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miércoles, 14 de marzo de 2018

Simbolismo anatómico, escultura científica y las muñecas de Mari Shimizu.


Mari Shimizu


Mari Shimizu
Anteriormente, las muñecas de colección personalizadas por Noel Cruz, las muñecas nostálgicamente hiperrealistas de Michael Zajkov, o los peluches zoológicos de Lee Cross, habían atraído nuestra atención para ser comentados por diversos motivos en nuestras páginas. Y, aunque se trataba de trabajos artísticos de características muy diferentes, evocaban una relación con el juguete y el coleccionismo que nos fascinaba, y apuntaban a las posibilidades de los trabajos volumétricos que, más allá de los límites de la escultura, exigían un profundo conocimiento de la pintura realista no limitada por un convencional soporte plano.

Además, el hiperrealismo debe pleitesía a la fotografía desde el advenimiento histórico de ésta, y el paradigma fotográfico pesa sobre cualquier ejemplo de arte hiperrealista (de hecho, fotorrealista cuando se trata de técnicas pictóricas sobre soporte bidimensional).

Hoy en día, la mayor parte del público indirecto de la obra de cualquier artista accede a su visionado a través de internet, de reproducciones fotográficas que o bien disimulan las carencias de dichas obras potenciando su aparente realismo o precisamente delatan en su estática condición los pequeños detalles que nos dan pistas sobre el artificio dentro del artificio.

Cuando descubrimos las peculiares muñecas de aire decimonónico de Mari Shimizu, lo primero que nos vino a la mente fueron las piezas de Michael Zajkov, pero es evidente que parece como si Shimizu utilizase las auténticas muñecas antiguas que inspiran las de Zajkov para deconstruirlas o despiezarlas con un cierto aire steampunk inspirado a su vez por las pioneras esculturas anatómicas de uso médico y didáctico.

Sin duda, cualesquiera esculturas figurativas de personas o animales implican en sí mismas un estudio de anatomía y constituyen por tanto una lección de anatomía per se, pero no cabe duda de que los trabajos especializados de los artistas anatomistas pioneros de las academias de talante ilustrado y científico a partir de los siglos XVIII y XIX, por más que procurasen una cierta objetividad, también estaban sujetos directa o indirectamente a criterios culturales y estéticos compartidos por los escultores coetános.

Con el paso del tiempo, la objetividad de estos trabajos, a menudo amaparados en técnicas de moldes y vaciados directos de los ejemplares observados a escala natural, apenas trasluce nada que nos remita a épocas pasadas, pero sus policromías y acabados a menudo delatan la influencia de la pintura y la ilustración naturalista de la época.

Por más especializados y objetivamente científicos que fueran los autores de este tipo de trabajos, no cabe duda de que también ofrecían un reflejo de qué resultaba creíble, verosimil o realista desde una perspectiva científica y naturalista a través de técnicas, como la cera policromada, que también se vincularían a espectáculos sensoriales como los primeros museos de cera, vicarios de los gabinetes de curiosidades y de horrores.

Nos vienen a la mente piezas célebres en los ámbitos universitarios como "La Parturienta" restaurada en su día por la profesora Alicia Sánchez, y que constituye un excelente ejemplo de lo que queremos comentar. Una escultura es una representación que pasa por una reproducción precisa del aspecto superficial de un cuerpo, pero en su interior no hay órganos, sino el mismo material compacto que constituye la pieza. Lo peculiar de las esculturas para estudios de medicina y cirugía es que su superficialidad simula una exploración a los órganos subyacentes.
Veamos lo que se comenta al respecto de la restauración de la pieza mencionada en un artículo de la tribuna digital de la Universidad Complutense de Madrid:


Es el siglo XVIII. Las figuras de cera proliferan en los centros de estudios de Medicina y Cirugía para sustituir el incómodo uso de cadáveres. Buena muestra de las piezas elaboradas entonces se pueden hoy contemplar en el Museo de Anatomía "Javier Puerta", en la primera planta de la Facultad de Medicina. Entre ellas sobresale "La parturienta". Se creó para que los estudiantes tuviesen un modelo con el que estudiar el cuerpo de una mujer y del feto poco tiempo antes de dar a luz. El resultado fue "una obra primorosa, que se diferencia considerablemente de otras esculturas de la época", afirma la profesora del Departamento de Pintura y Restauración de la Facultad de Bellas Artes Alicia Sánchez Ortiz.

Desde el pasado mes de octubre la profesora Alicia Sánchez Ortiz está trabajando en la restauración de "La parturienta". Según  relata, el Vicerrectorado de Extensión Universitaria contactó con ella por su condición de experta en conservación y restauración de la ceroplástica, pidiendo que preparase un proyecto de restauración de esta escultura, dañada por el paso del tiempo y varios traslados.  

