Ya hemos hablado en otras ocasiones sobre la confusión entre especies animales por diversos motivos. La semejanza física puede hacer difícil distinguir para el profano entre un jaguar y un leopardo, del mismo modo que desconoce que la diferencia entre un rinoceronte negro y uno blanco no se basa en el color, sino en su labio superior, sus hábitos alimentarios y su hábitat. A veces el fenómeno se produce a la inversa y dos diferentes nombres para una misma especie hace creer que se trata de dos especies (como ya hemos visto respecto al leopardo, o pantera). En casos más extremos, especies muy distanciadas, pertenecientes a diferentes órdenes, en virtud de lo que se denomina rasgos evolutivos convergentes, guardan un parecido físico tan desconcertante como el de la fossa malgache, un vivérrido, y el jaguarundí sudamericano, un felino.
Hoy he decidido traer a colación un ejemplo menos conocido, y que es el responsable de relatos que afirman haber observado colibríes en diversas zonas rurales de la península ibérica. En más de una ocasión me han descrito con todo detalle la presencia de estos pajarillos libadores en Galicia y en Cataluña, y lo cierto es que fuera de sus hábitats tropicales de origen, los colibríes no podrían sobrevivir a los cambios de temperatura de zonas más templadas ni a la ausencia de las especies florales que constituyen su dieta.
Lo más sorprendente del caso es que la confusión no es originada por otra especie de ave, sino por un insecto, un lepidóptero para ser más exactos. Se trata de una polilla, (Macroglossum stellatarum) bastante corpulenta para lo habitual en insectos de climas meridionales, lo suficiente para ser confundida con un minúsculo pajarillo, pero hay más razones para ello: la esfinge colibrí, o "bufaforats" (como se la conoce en tierras catalanas), posee un abdomen peculiarmente alargado que recuerda a la cola de un colibrí, y su aspecto velludo hace pensar en el cuerpo plumado de un pajarillo. Además, las ostentosas plumas y apéndices de algunas especies de colibríes hacen que la evidente presencia de antenas en la cabeza de estas polillas no delate de buenas a primeras que se trate de un insecto. En México y otros lugares en que colibríes y polillas esfinge comparten hábitat es lógica la confusión que da el sobrenombre de colibrí a estos llamativos lepidópteros, pero, sorprendentemente, incluso en Europa provoca dicha confusión pese a la ausencia de cualquier especie de estos diminutos y sorprendentes pajarillos. Tal vez ayuden, también, los conspicuos ojos del insecto a una apariencia vertebrada, pero, sobre todo, la rapidez de sus movimientos, de su vuelo y de la frecuencia de su rapidísimo aleteo y, cómo no, de su trompa libadora, enroscada en espiral pero, en posición extendida, parecida en proporciones al pico de un troquilino.
Hoy he decidido traer a colación un ejemplo menos conocido, y que es el responsable de relatos que afirman haber observado colibríes en diversas zonas rurales de la península ibérica. En más de una ocasión me han descrito con todo detalle la presencia de estos pajarillos libadores en Galicia y en Cataluña, y lo cierto es que fuera de sus hábitats tropicales de origen, los colibríes no podrían sobrevivir a los cambios de temperatura de zonas más templadas ni a la ausencia de las especies florales que constituyen su dieta.
Lo más sorprendente del caso es que la confusión no es originada por otra especie de ave, sino por un insecto, un lepidóptero para ser más exactos. Se trata de una polilla, (Macroglossum stellatarum) bastante corpulenta para lo habitual en insectos de climas meridionales, lo suficiente para ser confundida con un minúsculo pajarillo, pero hay más razones para ello: la esfinge colibrí, o "bufaforats" (como se la conoce en tierras catalanas), posee un abdomen peculiarmente alargado que recuerda a la cola de un colibrí, y su aspecto velludo hace pensar en el cuerpo plumado de un pajarillo. Además, las ostentosas plumas y apéndices de algunas especies de colibríes hacen que la evidente presencia de antenas en la cabeza de estas polillas no delate de buenas a primeras que se trate de un insecto. En México y otros lugares en que colibríes y polillas esfinge comparten hábitat es lógica la confusión que da el sobrenombre de colibrí a estos llamativos lepidópteros, pero, sorprendentemente, incluso en Europa provoca dicha confusión pese a la ausencia de cualquier especie de estos diminutos y sorprendentes pajarillos. Tal vez ayuden, también, los conspicuos ojos del insecto a una apariencia vertebrada, pero, sobre todo, la rapidez de sus movimientos, de su vuelo y de la frecuencia de su rapidísimo aleteo y, cómo no, de su trompa libadora, enroscada en espiral pero, en posición extendida, parecida en proporciones al pico de un troquilino.
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