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miércoles, 3 de julio de 2013

patatas gigantes y fotografía


La fotografía, en el momento de su aparición, constituyó un nuevo paradigma de realismo y verosimilitud. Curiosamente, su capacidad de reproducir la realidad de forma mecánica, sin mediación de la voluntad del artista o su selección de elementos de la escena, ponía en duda su condición de forma artística, dado que, como han defendido teóricos como Roger Scruton, el arte representa la realidad, al margen de reproducirla o no. La fotografía reproduce, y es la escena fotografiada la que tiene capacidad de representar algo o no, y por tanto su dimensión artística reside en lo fotografiado, no en la fotografía en sí. Aparte de esta cuestión, de la que damos cuenta en apartados específicos, se da el hecho de que la fotografía fue asimilada poularmente como una forma fidedigna de reproducir la realidad de modo que cualquier hecho reproducido fotográficamente tenía por fuerza que ser real. Un ejemplo muy ilustrativo es el caso de las hadas supuestamente fotografiadas por dos niñas a principios del siglo XX en un pueblo del norte de Inglaterra divulgado como real a capa y espada por un defensor del método científico como Arthur Conan Doyle. Si algo salía en una fotografía era real. O al menos así lo pensaban sus coetáneos.
Hoy en dia, esta percepción del realismo fotográfico se ha trastocado completamente. Si las técnicas de retoque y fotomontaje más tempranas no habían acabado de convencer de lo potencialmente engañoso de las imágenes fotográficas, el advenimiento de las tecnologías digitales y la popularidad del uso del Photoshop han llevado a nuestra cultura a desconfiar de la autenticidad de cualquier documento fotográfico, cinematográfico o videográfico.
No está mal rescatar otros ejemplos de la historia olvidada de la implicación de los medios de divulgación científica con el poder documental del soporte fotográfico.



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El gran engaño de la papa gigante de 1894

El señor Swan sujetando la papa gigante se hizo famosa en todo el planeta. (museumofh …La construcción del ferrocarril que atravesaba el Estado de Colorado, en 1877, propició que nacieran muchas nuevas poblaciones alrededor de las estaciones de tren. Una de estas fue Loveland, una pequeña ciudad agrícola a la que pusieron ese nombre en honor a William A.H. Loveland, presidente de la Colorado Central Railroad.
En poco más de dos décadas, Loveland se convirtió en un próspero lugar en el que ya residían cerca de un millar de personas y en el que se celebraba una feria agrícola que año tras año concentraba a los más destacados e importantes agricultores de la zona, así como a compradores de todos los rincones del Estado.
1894 fue un año especialmente bueno en cuanto a recolección de papas para el protagonista de nuestra historia, Joseph B. Swan, quien se encontraba orgulloso de haber tenido una magnífica siembra de la que había conseguido más de diez mil kilos de ese tubérculo, además de ser las de mayor tamaño de toda la región.
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Pero no todos los habitantes de Loveland se creían todo lo que explicaba el bueno (a la vez que exagerado) del señor Swan, ya que famosos eran sus continuos fanfarroneos sobre lo magnificas que eran sus siembras e incluso llegó a decir que había recogido una papa gigante, cuyas dimensiones eran de 70 centímetros de largo por 35 cm de ancho, con un peso cercano a los cuarenta kilos.
Y fue precisamente esta broma que solía gastar entre sus amistades la que lo hizo inmensamente famoso, dando la noticia de la papa gigante la vuelta al mundo, gracias a un ingenioso engaño en el que se involucró W.L. Thorndyke, editor del periódico “Loveland Reporter”, quien propuso a Joseph B. Swan publicitarse en la feria agrícola con una fotografía trucada en la que apareciese sujetando sobre su hombro la famosa papa de dimensiones desproporcionadas.
Contrataron los servicios de Adam H. Talbot, un fotógrafo local, quien se prestó a ayudar en el ‘engaño’ a Swan y Thorndyke. Para ello tomó una fotografía de una papa y la amplió a las dimensiones que daba el agricultor cuando hablaba de su ‘tubérculo gigante’.
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Acto seguido cortó una tabla de madera del mismo tamaño y forma, pegando con cola la fotografía. Una vez hecho esto, hizo cargársela sobre el hombro derecho a Joseph B. Swan y gracias al grosor de la madera y el peso de ésta, el rostro del agricultor reflejaba el peso que portaba sobre él, haciendo muchísimo más creíble la imagen.
Increíblemente, la papa gigante de la fotografía parecía real, si tenemos en cuenta que se tomó en 1894, un siglo antes de que los retoques fotográficos como el Photoshop existiesen.

Fue un trabajo totalmente manual y artesanal, lo que le confirió a la foto una total realidad y credibilidad por parte de los escépticos que no habían creído en la fantástica historia que explicaba el señor Swan acerca de su papa gigante.
Ese año, durante la feria agrícola de de Loveland, el agricultor fue el que más papas y semillas vendió, gracias a los carteles que anunciaban sus productos como los mejores y más grandes.
Scientific American cometió el error de publicar la foto de la papa gigante. (museumo …Por su parte, el fotógrafo mostraba orgulloso en el escaparate de su negocio un poster con su creación, algo que hacía que los curiosos que pasaban frente a él entrasen y pidiesen una copia de esa fotografía, hasta que una de ellas fue a parar a manos de un reportero de la prestigiosa revista “Scientific American”, quien propuso redactar un artículo hablando de la prodigiosa papa gigante, refiriéndose a la misma como un hecho singular y digno de investigar por parte del colectivo científico.
Como imaginarán, a pesar de ser finales del siglo XIX y no haber la red de difusión que tenemos actualmente, un buen número de ejemplares de la revista que incluían la fotografía dieron rápidamente la vuelta al planeta, dejando boquiabiertos a muchos expertos que querían saber más sobre ese prodigio de la naturaleza.
Ya no solo viajaban hasta Loveland los agricultores de un gran número de Estados norteamericanos, sino que científicos y periodistas de cualquier rincón deseaban entrevistarse con Joseph B. Swan e investigar en profundidad sobre este curioso tema.La noticia corrió como la pólvora, siendo publicada por numerosos medios escritos y por mucho que se empeñaron los tres iniciadores del engaño en decir que se había tratado de una broma para atraer más clientes a la feria agrícola, el daño ya estaba hecho.
Incluso la propia revista Scientific American publicó una nota aclaratoria en la que se disculpaban por el grave error y en la que se desmentía por completo la veracidad de la historia de la papa gigante, la cual estuvo en boca de miles de personas a lo largo de los siguientes años, convirtiéndose en uno de los ‘hoaxes’ (bulos) más famosos de la época y con un sorprendente efecto viral.
Varios fueron los años que tuvieron que transcurrir para que la gente dejase de hablar del tema como algo cierto y quedase en el olvido. Algo que persiguió a Joseph B. Swan y sus bromistas socios a lo largo de las siguientes décadas.
Fuente: Yahoo! España
El gran engaño de la patata gigante de 1894

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