El objetivo era que "La parturienta" pudiera mostrarse en todo su esplendor en la exposición "Arte y carne", y para ello "planteamos -explica la profesora Sánchez Ortiz- un trabajo de restauración multidisciplinar, en el que trabajan restauradores, químicos, ingenieros, escultores y fotógrafos. Entre todos hemos estudiado en profundidad el estado de conservación que tenía la pieza y en base a ello propusimos diferentes fases de actuación". La muestra se inaugurará a finales de mayo en c arte c, el Centro de Arte Complutense, y el comisario será el catedrático de Paleoantropología Juan  Luis Arsuaga.

 
Joya del arte y de la ciencia

Según el propio Arsuaga, La parturienta "es una joya del arte y de la ciencia. Es una pieza excepcional que representa no solo el cuerpo de una embarazada, sino que es además la materialización de los valores de la Ilustración, la luz de la razón, que está en su origen. Y además se creó para el Real Colegio de Cirujanos de Madrid, que es una de las raíces de nuestra universidad, también heredera, junto con los modelos de anatomía en cera, de los ideales ilustrados. Hay que valorar este modelo anatómico como cualquiera de las mejores obras artísticas de museos como El Prado. La exposición "Arte y Carne" va a a ser uno de los acontecimientos culturales de este año 2016 en España. Imprescindible".​



Queda claro, pues, que las artes aplicadas a la observación científica producen obras que acaban por formar parte de la historia del arte no sólo desde un punto de vista meramente técnico, puesto que finalmente aglutinan características propias que constituyen una estética propia que genera estilos peculiares influyentes para artistas no especializados, a menudo para dotar a sus obras de un cierto carácter evocador de las sensaciones producidas por este tipo de piezas en sus espacios expositivos específicos.

Michael Zajkov
No es de extrañar que en nuestras selecciones hayamos dedicado espacio a cuestiones relacionadas con los recursos expositivos propios de cualquier museo de historia natural, y artistas, sobre todo escultores, que se han inspirado en los estudios de anatomía para añadir un cierto carácter a sus obras, con guiños a las interacciones históricas entre artes plásticas y divulgación científica.
Como decíamos al inicio, la estética romántica y la visión estereotípica de determinadas tipologías sociales femeninas reflejada en las muñecas decimonónicas, exige de artistas como Michael Zajkov no sólo un profundo conocimiento de la anatomía, sino una aguda observación estética y psicológica de dichos tipos humanos bajo el prisma de la moda y de una estética muy concreta.

Michael Zajkov
Sin embargo, Zajkov juega con el contraste entre el hiperrealismo de sus muñecas una vez vestidas y su condición de muñecas articuladas cuando las observamos despojadas de sus ropajes. Zajkov, como Noel Cruz, ejerce de pintor hiperrealista y simultáneamente de maquillador caracterizador para dotar de detalles accidentales, de imperfecciones naturales que acercan a las muñecas a la humanidad y las personas reales de un ideal de perfección rayano en el artificio. Volvemos a la preferencia por los ramos de flores naturales tan coloridos e impolutos que parecen artificiales, y por los ramos de flores artificiales plagados de pequeñas imperfecciones aparentes que los confunde con ramos naturales un poco mustios o estropeados.

El hiperrealismo escultórico se alía con la fotografía en dos direcciones: por un lado, la documentación fotográfica facilita la observación referencial para imitar un acabado determinado, pero también marca un límite en nuestra capacidad para apreciar detalles superficiales, y no sólo eso, sino que finalmente se convierte en el soporte final de la obra cuando es fotografiada, ofreciendo un bucle en el que una reproducción reproducida se vuelve engañosa y facilita, por ejemplo, la magia del cine.

