Vamos a aclarar ciertas confusiones icónicas, léxicas y semánticas sobre los osos.
Hace años, en un descanso del trabajo que realizaba en el Zoo de Barcelona, me llamó la atención uno de los comentarios del público más ilustrativos de la confusa administración de información por parte de la gente con respecto a la identificación de especies animales: un hombre que no alcanzaba la cuarentena, acompañado de su familia, se quedaba perplejo ante la instalación de osos polares y, al comprobar que la habitaba una pareja de ejemplares comentaba: "...pero ¿no se supone que sólo hay uno en el mundo?".
Evidentemente, el hombre se estaba refiriendo al entonces todavía vivo Copito de Nieve, único ejemplar conocido de gorila albino. Ya hemos aclarado anteriormente las confusiones entre animales blancos y albinos, o entre las engañosas interpretaciones de los nombres y calificativos de los animales como descripciones exactas de sus rasgos característicos. Porqué los rinocerontes blancos y los rinocerontes negros son del mismo color gris, porqué las panteras negras son leopardos pero éstos no son jaguares, aunque cuando los jaguares son negros se confunden con panteras por vía léxica y cromática.
También hablábamos de la espiritualidad que acompaña a la visión de animales blancos, mientras que los negros entran en terrenos tenebrosos por mera asociación con su color.
Desde luego, el caso que comentamos confirma, además, una cierta confusión entre especies que se pueden considerar antropomorfas; en el caso de los gorilas por su evidente cercanía genética (más si el animal es blanco, a ojos de un occidental caucásico) con el ser humano aunque practique menos el bipedismo que un avestruz, y las aves, más las terrestres, despiertan empatía de bípedo a bípedo. El oso lo practica a menudo por cuestiones prácticas o para intimidar desde más altura, y su estampa bípeda es difícilmente disociable de una bestia antropomorfa.
Pero, aparte de la empatía icónica que nos producen los osos, parecidos a nosotros en ciertos aspectos ( y a nuestros compañeros perrunos en otros, pero eso es otra cuestión que también hemos tratado) aquí estamos para hablar de la diferenciación de especies por su color.
Hablábamos de animales blancos, animales negros y animales blanquinegros. Y por supuesto mencionábamos a los osos.
Todos conocemos el oso blanco y negro por excelencia: el oso panda, pero hay controversia al respecto de su pertenencia a la familia de los úrsidos, y como mucho se le acepta como pariente cercano del oso de anteojos su pariente más cercano, si bien este pertenece a la subfamilia de los tremarctinos. Por otro lado, el panda rojo, pese a compartir nombre (lo cual es poderoso para el ideario colectivo) pertenece a una familia propia e independiente: Ailuridae, y por lo tanto no hay ni que tenerlo en cuenta como oso. De hecho, al panda gigante se le llama oso panda, pero al panda rojo sólo se le llama panda rojo, y está más bien emparentado no muy lejanamente con los mapaches.
Hace años, en un descanso del trabajo que realizaba en el Zoo de Barcelona, me llamó la atención uno de los comentarios del público más ilustrativos de la confusa administración de información por parte de la gente con respecto a la identificación de especies animales: un hombre que no alcanzaba la cuarentena, acompañado de su familia, se quedaba perplejo ante la instalación de osos polares y, al comprobar que la habitaba una pareja de ejemplares comentaba: "...pero ¿no se supone que sólo hay uno en el mundo?".
Evidentemente, el hombre se estaba refiriendo al entonces todavía vivo Copito de Nieve, único ejemplar conocido de gorila albino. Ya hemos aclarado anteriormente las confusiones entre animales blancos y albinos, o entre las engañosas interpretaciones de los nombres y calificativos de los animales como descripciones exactas de sus rasgos característicos. Porqué los rinocerontes blancos y los rinocerontes negros son del mismo color gris, porqué las panteras negras son leopardos pero éstos no son jaguares, aunque cuando los jaguares son negros se confunden con panteras por vía léxica y cromática.
También hablábamos de la espiritualidad que acompaña a la visión de animales blancos, mientras que los negros entran en terrenos tenebrosos por mera asociación con su color.
Desde luego, el caso que comentamos confirma, además, una cierta confusión entre especies que se pueden considerar antropomorfas; en el caso de los gorilas por su evidente cercanía genética (más si el animal es blanco, a ojos de un occidental caucásico) con el ser humano aunque practique menos el bipedismo que un avestruz, y las aves, más las terrestres, despiertan empatía de bípedo a bípedo. El oso lo practica a menudo por cuestiones prácticas o para intimidar desde más altura, y su estampa bípeda es difícilmente disociable de una bestia antropomorfa.
Pero, aparte de la empatía icónica que nos producen los osos, parecidos a nosotros en ciertos aspectos ( y a nuestros compañeros perrunos en otros, pero eso es otra cuestión que también hemos tratado) aquí estamos para hablar de la diferenciación de especies por su color.
Hablábamos de animales blancos, animales negros y animales blanquinegros. Y por supuesto mencionábamos a los osos.
Todos conocemos el oso blanco y negro por excelencia: el oso panda, pero hay controversia al respecto de su pertenencia a la familia de los úrsidos, y como mucho se le acepta como pariente cercano del oso de anteojos su pariente más cercano, si bien este pertenece a la subfamilia de los tremarctinos. Por otro lado, el panda rojo, pese a compartir nombre (lo cual es poderoso para el ideario colectivo) pertenece a una familia propia e independiente: Ailuridae, y por lo tanto no hay ni que tenerlo en cuenta como oso. De hecho, al panda gigante se le llama oso panda, pero al panda rojo sólo se le llama panda rojo, y está más bien emparentado no muy lejanamente con los mapaches.
Se habla también del oso negro, y éste es habitante de tierras norteamericanas, aunque no son infrecuentes ejemplares en América Central y en América del Sur, donde se dan otras especies de úrsidos también negras en su pelaje, pero con rasgos propios que justifican denominaciones específicas, como el oso de anteojos, con su característica mancha blancuzca que le da apariencia de oso negro con gafas.
El oso blanco, u oso polar, es blanco a la vista, aunque lo cierto es que su piel es negra y su pelo es transparente, y es supuestamente descendiente (casi una subespecie propicia a la hibridación) del oso gris, o Grizzlie, cuya variedad de Alaska, o Kodiak, es todavía más grande que el gran oso gris de las Rocosas. Pero el oso gris no es gris. Es pardo, marrón. De hecho es una variedad trascontinental del oso pardo europeo, más pequeño.
Baloo, el oso de "El libro de la Selva", de R. Kipling, se hizo famoso en la estampa icónica que generó Walt Disney en su último trabajo en vida, y en la película de animación, Baloo es gris, pero no es un oso gris. De hecho su rostro tiene ecos del visionado de osos asiáticos, y su parecido, más que con un oso de collar (por cierto, también negro, pero con una mancha blanca en el cuello en forma de collar), uno de los osos asiáticos por excelencia, es con un oso bezudo, o con un oso malayo, también de pelaje negro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario