cuestiones".
Desde 1994, el artista estableció su hogar en 10 acres de la Isla Orcas, estado de Washington, un lugar que ahora incorpora la galería de Howe y el parque de escultura.
Su nueva creación -un pico de 5 metros de altura con un anillo giratorio de brazos de acero (abajo)- acaba de obtener el privilegio de tener un lugar en el jardín, y puedes ingresar aquí para verlo en acción en el nuevo video.
Howe ha estado haciendo esculturas cinéticas desde 1990. Después de graduarse en la escuela de arte, pasó cinco años en una casa que él construyó en una remota cima de montaña en New Hampshire. Fue allí donde pintó con acuarelas los paisajes, pero finalmente se aburrió. Consiguió un empleo como superintendente en un almacén y se mudó a Manhattan.
"Mi trabajo consistía, más que todo, en colocar estantes de acero, por lo que me vi rodeado de acero. Mis pinturas no iban a ningún lado, y me di cuenta que tenía mucha materia prima en los estantes de acero".
"También vivía sobre la azotea, con bastante espacio al aire libre, y tuve la idea de hacer cosas que giraran con el viento... y el resto es historia, así dicen".
Hoy en día, las esculturas (extremadamente complejas) inician su vida en una computadora, donde Howe hace un "bosquejo" digital en los paquetes de software de modelado 3ds Max y Rhinoceros.
Cada componente puede ser enviado de la computadora a un cortador láser, el cual talla con precisión la forma curvilínea.
Pero aún queda espacio para que las ideas se desarrollen y cambien, señala, a medida que finaliza los componentes a mano utilizando las técnicas tradicionales del trabajo con metales.
Él dice que la armonía entre los muchos componente distintos se crea al lograr un "muy buen equilibrio"; cada componente se ubica cuidadosamente en su eje para asegurar que será afectado de igual forma por la fuerza del viento.
Además de las formas orgánicas de la vida submarina y de las plantas, Howe menciona que ha sido inspirado por los libros ilustrados del autor del siglo XIX, Julio Verne. Verne soñaba con helicópteros y submarinos inspirados por la naturaleza -antes de que fueran creados en la vida real- en los libros clásicos de aventura como "Viaje al centro de la Tierra" o "Veinte mil leguas de viaje submarino".
Al igual que estas creaciones, las obras de Howe transforman el movimiento orgánico del mundo natural en frío acero, y aun así retienen su propio misterio hipnótico.
"Solo estoy haciendo muchas elecciones en base a lo que se ve bien para mí", dice con sencillez.
Para Howe, saber que otros están cautivados por sus obras, sus creaciones es una fuente de felicidad:
"Definitivamente, hace mucho tiempo me propuse hacer estas esculturas para que fueran agradables y con suerte transportaran a una persona a un mejor lugar que donde se encontraban antes de verlas".
"Sé que esa es la antítesis de lo que mucha gente quiere que el arte haga, pero a mí realmente ya no me importa. En este punto, estoy muy contento de que la gente disfrute verlas".




Extracto de TARINGA

La escultura de estas imágenes es obra del turco Selçuk Yılmaz.

Durante diez meses ha cortado y forjado cada una de las 4.000 piezas de metal para crear este felino de metal.

El metálico león pesa unos 250 kilos y mide más de tres metros de largo por casi dos de alto.

En estas fotografías podrás apreciar el nivel de detalle y la calidad de la escultura realizada por Selçuk Yılmaz.

león de metal mas de 4.000 piezas

metal

leon

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Selçuk Yılmaz.

piezasNaturaleza y artificio. Quimeras mecánicas: Esculturas zoológicas a partir de elementos artificiales.

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