Michael Zajkov
En el caso de las muñecas de Zajkov, la reducción y la alteración de la escala, como comentábamos en la entrada anterior respecto al posicionamiento técnico y estético de autores como Ron Mueck, recalca una sorpresa sensorial a la vez que nos apunta a lo fácilmente que asumimos esta condición a escala de la fotografía. No sólo es una demostración de maestría (una escultura a escala natural con una textura detalladamente hiperrealista podría ser fruto sencillamente de de un molde a partir del sujeto real, un trabajo mecánico, una mera impronta) sino un desafío al observador para tomar conciencia de hasta qué punto las convenciones fotográficas pesan sobre su percepción de la realidad. Pero para ello hemos de poseerlas o contemplarlas en directo, porque al fotografiarlas es tentador hacerlas pasar por personas reales, precisamente esa tipología de personas que nos recordarían a las bellezas canónicas calificables como "muñeca" de un tiempo pasado. Son como muñecas antiguas con técnicas modernas, pero también con recursos estéticos y criterios realistas modernos, postfotográficos.
Mari Shimizu
Lo curioso de las esculturas de Mari Shimizu es que no persiguen este tipo de hiperrealismo, sino que recurre a piezas auténticas o a reproducciones de piezas de muñecas deliberadamente anticuadas para evocar la percepción un tanto horrorizada de los ocasionales espectadores de las esculturas anatómicas a las que hacíamos referencia más arriba. Sin embargo, al seccionarlas y mirar en su interior, no extrae órganos, sino elementos simbólicos, surrealistas u oníricos que remiten a una disección espiritual.
Puede parecer que se limita a un mero collage tridimensional, pero diríamos que nos recuerda hasta qué punto compartimos referentes culturales y visuales asociados a la historia del conocimiento científico, del mismo modo que compartimos un imaginario religioso o de cualquier otra índole.

Es obvio que el hiperrealismo implícito en Shimizu no es naturalista en el sentido en que lo es el realismo de Zajkov o Mueck, pero tal vez podría interpretarse como una sugerencia a la posible inversión del proceso, como si un ser anatómicamente seccionable revelase su condición de artificio, y para ello ha de ser realistamente artificial.

Ruben Orozco Loza

El hiperrealismo de inspiración fotorrealista en esculturas realizadas con técnicas propias de la fabricación de muñecos es particularmente sorprendente en el caso del artista mexicano Ruben Orozco Loza, a quien tal vez dediquemos un post en un futuro próximo, y que se nos quedó en el tintero a la hora de complementar cuanto dijimos al respecto de ciertos aspectos técnicos de las esculturas de The Kid en la entreda precedente.

Orozco también desafía a nuestros sentidos mediante un exhaustivo acabado en detalle de las texturas naturalistas de la piel, y en su pintado minucioso para recrear auténticos retratos barrocos tridimensionales, yendo más allá de los resultados de los pioneros del hiperrealismo pop como John de Andrea y, al igual que Ron Mueck o Noel Cruz, usa la pintura con precisión milimétrica, pero sobre materiales blandos y flexibles que, sobre una estructura articulada, permiten ampliar las posibilidades expresivas y dramáticas de las piezas.



Ruben Orozco Loza
Por otra parte, casi todas ellas delatan su deuda con la fotografía precisamente cuando son fotografiadas, y sólo cuando la fotografía no se vuelve cómplice de su contexto escénico a escala podemos compartir la sorpresa de su visionado directo, delatando su reducida condición.

Hyungko Lee

Pero, dejando de lado el hiperrealismo y el fotorrealismo, volvamos a repasar algunos de los artistas que hemos seleccionado con anterioridad en este blog por hacer guiños a las convenciones de la ilustración científica, y más concretamente a la ilustración anatómica, con sus distintos niveles o capas de observación, su compromiso entre la claridad de un dibujo esquemático y la verosimilitud de una disección auténtica o de una reproducción fotográfica.
Así pues, antes de observar las particularidades simbólicas de las piezas de Mari Shimizu, que flirtean con una visión steampunk de las muñecas antiguas, con apuntes a los dioramas y esculturas anatómicos.

Masao Kinoshita
(clicar en los títulos para ir a los artículos referenciados)

Anatomía comparada y caricatura. Jason Freeny, Michael Paulus, Hyungko Lee y otros.
Jason Freeny
(clicar en los títulos para ir a los artículos referenciados)

Naturaleza y artificio: Jessica Joslin. Esculturas zoológicas a partir de elementos artificiales (III)

Alegoría escultórica de anatomía comparada. Animalidad por Masao Kinoshita.

Animalidad y Parecido. Identificación de rostros. Caracterizaciones hiperrealistas. Noel Cruz y Paolo Ballesteros.

Hiperrealismo sexual. Animalidad humana y reproducciones naturalistas.

Otros referentes: Marc Sijan, Kate McDowell



Kate McDowell

Kate McDowell



Mari Shimizu:








































http://shimizumari.jimdo.com/

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http://www.akatako.net/catalog/japanese-artists/mari-shimizu

http://biblioteca.ucm.es/revcul/tribunacomplutense/166/art2268.php#.Wqfmznzat9M

https://www.youtube.com/watch?v=X5V20DbNHnU

http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com.es/search?q=anatom%C3%ADa

https://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com.es/search?q=mu%C3%B1eca 

http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com.es/2015/03/animalidad-y-parecido-identificacion-de.html 

http://lamonomagazine.com/sculpture-marc-sijan/

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